miércoles, 13 de junio de 2007
José Hernández y Martín Fierro al Sur del Salado
Por Hernán Bernasconi
Dolores es la Pampa. En medio de la Pampa un gaucho en su montura al paso se dirige a una estancia donde se sumará, -por comida y una paga-, a los soldados de un tal Coronel Pedro Rosas y Belgrano (1). Se trata de pelear contra un ejército que viene de Buenos Aires (2). No es un desconocido. Tiene entre dieciocho y veinte años, y se lo suele ver, errabundo, en los fogones y pulperías por los pagos de Monsalvo, Dolores, El Rincón de López, las islas del Tordillo, Los Montes Grandes, Camarones, Ayacucho, siempre bien montado en un moro, siempre al paso, siempre al Sur del Salado, siempre en territorio bárbaro.
Al mar de pastos y rebaños que hay en el territorio bárbaro llegan –del mundo civilizado- los inmigrantes españoles e italianos y los soldados. Al mismo tiempo que los indios caen, degollados, con las tripas al aire, desvastados por la pólvora y los sables de los ejércitos. Se mezclan, -los indios-, con españoles y se lavan, pactan, trabajan en las labores del campo o huyen, y de tanto en tanto contraatacan al mundo civilizado. Los indios pampas.
Esa mezcla de indígenas y españoles, sangre un poco andaluza, otro poco árabe y otro poco india, envuelta en un poncho, con su guitarra a cuestas, bien montada, al paso, se dirige a la Estancia (3) donde se reunirá, con otros gauchos al servicio de una guerra que no se esfuerza por entender. Joven, hecho a campo, caza algún animal por día con las boleadoras para lo que es tan diestro como los indios, hace algunas tareas de campo, pero también se gana la vida peleando. Y claro que sueña con construir un rancho eventual y tener hijos y mujer.
Fundido con la naturaleza inhóspita de la pampa, aislado, nihilista, libre, inadaptado e ingobernable el gaucho se encuentra con la organización y el orden de un lado y los indios del otro. Cada cual con sus propias contradicciones interiores.
El joven de a caballo que viene a pelear se llama Martín Fierro. Es recio, duro, habilidoso y bárbaro. Eso piensa el otro joven que lo ve. El joven que lo ve forma parte de un grupo de paisanos y gauchos. Estos obedecen a su padre que siempre estuvo a las órdenes de Don Juan Manuel de Rosas y que ahora, después de Caseros, apoya al hijo adoptivo de aquel integrando las fuerzas dispuestas a pelear contra las de Hilario Lagos. Dicho de otro modo, viniendo de Dolores, un tal José Hernández, descendiente de españoles, hijo de soldado, arriero y capataz de estancias, es decir, miembro de la civilización rural no iluminista se suma a las fuerzas de Rosas y Belgrano –hijo adoptivo del Restaurador-, y allí conoce a Fierro.
José y Martín se tratan con recíproca simpatía, y éste le enseña al muchacho de la ciudad -que sabe no pocas cosas de los quehaceres del campo-, los secretos profundos de la pampa. José oye el rasgueo de la guitarra y la voz de Martín que dice: cantando me he de morir, cantando me han de enterrar para verlo unas horas después, en la madrugada del veintidós de enero del cincuenta y tres (4), para ser más preciso, matar y defenderse, con la resolución y el coraje de un salvaje. El curso de la batalla los dispersa y la derrota los reúne, esta vez, huyendo a campo traviesa donde se puede suponer que José sigue a Martín en dirección del monte.
Sin dudas, su existencia real y el encuentro de ambos es una anécdota ignorada de la historia. Un hecho que servirá al genial José Hernández para su elegía. La que a su vez alimentará la fantasía popular y dará al gaucho un lugar de privilegio en la memoria colectiva y en la literatura universal. Y coincidiendo con Meckievi, nos parece bueno que –de la mano de historiadores bonaerenses que investigaron este tema- la anécdota sea rescatada de la oscuridad que la rodea.
En eso no hay mella al genio, a la épica y a la mitología criolla como creyeron los descendientes del poeta (5). Hay sí un homenaje a los humildes, a los indómitos, a los desvalidos, a los analfabetos, a los condenados y perseguidos. A los gauchos desertores y matreros. A los que como él en todo tiempo se revelan ante los atropellos y las injusticias, estallan, huyen, roban y matan sin corromperse, y aceptan la suerte de su destino.
Lo que la suerte destina no puede el hombre evitar. Dice Fierro.
Elementos de convicción
No hay prueba de que el encuentro que describimos se haya producido. Sin embargo parece verosímil a la luz de las huellas del paso de José Hernández y de Martín Fierro por la región de Dolores, de la contemporaneidad y coetaneidad de José Hernández, Martín Fierro y el Sargento Cruz, de la prueba de la condena a Fierro y su traslado a la frontera (tal cual descripta en el poema) y de la huída de éste hacia los pagos de los indios pampas (también coincidente con el relato de Hernández).
No hemos podido encontrar indicios acerca de la mujer de Fierro ¿se refugió en Dolores cuando conoció a ese mozo que se la llevó para el pueblo? ¿cuando enfermó fue internada en el Hospital de esta ciudad?. Las constancias de aquella época se quemaron. Tampoco sabemos si los hijos trabajaron en las estancias de la región. Pero es probable suponer que haya sido así. Nada se pudo saber acerca de la suerte posterior de nuestro héroe de carne y hueso.
José Hernández en la batalla de San Gregorio
Pero vayamos a las pruebas. Estas acreditan que José Hernández participó de la batalla de San Gregorio. Al respecto así lo afirma Alicia Lahourcade en su San Gregorio, la batalla olvidada. Ella dice que “Entre los actores de San Gregorio sería injusto olvidar a un joven de 18 años, que enviado al campo para mejorar su salud, aprendió a hacerse gaucho y a sentir adentro a la pampa y sus hombres. En la ocasión quiso unir su suerte a la de esos estancieros que eran sus amigos y sus modelos y se plegó a Pedro Rosas y Belgrano. Se llamaba José Hernández, y fue de los que logró ganar la pampa abierta junto con Ramos Mejía.”(6) . Recordemos que la batalla fue el 22 de enero de 1853, después de la batalla de Caseros (3 de febrero) y del pronunciamiento de Hilario Lagos (1ro. de diciembre), antes, desde luego de la sanción de la Constitución Nacional (1ro. de mayo de 1853). Pedro Rosas y Belgrano y Ramos Mejía se sublevan contra Hilario Lagos y en contra de la integración a la Confederación.
La condena de Martín Fierro en Monsalvo
Martín Fierro “fue condenado al servicio de frontera el 16 de Agosto de 1866, trece años y medio después de que José Hernández huyó de la boca del Salado concluída la batalla de San Gregorio” (7). A lo que agregamos, trece años después de la batalla de San Gregorio y once años después de la causa en la que aparece el Sargento Cruz prestando testimonio en la estancia Mari Huincul, como veremos luego. La condena contra Martín Fierro obedeció a unas lesiones que provocó éste a Policarpo Vera el 7 de junio de 1866 en la estancia Mari Huincul y por lo cual ingresó prisionero a la cárcel a disposición del juez de Dolores que se declaró incompetente y devolvió la causa al juez de Paz de Monsalvo quien en definitiva lo condena con destino al Batallón 11 de línea
de Azul, de donde se fuga la nochebuena de ese mismo año, de todo lo cual hay prueba documental.
El Sargento Cruz
Otra prueba relacionada con la presencia de Fierro en la región y la contemporaneidad y coetaneidad con el Sargento Cruz, es la causa que se instruye por la fuga de un preso que había matado y en la cual figura como testigo y auxiliar del Juzgado de Paz de Monsalvo un tal Sargento Pedro Cruz que en el poema hernandiano aparece retratado como el compañero de andanzas de Martín Fierro. Según estos datos Cruz era unos diez a doce años mayor que Fierro. Este expediente según testimonio de Villasol Cabutti a quien seguimos, es el Nro. 69 caratulado Criminal por la fuga del preso Anacleto Herrera en el partido del Tuyú en la noche del 15 de octubre de 1855. A fojas 3 vta. y 4 declara el Sargento Pedro Cruz, de 35 años, analfabeto, quien firma con una cruz (8).
Don Pablo Vera
Sabido es que Pablo Vera fue el contendor con quien Martín Fierro protagonizó un duelo y por cuya causa éste fue a parar a la cárcel en el año 1866. Importante acopio
documental que prueba la existencia de éste en Dolores es reseñado por Velázquez en su obra (9) a la cual por razones de brevedad nos remitimos.
¿Cuándo escribe Hernández el Martín Fierro?
Si el último dato fidedigno que tenemos relacionado con las aventuras que el poema relata es de 1866 debió haber sido escrito después de esa fecha. De lo contrario se torna inverosímil la hipótesis del realismo que aquí se sostiene. Pues, en efecto, no hay discrepancias entre los historiadores en afirmar que la primera parte titulada El gaucho Martín Fierro fue concluida en el año 1872 mientras Hernández se encontraba alojado en el Hotel Argentino en las actuales calles 25 de Mayo y Rivadavia, de la ciudad de Buenos Aires, poema que había iniciado unos años antes. Y con posterioridad escribe La vuelta de Martín Fierro que publica en 1879. A esta concordancia en el tiempo se debe sumar al hecho de que Hernández entre el 52 y el 72 frecuenta la región y bien pudo haber actualizado, por medio del paisanaje u otras personas amigas(10), las noticias sobre la suerte de Martín. Con lo cual no se puede negar la hipótesis de que el Martín Fierro relate hechos acaecidos en la región de Dolores entre las décadas del cincuenta al setenta del siglo XIX. Y no sólo no hay prueba negativa de ello, es verosímil pensar que así ha sido. Por último, se menciona que en la edición de 1915 hecha por Cultura Argentina, en Buenos Aires, del Martín Fierro de Hernández puede leerse en la página 52, canto 3, los siguiente: “Yo llevé un moro de número, /sobresaliente el matucho./ con él gané en Ayacucho/ más plata que agua bendita. /Siempre el gaucho necesita/ un pingo pa fiarle un pucho..../”.De donde no pueden quedar dudas que sin perjuicio de la fantasía como bien afirma Velázquez en su importante obra ya citada, en la primera parte del Martín Fierro, José Hernández, “es indudablemente histórico.” (11)
NOTAS
(1) Coronel bonaerense representante de los intereses de los estancieros que se oponían a la integración de la provincia de Buenos Aires a la Confederación.
(2) El ejército de la Confederación estaba comandado por Gregorio Paz, lugarteniente de Hilario Lagos, quien unos meses antes en un célebre pronunciamiento se había declarado a favor de la incorporación de la Provincia de Buenos Aires a la Confederación.
(3) ¿Mari Huincul, Las Vívoras?
(4) La batalla de San Gregorio se lleva a cabo en la boca del Salado el 22 de enero de 1853.
(5) Los descendientes siempre negaron que hubiera habido alguna relación de José Hernández con un tal Martín o Melitón Fierro con el temor de que eso quite dimensión al personaje (ver La personalidad histórica de Martín Fierro, Rafael P. Velázquez, Mar del Plata 1972, pag. 47 y siguientes).
(6) (pag. 47, op. Cit.).
(7) Autor cit. Op. Cit. en nota 5, Pag. 27/28;
(8) (Legajo Nro. 2 del Archivo de los Tribunales de Dolores) (ver artículo Aquí estuvo el Gaucho Martín fierro y su amigo el Sargento Pedro Cruz, Dr. Miguel Agustín Villasol CAbutti, El Mensajero de la Costa, 29 de julio de 1998- Partido Urbano de la Costa, Provincia de Buenos Aires).
(9) ¿Dónde Nació y dónde estuvo Martín Fierro?, Miguel Agustín Villasol Cabutti, Sociedad Argentina de Historiadores Filial Dolores, VIII Jornada de Historia, 19 de septiembre de 1998, Instituto Francisco de Paula Robles, Dolores, pag. 55 a 57 y constancias del libro de actas del Juzgado de Paz de Monsalvo, cuyo original obraba en poder del ex intendente Balda que nos exhibió.
(10) “... puede asegurarse que al autor del poema (por José Hernández) no pudo faltarle algún corresponsal que le proporcionó informaciones auténticas, presunción que hasta podría involucrar al mismo don José Zoilo Miguens y a su gran amigo, el Jefe de la frontera, Coronel don Alvaro Barros. Sin olvidar que el doctor Mosquera Estman, repitiendo una versión familiar insinúa que don José Hernández conoció a Martín Fierro en la cárcel de Dolores.” (autor cit., en op. cit. en nota 5, pag. 19). Cabe aclarar que don José Zoilo Miguens fue el amigo a quien José Hernández dedica el primer libro del Martín Fierro en 1872.
(11) (autor citado, op. cit., pag. 16). El mismo autor sostiene que la segunda parte del Martin Fierro es puramente novelezca (ver pag. 19).
GoogleDomingo 10 de junio de 2007, Costanera Sur, Avenida Noel y Macacha Guemes, frente a la reserva y río de la Plata, día despejado con sol, se acaban de correr los 7 kilómetros 500 metros de la 2007 OLYMPIC DAY RUM, que se largó a las 10.00 horas en el circuito Puerto Madero. A pesar de que es una prueba participativa y no competitiva los organizadores entregan algunos premios. Martin Sharples es un ex rugbier que perdió una pierna en un accidente y hoy es un corredor de élite en silla de ruedas y al mismo tiempo milita por los derechos humanos. En el momento de recibir el premio que le otorgaba el Comité Olimpico tomó el micrófono y dijo "jamás recibiré un premio de manos de Julio Casanello, presidente del Comité Olímpico Argentino, porque sus manos se encuentran manchadas de sangre de militantes desaparecidos en el Gran Buenos Aires en la época de la dictadura militar". Como pudimos saber Casanello fue amigo del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Gral. Américo Saint James quien lo colocó como interventor de la Dictadura Militar en la intendencia de Quilmes al frente de cuya comuna estuvo durante todos los años del proceso al que adhirió sin disimulos. Sharples fue entre otras cosas uno de los impulsores de la iniciativa de lograr que se consagrara primero en Roma y después en la ciudad de Buenos Aires "la carrera de Miguel" en homenaje a Miguel Sánchez, militante y atleta desaparecido durante los tiempos de la dictadura. Tras ese breve discurso intentó ser interrumpido con música y cortes en el micrófono no obstante los aplausos que acompañaron sus palabras. Casanello se alejó presuroso del lugar seguido de Martín Sharples quien no cesaba de proferir a pocos metros de él gravísimas acusaciones reclamando su renuncia al cargo de presidente del COA.
martes, 10 de abril de 2007
Crecimiento demográfico y cambio climático
-Hoy en el mundo…. Hay un incremento de la población del orden de los 82 millones por año; es decir un incremento aproximado a un 1,20 por ciento o 12 x 1.000;
-Este incremento –si no se le pone un freno- no significa que dentro de 10 años va a haber en el planeta 820 millones de habitantes más el 12x1.000 de los incrementos que se van sumando, porque el incremento va en aumento, así en el año 1950 era de 35 millones, con lo cual es probable que si ahora somos 7.400 millones dentro de 10 años seamos 8.500 por decir un número…. Al mundo le tomó 16 siglos para duplicarse de 250 a 500 millones, luego de 1600 a 1850 se duplicó nuevamente para llegar a los 1.000 millones, de 1850 a 1950 se volvió a duplicar llegando a los 2.000 millones y a partir de esa fecha se duplica cada 35 años;
-En la década del 60 era de 3.000 millones y en el 90 llegó a 6.000 millones y hoy estamos en los 6.400 millones y deberíamos ser más si no fuera por la cantidad de muertes que provocó en los últimos años el SIDA, especialmente en los países africanos; en la década del 2010-2020 se estima que habrá 11.000 millones si no se adoptan medidas, básicamente en los países pobres que son los más propensos al crecimiento demográfico;
¿cómo es en el mundo ese crecimiento?
- Actualmente, las poblaciones de los países pobres, especialmente en África, aumentan hasta el 3 por ciento por año, lo que ocurre en Kenya –tasa mayor en el mundo actual- .
- Con esta tasa la población se duplicará en 25 años.
- En cambio las poblaciones de Europa y del Japón están disminuyendo y según las proyecciones, el ritmo de la declinación se ha de duplicar hacia 2010-2015; en América del Norte, en cambio, el crecimiento continúa a razón de un 1% anual, debido principalmente a la inmigración.
- Ocurre lo mismo en China donde el crecimiento demográfico está bajo control efectivo. El índice de crecimiento demográfico que en 1970 era de 25.83 por mil, se redujo al 8.77 por mil en el ano 1999. Es decir, el 0,877 por ciento anual. Uno de los índices de crecimiento más bajos.
¿Qué pasa en Sudamérica?
-En 1950 la subregión del Cono Sur tenía una población de casi 81 millones de habitantes.
Este total estaba compuesto por un 67% de brasileños, 21% de argentinos, 8% de chilenos, 3% de uruguayos y 2% de paraguayos.
-Entre 1950 y 2001 la población de la subregión casi se triplicó, alcanzando al final del período el 3,8% de la población mundial (234 millones de personas).
El Brasil aumentó su distribución en el bloque contribuyendo en 2001 con un 74% del total de personas (172 millones). La Argentina, Chile y el Uruguay han disminuido su participación con relación a la década del cincuenta contribuyendo actualmente con un 16%, 7% y 1%, respectivamente. La del Paraguay se mantuvo prácticamente constante, es decir un 2%.
-Entre 1950 y 1955 el Brasil era el país que presentaba la mayor tasa de crecimiento poblacional (3,1% anual), mientras que el Uruguay tenía la más baja (1,2% anual).
Cinco décadas más tarde la situación se ha alterado:
Para el 2000, el Uruguay aún presentaba la menor tasa (0,75% anual). Para el Paraguay se observaba la mayor tasa de crecimiento poblacional (2,5% anual).
Para el período analizado (1950-2000), el Cono Sur tuvo una disminución del promedio de la tasa de crecimiento de su población del 2,1% a cerca del 1,5% anual.
-Este incremento –si no se le pone un freno- no significa que dentro de 10 años va a haber en el planeta 820 millones de habitantes más el 12x1.000 de los incrementos que se van sumando, porque el incremento va en aumento, así en el año 1950 era de 35 millones, con lo cual es probable que si ahora somos 7.400 millones dentro de 10 años seamos 8.500 por decir un número…. Al mundo le tomó 16 siglos para duplicarse de 250 a 500 millones, luego de 1600 a 1850 se duplicó nuevamente para llegar a los 1.000 millones, de 1850 a 1950 se volvió a duplicar llegando a los 2.000 millones y a partir de esa fecha se duplica cada 35 años;
-En la década del 60 era de 3.000 millones y en el 90 llegó a 6.000 millones y hoy estamos en los 6.400 millones y deberíamos ser más si no fuera por la cantidad de muertes que provocó en los últimos años el SIDA, especialmente en los países africanos; en la década del 2010-2020 se estima que habrá 11.000 millones si no se adoptan medidas, básicamente en los países pobres que son los más propensos al crecimiento demográfico;
¿cómo es en el mundo ese crecimiento?
- Actualmente, las poblaciones de los países pobres, especialmente en África, aumentan hasta el 3 por ciento por año, lo que ocurre en Kenya –tasa mayor en el mundo actual- .
- Con esta tasa la población se duplicará en 25 años.
- En cambio las poblaciones de Europa y del Japón están disminuyendo y según las proyecciones, el ritmo de la declinación se ha de duplicar hacia 2010-2015; en América del Norte, en cambio, el crecimiento continúa a razón de un 1% anual, debido principalmente a la inmigración.
- Ocurre lo mismo en China donde el crecimiento demográfico está bajo control efectivo. El índice de crecimiento demográfico que en 1970 era de 25.83 por mil, se redujo al 8.77 por mil en el ano 1999. Es decir, el 0,877 por ciento anual. Uno de los índices de crecimiento más bajos.
¿Qué pasa en Sudamérica?
-En 1950 la subregión del Cono Sur tenía una población de casi 81 millones de habitantes.
Este total estaba compuesto por un 67% de brasileños, 21% de argentinos, 8% de chilenos, 3% de uruguayos y 2% de paraguayos.
-Entre 1950 y 2001 la población de la subregión casi se triplicó, alcanzando al final del período el 3,8% de la población mundial (234 millones de personas).
El Brasil aumentó su distribución en el bloque contribuyendo en 2001 con un 74% del total de personas (172 millones). La Argentina, Chile y el Uruguay han disminuido su participación con relación a la década del cincuenta contribuyendo actualmente con un 16%, 7% y 1%, respectivamente. La del Paraguay se mantuvo prácticamente constante, es decir un 2%.
-Entre 1950 y 1955 el Brasil era el país que presentaba la mayor tasa de crecimiento poblacional (3,1% anual), mientras que el Uruguay tenía la más baja (1,2% anual).
Cinco décadas más tarde la situación se ha alterado:
Para el 2000, el Uruguay aún presentaba la menor tasa (0,75% anual). Para el Paraguay se observaba la mayor tasa de crecimiento poblacional (2,5% anual).
Para el período analizado (1950-2000), el Cono Sur tuvo una disminución del promedio de la tasa de crecimiento de su población del 2,1% a cerca del 1,5% anual.
LIBRO BERNASCONI TIEMPO DESPUES de Pablo Dorfman
PABLO DORFMAN
BERNASCONI TIEMPO DESPUÉS
(Diálogos con el juez del caso Cóppola)
A NORMA, ERNESTO,
LUCIANA Y MARIANO DORFMAN,
MI FAMILIA.
POR EL ABRAZO DE SIEMPRE.
A MIGUEL BONASSO,
POR SEÑALARME LOS PRIMEROS PASOS
PRÓLOGO
Mientras dirigía una investigación sobre el crimen de María Marta García Belsunce, un hecho fortuitito me cruzó con Hernán Bernasconi. Desde ese momento, se creó entre nosotros una relación de respeto mutuo.
Sin ninguna obligación, Bernasconi escuchó una serie de preguntas con relación a la causa que había determinado la detención de Guillermo Cóppola. Me asombraron sus respuestas tranquilas, serenas y meticulosas en cada detalle.
Hacía 6 meses que estaba en libertad. Sentí que lo inquietaba, que le traía el tormentoso pasado de su vida al presente. Sin embargo, comprendí que el tiempo de prisión en Gendarmería - en que las horas libres y la contemplación son corrientes-, le habían permitido elaborar todo el proceso. Bernasconi quería hablar.
Desde su salida de la cárcel no había otorgado ningún reportaje. Prefería mantenerse alejado de los medios, y reconstruir su vida ajeno a cualquier tipo de exposición. La gente en la calle lo distinguía con indiferencia, incluso después de haber participado en un programa de Canal 13 conducido por el periodista Roberto Caballero, donde se cruzó con Guillermo Cóppola.
En una sucesión de encuentros informales que tuvimos –Bernasconi estaba interesado en mi investigación, y yo en sus anécdotas y recuerdos-, surgió la posibilidad de hacer un libro.
La idea original nunca se modificó. Queríamos realizar una serie de entrevistas, para reconstruir la historia que lo mantuvo más de 3 años en prisión.
Con el tiempo fui conociendo al hombre detrás del Hombre. Fui alejandome de esa imagen desteñida que entregaron los medios y me acerqué a una persona que reconocía, aún con cierta soberbia, haber cometido múltiples errores.
¿Por qué había decidido enfrentar a Guillermo Cóppola?. ¿Cómo sintió la fama, el poder, la exposición que consiguió en forma sigilosa? ¿De qué se arrepiente?.¿Cómo fueron los 3 años y medio de detención?.¿A pesar de haber recuperado su libertad, siente odio, bronca, rencor?. ¿Cómo actuó la dirigencia política con él?. ¿Qué papel jugó la interna Menem-Duhalde en su causa? ¿Fue un perseguido político, o simplemente un hombre que fallo en su estrategia?
Hicimos una decena de entrevistas, que se transformaron en más de 20 horas de conversación. A pesar de ciertas dificultades técnicas, su casa y algunos bares porteños lograron sostenernos, aún en los momentos de mayor tensión.
Tiempo después de los primeros encuentros, decidí agregar los dos capítulos finales del libro. Para acercarse al hombre detrás del Hombre, era necesario conocer sus reflexiones y reconstruir una parte de su vida.
Como suele suceder con la prensa argentina, Bernasconi dejó de ser noticia, y los cientos de pedidos para entrevistarlo desaparecieron. La construcción de su personaje fue emblemática: sé lo persiguió, se lo apoyó, y se lo atacó con argumentos banales y un profundo desconocimiento.
Este Libro no pretende exponer juicios de valor. En éstas páginas, lo que se encontrará será un diálogo serio y extenso, sobre los temas que debían ser tratados.
El resultado es un puñado de hojas que darán lugar a la reflexión, y a la libre interpretación que cada lector tenga para efectuar. Ese es el objetivo.
PABLO DORFMAN.
20 DE OCTUBRE DE 2004, BUENOS AIRES.
CAPITULO I: DOLORES Y LA CAUSA COPPOLA
Hay un aire espeso y desconocido. Por primera vez se abre ante mí, Dolores, una ciudad que amanece desierta. Como todas, ésta es una tarde de invierno fría, gélida. Me detengo a contemplar un instante el paisaje, mientras el ex juez Hernán Bernasconi observa con una mirada fina y aguda cada esquina.
Hace 9 meses que Bernasconi dejó la cárcel. En su rostro fino y alargado vislumbro la intensidad de su mirada y el parpadeo monótono de sus ojos. Nuestro entorno aparece en quietud y sosiego.
Desde 1999, antes de escaparse a Brasil y estar detenido poco más de 3 años, Bernasconi no volvió a Dolores, el lugar donde se concentra la primer parte de esta Historia.
Allí viven unos 30 mil habitantes. Su población, como tantas, sufrió las consecuencias del menemismo. De las pocas industrias que tenía, solo una logró sobrevivir.
El 80 por ciento de la gente se dedica a trabajos administrativo para el Estado, y sólo una pequeña parte tiene tierras para cosechar.
A la una de la tarde, se impone el silencio. Los pequeños comercios descansan, y en cada esquina una luz sucia mantiene tenuemente la visibilidad.
Es un día seco, de Mayo, donde nada presupone algo distinto. Bernasconi recorre la plaza principal, esa construcción circular que bordea el municipio y la iglesia.
Le Esbozo miradas inquisitivas y lentas. Tengo dudas, y cierta tensión. Me pregunto a cada instante, qué pasó en esta ciudad que observa asombrada y conmovida la presencia del ex juez. Me indago, sin respuestas: ¿quién es esta persona, a quien distingo apacible, e inquietantemente sereno?. ¿Porqué quiere hablar?. ¿Qué es lo que quiere decir?.
La ciudad testigo, reposa al este de la Provincia de Buenos Aires. Pasamos por el Juzgado Federal, el sitio que Bernasconi dirigió casi 5 años. Ubicado sobre una avenida angosta, y rodeado de comercios, su única entrada, su color desteñido, el aire opaco y tradicional, me hacen recordar a los periodistas agolpados, amontonados por conseguir la última noticia. Me asombró al ver lo diminuto del lugar.
Seguimos conversando, y mantenemos breves silencios. Quedamos en reencontrarnos para empezar las entrevistas.
Dolores queda atrás. Miro, con aire extraño, una última luz, ahora clara, fina, inalterable en la ciudad vacía.
Pienso en las preguntas, en cada una de esas preguntas que me persiguen desde que leí los expedientes, los periódicos, las revistas.
Percibo su necesidad de hablar, y escucho.
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A través de un proyecto de ley propuesto por el Poder Ejecutivo Nacional, a cargo del ex presidente Carlos Saúl Menem, se decidió crear en 1993 el Juzgado Federal de Dolores, con el objetivo de agilizar trámites y causas que se concentraban exclusivamente en Mar del Plata y Azul.
Hernán Bernasconi asumió el 22 de septiembre de ese año el cargo de Juez, con el apoyo de los dirigentes más cercanos a Eduardo Duhalde, entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Dolores tiene bajo su jurisdicción 14 localidades. Sin embargo, las causas de mayor interés público se produjeron en el Partido de la Costa, principalmente Pinamar y Villa Gesell, dos tradicionales centros de veraneo, al cual acuden cientos de miles de turistas por año.
Desde 1994, las causas por drogas empezaron a propagarse y tomar notoriedad. Empero, fue recién el 18 de diciembre de 1995 que el ex presidente Carlos Menem decidió lanzar el operativo Sol Sin Droga, que contaba con la presencia de Diego Armando Maradona como rostro y emblema de la campaña.
Antes del comienzo del verano de 1996, Bernasconi se reunió con los comisarios de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que estaban destinados al operativo Sol. Las indicaciones que transmitió el juez fueron precisas: había una fuerte decisión política para combatir a las mafias de la droga.
Al poco tiempo, una serie de aparentes hechos aislados e inconexos comenzaron a tomar forma en lo que luego seria la “Causa Cóppola”.
En Febrero de 1996, se detuvo a Héctor “Yayo” Cozza, un íntimo amigo de Guillermo Cóppola, que viajaba en su auto hacia Pinamar junto a Samantha Farjat, una estudiante universitaria de 21 años. En el vehículo se habían encontrado pastillas de éxtasis y cocaína.
En el mismo mes, fue arrestado en Pinamar el amigo de Diego Maradona y reconocido representante de modelos, Carlos Ferro Viera, también por tenencia de estupefacientes.
El verano había sido intenso. El consumo de drogas en la costa había crecido en forma considerable.
En Marzo de ese año, el comisario Sergio Camaratta realizó una declaración espontánea ante su par Gustavo Prellezo, y entregó una lista con nombres de narcotraficantes en las cuales figuraba Cóppola.
Bernasconi decidió avanzar. Eligió a los comisarios Daniel Diamante y Antonio Gerace como “agentes encubiertos”, para que ingresen en el entorno del manager de Maradona.
Junto a la información que entregaron los policías, se sumaban los datos aportados por Samantha Farjat y Julieta Lavalle, otra joven de 22 años.
Los teléfonos del circulo más cercano a Cóppola fueron intervenidos.Según Bernasconi y su Secretario Roberto Schlagel, había información suficiente para comenzar con una serie de allanamientos, sustentados en las horas de conversaciones obtenidas y los datos que se fueron acumulando.
El 5 de Octubre de 1996 detuvieron a Claudio Cóppola(que no tiene parentesco con Guillermo), a Diego Espósito (cuñado de Maradona), a Paco Simonelli y a “Yayo” Cozza por segunda vez.
Dos días más tarde, se allanó el departamento de la Recoleta del ex futbolista Alberto Tarantíni, y junto a su mujer Natalia de Negri, fueron también arrestados por tenencia de estupefacientes.
El entorno más cercano a Guillermo Cóppola estaba en prisión, y su situación era irreversible. La madrugada del 9 de Octubre Bernasconi autorizó el allanamiento de su departamento de la Capital Federal en Avenida Libertador, donde se encontró medio kilo de una mezcla de cocaína en un jarrón. Esa misma tarde, Cóppola decidió entregarse a la justicia.
Dos semanas más tarde, Bernasconi le dictó prisión preventiva y lo acusó de ser el Jefe de una Asociación Ilícita.
El caso adquirió una repercusión notable. La opinión pública recibía horas de información sobre el tema. En Dolores, cientos de cronistas y fotógrafos reclamaban cualquier tipo de novedad.
A partir de Octubre la causa dio un giro inesperado. El hombre más cercano a Diego Maradona, un hombre reconocido y poderoso, de vínculos personales con el ex secretario privado de la Presidencia, Ramón Hernández, era procesado por un cargo al que podían corresponderle 15 años de prisión.
¿Por qué se tomo la decisión de detener a Guillermo Coppola?. ¿Había elementos suficientes y confiables para tomar esta medida? ¿Cuál era el respaldo político que sé tenia para llevar adelante la instrucción?. ¿Bernasconi tenia magnitud de la repercusión que tendría la causa?.
¿En que contexto se produce su llegada a Dolores, y quién lo propone para el cargo?
Se habían creado por diversas leyes una serie de juzgados federales nuevos en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, y en el curso del año 1993 la provincia tenía que proponer los nombres para ocupar entre otros el cargo de juez federal de Dolores. Un grupo de abogados intendentes de la región que me conocían por mi actuación como legislador provincial primero y como Subsecretario de Justicia después, sabiendo que integraba una lista de postulantes para ocupar alguno de los nuevos juzgados me pidieron que aceptara ser propuesto. Les dije que si, sin saber, naturalmente, los dolores que me deparaba ese destino. Se trataba de un juzgado que no era exclusivamente competente en materia penal, sino lo que se llama de competencia universal, esto es que abarcaba todas las materias federales: civil y laboral, administrativo, tributario y penal, por eso acepté.
Como secretario penal lo designé a Roberto Schlagel que era un penalista recibido con medalla de oro y que había trabajado durante diez años en un estudio penal muy importante de la provincia, en la Secretaría Civil designamos a un abogado propuesto por la Cámara Federal de Mar del Plata y posteriormente en la Secretaría Tributaria a una abogada de carrera también del fuero federal de Mar del Plata.
¿El cargo tenía que ser aceptado por el poder ejecutivo nacional y por el gobernador de la provincia?
En cuanto a la designación del juez federal había, en ese entonces, una práctica en todas las provincias según la cual el gobierno provincial proponía los nombres de los postulantes a ejercer los cargos de jueces federales. En mi caso fueron los intendentes de la región de Dolores (integrada por catorce municipios) y el gobierno de la provincia canalizó esa propuesta, o sea que en mi elección- aunque ambos la consintieran-, no surgió de una iniciativa de Menem ni de Duhalde; no es un dato para ignorar ya que había otro firme candidato a ejercer el cargo, que era el abogado Jorge Mola propuesto por el menemismo.
¿Dolores estaba preparado para la creación de un juzgado federal en relacion al personal que existia?
Cuando fui a Dolores no había personal, ni espacio físico, ni muebles, ni causas ya que las que se habían entablado en la jurisdicción quedaban en los juzgados de Mar del Plata, con lo cual, lo primero fue seleccionar gente para integrar la plantilla del personal del juzgado. Ese personal fue de Dolores ya que no había propuestas de traslados de Buenos Aires o de Mar del Plata.
En 1995 se lanzó el operativo Sol sin drogas con la participación de Maradona como símbolo de la campaña. ¿Cuáles fueron las nuevas indicaciones que se dieron para actuar en delitos por droga?
Por mi parte di charlas a la policía de narcotráfico –que era una división con muy poca gente, tres o cuatro personas-, y a los de las distintas comisarías de la región, en reuniones donde se concentraban a todos los comisarios y les explicábamos las reglas del código procesal penal de la nación, las garantías de los sospechosos o imputados, la política tendiente a perseguir a los narcotraficantes, la tipificación de otros delitos federales. La parte instrumental la explicaba el doctor Schlagel. Nos tomamos un trabajo de formación docente en ese sentido que creo que ningún otro juzgado realizó. La policía provincial de comisarías estaba habituada a aplicar el código procesal provincial y, a no ser los de narcotráfico, el resto desconocía la ley de estupefacientes. Además, les advertíamos sobre las modalidades del fenómeno de la droga – nuevo en ese entonces-, en muchos de los pueblos del interior. De hecho, había muchos comisarios de pueblo que jamás había visto un gramo de cocaína. Había una posición pública muy clara y transparente con la cual fuimos coherentes durante los cinco años y medio que fui juez federal. Toda la policía sabía que con Bernasconi no había arreglo. A esas reuniones invitábamos al Fiscal y al Defensor Oficial para que dieran sus puntos de vista. Esto no suele ocurrir en casi ninguna parte del mundo.
En el juzgado de Dolores recibieron desde el comienzo causas importantes relacionadas con el consumo y la venta de éxtasis.
En el curso de 1995 hubo informaciones dadas por la Secretaría de Prevención de las Adicciones de la Provincia que presidía el doctor Juan Yaría, de que existía el propósito de ciertos narcotraficantes de desembarcar con el éxtasis traído de Europa –Holanda y Alemania- en Punta del Este, la costanera de Buenos Aires y la costa atlántica, más puntualmente Pinamar. Efectivamente esas predicciones se cumplieron. El primer procedimiento lo hizo la Policía Federal en Barracas en enero de 1996, donde el Comisario Jorge Palacios secuestró pastillas de éxtasis y cocaína en un vehículo que conducía Héctor “Yayo” Cozza a quien acompañaba su pareja Samantha Farjat con dirección a Pinamar.
Antes del caso Coppola existieron en su juzgado algunas causas públicas, como la citación a declarar de Charly García...
El tema fue así: la policía afectada al Operativo Sol me informa telefónicamente que este cantante estaba de gira en Pinamar y Villa Gesell, y que por alrededor de un vehículo tipo casa rodante que trasladaba a músicos e instrumentos se percibía un fuerte olor a marihuana. Les reiteré que no estaban para perseguir a adictos, que investigaran posibles operaciones de transporte, introducción, suministro o compra-venta de drogas. Un par de días después hay un festival en Villa Gesell y yo estaba ahí con mi familia. Vi los portones del estadio abiertos y decidí entrar al festival para ver a Charly a quien como músico admiro. Allí me encontré con unos amigos ya que el lugar estaba bastante despoblado, y presencié el final de la presentación. Al día siguiente, domingo, los diarios daban cuenta del festival y transcribían una frase que le atribuían a García: “Es mejor drogas sin sol que sol sin drogas”. Yo era testigo que no había dicho eso, había jugado con esas palabras “sol sin drogas...drogas sin sol...”(varias veces) para finalizar diciendo: “Porqué no me dejan de joder o se creen que yo soy pelotudo...”. Yo estaba a pocos metros del escenario y no podía tener dudas de lo que había oído. El lunes cuando llego al Juzgado me encuentro con dos denuncias: una hecha por el fiscal federal Jorge Ismael Mola y la otra iniciada de oficio por la policía de la comisaría de Villa Gesell, lo cual me llamó la atención porque fue la única denuncia por drogas hecha por el fiscal federal desde que estaba a cargo, y la única causa por drogas iniciada por la comisaría de Villa Gesell. En ambos casos se acompañaban recortes de los diarios que titulaban con la supuesta frase de Charly sendos artículos y la imputación de apología del uso de estupefacientes. No obstante mi desagrado por utilizar a la justicia federal para eso y no para perseguir el narcotráfico, cité al señor García a indagatoria. Concurrió con su abogado el doctor Abel Fleitas, Dolores recibió el primer aluvión de periodistas y medios, Charly declaró y dijo que efectivamente no había dicho eso, no dejó de mirar con horror al fiscal durante todo el tiempo que duró la audiencia y se retiró en libertad Unos días después le dicté la falta de mérito y finalmente el sobreseimiento sin dejar de comprometerlo para adoptar algunas medidas de prevención de su salud... Lo cierto es que ya en ese entonces se quiso provocar un escándalo que sacudiera el Juzgado Federal de Dolores. Aquí vemos cómo el poder político a veces por intermedio de la policía, dirige investigaciones o provoca el inicio de causas dirigidas contra determinados personajes por motivaciones propias.
El verano del 96 fue el inicio de una serie de procedimientos –Ferroviera, Eduardo Odriozola, Hector Cozza-, que desembocan en la causa Coppola. ¿Cuáles son los hechos que conducen a estas detenciones?. ¿Se secuestraron efectivamente importantes cantidades de éxtasis en esos procedimientos?
En el único caso en el que se secuestró éxtasis de absoluta pureza fue en la casa de Ferroviera donde también se secuestraron otro tipo de drogas. En los demás casos, se secuestró cocaína y también pastillas que sometidas a los análisis de laboratorio resultaron no ser éxtasis. De todas maneras esta “no constatación del éxtasis” no significaba que los portadores eran inocentes, o quedaban detenidos por tener “basura” como dijo el ex juez Roberto Markevich. En todos los casos se secuestraba una cantidad de cocaína que excedía lo que se posee para consumo personal y había indicios de suministro a menores o venta a terceros.
Había casos de consumo personal, había casos de suministro a menores y había casos de dealers que comercializaban. Nunca quedaba detenido alguien por la mera tenencia de droga para consumo personal.
Para ese entonces había conformado su conjunto de trabajo con Roberto Schlagel como secretario.
¿Los policías Daniel Diamante, Antonio Gerace y Carlos Gómez ya formaban parte de ese equipo?
Bueno, aquí en el juzgado desde el 94 esta Schlagel, los policías están en la policía y fueron designados por el Director Provincial de Narcotráfico para integrar el operativo Sol en el verano del 95 y en el verano del 96. Nunca elegí a esos policías para integrar ningún “grupo”, esto fue un invento del juez Gabriel Caballo. Ellos estaban en el Operativo Sol, dependían de Comisarios y Subcomisarios que era con quienes el juzgado tenía mayor trato, y ellos fueron los que iniciaron la mayor parte de las investigaciones del verano de ese año entre las cuales estaba la causa Cóppola.
Entre el mes de agosto y noviembre estuvieron “adscriptos” al juzgado a pedido del entonces Director Provincial de Narcotráfico por una cuestión meramente administrativa de la Policía. Pero ellos estaban a cargo del Comisario Emilio Azzaro, trabajaron en la causa Café Blanco en el Juzgado de Suarez Araujo y en muchas otras causas de narcotráfico a cargo del mismo comisario. Pero además le doy otro dato para que tenga una verdadera dimensión de la deformación que se cometió cuando se dijo que Bernasconi tenía un grupo de élite que trabajaba para el juzgado de Dolores: desde marzo del 94 hasta diciembre del 96 se llevaron a cabo por orden mía ciento cincuenta procedimientos que tienen que ver con la ley 23.737 (estupefacientes). ¿En cuántos cree que actuaron Diamante y Gerace?, en catorce. En los demás, antes, durante y después de la causa Coppola actuaron otros policías.
¡Se da cuenta lo que es deformar datos de la realidad!
Hay una lista que presenta Diamante sobre posibles narcotraficantes y usted le dio mucha importancia.
Efectivamente Diamante era un Oficial que había recibido un ascenso por mérito al grado de “principal” por su actuación como agente encubierto en la causa Café Blanco, y tenía muy buenos antecedentes en su legajo promovido con 10 todos los años. Ademas, en el grupo del Operativo Sol se destacaba por su mayor preparación en la materia. Él aportó datos a lo largo de toda la investigación de la causa Coppola y bueno, como verá se demostró que no era tan bueno como creíamos.
Hay algo que me produce muchas dudas sobre una de las listas que recibió. En una de ellas, que comento en la introducción- me refiero a la de Sergio Camaratta- , aparece mencionado Marcelo Tinelli.
No es cierto, en la primera lista no aparece Tinelli. Hay una primer declaración de Cammarata que hace referencia a Coppola cuya fuente no figura en la causa, pero se trataba de una informante, hija de un empleado de Coppola del boliche de la Capital Federal Buenos Aires News, que le da esa información a un oficial de narcotráfico que no participó de la investigación de la causa, y que a su vez se la transmite a Diamante. Cammarata presta declaración ante Prellezo, después Diamante aporta una serie de teléfonos, ya estando a cargo de la investigación el comisario Azzaro. Se decidió intervenir esos teléfonos, después se designó a Diamante como agente encubierto, y en el curso de la causa el fue aportando una serie de datos, y haciendo organigramas donde describió aproximaciones a una supuesta red de narcotraficantes con información que iba tomando de diversas fuentes. En esos organigramas hubieron pistas serias y otras que no.
Para realizar los operativos en el mes Octubre donde se detiene a Simonelli, Cóppola, Cozza y Espósito, ¿qué elementos había?.
En primer lugar en la causa que se inició durante los primeros meses de la investigación, decidimos actuar con mucha prudencia, y no ordené ningún procedimiento en forma apresurada. Lo que la investigación arroja es que había relaciones entre distintos sujetos, por una parte de conversaciones de Guillermo Coppola y gente del exterior. En la interpretación del comisario Azzaro se trataba de transacciones que tenían que ver con narcotráfico, y así lo confesó el mismo mucho tiempo después en su testimonio ante el Senado, en el trámite de juicio político en mi contra. El mismo Azzaro reconoce que las intervenciones a los teléfonos de Coppola se siguieron a pedido de él cuando yo le dije que no mantendría intervenido un teléfono por el solo pedido de los comisarios si no había una demostración de la seriedad de las sospechas.
Las escuchas también arrojaron una relación de Claudio Coppola con Esposito (cuñado de Maradona) y con Yayo Cozza y Samantha Farjat. Por otro lado surgían lazos que unían a ellos con Alejandro Federico, y a el con Guillermo Coppola.
Pero Yayo Cozza y Samantha Farjat habían sido detenidos en marzo. ¿No aparecieron en aquellas declaraciones algunos indicios que luego serian importantes?
En ese momento no sabíamos de esa causa, lo supimos después. Tampoco sabíamos que Alberto Tarantíni había sido informante de la policía federal, lo supimos mucho más tarde, tampoco sabíamos que Tarantíni la había entregado a Samantha y a Yayo Cozza Con el transcurso del tiempo todo eso fue apareciendo. Sin embargo lo declarado por Samantha Farjat en el juzgado de Diego Ballesteros fue coincidente con lo declarado en el juzgado de Dolores con algunos agregados...
¿Había información que justificaba el allanamiento contra Guillermo Coppola?. Teniendo en cuenta la magnitud del personaje, ¿se tomaron todos los recaudos?
Le repito que el comisario Azzaro nos decodificaba las conversaciones y a su juicio esas conversaciones estaban referidas a trafico de estupefacientes. Él decía que cuando hablaban de pantalones en cantidades importantes, y no tratándose de comerciantes del gremio textil, teniendo en cuenta el contexto de la conversación, etc..., era para sospechar que se estaba hablando de tráfico de estupefacientes...
¿Usted no tenía su propia decodificación?
No, nosotros jueces federales no estamos preparados como la policía especializada para descifrar ese tipo de cosas, como no somos peritos para determinar si una sustancia es o no es droga, o para comprobar una falsificación o interpretar un balance.
Azzaro creyó que eran evidencias y yo le tenía una absoluta confianza por su vasta experiencia, había participado en las investigaciones más importantes del país en materia de narcotráfico, fue jefe de narcotráfico Norte, Oeste, era una persona grande, seria y reconocido por las demás fuerzas.
¿Pero había elementos para allanar el domicilio de Coppola, o el único sustento eran las decodificaciones telefónicas?
Claro que había elementos, y por eso se ordenó el allanamiento y no pudimos continuar con la investigación de una posible red de narcotráfico en la que podía o no estar vinculado Coppola porque nos sacaron la causa.
Le repito:¿se tomaron medidas especiales dada la magnitud del personaje?
Yo pedí la intervención de la policía federal argentina para que lo investigara en la capital, y no me dirigí a un cabo de la policía federal sino al Comisario Mayor Jorge Palacios, Jefe de Drogas Peligrosas. Le adelanté a quién y cómo se lo estaba investigando y le pedí su intervención. Como él mismo lo reiteró en diversos testimonios ,se negó por las malas relaciones de la policía federal y la policía de la provincia en ese momento. Lo que no dijo en los testimonios judiciales fue que me aseguro que por ese camino había droga, y que al mismo tiempo era muy complicado meterse ahí por la cuestión política.
El diario Clarín publicó en una nota, que hubo una especie de festejo en un café de Santa fe y Coronel Díaz después del allanamiento...
Si lo hubiera habido no me parece nada mal. Ocurre muchas veces que después de la tensión de un procedimiento donde no hay violencia, etc. se tome algo En mi caso particular tome un café con Azzaro antes de irme a Ramos Mejía donde tenía mi domicilio, e irme a dormir porque eran cerca de las cuatro de la mañana, y a las 8 tenia una audiencia con el presidente de la Corte Suprema por la realización del 1er Congreso de Jueces del Mercosur que se llevaría a cabo a fines de ese mes
El 8 de octubre por la madrugada se allanó la casa de Coppola. Cuando la policía volvió por la tarde a su departamento habían desaparecido importantes documentos de su caja de seguridad. ¿Qué fue lo que sucedió?
Se dejo una consigna a la Policía Federal y no correspondía hacer otra cosa porque nosotros estábamos actuando en una jurisdicción ajena ,y se supone que lo que hizo la policía era suficiente.
¿No se tomaron más recaudos?
No me pareció que debiera pedir una mayor vigilancia, quien tiene que custodiar la propiedad dentro de la capital federal es la Policía Federal Siempre se puede hacer algo más, pero no es una responsabilidad del juez instrumentar los medios para custodiar un lugar Le pedí al Comisario Azzaro que implementara lo necesario para que quedara el domicilio bajo vigilancia y él se lo pidió a la Policía Federal como correspondía. De hecho y por normas reglamentarias, la seguridad en los procedimientos judiciales están a cargo de la policía del lugar. Hoy, seguramente se le pediría a Gendarmería, pero en ese momento no había pasado todo lo que pasó después.
Usted me confesó que tuvo dudas sobre la aparición de la famosa droga en el jarrón....
Creo que es posible que Coppola se haya olvidado esa droga, cualquiera puede olvidar una sustancia o una cosa en algún lugar de una casa grande, y especialmente cuando hay momentos de cierto desorden como el que se producía durante las fiestas nocturnas. Pero las dudas que a mí me quedaron a lo largo del tiempo es la de saber si la droga pertenecía o no a Guillermo Cóppola, porque no puedo descartar la posibilidad de que la sustancia se la hayan puesto con anterioridad al procedimiento.Casi con seguridad podría descartar que durante el procedimiento se la hallan plantado, no así antes del mismo.
En ese momento no tuvo la misma duda que hoy me plantea...
La duda se me instala después que se insistió en ese argumento durante todos estos años, pero en realidad usted tiene que manejarse con lógica, y la lógica indica dos cosas: que si hay algo en un domicilio le corresponde al dueño y en segundo lugar que la experiencia señala que cuando a una persona se la encuentra con estupefacientes o armas suele alegar “me lo pusieron”, con lo cual esta es un defensa poco creíble pero que no se puede descartar completamente. Lo que yo hago en ese momento y lo que hacen todos los jueces no es condenarlo por esa sola circunstancia. Lo que hago es imputarle un delito y provisoriamente plantear una calificación de su conducta que es rigurosamente provisoria, mientras tanto sigue rigiendo el principio de inocencia y tendrá el más amplio derecho para defenderse. Lo que los periodistas no entienden es algo muy elemental, y que lo repito en este reportaje por enésima vez respecto del grado de certeza que se le exige al juez para dictar sus resoluciones según la etapa procesal: tienen que haber sospechas para iniciar la instrucción de un sumario, se requiere que haya semiplena prueba para dictar el procesamiento de alguien y se requiere la certeza absoluta para condenar a alguien. Yo, juez, con las declaraciones testimoniales, los informes del agente encubierto, las escuchas telefónicas y el hallazgo de droga, siendo todos elementos concordantes aunque no tenga la certeza absoluta de que se trate de alguien que está incurso en uno o varios de los delitos previstos en la ley 23.737, tengo la semiplena prueba de que lo está y tengo que procesarlo, como efectivamente lo hice.
Pero lo procesa como líder de una banda de narcotráfico....
Tal vez la calificación pudo haber sido excesiva, es verdad. Pero lo cierto es que el procesamiento y la prisión preventiva estuvo bien dictada, era casi obligatoria para mí como juez de instrucción. De todas maneras fíjese que por hacer una calificación más grave que la que corresponde ningún juez sufre ninguna sanción. Para revisar las decisiones está la Cámara, y todos los días hay modificaciones de la calificación sin que se observe por eso una postura determinada ante un juez.
Hablando de cuestiones legales, supongo que no era defendible que uno de los comisarios que trabajaba con usted tenga en su poder el teléfono celular de Héctor “Yayo” Cozza...
En primer lugar de esto me entero mucho después de que Diamante estaba en posesión del teléfono de Cozza. Según se supo después - y creo que está probado-, lo que ocurrió es que Cozza cuando es detenido, sabiendo que le van a secuestrar el celular se lo entrega a diamante para que lo use. En una falta inexcusable acepta usar el celular de Cozza que al mismo tiempo estaba intervenido por el propio juzgado, y cuyas desgrabaciones el propio Diamante estaba haciendo. Cuando me entero que Diamante esta en posesión de ese celular inicie un sumario y lo separe de la causa. Sólo que aquí hay algo muy interesante para tener en cuenta respecto del desenlace que tendrá todo esto. El contenido de las conversaciones desde ese celular –que a mi no me comprometen en absoluto- es utilizado para demostrar la connivencia de los policías con Samantha Farjat en el armado del procedimiento a Tarantíni, base fundamental de toda la acusación que se hace extensiva al Secretario y a mí. Ahora bien, esas conversaciones eran tomadas por la SIDE, y a mí la SIDE me decía que por cuestiones de “falta de personal” no podía hacerme las desgrabaciones del Caso Coppola entre las que se encuentran las de ese teléfono. Sin embargo, pocos días después de iniciada la causa contra los policías me entero que las desgrabaciones de todos los cassetes hechas por la SIDE estaban en manos del juez Juan José Galeano. ¿Cabe alguna duda para quién jugaba la SIDE desde antes de la detención de Coppola?. A esto como podrá usted advertir más adelante, hay que sumarle que las casetes de las grabaciones de los teléfonos intervenidos por nosotros en la causa están cortados y manipulados. Acaso hay que preguntarse, ¿porqué no aparece Ramón Hernández en esos diálogos?. ¿Qué más se pudo haber borrado? .
¿Recibió algún tipo de soborno para no continuar las actuaciones contra Guillermo Coppola?
Si, un abogado vino de parte de los abogados de Coppola, un intermediario de la defensa, en nombre del socio de Mariano Cúneo Libarona, ofreciéndome que pusiera el número de dinero que quisiera, algo absurdo. Por supuesto que le dije que él me conocía lo suficiente como para saber cuál era mi respuesta.
¿Esto fue después de la detención de Coppola?
Sí, pocos días después...
¿Puede decir quien era?
Es un amigo mío, lo conozco desde los años 70, es abogado, sociólogo y empresario, nos hemos frecuentado, ha venido a mi casa y yo a la de él, veraneamos en los mismos lugares, nuestros hijos se conocen, en fin, lo estimo, sólo diré dos cosas, se llama Carlos y tiene el Estudio en el mismo edificio donde está el de Cúneo Libarona. No me podía quedar ninguna duda que lo que me estaba diciendo era efectivamente cierto y que cumpliría cualquier tarea que le pidiese si aceptaba el ofrecimiento. Creo que la mayor parte de los abogados de darse las circunstancias hubieran hecho lo mismo que él. El tipo raro en realidad no es él, sino yo.
Me imagino que por la resonancia de las causas usted dialogo con algún funcionario de alto rango político. ¿Conversó específicamente con Duhalde en ese año?
Hable con Duhalde, con Yaría, con Hugo Anzorreguy en distintos momentos de la investigación. En el inicio cuando Duhalde me invito a la quinta Don Tomas en San Vicente, -no cometo ninguna infidencia porque nunca se le dio a esa reunión el carácter de secreta- en esa circunstancia, me manifestó su preocupación por el libro “El Otro” del periodista Hernán López Echagüe, una biografía suya que lo relacionaba con temas vinculados con drogas y manejos espurios. Es más, mientras estábamos conversando atendió un llamado del periodista Mariano Grondona para invitarlo a un programa que se haría ese mismo día para hablar del libro. Sobre mi instrucción, me dijo que estaba informado de que había una causa donde estábamos investigando la introducción de éxtasis a Pinamar y dónde aparecía el nombre de Coppola. Se lo confirme y me dijo que podía contar con todo el respaldo y con todo lo que necesitara. A los pocos días estuve en la casa de Gobierno, en La Plata, fue en abril de 96, había algunos amigos ministros y asesores que lo esperaban con quienes me encontré, sin embargo me hizo pasar y me atendió, después se incorporó Yaría y quedó como un nexo por cualquier auxilio que pudiéramos necesitar relativo a la investigación. De ahí fui a la Secretaria de Seguridad donde Alberto Piotti se comprometió a aportar fondos para viáticos y compras controladas. En los meses posteriores mantuve periódicos encuentros con Yaría con quien discutíamos acerca de las diversas estrategias tendientes a erradicar la expansión de la droga. Eran recurrentes los mensajes del Doctor Duhalde dándome respaldo. Todo eso se lo agradecía enormemente porque me daba un gran sostén en un caso tan delicado por la cercanía de Coppola y el Presidente de la Nación, Carlos Menem.
Schlagel le advirtió que se estaba involucrando con alguien de mucho poder y que usted se mostraba demasiado tranquilo y confiado. Luego de la detención de Coppola, ¿se volvió a encontrar con Duhalde?
No. Yaría al día siguiente de los procedimientos estuvo en Dolores y viajamos juntos a la localidad cercana de General Conesa, allí estaban el comisario Azzaro y el Oficial Daniel Diamante. Yaría mantuvo una reunión con ellos, a puertas cerradas, donde estuve presente. Alli les trasmitió los saludos del Gobernador por los resultados de la investigación. No me volví a reunir con Duhalde pero siempre recibí palabras de aliento y solidaridad.
Es paradójico, porque usted tuvo respaldo del menemismo y del Duhaldismo. Alberto Pierri le brindo apoyo, Yaría también.
Pierri no me apoyo en nada. Cuando me llamo al día siguiente de la detención de Guillermo Cóppola me dijo que la situación de Ramón Hernández comprometía al gobierno. Le dije que de la causa no se desprendía ningún elemento por el que se involucrara al ex Secretario de la Presidencia. Me pidió casi como si se tratara de una cuestión de Estado que atendiera al director de TELAM. A los dos minutos me llamó el director de TELAM, para hacerme preguntar al aire si Hernández estaba involucrado en la causa y le dije que no. Está claro que era amigo íntimo de Guillermo Coppola y que no resultaba involucrado en los testimonios ni en las escuchas. Lo que Pierri no sabe, es que él sí aparecía en diálogos telefónicos con Coppola referidos a los últimos días de la investigación y que tenían que ver con una reunión entre ambos a producirse o que se había producido en esos días en la Presidencia de la Cámara de Diputados. Esto sí apareció en las escuchas, aunque era intrascendente para lo que se investigaba. Más adelante, en Diputados, cuando se trata la acusación él será uno de los que en todo momento –internamente-, sostuvo la postura de votar en mi contra y se opuso a algunos intentos de otros diputados del bloque justicialista de defenderme.
¿En el entorno de Menem había una preocupación real por la imagen negativa que podía generarse sobre el ex secretario privado del presidente?
Claro, no se olvide que “El Monra”, como le decían, era algo así como la sombra del Presidente. Pero además era público el vínculo entre Ramón Hernández y Cóppola. La revista “Noticias” había publicado fotos de ambos abrazados, en lugares nocturnos, con los dos hijos del presidente. Es más, tuve acceso a fotos sacadas donde estaban Ramón Hernández, Guillermo Coppola, Carlos Menem Junior y otras dos personas más frente al Palacio de Buckinham en Londres, todo lo cual revelaba una relación muy estrecha. Sin embargo de todo eso, por supuesto, no se podía inferir ninguna relación de tipo delictual.
En el ’94 hubo una referencia a esto en “Noticias”. ¿Ustedes no recibieron ninguna información que relacionara actos de narcotráfico con Ramón Hernández?
No apareció nada, absolutamente ninguna mención de ninguna clase ni buena ni mala, y tengo mi hipótesis al respecto. Creo que las cintas de las escuchas telefónicas cuando llegaban a manos de la policía de la provincia de Buenos Aires, que era la que hacía las desgrabaciones, estaban lavadas, se cortaban cosas, se protegía a determinados personajes y determinados diálogos que pudieron surgir de esas escuchas fueron eliminados. De la relación Coppola con Ramón Hernández no apareció nada, lo cual es muy extraño. Que las cintas estaban manipuladas lo pude comprobar algunos años después cuando un perito, durante mi juicio y a pedido mío comenzó a hacer un examen de ellas, -examen que fue curiosamente suspendido por el Tribunal Oral alegando que no habría tiempo material para llevarlo a cabo-. Sin embargo, en los informes preliminares el perito explicó que gran parte de las grabaciones estaban cortadas y manipuladas. El informe está en la causa y el perito vivo.
¿No sintió usted en ese momento que podía estar siendo usado en la interna Menem –Duhalde?
Me pregunté si no le estaba haciendo el juego a alguien. Allí me acordé de una frase del gran pensador italiano Antonio Gramsci que dice: “Si uno piensa que si hace algo le está haciendo el juego a unos, y si no lo hace le esta haciendo el juego a otros, entonces debe hacer su propio juego”. El propio juego del juez es ser derecho. También me repetía: si actúo de una manera cuando se trata de un narcotraficante pobre, o de una persona desconocida, ¿por qué voy a actuar de manera diferente con una persona vinculada al poder? .
¿A quién creía que le estaba haciendo el juego?
Pensé que podía estar beneficiando a alguien, pero quería cumplir con mi deber, hacer bien lo mío. Tal vez haya sido un error pero actué con esa convicción.
¿No pensó en reunirse con Duhalde para ver cómo recibía la noticia de la detención de Coppola?
En lo político, cuando vinieron los ataques, Duhalde opinó a favor del juez, después guardo silencio. Nunca más hable de esto con él. Creo que debe saber más que yo de lo que realmente pasó porque él tenía todos los canales para saber qué era lo que había pasado. De una cosa estoy seguro y es que a él le consta que cuando me condenaron, se atacaba a un inocente.
Pero entre octubre y diciembre de 1996, antes de que comienzen las causas en su contra, ¿cuál fue la actitud del Duhaldismo?
Hasta finales de 1.996 fue favorable. Cuando comienza la ofensiva del juez Cavallo, ahí el duhaldismo tomó distancia.
El 5 de Diciembre de 1.996 la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata, con las firmas de Luis Longui, Alejandro Tasa y con un fallo dividido que define Jorge Ferro, le quita la actuación en la causa por un problema de territorialidad. ¿Cómo lo vivió y cuál es su opinión al respecto?
Ese fallo desde el punto de vista técnico fue muy criticado por otros juristas, porque se dijo que primero debió haber resuelto los planteos de nulidad que había introducido la defensa y después el tema de competencia. La Cámara se sacó el tema resolviendo la cuestión de la competencia territorial y dejo los planteos de nulidad para que los resolvieran los tribunales de la capital.
A fines del mes de Octubre viajé a Brasil, porque formaba parte del comité de organización del primer congreso de jueces del Mercosur, con la Doctora Biocca y un abogado de Mendoza. En los días de la causa Coppola yo estaba muy volcado a la organización de este congreso. Cuando en Noviembre regreso a Buenos Aires, el vuelco que había pegado la causa, desde el punto de vista mediático y desde las voluntades de los jueces de la Cámara Federal de Mar del Plata fue notable. El gobierno nacional había decidido que me sacaran la causa, que la causa viniera a la capital. Tiempo después pude comprobar que al Presidente de la Cámara Federal Porteña, Luis Longui, le habían pedido que mandara la causa a Buenos Aires. Luis Longui era un hombre vinculado a Menem y a Diego Ibáñez. Ferro, otro de los camaristas, después de recibir a Cúneo Libarona hizo una conferencia de prensa donde fue lapidario con el juzgado federal de Dolores.
¿Intuyo desde ese momento el vuelco que iba a tener la causa?
Paralelamente a esto se estaba instruyendo la nueva causa que había nacido a las tres de la mañana en lo de Marquevich, situación que se da cuando estoy en Brasil. Marquevich comienza a instruirla, se la manda a Cavallo, que estaba de vacaciones o licencia, y la toma Galeano. No hace falta decirle que eran tres jueces ultra menemistas y vinculados al empresario Alfredo Yabrán. Al menos Marquevich y Cavallo lo eran. Cuentan que a Gabriel Cavallo, Yabrán le decía “Gabrielito”. Galeano se hace cargo. Es obvio que por las denuncias de Julieta Lavalle y Samantha Farjat no se podría haber instruido una causa contra un juez federal con tanto celo y velocidad, adoptando infinidad de medidas, medidas de oficio dictadas casi con desesperación en un mismo día. Por ejemplo, para pedir el listado de las llamadas entrantes y salientes de mis teléfonos particulares y cosas por el estilo que nada tenían que ver con las manifestaciones burdas que casi no me alcanzaban a mí de aquellas mujeres. Ignorando esas medidas, lo fui a ver a Galeano. Él me pidió que concurra a las 18 horas a su despacho de Comodoro Py, llegué puntualmente, me invitó a tomar un whisky que no acepté y me dijo no estaba involucrado yo sino el secretario. El problema era la comunicación que Schlagel mantenía con los policías y que surgía de un teléfono de Yayo Cozza.
En esa declaración ante Markevich, Samanta Farjat y Julieta Lavalle dicen que fueron extorsionadas por su entorno para ponerle droga a Tarantíni, y para declarar en contra de Guillermo Coppola...
Tengo dos hipótesis con respecto a eso. Que realmente los policías las hayan extorsionado para que declararan en contra de Coppola y para que le hagan una cama a Tarantíni. En el caso de que haya sido así, yo no tenía ni la más remota idea, (por esto precisamente me condenan). No hay pruebas ni indicios de que el juzgado supiera algo de eso. Además era imposible concebir de mi parte actos de esa naturaleza. La otra hipótesis es que se hayan prestado a declarar contra Coppola para prepararle una “cama” a Tarantíni. Esta para mí es la más creíble. Hoy creo que ellas participaron con los policías de las declaraciones, donde decían la verdad, y después participaron de la trampa a Tarantíni, por la venganza que Samantha le juro a este último cuando Tarantíni la entregó a la policía Federal en enero del 96.
Ellas terminan cambiando la declaración, pero usted sostiene que dijeron la verdad en el momento que a usted le convenía...
Eso está probado. En gran parte lo que Samantha declaró en el juzgado de Ballesteros en Febrero de 1996, en actuación donde ella está imputada y que deviene del procedimiento del Comisario de la Policía Federal Jorge Palacios (cuyo informante era Tarantini), es lo mismo que luego declara en el juzgado de Dolores. Eso está corroborado. Allí incrimina a Alejandro Federico, del que dice que era un narcotraficante de éxtasis, que como se sabe años después fue asesinado por un ajuste de cuentas. Cuando ellas declaran ante Marquevich, en lo único que me incrimina Samantha Farjat es en que dice que le sugerí que colaborara con los policías para incriminarlo a Tarantíni cuando pasó por mi casa con un policía para solicitar permiso de visita en la comisaría donde estaba alojado Yayo Cozza (su pareja). Esto último que jamás salió de mi boca, se lo dictaron el comisario Mario Naldi y los abogados que la acompañaron al juzgado de Marquevich, para preconfigurar una prueba que de alguna forma me incriminara, afirmación que nunca pudo ser probada. Al contrario, el único testigo presencial de esa conversación en mi casa fue el Cabo Antonio Gerace y él negó terminantemente que yo le haya sugerido algo así.
Es absolutamente falso. Lo que hice fue retarla porque ella me decía que “Yayo” estaba en la droga y que quería colaborar en la causa. La rete y le dije: “Señorita, primero arregle su cabeza, y después vea si puede colaborar con alguna causa”.
Esa cabeza que primero “tenia que arreglar”, fue importante en varios datos y declaraciones que realizó para que usted determine diferentes procedimientos...
Uno está obligado a recibir declaración en el juzgado de cualquier testigo circunstancial que conozca algo de los hechos que se investigan, muchas veces esos testigos son delincuentes que están cerca de los hechos. En los prostíbulos cuando se comete un delito se interroga a las prostitutas y a los clientes, en un garito se interroga a los jugadores clandestinos y si el delito se comete en una cárcel se interroga a los presos que se encuentran alojados allí. Después el juez meritúa eso y le da mayor o menor importancia. Coteja esas pruebas con otros elementos de juicio como indicios, escuchas, el hallazgo de droga, etc...
¿Usted dice que las declaraciones de Samantha Farjat y Julieta Lavalle eran tenidas en cuenta al mismo nivel que otras?
Esas declaraciones, las de los policías que actuaron, las escuchas telefónicas, los testimonios que hubo, todo fue tomado en consideración. Lo que si le puedo decir que no fueron la única prueba, ni siquiera una prueba fundamental, pero aún cuando se les diera el valor de meros indicios estos unidos a las escuchas telefónicas y al hallazgo de la droga en la casa de Claudio Coppola o de Guillermo, en poder de Yayo Cozza y Simonelli. ¿Había o no había mérito para dictar el procesamiento?. Había y de sobra. Qué después a usted éstas le hayan parecido unas locas, que siempre mentían, eso es otra cuestión. En el momento en que viene Margarita Pérez, se sienta en una silla y declara, bueno, esto tiene un valor probatorio.
Schlagel me comento que a pesar de haberle mencionado en reiteradas ocasiones que debían limitar el contacto con la prensa, no podía resistirse a entregar cierto tipo de información. Incluso, cuando sucedía algo importante, usted mismo convocaba a conferencias de prensa.
Yo no le rendía cuentas de la forma en que encaraba a la prensa a Schlagel. Él era el Secretario del juzgado y mi subordinado. Sí recuerdo haberle dicho que no hiciera declaraciones porque en algún momento se entusiasmó demasiado y le dije que no hablara excepto cuando yo se lo pidiera. No me arrepiento de haber atendido a la prensa. Es un error creer que a mí me fue mal por mi exposición. En primer lugar desde la Secretaría de Prensa de la presidencia, mandaban a ATC y los contactos que tuvieran en los otros medios para que le dieran aire al tema de Coppola y el aire se lo daban haciendo hablar a los abogados, los testigos, los imputados, los policías, los vecinos de Dolores. Acá hubo distintas variables que se juntaron en un momento y fueron negativas y que forman parte de los entretelones que la gente ignora. Una fue el interés que despierta en la gente y en la prensa una causa importante. Sin embargo, en este caso, la concurrencia abrumadora de la prensa no estaba justificada por la causa de narcotráfico en la que estuviera implicado Coppola por más amigo de Ramón Hernández que fuera. Acá lo que hay que entender es que la Secretaría de Prensa y Difusión del gobierno infló el caso Cóppola ¿Porqué?. No lo sabía hasta que me lo explicó el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, con quien compartimos un tiempo la prisión en el Escuadrón Buenos Aires de la Gendarmería Nacional. El me dijo que después de su renuncia en septiembre de 1996 había que crear una cortina de humo para que las variables económicas no tomaran un rumbo impredecible como consecuencia de su alejamiento, y que el caso Coppola le vino al gobierno como anillo al dedo. Este es el argumento más verosímil, dado por la persona mejor informada que escuché.
Usted en el año 1996 fue tapa de la revista para mujeres “Para Ti”, lo cual significa que no cuidaba mucho la forma y los medios donde iba a aparecer...
Eso no es cierto. Lea usted ese reportaje y verá cuál es el mensaje que le trasmito a las mujeres que leen esa revista, y después haga una crítica. A mi juicio fue un excelente reportaje y la revista llega a muchas casas de familia.
¿Quién le proveía el material exclusivo con el cual la revista "Noticias" aparecía en cada numero, en el transcurso de la causa contra Guillermo Coppola?
Acceso a las escuchas telefónicas tenía la SIDE. La SIDE tiene y tenía una copia paralela, original y mucho más completa de la que nos daban a nosotros. Sabemos muy bien que sus funcionarios están lejos de ser incorruptibles. Esas grabaciones las tenía la policía misma, que era la que las llevaba para hacer las desgrabaciones y después recién llegaban en papel al juzgado. Mal se puede pensar que las haya entregado un funcionario del juzgado.
Le digo otra cosa, cuando procesaron a Schlagel y los policías, la Sala II de la Cámara Federal de Buenos Aires dictó sentencia confirmando el procesamiento, esa sentencia salió publicada íntegramente en el Diario Clarín, esto es, a las cuatro o cinco de la mañana que es cuando entra a circular el diario. En el curso de esa mañana se dio a conocer en la sala de prensa de Tribunales oficialmente, y se notificó a las partes muchas horas más tarde. Estas filtraciones ocurren muchas veces y en contra de la voluntad de los magistrados.
¿Cómo era su relación con la fama y con el poder, que a esa altura indudablemente usted tenía?
Todos tenemos una cuota de vanidad, y la fama es algo que atrae en un principio. Luego se transforma en una especie de carga, porque uno pierde la característica de anónimo. Había tenido una cierta exposición en otros cargos, pero no de este calibre. Cuando fui Diputado no tuve mucha prensa, cuando fui Subsecretario de Justicia tuve prensa y algunos hechos resonantes pasaron por mis manos que tuvieron que ver con hechos de corrupción en el servicio penitenciario que denunciamos, pero tampoco alcanzó estos niveles. Por poner un ejemplo, a Maradona un juez lo detiene por un hecho de drogas en un departamento de Caballito, y se trataba de Maradona y sin embargo......
Si, pero él salió a los cuatro días, mientras que usted había procesado a su manager, con la posibilidad de una condena de quince o veinte años.
El manager de Maradona era mucho menos importante que Maradona y cuando yo lo detuve no estaba procesado todavía. Sin embargo, esto desbordó cualquier cálculo. No hay relación entre los delitos que se investigaban, mi actuación y el espacio mediático que se le dio. Mauro Viale era un hombre del menemismo y operó en consecuencia a favor de Coppola desde los inicios del tema hasta un año y medio después. Esto no es una cosa normal. Más allá que resulte ser un buen negocio, acá había una voluntad política de mantener el tema, bastardearlo, atacar al juez, que en definitiva no tenía los medios para defenderse. Porque eran muchos los medios que se dedicaban sistemáticamente a criticarme, atacarme, burlarse y humillarme. Sabido es que los grandes empresarios de medios tenían compromisos de negocios muy fuertes con el gobierno de Menem y sabido es que ninguno iba a comprometer sus intereses para defender a un juez que estaba cada día más solo. Muchos periodistas durante esos años recibían sobres en forma mensual de la SIDE o del Ministerio del Interior. Si la directiva era pegarle a Bernasconi cumplían esa directiva. Otros periodistas recibieron sobres del Estudio que estaba a cargo de la defensa de Cóppola y es sabido quienes pasaban periódicamente por allí y hacían notas teñidas de parcialidad a favor de los abogados, de los procesados y en contra del juez. Quien no advierta esas circunstancias no entiende nada de cómo se manipuló a los medios y del tiempo en que vive.
CAPITULO II: LA CAIDA DEL JUEZ
Como en el más famoso libro del escritor escocés Robert Louis Stevenson, “Mr.Jekyll and Dr.Hyde”, de un momento a otro la misma persona sé reconfigura, como símbolo del Bien y del Mal.
En los 100 días posteriores a la detención de Guillermo Cóppola, la situación judicial, y la postura de la prensa cambiaron por completo. Los acusadores se transformaron en acusados, y desde entonces la causa fue perdiendo credibilidad pública y sustento legal.
A comienzos de Diciembre de 1996 Hernán Bernasconi fue separado de la instrucción iniciada contra Cóppola y el resto de los detenidos. El argumento que utilizó la Cámara Federal Porteña, es que había un conflicto de territorialidad. A pesar de que la investigación comenzó en el Partido de la Costa, varios allanamientos fueron realizados en la Capital Federal, por lo cual debía cambiar la jurisdicción. El juez Antonio Liporaci- que luego seria acusado por enriquecimiento ilícito-, quedó al frente de la causa.
El 19 de Diciembre del mismo año, el juez federal Gabriel Cavallo pidió el inicio de un juicio político contra Bernasconi acusándolo por los delitos de “encubrimiento de hurto agravado, falso testimonio, previcarato (actuar en contra de la ley), privaciones ilegítimas de la libertad, falsedad ideológica y asociación ilícita”.
Ese mismo día, los 3 agentes encubiertos Daniel Diamante, Antonio Gerace y Carlos Gómez, fueron procesados con prisión preventiva por diferentes cargos.
La embestida contra el entonces juez de Dolores, no sólo presuponía complicaciones para su continuidad como juez, si no que el descrédito de sus actuaciones parecía inevitable. La causa Cóppola, a sólo 4 meses de su inició empezaba a desvanecerse.
El 14 de Enero de 1997 y tras pasar 97 días en prisión, Guillermo Cóppola fue liberado por falta de mérito, aunque siguió procesado.
Por entonces, la relación entre menemistas y duhaldistas era tensa. Las pujas de poder eran inocultables. Menem había sido reelegido en 1995, y le impidió al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde ser candidato para la Presidencia, su más ferviente anhelo. No obstante, el magistrado logró sostener su situación más de un año y medio, con el apoyo de los senadores justicialistas que evitaron el juicio político.
Sin embargo, en 1999 el panorama se modificó. El contexto político para el justicialismo era frágil. En plena campaña electoral con Duhalde como candidato, defender a Bernasconi se tornó imposible.
La prensa gráfica en todos sus espectros ideológicos, lo atacó. Más allá de los argumentos que se utilizaron, lo cierto fue que el ex juez sufrió un importante deterioro de su imagen pública.
A finales de Junio de ese año, el Tribunal Federal número II compuesto por Jorge Tassara, Luis Velazco y Eduardo Mugaburu, hizo lugar al pedido del fiscal Raúl Perotti, y decidieron absolver a Guillermo Cóppola, Claudio Cóppola, Paco Simonelli y Héctor “Yayo” Cozza.
Según los camaristas, el inicio de la causa fue irregular, ya que la lista que Sergio Camaratta le entrego a Sergio Prellezo era falsa, o no había existido. Por otra parte, no había ningún elemento que corrobore que Cóppola era un narcotraficante, ni que hayan existido fiestas en su casa donde se haya consumido cocaína.
Los camaristas decidieron declarar nula la causa iniciada por Bernasconi, y se efectuó el segundo pedido de juicio político en su contra, imputándolo por 8 delitos, entre los que figuraban el de abuso de autoridad y la asociación ilícita.
El juez quedó cerca de su destitución. Su respaldo político se fragmentó, y la justicia avanzó contra todo el equipo que llevó adelante la investigación.
Aún con cierto optimismo, el 25 de Junio salió publicado en todos los matutinos una frase emblemática: “La Droga está de Fiesta en Buenos Aires”. El Juez no tomó mayores recaudos. Confiaba en que el sector duhaldista lo apoyaría en el Congreso, y que un triunfo en la elección presidencial del Gobernador de Buenos Aires, modificaría su situación.
No obstante, a finales de septiembre el Senado decidió suspenderlo. Aunque podía mantener el cargo de juez y cobrar su sueldo, no podía ejercer sus funciones. Una mayoría de justicialistas, había acompañado el pedido de la Unión Cívica Radical, el Frepaso, y partidos provinciales. Bernasconi había perdido todo su sostén. Incluso Antonio Cafiero y Jorge Villaverde, dos históricos duhaldistas, votaron en su contra.
Por esos días comenzó a reflexionar sobre una fuga del país. En poco tiempo, tomó la decisión junto a un círculo íntimo de familiares y decidió viajar a Brasil.
En el transcurso de su viaje, recibió la noticia de que el Tribunal Federal Número 5, condenó a su secretario Roberto Schlagel a 8 años de prisión, por “haber orquestado” la causa contra Alberto Tarantini.
Luego de 2 años y 10 meses, con la Alianza en el poder y De la Rúa en la Presidencia, el Senado decidió destituirlo. Fue condenado por mal desempeño en sus funciones, y previcarato. El mismo 4 de Noviembre, el juez Gabriel Cavallo efectuó el pedido de captura internacional.
Bernasconi se había declarado prófugo a través de una carta que leyó su hermana Blanca a la prensa, aduciendo problemas físicos y de salud.
La historia, que había dado un vuelco, tomaba ahora una nueva dirección.
¿Por qué en tan poco tiempo se revirtió la causa, y los acusadores se convirtieron en acusados?. ¿Cómo fueron los dos años en lo que ejerció su cargo y enfrento pedidos de juicio político?. ¿Cómo vivió la detención de su equipo de trabajo?. ¿Qué sucedió con el respaldo político que pudo protegerlo más de un año?.
El 19 de Diciembre de 1996 el Juez Gabriel Cavallo pide que se inicie un juicio político contra usted. Además, decide investigar a Schlagel, a los policías Diamante y Gerace, a Samantha Farjat y Julieta Lavalle. ¿Cómo recibió la noticia, y cuál era su relación con los jueces de Comodoro Py?
No tenía relación con nadie de Comodoro Py, no les conocía ni las caras a los amigos Juan José Galeano y Gabriel Caballo. Digo “amigos” porque entre ellos formaban un dúo inseparable. A Gabriel Cavallo lo conocí unos días antes de que dictara el procesamiento, la prisión preventiva para los policías y pidiera mi juicio político. Unos días antes llevé personalmente declaraciones reservadas del agente encubierto, que no habían sido acompañadas con la causa después de la declaración de incompetencia. Desde luego que me interesaba conocerlo, sólo sabía que formaba parte de los llamados “jueces de la servilleta” y era muy menemista. Me pareció un soberbio, no podía ocultar que a pesar de que hacía pocos días que tenía la causa, había tomado partido. A pesar de que no adelantó palabra alguna, su actitud, sus gestos, su mirada esquiva no eran los de un par, eran los de un enemigo. Tiempo después pude confirmar que a esa reunión le precedían reuniones que sobre el tema había mantenido con Galeano, y con el entonces Ministro del Interior Carlos Corach, en el country que compartían los fines de semana.
La noticia del juicio político no me sorprendió. Era parte de esa operación que habían montado en los días previos (noviembre del 96), a mi regreso del 1er Congreso de jueces del Mercosur. Así se me presentó un primer dilema: renunciar o dar pelea. De cualquier forma me iban a tratar mal, el poder menemista, en su momento de mayor acumulación, no perdonaba. Decidí morir peleando, y desde allí mi vida fue una dura y larga pelea en la que quedé prácticamente solo.
Me llamó la atención la dureza con la que el juez Cavallo lo incrimino, al nombrarlo como el jefe de una organización.
Todo el discurso de Cavallo esta teñido de una gran subjetividad, si uno analiza semiologicamente sus resoluciones se da cuenta que no tiene pruebas. Ni una sola prueba seria, tiene pruebas fabricadas, burdas, pobres. Como no las tiene los fundamentos de sus resoluciones tienen que tener un contenido emocional muy fuerte dirigido a convencer. Utiliza una gran variedad de adjetivos que no puede explicar racionalmente. Y en todo momento, desde el primer al último escrito se aferra a esa regla más propia de la inquisición que reza “no podía no saber”. Es descarado que sobre los dichos de Julieta Lavalle y Samantha Farjat pida mi juicio político. Por eso tiene que completar esta inconsistencia con un discurso emocional o ideológico.
Él hace mérito, cuando dicta el auto de elevación a juicio de la causa de Schlagel y los policías, de una serie de testimonios armados hasta para un lego, lo único que tiene en la causa. El testimonio de Coppola, Tarantíni, el de un médico psiquiatra amigo de Cóppola. El testimonio más serio es el de un abogado de La Plata, Etchegoyen Lynch. Cuando vuelvo de Brasil veo el testimonio de éste último, que había sido abogado de Ferroviera, y leo que el abogado dice que las pastillas secuestradas a su cliente no era droga ni éxtasis y que yo lo había procesado por eso. Esto Cavallo lo toma como un testimonio fundamental y después lo van a utilizar para incriminarme a mí en el oral. Sin embargo, las pericias del laboratorio de la policía federal dicen que eran éxtasis, y de eso había sido notificado este abogado en la causa de Ferroviera. Pedí que se instruyera una causa por falso testimonio agravado en su contra en la audiencia indagatoria ante Cavallo y en la audiencia en el juicio oral después. Mis palabras se las llevó el viento. No hubo citación, ni se instruyó causa alguna. En mi juicio había un testigo propuesto por la querella de Tarantíni en un estado deplorable, se le caían los mocos porque hacía varias horas que no consumía cocaína. Muchos otros fueron testigos absolutamente inconsistentes, como Adriana Cocifi de la Revista Gente que decía que vio como Guillermo se cocía los bolsillos y cosas por el estilo. Armaron las pruebas y después armaron un discurso condenatorio sobre las bases de esas pruebas. Fue una construcción hábil. Lo mediático –especialmente los diarios Página 12 y Clarín y el programa de Mauro Viale- fue uno de los cimientos de esta construcción. El pedido de juicio político y el juicio judicial posterior, toman expresiones que fueron “inventos de la prensa”. Un ejemplo elocuente: “A Bernasconi le gusta perseguir a ricos y famosos”. Esto fue puesto en mi boca en un reportaje que Clarín tituló de esa forma. (Octubre de 1996, nota del periodista GerardoYoung). Hablé con el periodista y me dijo que el título no era de él sino de la redacción, mande una carta documento al diario y el diario publicó la pequeña y clásica desmentida diciendo que yo no había dicho eso. Sin embargo, la desmentida en diez líneas no la leyó nadie y la barbaridad puesta en mi boca hecha título de dos páginas centrales quedó definitivamente instalada. El juez Cavallo la usa como “verdad sabida” y fundamento de sus resoluciones.
En relación a las declaraciones de Farjat y Lavalle que denunciaron haber recibir presiones, y viendo como sucedieron posteriormente los hechos, ¿no hubo un apresuramiento en realizar los allanamientos y los procesamientos?
En las medidas tomadas en la investigación donde resultaron procesados Guillermo Cóppola, Claudio Cóppola, Tarantíni, Esposito, Yayo Cozza y Simonelli, las declaraciones de De Negri, Farjat y Lavalle fueron un elemento de prueba al que le di crédito porque unido a otros elementos de prueba eran concordantes y parecían creíbles. Fueron prestadas esas declaraciones en un marco de absoluta libertad y no había porqué desecharlas a esa altura de la investigación; las medidas y los allanamientos no fueron apresurados se hicieron después de seis meses de investigación y a pedido de los comisarios. Además de las declaraciones testimoniales que usted recuerda, estaban las de los comisarios Azzaro y Otero, y quinientas casettes de escuchas telefónicas.
Todavía hoy creo que Natalia de Negri cuando declaró en el juzgado de Dolores, declaración que le tomó el prosecretario Lascano, dijo la verdad. Después de eso fue a declarar en el juzgado del juez Galeano, y fue sometida a una presión tal para que declarara en contra de Bernasconi que se retiró llorando del juzgado. Su abogado, el Dr. Bierwer la llevo a hacer una denuncia penal contra el juez Galeano. Curiosamente la denuncia quedó radicada en el juzgado de Cavallo. Esto terminó con que Gabriel Cavallo (estrecho amigo de Galeano) ordenó el sometimiento de Natalia de Negri a un examen psiquiátrico, en el cual el perito oficial dijo que tenía una personalidad fabuladora y por supuesto archivó la denuncia contra Galeano. Después la citaron y tuvieron su declaración como válida en el juicio oral declarando en mi contra. Cuando declaraba en contra de Galeano era una loca a la que no se le podía creer y cuando lo hacía en contra de Bernasconi era una persona creíble. Para que usted mida hasta dónde esto es así: una de las medidas de prueba que me negó Cavallo y después el Tribunal Oral, fue una pericia escopométrica y grafológica en torno a las firmas de Natalia de Negri en el juzgado de Dolores y en el juzgado de Galeano. También pedí ese proceso para Tarantíni y Samantha Farjat. Se negaron. Cualquier pericia que se haga va a demostrar que en el juzgado de Dolores no fueron presionadas, en cambio en el juzgado de Galeano si lo fueron, se ve, a simple vista que la firma está hecha en estado de nerviosismo y alteración total. En el juicio por el atentado a la AMIA mucho tiempo después se viene a comprobar que Galeano manipuleaba a los testigos. Sin embargo esos testigos manipuleados, presionados, pagados, son hábiles y dan fe cuando declaran en contra de Bernasconi. ¿Porqué tanto odio?. Durante los años 1989-1999 en Argentina hubo un desarrollo impresionante del narcotráfico y del lavado de dinero proveniente del mismo. Estas mafias se enquistaron en el poder político de ese gobierno, y ese poder fue el que designó cuidadosamente a los jueces de Comodoro Py. Estos jueces, Cavallo, Galeano, los de los tribunales orales obedecían las directivas del poder ejecutivo. Un juez independiente como yo, ajeno a la “familia”, que rompía con esos códigos mafiosos termina siendo el enemigo número uno. Esto se ve reflejado en los pedidos de juicio político, en la negativa sistemática de las pruebas pedidas por mi defensa, en la arbitrariedad contenida en la mayor parte de las resoluciones.
Me gustaría preguntarle por Diamante y Gerace. Usted sostuvo que tenían buenos legajos. Sin embargo, Diamante tenía cuatro procesos en su contra y uno de ellos era por matar a una persona por defensa propia. Además estaban siendo investigados por irregularidades en otros procedimientos por droga. ¿Usted no tuvo acceso a esa información?
El legajo de Gerace no recuerdo haberlo pedido entonces, no tenía mucha importancia, era un cabo y muchos cabos participaban como él, como Gómez, como tantos otros. Ningún juez pide todos los legajos del personal policial que participa de una investigación. Después si se agregó al trámite judicial y recuerdo que era un buen legajo. El de Diamante lo pido cuando va a ser designado agente encubierto, antes no. Su legajo se correspondía con un agente que estaba calificado muy por encima de la media policial. Contrariamente a lo que se dijo en las resoluciones y en las sentencias de Cavallo, antes de ese momento no forme ningún grupo de “elite”. Este fue un invento de la prensa tomado y repotenciado por el juez. Seguí con los policías que estaban a cargo de la investigación porque tenían un conocimiento del caso importante. Si ellos comenzaron lo razonable era que siguieran ellos, no tiene sentido separar sin causa a quienes vienen investigando con contracción un tema.
Yo no designé a los policías de la provincia de Buenos aires, no elegí a los policías que iban a participar del “Operativo Sol”, no elegí a los policías para investigar a Cóppola. A ningún policía le dije investiguen a esta o a aquella persona. El personal fue formado y designado por el Gobierno de la Provincia, al grupo que integró el Operativo Sol lo eligió el jefe de la policía de la Provincia de Buenos Aires. A Diamante lo designaron Oficial Principal sus superiores y lo condecoró el Gobernador Eduardo Duhalde por su participación en el Operativo Café Blanco y le firmó un ascenso por mérito mucho antes de su participación en la investigación del caso Cóppola.
¿No se arrepiente de haber nombrado a Diamante como agente encubierto?
Diamante es hijo de un comisario general retirado, destacado por su conducta, no es corrupto como tantos policías y sólo buscaba seguir con una carrera policial exitosa. Sin embargo tuvo inexplicables fallas muy graves durante esa investigación. Creo que en su mayor parte fueron consecuencia de una falta de conducción policial de parte de los comisarios que estuvieron a cargo de la investigación, me refiero a Azzaro y Otero. La mayor falla es haber ingresado en una relación oscura como la que entabló con Samantha Farjat que era en absoluto desconocida por el juzgado y donde en definitiva no se sabe quién usó a quien. Válidamente se puede decir que la demoníaca Samantha lo usó a Diamante para vengarse de Tarantíni. (no hay dudas que la trampa a Tarantíni se la armaron ellos dos con absoluta ajenidad del resto de los policías y por supuesto del juzgado), aunque también se pueda pensar que él la usó a ella para obtener la información que ella había volcado en una causa anterior en relación con Alejandro Federico. Otra falla fue incluir nombres de personas conocidas, que no tenían nada que ver con el comercio de drogas, al lado de gente que tenía mucho que ver en el tema del suministro y comercio de estupefacientes. La utilización del celular de Yayo Cozza también es algo más que reprochable. Por otro lado, siendo un agente encubierto, no podía conceder reportajes a los medios sin arriesgar toda su tarea y la nuestra. Y usted me preguntará, ¿usted no se daba cuenta de todas esas cosas?. Claro que no me daba cuenta, cuando lo advertí en el contexto de la guerra que se había desatado, era tarde. Creo que la gran exposición mediática los afectó mucho, como también afectó a testigos, a las partes, a todo el mundo.
Al juez incluso...
Sí, porque cualquiera que se ve expuesto a ése fenómeno vive en una permanente tensión. También le quiero decir una cosa. Una causa, una investigación judicial o periodística, puede tener fallas serias o menores, todas tienen fallas más o menos perceptibles. Si uno las observa con lupa las veinticuatro horas del día, en todo su desarrollo va a encontrar esas fallas que no se veían, van a aparecer agrandadas. Si uno hace hincapié en esas fallas todo parece un desastre, y esto fue lo que paso. Fue muy bien explotado por el gobierno y por la defensa de Cóppola. El gobierno nacional presionó desde la Secretaría de Prensa y la defensa de Cóppola reunía a diario periodistas a quienes entregaba sobres con dinero, uno de los multimedios que tenía fabulosos contratos con Maradona puso todo al servicio de la defensa del empresario, esto es, contra el juez Bernasconi. Hubo campañas, infinidad de operaciones, difamaciones y mentiras de todo tipo, algunas eran pura ficción. Recuerdo a una periodista colaboradora del diario “La Nación”, publicó que mientras Cóppola estaba preso, se podía ver al juez tomando un drink en la piscina de su residencia. Los mismos periodistas sabían que eso era pura fantasía. Mi residencia era una casita que estaba frente a la plaza Moreno, un barrio periférico, no era ninguna residencia importante, tenía dos ambientes y todo el jardín adelante, no tenía ni una “Pelopincho” y jamás tomo alcohol, con la única excepción del vino tinto durante la cena. Hablé con el doctor Bartolomé Mitre, director del diario y le dije, ¿Doctor, cómo pueden publicar ficciones como si fueran informaciones?”, y él me contestó: “Le creo Doctor, le ofrezco el derecho a réplica, ocurre que estos periodistas firman las notas y nosotros no las podemos controlar, ellos se hacen responsables... Por supuesto que no usé de ese derecho porque ya para ese entonces tenía que ocuparme de otros misiles que enviaban desde otros ámbitos y no podía perder tiempo en cazar moscas. En una oportunidad contabilice más de cien afirmaciones de datos falsos en la prensa sobre el caso que eran contrarias a mi actuación y si se hiciera una investigación seria de este caso resultaría fácil comprobar esta circunstancia. Esto provocó que la realidad se fuera deformando cada día más conduciendo a la aparición de una realidad virtual distinta a la de los hechos objetivos con el agravante que más tarde, cuando por una u otra circunstancia se enfoca el caso, el tema, o a los protagonistas, se lo hace tomando como cierto lo que la prensa dijo aún cuando lo que dijo haya sido falso. Hay pues, una verdad de los hechos y una verdad virtual, de la prensa y una verdad judicial que a veces como en el caso en que se me juzga tampoco comulga con mi conducta. Hay otra verdad que es la que la gente intuye.
Habría que ver que es lo que intuye la gente. Dos años después del pedido de juicio político, el fiscal Raúl Perotti lo declara responsable de siete delitos. Se absuelve a Simoneli, Guillermo y Claudio Coppola, y se pide un nuevo juicio político contra usted. ¿Cómo recibió esa noticia, y qué opinión le merece el principal fundamento que utiliza el Tribunal Federal número dos, en relación a que el inicio de la causa fue ilegal, de lo que se desprende que todo lo posterior también lo fue? Se remiten específicamente a la lista que le entrega Camaratta a Prellezzo, con nombres de narcotraficantes.
Sobre Perotti no puedo decir lo malo que opino acerca de su integridad porque no dispongo de las pruebas (un estrecho colaborador suyo me contó en confianza ciertas cosas que –me dijo- no repetiría ante un tribunal de justicia). Lo que sí puedo decir es que fue fiscal durante la última dictadura, que luego reingresó como tantos otros funcionarios de esa época, de la mano del menemismo. Cumplía rigurosas instrucciones cuando decía eso. Todo el trámite de la causa Cóppola fue irregular en la capital, lo que siguió después de Dolores fue irregular: fue por lo menos incorrecta la declaración de incompetencia declarada por la Cámara Federal de Mar del Plata sin resolver previamente las nulidades que estaban planteadas como lo señalaron importantes juristas que comentaron el fallo, fue irregular la negligencia en la instrucción ante el juzgado del entonces juez Liporaci, la suerte de la investigación por doping en el fútbol cuya prueba incontrovertible entregué a un juez en lo penal económico y a mi criterio fue irregular la misma declaración de nulidad que Usted señala. Se cometieron omisiones imperdonables que harían incurrir a quienes las cometieron en incumplimientos de los deberes de funcionario público. No se investigaron pistas de narcotraficantes que allí se mencionan como las referidas a un colombiano de Ciudad Evita. La conexión de la paraguaya Suny Castiñeira integrante de un cartel de Paraguay cuando había datos concretos de sus pasos por Buenos Aires que había que investigar. No se investigo el delito de suministro de estupefacientes. En cuanto a la nulidad y en relación al primer acto que se dice que es ilegal todavía hoy no hay pruebas de eso. Se declaró la nulidad de la declaración que presta Camaratta ante Prellezo, y no hay ninguna prueba de que haya mentido. Después de eso un informe de Diamante, que tampoco trae toda la lista de gente, sino el nombre de Cóppola y cuatro o cinco teléfonos. No hay prueba de que Camaratta mintió, lo que no da es razón de sus dichos. Pero Camaratta tuvo un informante que se llamó Carolina, que era de carne y hueso, que conocí y que no aparece en la causa porque tenía razones muy fundadas para no exponerse. Todos los informantes permanecen en el anonimato porque de lo contrario los matan.
Si esta causa es nula por esa circunstancia, el ochenta por ciento de las causas de narcotráfico que hay tramitándose en Comodoro Py deberían ser declaradas nulas. Porque todas se inician más o menos igual.
Camaratta estuvo implicado en la causa por el asesinato del reportero grafico José Luis Cabezas, y Prellezo esta acusado por haber sido el autor material. Esto juega en la verosimilitud de su investigación.
Sus declaraciones en la causa Cóppola fueron prestadas en marzo de 1996, es decir, un año antes del asesinato de Cabezas. En ese entonces no tenían ningún proceso, nada que los involucrara, apenas los conocía, en realidad los identifiqué cuando se hicieron tristemente célebres por ese caso. Pero lo importante es que usted y el lector sepan que los jueces contra los cuales me tuve que defender dieron vuelta no solo los hechos, sino también las presunciones. Un funcionario público, da fe de sus actos, por ende se presume que lo que hace es correcto y lo que dice es veraz hasta que se demuestre lo contrario. Ellos invirtieron el orden de las presunciones, parten de pensar que los funcionarios policías, secretario y juez mienten y que tienen que demostrar que dicen la verdad. Como en la inquisición.
Cuando se anuló su actuación en el caso Coppola, el 25 de junio y todos los detenidos son sobreseídos sale una declaración que lo hizo famoso: “La droga está de fiesta en Buenos Aires”. ¿Por qué hizo esa afirmación?
No hice más que decir la verdad, lo que sentía. Sabia que la declaración de nulidad era la conclusión de un compromiso con el poder político penetrado por las mafias y por lo tanto una utilización del poder judicial al servicio de estas. Sentí que todo el poder se había propuesto salvar definitivamente a los grupos comprometidos y matar a un juez del campo que quiso hacer justicia, confundiendo a la sociedad. Quedaba sólo a un paso del patíbulo. Y pude sintetizar en esa frase lo que estaba pasando en Buenos Aires, me imaginé que estarían festejando esa sentencia el poder económico y político de las mafias del narcotráfico, los marketineros del consumo de estupefacientes, los propietarios de los boliches donde se reparte la droga, los policías que recaudan, los jueces corruptos que integraban la llamada “cadena de la felicidad” y desde luego los idiotas, mientras la gente honesta y sana entristeció por esa sentencia.
Cuando a Duhalde se lo consultó por su posible destitución a fines de 1998, respondió estar muy expectante de su caso. Cuándo fue apartado del caso Coppola, y mientras siguió ejerciendo el cargo de juez, ¿ tuvo encuentros con funcionarios políticos?
No me reuní con nadie, no golpee las puertas de ningún despacho. Me vino a ver un Diputado Nacional duhaldista cuando estaba la acusación en diputados, solidario. Él estaba discutiendo con otros la forma de hacer algo, finalmente, según me dijo, Duhalde habría dicho: “Déjenlo pasar por diputados”, lo cual significaba votar favorablemente la acusación. A esa altura me di cuenta que no tenía ningún respaldo político y no lo podría obtener de Duhalde por dos razones: una, es que en ese momento estaba en juego su posición de futuro candidato a presidente que podría verse alterada si hacía una defensa del juez que lo enfrentara nuevamente con Menem. En segundo lugar, porque en mi actuación política estuve enfrentado con Alberto Pierri (ambos éramos de La Matanza), que en ese momento era presidente de la Cámara de Diputados. Entre Pierri y Bernasconi, siguiendo una lógica política elemental, la opción otra vez se debía decidir en mi contra.
Roberto Schlagel, hizo una autocrítica bastante interesante con respecto a la causa Coppola. Me dijo textualmente:“Nosotros estábamos convencidos que seguíamos por un camino que era la verdad, teníamos fundamentos y apoyo. Pero es verdad que en la instrucción nos cegamos, que mucha gente nos hablaba en contra de Coppola sin fundamentos y la teníamos en cuenta. Pero cuando alguien nos traía complicaciones lo dejábamos de lado. Quizá fue un gesto inconsciente, pero era algo que pasaba”.
Me parece tardío el reconocimiento de Schlagel pero, si él lo dice debe haber sido así. A mí no me lo dijo en su momento, ni recuerdo prueba alguna que hayamos desechado. Las escuchas se observaron cuidadosamente, las testimoniales también, tal vez lo que faltó fue tiempo.
En ningún sentido u aspecto, notó la apreciación que hizo Schlagel.
No creo que se haya despreciado prueba alguna. Si por la secretaría penal pasó prueba que no se haya tomado en cuenta por no ser prueba incriminatoria respecto de los imputados, eso no lo sé.
Al día siguiente de la liberación de Coppola admitió que hubieron cosas que se podrías haber hecho mejor, como reclamar la asistencia de un grupo de profesionales más preparado.
Obviamente. Por ejemplo, cuando tuve que ordenar una pericia de material explosivo en la causa Valentini a quien le habían puesto una bomba en su casa de Pinamar en el año 1998, se lo mandé a Gendarmería Nacional, lo mismo que cuando tuve que ordenar el allanamiento de la Unión Ferroviaria en esa misma causa le pedí al juez de turno de la Capital que lo hiciera con esta fuerza y fue un procedimiento impecable. Aún cuando se podría haber politizado, esto no sucedió gracias a la profesionalidad del personal que actuó. Esto me enseñó que a mayor profesionalidad técnica del personal de seguridad que actúa en una investigación, mayor es el resguardo del magistrado. En una causa por narcotráfico en Dolores el juez no le puede pedir colaboración a Gendarmería que no tiene personal en esa región, ni cuando comenzamos nosotros a la Policía Federal porque no existía. Por otro lado es la fuerza la que distribuye el trabajo, sin embargo, respecto de las fuerzas de seguridad, tomé muchos más recaudos después de la causa Cóppola que antes. Tal es así que luego de la causa Cóppola entre 1996 y 1999 por más trabas que sufrimos, con tres secretarios distintos, a pesar de la pelea paralela que llevaba, no tuve ningún problema en mi actividad al frente del juzgado y nos desempeñamos con eficiencia y de modo absolutamente transparente.
¿Cómo siguió ejerciendo el cargo entre 1997 y 1999?¿No pensó en renunciar cuando en 1998 detuvieron a los policías, y especialmente a su secretario?
Claro que lo pensé. Lo hubiese hecho si se hubiera intentado llegar a la verdad. Pero lo que había era una guerra declarada por el poder ejecutivo nacional de la cual se habían hecho eco la corporación de los jueces federales de Comodoro Py, y que como dije antes contaba con ingentes recursos mediáticos y de todo tipo. Decidí entonces pelear manteniéndome en el cargo.
Tuve que atender y soportar tres frentes: una campaña mediática, que tuvo como eje el programa de Mauro Viale, un frente judicial constituido básicamente por la causa que tenía procesados a los policías y al secretario, un frente político que se desarrollaba en el marco del juicio político.
En esos tres frentes, con mis recursos limitados, porque no tenía poder económico ni de ninguna naturaleza, decidí dar batalla hasta donde pudiera.
Schlagel señaló un error muy grave que usted cometió. En un encuentro, días antes de su detención, le dijo que usted quedaba libre, pero que por él no se podía hacer nada. Además, recordó que en los dos años que estuvo detenido nunca lo visitó.
Miente. Nunca le dije que por él no se podía hacer nada. En todo momento supe que judicialmente mi suerte estaba atada a la suya. En muchas oportunidades me reuní con los abogados que lo defendían y estuve siempre a su disposición. Si yo hubiera podido destruir la causa que lo tenía a él como acusado, caía la causa que me apuntaba a mí ya que él era el eslabón de la cadena de trato y de responsabilidad. Él era el que tenía mayor trato con la policía. No sólo tuve menos trato, había una mayor distancia entre el juez y los policías impuesta por dos aspectos, el cargo y por una cuestión generacional, siempre los traté de usted y desde Comisarios a agentes ninguno se animaba a tutearme ni tuvo otro trato conmigo que no fuera el estrictamente necesario y profesional. En ese sentido yo no era Marquevich al que los policías llamaban “Tito”.
Es cierto que a Schlagel lo visité en la cárcel en muy pocas oportunidades, sin embargo fui a verlo cada vez que me lo pidió. No es que lo deje de ir a ver por falta de solidaridad sino porque la exposición que tenía como Juez Federal, teniendo otras causas que resolver, algunas mediáticas, podían crear una confusión muy negativa para mi actuación y yo debía privilegiar la función. De hecho visité a su familia en forma frecuente y desde luego que si hubiese estado fuera del cargo lo hubiera ido a ver mucho más.
Sin embargo aquí quiero hacer una salvedad importante. La defensa de Schlagel estuvo en las manos equivocadas, el abogado defensor, cercano a Anzorreguy creo que respondió más a los intereses de quien le pagaba los honorarios, creo que estuvo en ese lugar para controlar y creo que sabía como lo sabían los jueces, como lo sabía Corach y como lo sabía el propio Anzorreguy que cualquiera fueran las pruebas se trataba de una muerte anunciada y que el objetivo final era matar (condenar) a Bernasconi. Por eso todo tipo de esfuerzo que hizo el propio Schlagel en su propia defensa o los abogados de los policías o yo mismo fue estéril. La suerte de todos estaba echada.
En la resolución por su destitución, una mayoría del bloque del PJ y el radicalismo, sostuvo que a pesar de su lucha contra las drogas, habías actuado en forma inadecuada. Y aclaran que su dictamen no era por presión de la prensa, que estaba visiblemente en su contra. ¿Cómo vivió esa situación?
Hubo dos votaciones. Una que fue la de mi suspensión y la segunda la de mi destitución. En la primera el bloque de Senadores Nacionales del PJ estaba dominado por menemistas. Los menemistas manejaban también la comisión de juicio político, presidida por el Senador Galván. Senador radical pero de La Rioja. Había una suerte de transversalidad menemista, lo cual hacía que Ramón Hernández –interesado directo en el tema- tuviera una fuerte influencia en el bloque de Senadores justicialistas y al mismo tiempo contara con la disposición del presidente de la comisión de juicio político su vecino y comprovinciano Raúl Galván.
Cuando faltan quince días para finalizar el juicio que se le seguía a Schlagel y los policías, que era el antecedente que ellos tenían que sentar para juzgarme y condenarme, deciden dos cosas: suspenderme, para que no siga peleando estando al frente del juzgado y realizar una reunión en Olivos entre ramón Hernández, Guillermo Coppola, Maradona y Carlos Saúl Menem a la que se le daría amplia difusión en los medios. Una semana antes de la sentencia del tribunal oral donde condenarían a Schlagel y a los policías se hizo la reunión de Olivos, con amplia participación a la prensa, donde salieron fotografiados los asistentes en el diario Clarín. A los pocos días el tribunal oral condenó al secretario y a todos los policías mientras el Senado se disponía para destituirme antes de que Menem abandonara la Casa Rosada. Frente a este panorama doloroso, decidí, junto a mi amigo el hermano de la Orden de los Camilos Luis Armando no someterme a una detención segura y humillante que llevaría acompañada toda la escenografía que se pueda imaginar destinada a denigrar al juez que había osado rozar la imagen del círculo íntimo del todopoderoso presidente Menem. Decidí alejarme a algún lugar apartado del escenario.
¿Por qué durante el período 97-99 logro mantenerse en su cargo, y en la cercanía de las elecciones presidenciales, el duhaldismo votó en su contra y le retiró el apoyo?
Yo creo que Cafiero estuvo muy ligado al menemismo en esa época, jugaba más con Menem que con Duhalde. Duhalde quería ser presidente, necesitaba del apoyo, entre comillas, de Menem y del resto. Por lo tanto no iba a actuar en contra de ellos y a favor mío. Creo que las circunstancias fueron bien elegidas por el menemismo para suspenderme y destituirme en el momento justo. Ellos aspiraban a destituirme y detenerme inmediatamente, como lo demostraba la orden apresurada de captura internacional del menemista juez Cavallo, librada la noche de mi destitución. Porque ellos pretendían detenerme, esposarme, tener la foto en todos los diarios y mostrarme como un trofeo al carro del vencedor. Esto fue lo que frustré yéndome del país.
Los duhaldistas buscaban despegarse de su figura, porque efectivamente ellos eran su respaldo político. La Alianza quería “transparentar las instituciones” después de diez años de menemismo. Por eso se quedó sin ningún tipo de respaldo.
Es cierto con algunas honrosas excepciones como Juan Pablo Cafiero que me defendió en diputados, públicamente, sin importarle lo que dirían los medios. También es cierto que los radicales le decían a la prensa que el caso Bernasconi, era un caso de la interna justicialista, y a ellos no les correspondía meterse. Se han cansado de decírmelo distintos dirigentes radicales, con todo respeto. Sin embargo Raúl Galván, de pura cepa radical, más fiel al espíritu del Pacto de Olivos y por sobre todo a su carácter de riojano al frente de la Comisión de Juicio Político tomó partido por el menemismo.
¿Usted tiene información de alguna reunión entre menemistas y duhaldistas para arreglar la votación de su juicio político?
Lo que conozco, y me consta, es que el día que Daniel Scioli es nombrado Diputado Nacional, en la Capital Federal, ese domingo a la noche hubo una reunión en Olivos. Allí estuvieron Menem y diputados justicialistas. En esa reunión de festejo estaban, el quilmeño duhaldista Eduardo Camaño (presidente del bloque), Ramón Hernández, Cesar Arias (presidente de la comisión de juicio político en diputados). Ahí le comunicaron a Camaño que la decisión era matarme. Desde ese momento el Duhaldismo archivó el tema Bernasconi y dejó que se hiciera la voluntad del menemismo, es decir, la vendetta. Es decir que me acusaban en la cámara de diputados, y después que pasara lo que pasara en el Senado manejado por el menemismo. En el Senado la acusación fue muy floja, mi defensa fue la mejor que hice, los testimonios y pruebas son todos a favor, no hubo una sola prueba en contra, sin embargo todo fue en vano.
La decisión ya estaba tomada.
Si hubiese sido un resultado lógico, dictado por una comisión de juristas imparciales, tendría que haber habido absolución. Ahí están los testimonios del secretario, del pro secretario penal, de todos los funcionarios de la secretaría civil, de los distintos presidentes del colegio de abogados de Dolores, de los intendentes de la región, del cura párroco de Dolores, de los abogados que actuaban ante el juzgado, de los comisarios de narcotráfico, los jefes de la Regional, los que intervinieron en los ciento cuarenta procedimientos que se hicieron antes de la causa Cóppola, los de la provincia, los de la federal, los testimonios que tienen que ver con la causa concreta, mis antecedentes como docente, como jurista, como abogado, todo, mis antecedentes patrimoniales, mis propiedades, mis cuentas bancarias, todo.
Hubo una cierta cantidad de irregularidades en la causa por las que terminaron destituyéndolo. Los contradictorios testimonios de Farjat y Lavalle, o el allanamiento en la casa de Alejandro Federico, en la que se tiró abajo la puerta de un octavo piso mientras él vivía en el sexto, son los ejemplos más elocuentes en la fundamentación que termina con su destitución.
Con respecto a las chicas, lo que se me reprocha es que primero les creo y después cuando me acusa digo que son unas prostitutas. El de ellas lo recibí como cualquier otro testimonio, no importa de quién. A ese testimonio hay que recibirlo y darle un cierto valor. La credibilidad de lo dicho va a estar dada a partir de la comparación con otros testimonios y otros indicios. También podría haber sido que me haya equivocado, que le creí cuando lo que me decía era increíble.
Lo cierto es que lo que ellas decían respecto de Alejandro Federico, de Tarantíni, de Cóppola era concordante con otros elementos de la investigación y por eso les di crédito. Claro que después cuando sus testimonios se vuelven en mi contra hubo de por medio presiones de gente de la SIDE y mucho dinero.
Pero a usted finalmente lo destituyen por mal desempeño.
En realidad lo que los senadores tenían que hacer era destituirme. No importa como. No saben porqué. Así son los compromisos políticos. A ningún juez se lo podría destituir por mal desempeño si la valoración judicial que ha hecho de la prueba es errónea. Porque para eso existe la doble instancia, para que el Superior revise. A mí me destituyeron por ser el Jefe de una Asociación Ilícita que perseguía a ricos y famosos en una actitud fundamentalista en contra de la droga. Ese fue el argumento central. Lo que subyace, lo que no se dice, es que me destituyen porque me metí con quienes no debía meterme, sin la suficiente protección y porque los que supuestamente me protegerían me dejaron solo. Yo nunca hice nada de lo que formalmente me acusaron.
¿Y el allanamiento en lo de Alejandro Federico?
No participe de ese allanamiento, lo hizo el comisario Azzaro. Ellos fueron al domicilio que ocupaba Alejandro Federico, no encontraron nada, sólo una pastilla de éxtasis. Una agenda en la que encontraron. Algunas direcciones, fotos de Alejandro Federico abrazado con Al Kassar, no era mucho pero era suficiente como para llamarlo a declarar. Éste sé prófugo, se fue a Chile, cuando vuelve lo mata el narcotráfico. No solamente estaba incriminado por Samantha Farjat, sino también por otras causas muy semejantes en Uruguay y Argentina. Allí también utilizaban a señoritas muy jóvenes, a las que preparaba para llevar droga a Marbella (España), para que ellas regresaran a la Argentina con pastillas de éxtasis.
Se reconoció que Alejandro Federico era un hombre vinculado al narcotráfico, pero las irregularidades en los procedimientos, como equivocarse de piso en un allanamiento, atentaban contra la seriedad de la investigación...
Mire, que se equivocaran de piso es algo anecdótico, excepto que uno sea muy mal pensado e hipnotice que haya sido a propósito, que la policía se haya equivocado porque quiso dejar que se escapara. No tengo elementos para pensar que eso haya sido así. Lo cierto es que Alejandro Federico fue el principal sospechoso de tráfico de éxtasis en la causa Cóppola del Juzgado de Dolores. Samantha Farjat dejó testimonio firmado contra Cóppola y Alejandro Federico cuando todavía no era tristemente célebre. A pesar de todo lo que se conocía, Federico fue considerado por Gabriel Cavallo y por los que condenaron a Schlagel, como un inocente empresario de cierto renombre, de esos a los que a Bernasconi le gustaba perseguir. Y la declaración de Samanta en contra de él fue considerada un invento de Schlagel. En su carrera delictiva Alejandro Federico no encontró el límite que buscaba. En cambio gozó de absoluta impunidad. Recibió dos balas en la nuca. Como he dicho, siguiendo las mejores enseñanzas, la pérdida de identidad, la locura y la muerte son el destino inexorable del desenfreno de la droga, cuando los jueces faltan a la cita.
Cuando condenan a Diamante, Gerace, Samantha Farjat y Julieta Lavalle, el tribunal no lo procesa porque conservaba sus fueros, pero las acusaciones contra usted eran muy fuertes. ¿Con ese dictamen la idea de irse del país adquirió más fuerza?.
Ya se sabía cuál sería la sentencia. Días antes de ser suspendido, fui al juicio, me senté en el banco del público, vi la actuación del tribunal, salí y me lo encontré al fiscal, que luego sería fiscal en mi juicio y que era amigo de mi abogado de entonces, el Doctor Guevara Lynch y estuvimos conversando brevemente. Le señale algunas contradicciones, y por toda contestación el viejo Fiscal Ernesto Rizzi me dijo: “Mire Doctor, en esta causa hay muchas cosas raras”. Me terminó de convencer que esto era algo totalmente armado, dirigido y decidido de antemano. Obviamente que mi decisión ya estaba tomada, irme a Brasil hasta que pasara el gobierno menemista, ponerme en manos de los padres Camilos de Río de Janeiro, donde había decidido ir, someterme a un tratamiento holístico,físico, espiritual y psicológico para volver y seguir peleando.
CAPITULO III: LA FUGA A BRASIL Y LA DETENCIÓN
La conversación tiende a entrecortarse. Hablar del viaje a Brasil le produce una sensación de vacío. Asegura que su destitución como juez fue, junto al día en que murió una hija de sólo 40 días, “el más triste de su vida”.
Con el apoyo del padre Luis Armando del convento “Los Camilos”, Bernasconi -aún siendo juez-, decidió escaparse a Brasil. Durante casi 100 días estuvo viviendo en un convento de Rio de Janeiro con otros 3 sacerdotes. Allí, hizo ejercicios de rehabilitación y escribió.
Durante el tiempo que estuvo prófugo de la justicia, pudo contactarse con su mujer y su hermana a través de teléfonos celulares, pero no tuvo encuentros directos con ningún familiar. Llevó una vida austera y solitaria.
A pesar del contexto y la situación, Bernasconi repite en reiteradas ocasiones que esos 3 meses “le limpiaron la cabeza y el alma”.
Con el pedido de captura internacional, sus días en libertad eran efímeros. El error en otorgar una entrevista para Radio 10 estando prófugo, le permitió a los agentes de Interpol localizarlo.
La noche del viernes 30 de Enero de 2000 fue detenido en el barrio Usina de Rio de Janeiro, solo y tranquilo.
En esa misma ciudad, fue trasladado a la prisión de Ponto zero en el barrio de Benfica, y luego fue llevado por cuestiones de seguridad a la Delegación de la Policía Interestatal (Polinter).
El contexto de nuestro país hacía imposible suponer algún respaldo de la dirigencia política. La Alianza recién llegaba al gobierno, haciendo hincapié en la transparencia y la lucha contra la corrupción. El ex presidente Fernando De la Rúa, declaró en ese entonces que la detención del ex magistrado era “un éxito”, y que evidenciaba “un fortalecimiento del estado de derecho”.
Luego de 99 días de detención en la cárcel de Polinter, el ex juez fue extraditado a la argentina, y trasladado en forma directa a la cárcel de Gendarmería. El día siguiente a su arribo, el 7 de Julio de 2000, declaró ante el juez Gabriel Cavallo.
Su tono y su postura fueron enfáticos. Negó todos los cargos que se le imputaban, especialmente el de liderar una banda destinada a encarcelar a ricos y famosos.
Durante dos años la situación judicial siguió su curso. En ese lapso de tiempo, Bernasconi armó su estrategia para el juicio oral. En gendarmería la vida tenía sus propios ritmos. La lectura, la escritura y los trabajos físicos ocupaban su tiempo.
El 13 de Junio de 2002, y defendido por la Doctora Fabián León, el Tribunal Federal Numero 5 integrado por Luis Di Renzi, Guillermo Madueño y Juan Maria Torino, comenzó el juicio oral. En su primera intervención, Bernasconi lejos de la conciliación declaró: “Ustedes ya me condenaron. Lo único que les falta definir es la pena que me van a dar”.
Lo cierto es que el Martes 20 de Agosto, y luego de un mes de audiencias ininterrumpidas, la sanción contra el ex magistrado fue más dura de la esperada. Se lo condenó a 9 años y 6 meses de prisión por armar causas contra personajes famosos, acusado de 7 falsedades ideológicas y de cometer el delito de la asociación ilícita.
Bernasconi insistió en que la condena ya estaba premeditada, que nunca armó una causa falsa y repitió que su viaje a Brasil fue para un “retiro espiritual”.
Su descrédito en la opinión pública se acrecentó. Los principales medios apoyaron la medida de los camaristas. El gobierno, presidido por el interino presidente Eduardo Duhalde -luego de la crisis de 2001 y la renuncia precipitada del radical Fernando de la Rúa-, mantuvo distancia y prefirió no referirse al tema.
La sala IV de la Cámara de Casación Penal decidió a principios de Septiembre de 2003 reducirle la condena a 8 años de prisión, por considerar que las 7 falsedades ideológicas en su contra no habían sido probadas.
26 días más tarde, el mismo tribunal que lo procesó, decidió otorgarle la excarcelación por haber cumplido dos tercios de su condena.
La abogada defensora Fabiána León, presentó un recurso extraordinario para que Bernasconi sea sobreseído. La respuesta aún no fue confirmada. La renovada Corte Suprema de la Nación- donde se destituyeron a 4 de sus 9 miembros durante el 2004-, tendrá que expedirse el próximo año sobre este tema.
Lejos de la exposición pública de aquel tormentoso 96´, y tras 3 años y 5 meses en prisión Bernasconi está en libertad. Con una memoria erudita, recuerda cada frase y cada hecho que aparece en las conversaciones.
A los 60 años, no tiene planes de volver a ejercer cargos en la justicia, ni volcarse al ámbito de la política.
Esta, parece ser la última parte de la Historia. Aunque, en toda trama de suspenso, siempre quede un final abierto.
En la ultima parte del capitulo anterior, contextualizó el escenario político que se vivía en el país y su situación judicial, para que decida escaparse del país. ¿Con quienes tomó la decisión que resolvió en tan poco tiempo?¿Hubo algún desencadenante decisivo?.
Cuando el Senado decidió suspenderme en el cargo me sentí derrotado. Tuve la sensación, tuve el peso y la amargura de la derrota. Sabía que mi batalla estaba absolutamente perdida.
Entre esa fecha y la destitución transcurrió muy poco tiempo. En el medio estaba la elección del 31 de Octubre, entre Duhalde y De la Rúa. Esto lo decidí con muy poca gente: el Padre Luis Armando (un sacerdote Camiliano) Alicia y prácticamente nadie más. Con ellos converse bastante, especialmente con ella que no aceptaba la idea de verme esposado y humillado. Hagamos aquí un paréntesis y quiero decir lo que no puedo dejar de decir en este testimonio, el amor de Alicia Barrios, mi mujer desde 1996 hasta hoy fue en todo momento incondicional y gracias a ese amor pude resistir, me pude poner de pié y pude soportar todo lo que sufrí y me pude quedar clavado en el centro de esta historia defendiendo la salud y la vida a pesar de todo. Volviendo a lo que decíamos, en aquel momento teníamos información de que existía de parte del poder político y de los jueces, la intención de maltratarme. Con mi detención comenzaría una suerte de ceremonia sacrificial, me entregaban a mí a los leones de tal modo de “calmar a las fieras” que estaban con sed de justicia frente a la justicia corrompida de Comodoro Py. Es ahí cuando el Padre Luis Armando me dice que ellos podían ofrecerme albergue en cualquiera de los lugares del mundo donde tienen sus conventos. Porque la Iglesia tenía muy claro que era una persecución política y que ayudarme era una cuestión humanitaria, además, en ese momento no había todavía ninguna orden de captura, estaba con libertad para trasladarme a cualquier lugar del mundo. Él me dice: “no solamente evitas que se produzca esta situación en este momento político, sino que además tenés que hacer un tratamiento para recuperarte”. Porque estaba bajo el efecto de una gran depresión, tenía síntomas de perder la visión y un gran cansancio físico y moral.
Políticamente, estaba convencido que la justicia iba a actuar en su contra y lo iban a destituir como juez. También era consciente de su estado, de la sensación de derrota que sentía. Sin embargo, cuando se produce la posibilidad de irse del país, ¿no lo dudó teniendo en cuenta otro tipo de elementos?
Dude, pero finalmente me pareció que primero tenia que recuperar mis fuerzas físicas, psicológicas y espirituales. Después debería afrontar esta situación.
En relación a su persona hay algo que resulta paradigmático con respecto al sentimiento de derrota que expresó. Con Alicia Barrios, su mujer, usted llevaba cuatro años de convivencia. Ella comentó que lo había visto llorar hasta ese entonces tres veces. Una fue cuando le comentó la muerte de su hija Natalia, y dos veces en la noche que estaba armando las valijas para irse a Brasil, mientras Fernando De la Rúa ganaba las elecciones para presidente.
Así fue, es cierto. No pude contener las lágrimas. Hay otro momento que no voy a olvidar, se me llenaron los ojos de lagrimas pero no estaba Alicia. Fue cuando en el alíscafo salíamos del puerto de Buenos Aires, iba acompañado por Blanca, mi hermana, habíamos hecho poco más de un kilómetro de trayecto, me di vuelta y vi el perfil de la ciudad que se iba achicando, y con ella imágenes de una vida entregada a ideales, una vida de lucha, las luchas estudiantiles, como abogado de obreros y de desaparecidos, mi secuestro, como abogado de la CGT clandestina de la calle Brasil, jugándome la vida a cada paso en las calles tras ideales de libertad, las luchas políticas del 83, mi entrega a las distintas funciones públicas y esta última etapa donde me tocó trabajar de juez. Sin embargo parecía que todo había sido en vano. Que la suerte, los amigos y la gente digna de la cual uno espera actitudes y comportamientos justos, bueno, nada, todo parecía darme la espalda. Todo lo hecho se cubría con el manto del fracaso. Desfilaron todas esas imágenes de los últimos veinticinco años en pocos segundos. Especialmente recordé el día en que me sacaron con las manos en la espalda, a los empujones de mi Estudio en plena calle Arieta de San Justo, un día de semana de abril del 77 a las 20 horas y una multitud de gente y vecinos de los locales de comercio veían con indiferencia o con impotencia cómo me tiraban adentro de un Falcon verde. Eso me produjo una fuerte emoción, un sabor amargo y se me cayeron unas lágrimas.
A su mujer y a Blanca, su hermana, les dijo antes de irte una frase interesante e irónica: “Dejar el odio entre paréntesis y prohibido suicidarse”.
“Prohibido suicidarse” es un mandato del GO, y por otro lado el instinto y las experiencias más duras me enseñaron que en determinados momentos de peligro, hay que poner entre paréntesis ciertas emociones. Por ejemplo, cuando fui secuestrado por los militares, mientras era trasladado en el piso del Ford Falcon al que hacía referencia recién, me empezaban a dar vueltas sentimientos y emociones. Me preguntaba: ¿Qué va a sentir mi esposa, mis viejos y mis hermanos cuando se enteren que desaparecí, que me chuparon?. Esto me trajo una angustia extrema, casi irreparable, total y estuve a punto de la desesperanza y el llanto. Entonces vino a mi cabeza la idea de poner esas cosas entre paréntesis, como si desde algún lugar alguien ordenara: ¡Hielo!, si quiero sobrevivir no tengo que pensar en lo que a mí más me lastima que es el sufrimiento de ellos, eso me dije. Lo hice, lo practique todos los días que estuve secuestrado, era yo y mi nueva circunstancia, la más inmediata, más próxima, los otros bultos que estaban a mí alrededor y yo, y mi fe, y mis oraciones, y los sueños de libertad y eso me fortaleció, y sobreviví.
Creo que hay una serie de preguntas de este libro que representan inquietudes personales de este periodista. Sin embargo, esta es una de esas preguntas que alcanzan una dimensión colectiva. Hay una sensación generalizada y compartida de que en ese momento usted se fugo. Que cuando le tocaba estar del otro lado, enfrentando a la justicia, se fue y actuó en contra de la ley.
¿Tuvo esa percepción, o en algún momento pensó cómo iba a quedar su imagen frente a la sociedad?
Sí, lo pensé y no me importó. Cualquiera que analiza una actitud como esta, desde el punto de vista político, piensa: “Si pasado esto voy a hacer política, no me puedo ir, tengo que presentarme y afrontar las consecuencias”. En mi caso, no tuve fuerzas ni ganas para hacer eso. Durante el juicio, durante todos esos años, la gente en la calle me paraba a cada paso y me decía: “Siga luchando Doctor, estamos con usted, adelante”, y cosas por el estilo. Pero al cabo de tres años de lucha el único que seguía en la pelea era yo, estaba solo y extenuado. En ese momento tampoco pensé que podría llegar a abrazar en el futuro una causa política, era el fin de una carrera. Mi frustración era demasiado grande, mi desencanto y mi repugnancia por la dirigencia política y el proceso del juicio político también muy grande y lo sigue siendo todavía. Así fue cómo lo que pensara la gente pasó a un segundo plano. Muchas veces la gente se equivoca, es ciega frente a determinadas realidades, no siempre tenemos que actuar para conformar a la gente. Sabía lo que estaba haciendo, sabía que no bien el Senado me destituyera el juez iba a dictar la orden de captura, a pesar que había instrumentado la interposición de un recurso y a pesar de cualquier esfuerzo que se hiciera en contrario. Porque mis derechos –manipulados por el poder político penetrado por las mafias- se habían transformado en una ficción. Por eso sabía que estaba condenado y que tenía el derecho de respirar, de tomar aire, de reponerme antes de protagonizar ese simulacro de juicio que se iría a llevar a cabo con mi participación como “reo” en cuanto me detuvieran. Y la gente sana, la gente honesta, mis queridos hijos, mis hermanos, los amigos que no podían hacer nada, comprenderían algún día. Creo que me iba para deshacerme de ese que había sido, para que otro nuevo pudiera volver, un otro dedicado más a la contemplación que a la acción, a la vida íntima, al goce, a la estética, al amor. Por eso no me iba a cualquier parte, me iba a un Santuario a hacer una vida conventual, de reconversión, de meditación. Me iba a rezar.
¿Usted era consciente de que se estaba fugando, y que en cuestión de días llegaría el pedido de su captura internacional?
Claro que sí, huía del infierno. Creo que podía haber muerto físicamente en ese intento de afrontar una circunstancia de tanta adversidad, y en medio de tanta confusión mi muerte física no hubiera servido para nada. Piense que era yo con toda mi debilidad, sobreviviendo gracias a mis prójimos más próximos, mi mujer, mis hijos, mis hermanos y unos pocos amigos, y del otro lado estaban Menem, Ramón Hernández, César Arias, Carlos Corach, Hugo Anzorreguey, Gabriel Cavallo, los Irurzum, la Corte adicta y gran parte de la prensa manipulada por el poder político dispuestos a aplastarme, reducirme a la nada.
El jueves 4 de Noviembre lo destituyen y se pide su captura. De los seis cargos que pidió Gabriel Cavallo para condenarlo, lo acusaron de prevaricato, errores gravísimos que permitían afirmar una gran incompetencia y un notorio desconocimiento en los recursos de apelación. A la salida del congreso, ese mismo día, Blanca Bernasconi leyó una carta que usted le había dejado, donde decía: “En la pobreza y con mi salud física y psíquica quebrantada decidí no entregarme. Por voluntad de los que me aman, de los muchos argentinos de bien que me acompañan, y porque una vida de servicio no es merecedora de mortificación y circo”. Además de las cuestiones judiciales y políticas, quisiera saber si efectivamente tenía un cuadro de estrés y si temía por su vida. También cuál era su situación económica.
Las dos cosas son ciertas. Esta carta la hago en Brasil, no antes de irme. La hago en el convento y la envié a Buenos Aires por fax. La leyó Blanca ante la prensa, en el Senado, apenas conocida la resolución. Causó una fuerte conmoción, algunos senadores se quedaron muy sorprendidos de esa reacción tan rápida. Era una prueba de que teníamos perfectamente en claro lo que sucedería. Como técnicamente tenían que absolverme pero políticamente decidieron condenarme, los fundamentos con los cuales me destituyen son inventados, tienen que ver con una cuestión discursiva y para degradar a las palabras y el contenido de las afirmaciones, el sentido de la lógica, los políticos y algunos jueces federales son expertos. Para dar un ejemplo, nosotros éramos el juzgado de la Jurisdicción Federal de Mar del Plata que menos resoluciones rechazadas por la cámara tenía. Teníamos un setenta por ciento de resoluciones confirmadas por la cámara, y un veintipico por ciento modificadas o revocadas. Estos informes estaban agregados a las actuaciones en el Senado. Y así todo. Esto da la pauta de la ignorancia con que votaban los Senadores. Es más, después dije y lo ratifico ahora: estaba dispuesto y lo estoy a hacer un debate público ante las cámaras de TV, y discutir punto por punto aquellas acusaciones por las cuales el Senado me juzgó y demostrar la ignorancia de los Senadores que no sabían de que hablaban. Muchos eran ignorantes porque no les interesaba informarse y la gran mayoría porque son bastante brutos e incapaces de comprender un razonamiento lógico y jurídico.
Por otro lado, no tenía otros recursos que el sueldo que cobraba como juez, y si bien recupere los sueldos de esos momentos, sobreviví gracias a la ayuda de algunos amigos. Siempre tuve que trabajar para vivir, no tenía fortuna, mucho menos la tengo ahora. Tenía una casita en la ciudad de Dolores y una propiedad compartida con mis hermanos. Pero no tenía rentas, ni cuentas en ningún banco nacional o extranjero. Acá tuve una cuenta corriente en el Banco de la Provincia de Buenos Aires durante veinticinco años pero me habían debitado los últimos pagos de servicios y no tenía fondos. Estaba realmente en la pobreza material. Alicia Barrios me dio dos mil dólares que le habían prestado. No necesite mucho para instalarme en Brasil y después mis amigos me ayudaron.
¿Cómo fue finalmente el viaje a Brasil?. ¿Cómo se instaló allá, y cómo fue el transcurso del tiempo en el convento hasta su detención?. Me gustaría conocer también, con quién dialogaba en Buenos Aires, y como se informaba de los hechos que sucedían en relación a su fuga del país.
Al convento llegué acompañado por Luis Armando con quien me encontré en Montevideo.Viajamos a San Pablo y de ahí a Río de Janeiro. El convento está en el barrio de Usina en el Oeste de la ciudad, al pie del Macizo da Tijuca donde termina la zona urbana y comienza una zona de residencias enclavadas en la montaña que se llama Altos da Boa Vista. Allí hice una vida conventual, tranquila, llena de paz. Tenía una habitación con baño privado, una camita y un escritorio, una ventana que daba a un patio de mangueiras. El lugar es muy especial. En el frente del convento está la Avenida Conde de Bon Fim y en la parte de atrás hay una terraza, y después otra un poco más elevada terminada por la cual uno ingresa en la mata, es decir, en la intrincada y bella vegetación de la montaña por donde siempre caen algunos hilos de agua. La mata es un capítulo aparte que describo en un libro que aun no publique. ¡Adoro ese lugar!. Fue algo así como una bendición. Había en ese momento en forma estable tres sacerdotes Camilos. El numero variaba porque el Santuario da Tijuca era también un lugar de paso donde venían por unos pocos días curas del interior de Brasil antes de viajar a Roma u otros lugares del mundo. Tenían un hospital de día pegado al santuario, sobre la rua, donde atendían a gente humilde. Allí me hice análisis clínicos, tuve asistencia psicológica y desde luego espiritual. Desde luego que respetando ciertos horarios tenía una absoluta libertad para ir a donde quisiera y de hecho visitaba los museos y galerías de arte de Santa Elena, los del centro de Río como el Museo Nacional, el de Castro Maya en Altos da Boa Vista, muchas veces en el de Arte Contemporáneo de Niteroi que es como un gran plato sobre el mar de la Bahía de Guanabara hecho por el gran arquitecto Niemeyer. Viajé invitado a un pueblito de Mina Gerais que se llama Rosende Castro, estuve en Tiradentes y pase un día en Belho Horizonte.
En Buenos Aires tenía comunicación telefónica con Alicia exclusivamente, porque no quería comprometer a mis hijos ni a mis hermanos, hablaba con ella de una manera muy segura. Llamaba a casa de amigos que habitualmente no frecuentábamos pero que eran de absoluta confianza y en el horario en que sabía que ella estaría allí. También llamaba bastante a la peluquería, ya que su coiffeur había puesto a disposición teléfono, fax e internet. Alicia iba día por medio a hacerse algo. Precauciones que había que tomar porque tras la orden ilegal de captura dictada por el juez Cavallo, también había una ilegal intervención de los teléfonos.
¿En Brasil conocían su situación? ¿Cómo fue su recibimiento allí?
Ellos sabían de mi situación. Me recibieron muy bien, con mucha cordialidad y afecto. Sabían que se trataba de una persecución política. Ellos viven dramáticamente la realidad del narcotráfico, la penetración de este poder en el poder político y judicial de Brasil. Nunca me preguntaron demasiado sobre cuál era la situación judicial, el estado de la causa o ese tipo de cosas. Los hermanos simplemente me cobijaron sin interesarse en el grado de compromiso de mi situación, no se interesaban en averiguar si yo era un fugitivo.
En relación a las noticias del desarrollo de la causa, de cómo recibieron los medios su viaje a Brasil, se informaba exclusivamente por su mujer.
Sí, cada vez que hablábamos. También por Internet y por los diarios de Buenos Aires que a veces compraba en un kiosco de la Avenida Rió Branco, en Cinelandia. En el santuario recibíamos dos diarios de Brasil, O Globo y Folha, pero no se ocuparon de mi caso hasta que se produjo mi detención. Entonces sí se publicaron un par de notas.
Cuando lo detienen el 29 de Enero en un barrio de Río de Janeiro,¿usted sabia que lo estaban siguiendo hacía una semana y que tenían datos precisos sobre donde se encontraba?.
Mire, me detienen en el santuario que está como le expliqué en el barrio de Usina, en el Oeste de la ciudad de Río, en el interior de la ciudad. Interior al que una cadena montañosa (en este sector el Macizo da Tijuca) separa del mar. Usina es un barrio de clase media, más bien de pequeños empresarios, profesionales, empleados y trabajadores que limita con Altos da Boa Vista que si es muy residencial. Está entre este barrio y el estadio Maracaná, a una media hora del microcentro.
A mí me detienen en el Santuario, sabía que la policía estaba atrás de la pista, especialmente porque después del 14 de enero doy –a pedido de Alicia- un reportaje a Daniel Hadad cuando Cóppola fue detenido en Punta del Este tras una fiesta donde Maradona se descompuso. La nota tuvo mucha repercusión y exasperó al Juez Galeano que estaba de turno. Él, encolerizado llamó a su amigo el Comisario Jorge Palacios y a INTERPOL y les dijo que cómo era posible que no me hallaran. Y ellos, que ya tenían la pista de Luis Armando, porque su familia de San Pablo había sido interrogada y también unos sacerdotes camilos de San Pablo, siguen la pista del argentino que estaba en el Santuario de Río de Janeiro y me encuentran. En realidad estoy seguro que si me hubieran querido encontrar antes lo hubieran hecho ya que viajé con pasajes con mi nombre y apellido, completé la documentación de migraciones con mis datos, me mantuve dentro de los plazos legales como turista, siempre actué a cara descubierta y presenté mis documentos de identidad cada vez que me los pidieron en mis viajes por el interior de Brasil. Era cierto que llevaba una vida recoleta, no hacía vida nocturna, pero creo que si la policía hubiera querido me encontraba antes.
¿Usted temía por la captura o estaba esperándola?
Para mí era una situación complicada porque quería presentarme en febrero después de la feria, ya que Menem y Ramón Hernández no estaban en el poder. Los jueces federales seguían siendo los mismos que había nombrado Menem, pero, de todas maneras, en algo había mejorado el contexto y básicamente estaba recuperado. Fue extraordinaria la reparación que hice en esos tres meses. Así que en alguna medida estaba esperando que me detuvieran y me facilitaran el regreso.
¿Usted tenía pensado volver a la Argentina para declarar?
Sí en el plano de las sensaciones y las emociones, cuando uno está en un espacio de poder y sabe que está perdido, pasar a una situación así te plantea un cambio de vida profundo que yo asumí plenamente. Uno se desvincula completamente de lo anterior, se desengancha. A partir de ahí construye lo nuevo. Pero cuando uno sigue atado a fuertes lazos afectivos esa nueva visión de la vida la quiere integrar con sus afectos. Y para eso se hace una necesidad volver y afrontar la realidad por más adversa que sea. La detención en alguna forma me servía para ingresar al país. Si venía por mi propia voluntad iba a ser imposible pasar por la aduana sin ser reconocido. Hasta que me trasladan a la Argentina estoy detenido cinco meses en Río. Hubo momentos de mucha incertidumbre por la lentitud de los trámites, pero al mismo tiempo la justicia brasilera tiene una concepción muy defensista. Los penalistas siguen mucho a Eugenio Zaffaroni. En primer lugar estaban sorprendidos los mismos jueces del Supremo Tribunal Federal de Brasil, lo supe por mi abogada Cecy Santoro. Conocí a algunos de ellos en el Congreso de Jueces del Mercosur en octubre y noviembre del 96. En Brasil no se entiende que por una situación que no sea de corrupción económica o abusos de autoridad como homicidios o torturas, se detenga a un funcionario público. Es notable que los mejores juristas brasileños sienten la necesidad de hacer hincapié en una fuerte defensa de los derechos humanos y las libertades públicas en el proceso penal, pero al mismo tiempo sean firmes defensores del principio de autoridad. No ocurre como en Buenos Aires donde, o se profesa un sentimiento anarquista –donde a la autoridad especialmente policial es siempre negativa-, o se profesa un sentimiento totalitario –donde la represión es siempre positiva.
Estuvo un día en la cárcel de Ponto Zero, que por lo que recuerdan los periodistas era confortable. Luego fue trasladado a la delegación de la policía Interestatal que es la POLINTER, en el barrio Plaza Armonía…
Estuve veinticuatro horas en Ponto Zero. El régimen era muy bueno, aunque la única noche que pasé tuve que dormir en el piso de un patio cubierto porque no había lugar, es chica, está hecha para profesionales, tiene un régimen amplio de visitas, terraza, gimnasio, lugar de juegos, capilla y los internos tienen un cierto nivel cultural y social. Porque el Código Procesal Penal preveé que los funcionarios públicos vayan a un lugar específico. Mi salida de ese lugar fue gracias a los periodistas que montaron unas guardias impresionantes en Ponto Zero, y cuando uno de Clarín y un camarógrafo de Canal 13 se introdujeron subrepticiamente al penal para entrevistarme, las autoridades de inmediato tomaron la decisión de trasladarme a la POLINTER.
Su mujer hizo una descripción bastante elocuente de Polinter: “Era un Luna Park lleno de presos”. ¿Cómo lo recibieron allí los detenidos y como eran las comodidades? Alicia Barrios comentó además, que se necesitaban mil dólares por mes para que tuvieras un cuarto y una cama.
El lugar es absolutamente inadecuado, era una playa de estacionamiento que fue transformada en cárcel de paso. Es un sótano, no hay una ventana, las separaciones interiores son paredes de rejas de un amarillo cadmio con lo cual a excepción de los baños está casi todo a la vista. Hay celdas colectivas para quince personas, donde hay más de cuarenta. El régimen para la gente que está en esas celdas colectivas es de terror, porque están las veinticuatro horas encerradas a excepción de un recreo de media hora al día en un patio cubierto que es aprovechado para hacer el recuento.
Mi caso fue distinto. El primer día me pusieron en una celda de ocho por tres donde estaba solo. Era bien limpia, tenía un baño con agua caliente, no tenía silla ni colchoneta y estaba cerrada con candado. Claro que siendo la pared de rejas tenía comunicación con otros internos. Gracias a un colombiano que espontáneamente se acerco a traerme un plato de comida, pude calmar el hambre y dormir porque también me trajo una colchoneta. El colombiano era un importante narcotraficante del que me hice amigo. Ese fue el primer día. Al segundo, como había presentado un habeas corpus, vino el subjefe del penal preocupado, convino que la celda iba a quedar abierta, con lo cual podía salir durante las veinticuatro horas del día al patio cubierto y tener acceso a una cantina y estar en contacto con los demás presos. Así fue durante casi veinte días hasta que me ofrecieron pasar a una habitación que había fuera del círculo de la parte interna de la cárcel, donde funcionaba la administración.
¿Cómo era su rutina?
Me permitieron ingresar una Compaq portátil chiquita con la que podía trabajar. Allí termine de escribir esta primera novela en Brasil que se desarrolla en la favela de Borel. Escribía hasta las cuatro de la mañana, me levantaba a las diez u once. Leía, caminaba, compartía un café con los presos y volvía a escribir. Tenía un baño, compartía una cocina, todo era muy limitado en cuanto al espacio. Caminaba en un pasillo de unos ocho metros, mantenía largas conversaciones con un comerciante Libanés, musulmán, radicado en Corumbá, propietario de una agencia de cambios procesado por lavado de dinero proveniente del narcotraficante Beira Mar. Después de un tiempo me permitieron salir al patio común, entonces salía, caminaba con ellos, jugaba al ajedrez, escuchaba historias, evacuaba consultas jurídicas y hasta oraba con los evangelistas.
El 5 de febrero estando detenido en Brasil concede dos entrevistas. Una para la revista “Noticias” y otra en “La Primera”. Admite que se habías fugado por cuestiones de salud y hace una fuerte autocrítica por haber creído en las informaciones de los comisarios y los policías que trabajaron en la causa Coppola. Además, es la primera vez que ataca a Duhalde, diciendo que lo había usado y que cuando no lo necesito más, lo desecho. Fue la primera crítica pública que hace directamente contra él.
Con Duhalde nunca fuimos amigos, nos conocíamos desde el año 1981, me lo presentaron en un reducido asado realizado en un garaje cerrado de una casa en Lanús, en una reunión casi clandestina porque todavía estaban los militares aunque ya había cesado la represión y los políticos empezaban a salirse de abajo de la cama. Los políticos que estaban en esa reunión habían sido todos en todo momento “legales”. Manolo Quindimil, Manolo Torres, Federico Russo, Herminio Iglesias y Eduardo Duhalde, -lo máximo del justicialismo de la Provincia de Buenos Aires-. También estaba Eduardo Camaño que pertenecía a un centro tradicionalista criollo y era hombre de a caballo. Todos parecían subordinarse a Herminio. Todos eran de la 3ra. Sección. Yo era un infiltrado recién salido de la Universidad de Buenos Aires que entré de la mano de Federico Russo que disfrutaba de las mixturas. En su casita de Gregorio de Laferrere se daban cita montoneros y militares, obispos católicos y pai umbandas, pobres de la más extrema pobreza y empresarios muy ricos, ladrones y policías, el embajador Tomás de Anchorena y la inglesa con Pucho (un inspector municipal que parece un personaje de Molina Campos) Petete y Mustafá (dirigentes de la villa de San Petesburgo). Cualquier persona inteligente se hubiera dado cuenta que si seguía por ese camino iba a terminar muy mal, pero yo no lo advertí, digamos que para mí descubrir ese mundo fue tan fascinante como algunos años después lo fue la POLINTER de Río. Duhalde me volvió a tratar cuando yo era diputado provincial (1983-1985) y ambos estábamos enfrentados a Herminio y también participamos en algunos congresos, él desde “la cocina” y yo levantando la mano. Juntos hicimos un intento de que Federico Russo –por entonces caudillo de La Matanza que me había designado apoderado después que le arreglé una causa en la que estaba con captura por el asalto al Policlínico Bancario- se aliara con él y con Cafiero en contra de Herminio Iglesias cuando éste último era todavía presidente del partido. Pero si había un dirigente de la provincia al cual Federico Russo no quería, digamos que lo menospreciaba era Duhalde. Cuando fue mi designación como juez federal de Dolores no lo vi a Duhalde, ni hable de mi designación con él. Tampoco Federico Russo tuvo nada que ver, pero supe que Duhalde consintió que me designaran. Después de eso, en ese mismo año, en abril de 1996, me invitó a su quinta Don Tomás en San Vicente. Hablamos del tema de la droga, de la seguridad y de los ataques que estaba recibiendo, con el libro “El Otro” en sus manos. Me manifestó su total apoyo para actuar. En ningún momento sentí esa reunión como una intromisión política en una cuestión judicial. Nunca me pidió que investigara a nadie. Me estimulo desde el trabajo y se interesó en esta causa que empezábamos a investigar. Él, como gobernador, tenía dos vías de información del curso de las causas en las que pudiera haber cuestiones de Estado involucradas. Una a través mío, hasta donde yo podía transmitir, otra a través de la policía ya que era la policía de la Provincia de Buenos Aires la que inició y siguió por ejemplo la investigación del caso Cóppola. Había un buen nivel de frecuencia y sintonía, esto hacía que, en una tierra como la Provincia de Buenos Aires y en causas sensibles como la que involucraba a Cóppola actuara tranquilo y me sintiera respaldado por el gobierno de Duhalde. Por eso no buscaba el apoyo de otras fuerzas políticas, máxime cuando siempre manifesté mi disonancia con quienes ocupaban el gobierno nacional. Cuando empiezo a recibir los ataques de la defensa de Cóppola, Duhalde tomó distancia y no conté con su apoyo.
¿Volvió a hablar con Duhalde desde ese entonces, o su último encuentro fue en el año 1996?
Efectivamente en el año 1996. Después de eso mi mujer habló un par de veces con él.
Luego de estar detenido 99 días, el 5 de julio de 2000 se produce la extradición a la Argentina. ¿Cómo había recibido esa situación?
Se dio una situación paradojal, porque cuando estoy detenido, inmediatamente envío un fax al Supremo Tribunal Federal de Brasil, pidiendo que hagan lugar a la extradición. Pero en Brasil hay una legislación distinta a la de la Argentina respecto del trámite de extradición. En la Argentina el extraditado puede aceptar la extradición y en tal caso se hace un trámite muy rápido. En Brasil, no. La persona requerida tiene que defenderse, tiene que ejercer su derecho de defensa, si no lo hace le designan un defensor oficial de oficio y éste se opone. Yo designe una abogada que actuaba mucho en Brasilia, la Doctora Cecy Santoro, ella presentó una defensa que hice rechazando formalmente la extradición, pero finalmente aceptándola. Ellos, de todas maneras no hicieron lugar a algunos delitos, de oficio, porque no correspondía según la legislación brasilera. Hicieron lugar parcialmente a la extradición y me trasladaron.
¿Entonces tomó bien la noticia de la extradición?
Muy bien, porque tenía mucha ansiedad, hacia mucho tiempo que no veía a mi familia, quería regresar. Alicia no podía trasladarse a Brasil a cada rato. Ya me sentía con fuerzas, estaba muy bien, tienen razón los periodistas que hicieron ese comentario.
¿Cómo se instalo en gendarmería? Pude recorrer el lugar de detención personalmente, y tiene ciertas comodidades que la distinguen en relacion a cualquier otro centro carcelario de nuestro país. Además, podía recibir visitar regulares de su familia.
El subcomisario de Interpol que me traslado fue una persona excelente, consideró que no era necesario esposarme en ningún momento y viajé a su lado como un pasajero más. De regreso me instale en el Escuadrón Buenos Aires de Gendarmería y el trato fue muy bueno. No obstante te aclaro, que la gente está confundida por los dichos de algunos periodistas irresponsables que hablan de cárceles VIP y que estoy seguro que a la semana de estar en un lugar así son capaces de vender el alma al diablo para salir de allí. En general las cárceles siempre son cárceles. Acuérdese de esto: en la cárcel siempre es poco espacio y como decía Ho Chi Min siempre es mucho tiempo. Siempre uno tiene una limitación a su libertad de trasladarse, en algunas hay muros y en otras hay paredes. Pero de todas maneras siempre uno siente la limitación de la posibilidad de trasladarse. Lo que pasa es que cuando las cárceles son chicas, donde hay pocas personas detenidas, entonces el trato es diferente. Todo es más personalizado, eso es todo. Algunos perversos, los hay de derecha y de izquierda, todavía creen que los centros de detención tienen que ser para mortificar a la gente y entonces quieren que todos estén sometidos a regímenes carcelarios medievales.
Pero Bernasconi, es cierto que existen algunas comodidades que la diferencian del resto de las cárceles. Usted allí tenía tele, video, un cuarto confortable, computadora, un patio para correr, y le repito lo principal: podía recibir a diario la visita de sus familiares.
En cualquier cárcel de la Provincia de Buenos Aires, por decirle u sitio que conozco puntualmente, el problema no es la falta de televisor, teléfono, gimnasio y esas cosas a las que el periodismo llama “privilegios”. La falta de preparación del personal, el hacinamiento y la mezcla entre psicópatas y personas normales son los problemas de las cárceles en general. Se podría estar bien en todas las cárceles si se tratara de tener televisor, teléfono público, patio, gimnasio, lugares dónde trabajar, escuela, jardines y una gran libertad para hacer cosas tales como leer, escribir, pensar y hasta realizar tareas creativas, porque eso existe en casi todas las cárceles. Pero el problema principal es la calidad de los guardias que son muy limitados y de la población –para aprovechar el tiempo leyendo hay que saber leer-. La gran cantidad opera en contra de las clasificaciones y separaciones, y la cantidad y mezcla hace que los guardianes igualen las limitaciones hacia abajo, es decir todos tienen que padecer las mismas limitaciones a las que hay que someter a los locos peligrosos.
¿Cuantos eran en Gendarmería?
Yo tuve a cargo todas las cárceles de la provincia de Buenos Aires (1987-1988) durante casi un año y después como le he contado estuve preso en distintos lugares con lo cual puedo hablar con cierta autoridad del tema. Hay lugares para presos comunes mucho mejores que Gendarmería. Sólo que en Gendarmería hay un cuerpo de guardias con una formación profesional de excelencia y éramos pocos. Éramos al principio ocho y siempre el número osciló entre ocho y doce. Siempre en Gendarmería recibí muy buen trato, aunque al principio estuve prácticamente seis meses en una celda abierta pero muy chica de 1,20 de ancho por 2,50 de largo y sin posibilidades de salidas al patio, ni a lugares exteriores. Fue bastante duro, sobre todo teniendo en cuenta que pasamos todo el verano del 2001 en esas condiciones pegando el sol sobre el techo de chapa y sin equipos de aire. Después la situación se fue modificando por cambios arquitectónicos que permitieron que tuviéramos una habitación grande compartida entre dos o tres.
Un compañero suyo de Gendarmería dijo que usted era muy reconocido, que se bromeaba en torno a lo metódico de tu vida y que nadie podía sacarlo de ciertas estructuras. Se levantaba, caminaba, se iba solo a un lugar apartado donde leía y pintaba. Además lo que recordaban algunas personas, era la tranquilidad con la que se manejaba. Se armaban disputas políticas en general, y usted se caracterizaba por la mesura.
Siempre tuve mi tiempo bien organizado y siempre sentí la necesidad de hacer algo, saber que no estaba perdiendo el tiempo, y no lo perdí para nada. Leí metódicamente, escribí y dibujé, aprendí a volar con el Fligh Simulator y a jugar al Bridge. Después tuve la posibilidad de empezar a pintar con Enrique Dadone y recibíamos en horarios de visita una profesora que voluntariamente venía a darnos lecciones, una extraordinaria pintora. Uno tiene mas tiempo libre para hacer las cosas que a uno le gustan. La poca cantidad de detenidos hace posible un régimen de visita más elástico, más amplio. Mi mujer me podía visitar entre las tres de la tarde y las siete de la noche y también venían amigos. En realidad limité el número de gente que me venía a visitar porque de lo contrario interrumpían mi trabajo. El nivel cultural y de información de los otros internos, Domingo Felipe Cavallo, Carlos Carballo, Erman González, Aldo Dadone, Enrique Piana, Enrique Matov hacía que los diálogos e intercambio de experiencias y de conocimientos fueran muy interesantes.
Hubo una época en la que recuerdan haberlo notado tensionado. Fue durante el transcurso del juicio oral.
Quisiera comenzar por el final. El 13 de junio de 2002, uno de los últimos días del juicio, dijo que
“ la corporación de Comodoro Py lo había condenado mucho antes de empezar el juicio”.
Mí condena estaba estipulada. En mi caso puntual, en el año 97, el mismo día que Scioli es elegido diputado nacional (sin que afirme que él tuvo algo que ver con ello), en ese momento se decidió mi destitución y mi condena. El antecedente necesario era la condena de Schlagel y los policías y después vendría la mía. A mí ya me habían condenado, y además esto me lo dijeron magistrados de Comodoro Py. Uno de ellos, en una oportunidad que visitó a un interno en gendarmería, me vino a saludar y me dijo: “Mire doctor, se lo digo con vergüenza ajena, es un poco duro pero usted ya está condenado. Lo único que le falta al tribunal es poner el número de la pena, y no precisamente porque haya pruebas”. Era vox populi.
Según usted, ¿fueron seis años de una persecución sistemática contra su figura para verlo condenado, como había manifestado en el juicio oral?. Le recuerdo que en ese lapso de tiempo de había cambiado un gobierno: se había ido el menemismo y había llegado la Alianza. ¿Su situación se mantuvo igual durante todo ese tiempo?.
Sí, como consecuencia de los pactos preexistentes. En septiembre del 99 es condenado el secretario y a partir de allí aluden permanentemente a mi conducta, como si yo hubiera sido parte del juicio. Pero mucho antes de eso, en el procesamiento de los policías, en la elevación a juicio que hace el juez Cavallo, antes de eso, en el auto de instrucción del juez Galeano, en el pedido de captura, en todos esos documentos, se observa que ya se estaban pronunciando por mi acusación, persecución y condena, sin una sola prueba consistente. En cada resolución anticipaban el juicio final. Cuando recién empezaban con esta investigación Galeano ordenaba escuchas telefónicas a mi domicilio, medidas arbitrarias con un solo fin: llegar a mi condena. No obtenía nada con eso pero hacía bulto, cuerpos, juntaba papeles. Esto fue preparado mucho antes, no podían dar marcha atrás después. La misma cámara de casación se pronuncia en el caso del secretario en una forma absolutamente arbitraria, con argumentos que no resisten el menor análisis, contrariando la doctrina penal vigente en materia de asociación ilícita. En todo momento la casación soslaya pronunciarse sobre la valoración judicial por una cuestión de principios, pero la valoración judicial era atroz. Otro ejemplo que da la pauta de que había una estrategia deliberada, que se tuvo que cumplir hasta el final sino quedaban en evidencia todos los errores anteriores es cuando me imputan la jefatura de la asociación ilícita, cargo por el cual yo no había sido extraditado de Brasil. No obstante, en contra del derecho internacional se mantiene esa imputación hasta el momento de la sentencia de condena, -y por eso estuve preso porque sino hubiese correspondido la excarcelación-. Más luego, en la sentencia me quitan ese cargo y me condenan como “miembro” de una asociación ilícita para tornar abstracta la cuestión de la posible violación del derecho internacional. Como éste hay muchos ejemplos que demuestran que esto estaba concatenado desde el principio por un pacto consistente en poner en la cárcel y condenar a Bernasconi. Del pacto eran parte la corporación de Comodoro Py y el poder político del menemismo penetrado por las mafias del narcotráfico.
En el juicio oral se refiere a Samantha Farjat y Julieta Lavalle como prostitutas y dijo con cierta bronca que el juez Cavallo “creía en dos prostitutas y desconfiaba de un funcionario público”.
¿La declaración de una prostituta o de una drogadicta, es más dudosa que la de un funcionario público?
En principio cualquiera de las declaraciones debe ser valorada, y lo debe ser en su contexto. La declaración de una prostituta puede ser veraz o mentirosa. Hay una tendencia a una conducta lábil en la prostituta o en la drogadicta, hay una tendencia a mentir. Entonces esa declaración debe ser tomada con bastante prudencia, compararla con otros indicios y con otras declaraciones y circunstancias en que se desarrollo el hecho. Esto ha sido declarado así por la Corte, hay innumerables fallos de los tribunales penales en ese sentido. En el caso de un funcionario público, pongamos por caso un Profesor de la Universidad de Buenos Aires –aunque hoy en día estén todos sospechados y habría que ubicar las cosas en el caso de quién es el profesor, en que cargo se desempeña y cómo y sobre qué esta declarando, si puede haber algún interés de su parte-, pero se supone que el funcionario tiene un reconocimiento de lo contrario no sería una autoridad Entonces, usted tiene que partir de pensar que si generalmente las prostitutas mienten y generalmente los Profesores dicen la verdad hay una presunción de falsedad que afecta la declaración primera, y una presunción de veracidad que recae sobre la segunda.
En el juicio oral utilizó una frase un tanto regular en estos tiempos: “Estoy aquí sentado expuesto a esta situación, porque el poder me ha soltado el brazo”.¿No era ese mismo poder que le soltó el brazo, el que le posibilito mantenerse entre el 97 y el 99 en su cargo?
Poder es una palabra en primer lugar anfibológica. Para precisar el significado de esa palabra, cuando en ese momento me refiero al poder que me suelta el brazo, hablo del poder político que me había prometido respaldo, esto es el gobierno del doctor Eduardo Duhalde. El tiempo que transcurrió entre 1997 y 1999 fue mérito de la defensa, y en parte también se explica por las contradicciones que había dentro del mismo Senado. Es proverbial la lentitud que entonces caracterizaba el trámite del juicio político, siempre pesado hasta los juicios instaurados a los jueces de la Corte. También es cierto que había senadores como Jorge Villaverde, Héctor Maya, Antonio Cafiero que me conocían y que sabían que las acusaciones eran políticas y jurídicamente insostenibles –a tal punto que cuando estuve en Brasil se ofrecían para declarar a favor mío en un eventual pedido de asilo político-, y que obstaculizaron todo lo que pudieron el tratamiento de mi suspensión. Es por eso y no porque haya habido una intención deliberada de mantenerme hasta un determinado momento. De hecho se resolvió liquidarme a mí y terminar con el tema antes de irse Menem, y así fue.
Uno de los elementos más frecuentes que usted utilizó para defenderse, es citar la declaración de Laura Aranda, la mucama de Héctor Yayo Cossa, quien dijo haber escuchado que Samantha Farjat y Julieta Lavalle recibieron coimas para hacer el cambio de declaración ante el juez Marquevich en San Isidro. ¿Esto se pudo corroborar?
Después le voy a mostrar las pruebas que me fueron denegadas en el juicio. Deben ser cuarenta o más medidas de prueba importantes que fueron denegadas sin fundamento. Frente a todas las denegatorias presenté el recurso de reposición, en cuatro o cinco me hicieron lugar y en el resto me dijeron que eran innecesarias. No pude escuchar el testimonio de Aranda, ni el de Samantha. Tampoco me pude carear ni con Samantha Farjat, ni con Julieta Lavalle. Tampoco pude recibir la declaración de ella, ni interrogarla. Todas estas medidas me fueron denegadas, no pude conseguir que se periciaran las escuchas telefónicas. Es más, plantee en el juicio carearme con Samantha Farjat y someterme al polímero, que es el detector de mentiras, aunque ella no quisiera y no fue permitido. No tuve el derecho a la verdad.
¿Qué recurso legal utilizaron para negárselo?
Decían que era improcedente o innecesario, simplemente eso. Lo que hicieron fue utilizar las declaraciones que Samantha, Julieta y Natalia de Negri habían prestado en el Juicio de Schlagel y los policías, como prueba documental en mi causa. Entonces ordenaban una agregación de esas pruebas, con lo cual no pude revisar la prueba ni controlar su producción.
¿Usted cree que fueron extorsionadas o coimeadas para cambiar su declaración?
A mi no me consta pero es muy probable. La inescrupulosidad con que se manejo la defensa de Cóppola fue tan grande que al juzgado de Marquevich, donde comienzan a armar las pruebas en mi contra, van el abogado Alberdi un alto funcionario de la SIDE, un ex comisario de la bonaerense tristemente célebre como Naldi, estrecho amigo del secretario de Marquevich, Cúneo Libarona y su socio Ballesteros. Estas dos pobres infelices, ¿qué iban a declarar ahí?. Lo que ellos dictaran.
¿No es probable que hayan sido coimeadas también cuando fueron a su juzgado a declarar, e involucraron a Guillermo Coppola en temas relacionados con el narcotráfico?
¿Quién podía coimearlas en el Juzgado de Dolores?. Los policías no manejaban fondos, nosotros tampoco teníamos fondos reservados, ¿el Secretario iría a poner dinero de su sueldo para que los testigos declararan en algún sentido?. ¿No le parece delirante? ¿Acaso ellas no lo hubieran dicho después, cuando se ponen al servicio de Cúneo Libarona? Suena tan absurdo eso que ni siquiera a ellos que fueron tan lejos se les ocurrió cosa semejante. Tengo el testimonio de la gente que recibió a estas señoritas en el juzgado de Dolores. Tengo también el testimonio del prosecretario penal Miguel Ángel Lascano, que le tomo declaración a alguna de ellas. ¿Cómo se trabajaba en el juzgado?, con seriedad, con respeto, con mucha amabilidad, es gente de pueblo acostumbrada al buen trato. No hubo ni dinero ni presión de ninguna clase.
En esta especie de persecución que usted dice sufrir nombró a funcionarios, jueces, abogados, policías, e hizo mención a algunos periodistas que me llamaron enormemente la atención. Me refiero al reconocido columnista de Pagina/12 Pasquíni Duran, y al periodista más creíble del país, que es Jorge Lanata.
Puntualmente no recuerdo, porque han pasado años de las afirmaciones de Lanata y Pasquíni Duran, respecto del caso y de mí. Lo que sí le puedo decir es que podría revisar los artículos y ver dónde hay afirmaciones calumniosas e injuriosas, y muchas veces ajenas completamente a la verdad. Creo que ellos no tienen rigor en cuanto al chequeo de las fuentes utilizadas en este caso, para mí actuaron con gran falta de responsabilidad, con mucha ligereza, con una cosa muy tendenciosa. En una oportunidad me cruce con Lanata en el barrio de Belgrano, yo estaba con Alicia, de pronto quedamos frente a frente. Era la época en que comentaba la causa, le dije: “Lanata usted está faltando a la verdad”. Él me dijo: “Yo le puedo dar derecho a réplica”. Se retiró del lugar casi corriendo. Nunca me lo dio. Eso le da la pauta de que él no tenía interés en mi testimonio, ni en conocer la verdad. Estaba obedeciendo a algún compromiso extra periodístico. Además de la falta de responsabilidad y de los compromisos. No se olvide que Anzorreguey manejaba a muchos periodistas “progres” que se rasgan las vestiduras frente a la corrupción ajena pero no ven la viga en el propio ojo. Mas, ciertos sectores de la prensa entendieron, creyeron ver en esto que estaba pasando, a un juez fundamentalista que estaba en contra de los consumidores de drogas, que llevaba adelante una cruzada santa en contra de todos los que tenían un cigarrillo de marihuana en el bolsillo, y muchos de ellos lo tenían, como podría ser sin ningún riesgo a equivocarme el caso de Lanata. Lo tomaron como una guerra personal, como si yo fuera un juez nazi y ellos fueran judíos en el Tribunal de Nüremberg. Me parece que paso esto, fue una distorsión, porque nunca nada tan ajeno a la realidad. Tampoco se ocuparon demasiado por averiguarlo.
Pasquíni Duran estuvo como periodista de Página 12, en el Juzgado Federal de Dolores durante la causa Cóppola. Fue allí con su esposa Graciela, no recuerdo su apellido. La nota que me hicieron está plagada de mentiras, pusieron cosas en mi boca que yo no dije. Les mande cartas documentos al diario, que nunca recibieron. Finalmente mandé un escribano que levantó un acta y entregó una carta a una persona del diario. Nunca se disculparon. Son unos irresponsables. Todos sus comentarios posteriores estarán signados por una motivación oculta y fundamental que era justificar esa posición.
¿No es cierto que usted estaba en contra de cualquier consumo de drogas?
Si, pero es una opinión con fundamentos más que racionales. No lo baso en el rechazo visceral, el odio o en una discriminación y mucho menos soy fundamentalista ni en eso ni en ninguna otra postura. He tenido parientes adictos, por ende conozco el tema, trabaje mucho en prevención antes de ser juez. En materia del conocimiento trabajé el tema con psicoanalistas y examiné en profundidad investigaciones de expertos. Pude comprobar en la práctica cotidiana la verdad de las enseñanzas de Milmianiene sobre la necesidad del límite y de la responsabilidad y cómo el no límite, la ausencia de la ley del padre y de su sustituto imperfecto y tardío que puede ser el juez conduce a la repetición del acting, a la disolución subjetiva, a la crisis de identidad y al desenfreno. En mi cargo me ocupe más en la prevención que de la represión. Nunca tuve preso sino demorado unos momentos a alguien por el delito de tenencia para el consumo
El 20 de agosto de 2000 el Tribunal Federal Numero 5 lo condena a 9 años y medio de prisión por haber cometido 7 falsedades ideológicas y por ser miembro de una asociación ilícita.¿Esperaba recibir una condena tan dura? ¿Cuáles fueron sus planes desde allí en plano personal y en el judicial?
Yo esperaba que fuera dura, pero nunca que fuera tan exagerada, me pareció que era algo que no tenía parámetro racional, que era exorbitante, como había sido todo lo que la precedía. Calcule usted que ocho años es la pena mínima de un homicidio simple. Pensé que iba a ser un poco mayor que la que le dieron al secretario, siete años y medio. Pero fue aún mayor porque durante el juicio fui muy duro en condenar –de palabra- al tribunal y de hacerlos cargo de una condena ética y moral que creo que llevarán gravada en sus conciencias de por vida. Recibí esto como un sacrificio, de ninguna manera lo recibí como un juicio ético, como algo que proviniera de alguien que tuviese autoridad moral.
Volvamos sobre Duhalde. Cuando él estaba en la presidencia, usted hizo algunos acercamientos a través de su mujer, y él prometió firmarle un indulto antes de terminar su presidencia.
Si, es verdad. Con todos los antecedentes en la mano, muchas o pequeñas contribuciones que yo había hecho a la comunidad de distintos ángulos, Alicia fue y le dijo que sería un acto reparador dictar un indulto. Él le dijo que sí, que el mismo lo iba a escribir.
¿Usted estaba de acuerdo en aceptar la libertad a través de la ayuda de Duhalde, a quien había calificado como un traidor y un oportunista?
No lo llamé traidor. En definitiva el hombre político y en el poder a veces quiere realizar ciertas cosas y las circunstancias se oponen a esa decisión. ¿No cree que salvando las distancias Rosas hubiera querido salvar a Dorrego y no pudo hacerlo? Siempre cabe esa duda. Más tarde, por intermedio de un amigo en común me enteré que Duhalde dijo sobre el indulto: “No pude hacerlo”. Creo que fue asesorado por el ministro de justicia que no era posible dictar el indulto cuando aún no había una condena firme, y Duhalde como usted sabe no es un jurista. Sin embargo, creo que era una oportunidad que tenía él o quien fuese presidente para reparar una injusticia.
Más allá de recuperar la lealtad de Duhalde, era también la forma en la que recobraría su libertad.
No era solamente recuperar la libertad. Era eso y dejar cerrado un capítulo aunque no fuera a través de la propia justicia que corrigiera sus errores. Era saldar una persecución que fue antes política que judicial por medio de un recurso político.
El mismo tribunal que usted había considerado “verdugo” cuando leyeron su dictamen, decidió excarcelarlo tras cinco años y cuatro meses de detención por haber cumplido dos tercios de su condena. ¿Qué impresión le genero la resolución?
La cámara de casación penal redujo la condena. No creo que sea un acto de justicia, fue una acción parcial. Es muy curioso, porque nosotros no habíamos planteado el recurso de apelación ante la casación cuestionando la magnitud de la pena. Cuando hicimos el recurso con la Doctora Fabiana León decidimos apelar por el fondo de la cuestión, sabíamos que la pena era irrazonable, pero no lo planteamos. Entonces la casación, a la que le pareció que la pena era exagerada, para reducirla tuvo que sacar un delito: me sacó dos falsedades ideológicas. Son las de las actas hechas en la casa de Tarantíni y la falsedad del acta en la que Gerase declara que antes del procedimiento van a llevar droga a lo de Tarantíni.
¿Por qué motivo hicieron esa modificación?. ¿Por qué después de tantos años de “persecución” ahora decidían excarcelarlo?
Al cambiar el contexto político, los jueces van tratando de morigerar esos exabruptos, situarse de otra manera. Sobre todo después de los líos políticos que ocurrieron en el país y con el advenimiento del gobierno renovador del doctor Kirchner.
¿A qué se refiere?
Al cambio de gobierno. Hay un contexto ahora donde las cosas que pasaron, nunca hubieran ocurrido. No es un gobierno penetrado por las mafias del narcotráfico y del lavado de dinero, no es un gobierno donde haya espacio para un Ramón Hernández. El avión presidencial Tango 01 no transporta cocaína, el ministro del Interior Carlos Corach no le da órdenes a los jueces, no hay una servilleta. No digo que no tenga condicionamientos, pero es un gobierno serio. Si yo hubiese cometido alguna falta, siendo juez, en este contexto hubiera sufrido una sanción por las vías institucionales, pero nunca se me hubiera montado una persecución feroz como la que sufrí. Acá, en Comodoro Py también se dan cuenta de esa circunstancia nacional, y a pesar de que arrastran sus compromisos del pasado estos no los obligan y no les pesan tanto, con lo cual aún los jueces más contaminados están cambiando.
¿En lo judicial usted tiene que esperar una resolución final de la renovada Corte Suprema de Justicia?
Sí, deberá pronunciarse acerca de la procedencia o no de un recurso de queja. La cámara de casación con la misma arbitrariedad que sacó las dos falsedades ideológicas dejó las otras. Esta causa tiene poco contenido pero es muy voluminosa, pero la estructura del pensamiento (ficción) judicial se resume en cuatro renglones: Bernasconi recibió declaraciones testimoniales mentirosas (de los policías y otros testigos). Incluir estas declaraciones en un acta significa cometer falsedades ideológicas. Esta inclusión de varias declaraciones falsas sabiendo que lo son en connivencia con el secretario y los policías hace inferir que había una asociación ilícita. Éste es el argumento que inventó Cavallo y después más o menos siguieron los demás. No había pruebas que demostraran que yo sabía que mentían ni de que había un pacto asociativo ni se probó que hubiera planes delictivos. No hay ningún fundamento serio para condenarme, ni para absolverme parcialmente. Si sacaban un delito tenían que sacar todos. Creo que el último fallo de casación es un “tropiezo” de la persecución política provocado por el espíritu de la lógica. Algo así como una confesión, el pensador francés Jacques Lacan decía: “Palabra que tropieza, palabra que confiesa”.
Quisiera terminar esta parte de la conversación con dos preguntas más personales. Usted comentaba que en la cárcel adquirió hábitos como la pintura, que luego traslado a su vida fuera de la prisión. Su hija, Agustina Bernasconi me dijo una frase que me llamó la atención: “Será que es difícil adaptarse a la libertad. Es como si parte de la vida que hacia en Gendarmería, en ves de ocultarla, olvidarla, la trajese aquí, a su rutina de cada día.”
La verdad es que a mi no me resultó nada difícil. El día que salí acompañado por Alicia y Fabiana León sentí una alegría infinita, y todos los días le doy gracias a Dios por estar libre. Hay algunos hábitos que sí cambian, pero me parecen positivos, no me he transformado en un ermitaño. Salgo a correr por el parque casi todos los días sin el límite de un pasillo de cincuenta metros, camino a ritmo de marcha rápida diez kilómetros o hago treinta en bicicleta. La pintura también es algo que desarrolle en prisión y que ahora continúo en un taller con un gran maestro. Después comparto mucho tiempo con los míos y trabajo.
Después de un año en libertad quisiera saber cual es el balance que realizó de todo lo que sucedió.
En primer lugar quiero acordarme de los buenos y no de los malos. Como te decía antes, Alicia, mi hermana Blanca, mis hijos Lucas, Nicolás y Agustina, mi amigo Alfredo "Tati" Meckievi y mi abogada Fabiana León están en la primera repisa de mi corazón para siempre. Después viene un ejército interminable de amigos y de gente buena. Tengo por ellos un reconocimiento infinito.
Hay personas que han obrado muy mal conmigo, con falta de humanidad, movidos por envidias, odios, enconos. El que obra deliberadamente para hacer mal es una mala persona, es una persona que merece nuestro rechazo. La solución personal que encontré para no engancharme en el mal es pedirle a Dios que le ayude a ser mejor y esto me da resultado. Soy católico, rezo, y los incluyo en mis oraciones. Mi energía es positiva, en vez de querer que se mueran, quiero que el día de mañana se superen, que vivan y sean buenas personas. Respecto de los idiotas que también causan mucho daño le pido a Dios que los ilumine.
En cuanto a mí, me reconozco con muchas fallas y creo que cometí muchos errores. Pero en el rumbo de mis conductas no encuentro errores. Sólo que a veces vamos en la dirección correcta en el terreno equivocado. Cuenta Marco Polo en su diario que en una de sus expediciones hacia el Polo Norte –los grandes exploradores en algunas expediciones también tenían fracasos-, iba navegando con los trineos y advirtió, midiendo su situación con las estrellas, que al final de la jornada estaba al sur de la ubicación de la que habían partido al comienzo de la misma, y a pesar de eso el rumbo era el correcto. Fue entonces que se dio cuenta que estaban transitando por un inmenso témpano de hielo y que las corrientes oceánicas transportaban hacia el sur. ¿Se da cuenta?
Entonces, no se arrepiente de haber seguido con la causa Coppola. El viento, el destino, lo llevaron en ese sentido...
De eso no me arrepiento. De lo que me arrepiento es de haber navegado hacia el norte sobre un piso político que se dejaba llevar por las corrientes hacia el sur y no haberlo advertido a tiempo.
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CAPITULO 4 : RECORRIDO DE UNA VIDA
¡- Sigan! ordena. Y dice: ¡Si no hablas te vamos a tirar de un avión al mar!
La electricidad ingresa y se va por los rincones del cuerpo. Ya no es un golpe que me sorprende. Es un proceso que me fracciona, me desintegra. Es la fragmentación, pienso. Pero a diferencia de lo que pude haber imaginado, sucede que sé lo que pasa. Sé lo que digo. Sé lo que no digo. Tengo plena conciencia. La energía eléctrica no me nubla. Y mi mente se va haciendo por un reflejo físico o químico, involuntario, más hermética, más dura, más impenetrable. Sigo siendo libre de pensar, de decir y de no decir. Mi cuerpo se va, mi espíritu no se pierde, se queda...
Ellos siguen. El cuerpo también sigue el movimiento que las descargas provocan. Se arquea, se tensa y cae. Ya no lo siento. Siento la fatiga. Ya no puedo respirar, soy un ahogo. Un ahogo interminable. Sé que voy a morir y en el instante en que lo sé, brota de mi boca un ruego:
Señor, llevame!, le pido a Dios y se lo digo a los torturadores también, para que sepan que Dios me va a llevar y que van a tener que cargar con mi cadáver, sin saber, en ese instante, que esas palabras me devolverían a la vida, me permitirían recorrer todos estos largos años y reconstruir hoy aquellos hechos en este testimonio. Cómo dudar que Dios puso en mi boca esas palabras y que de no haberlo hecho, la ferocidad de mis verdugos hubiera continuado tal vez hasta el final. Sólo esas palabras, dos palabras del poder celestial puestas en mi boca contra la furia de la dictadura civil y militar más sangrienta que soportamos durante el presente siglo sirvieron para detenerlos.
DE “CAPUCHA A CAPUCHA”, LIBRO ESCRITO POR HÉRNAN BERNASCONI AÚN NO PUBLICADO.
RELATO DE LA EXPERIENCIA VIVIDA EN CAMPO DE MAYO EN 1977, CUANDO FUE SECUESTRADO POR LA ÚLTIMA DICTADURA MILITAR QUE SUFRIÓ NUESTRO PAÍS.
Usted viene de una familia de clase media. ¿Cómo se vivía la antinomia peronismo – antiperonismo?
Mi familia paterna la fundó mi abuelo Francisco, un inmigrante nacido en Italia, Chiasso, frontera con Suiza. Se formó en Viena en el oficio de la construcción de hornos industriales y chimeneas, en plena revolución industrial, vino de Austria al Río de la Plata con diecinueve años y al poco tiempo instaló el primer establecimiento de construcción de chimeneas, alrededor de 1880. Fue el constructor de las primeras chimeneas de la Argentina (Puerto Nuevo, Bagley entre otras) amasó una fortuna relativamente importante, fue un trabajador exitoso que formó parte del crecimiento de la Argentina próspera. La familia vivía en una gran casona en el barrio porteño de Almagro. Sus hijos estudiaron, la mayor, Ángela fue la primer Doctora en Ciencias Económicas del país quien en el año 1926 fundó por encargo del Presidente de la Nación el 1er Colegio Comercial en Ramos Mejía y por eso la familia –con la excepción de mi abuelo- se trasladó a Ramos donde naceríamos nosotros. Mi padre Horacio, el menor de los hermanos abandonó sus estudios de abogacía por el teatro. Fue un bohemio y nosotros vivimos un poco a los barquinazos, épocas pobres y otras como si fuéramos ricos, ese fue el contexto socioeconómico y cultural. Mi madre era huérfana de madre desde que nació y de padre desde los tres años. Sus padres eran españoles, naturales de Málaga y fue criada por su madrina. Cuando mi padre la conoció en 1931 ambos tenían veintitrés años, ella trabajaba de sastre, tenía piel aceitunada y era extremadamente bella y él era director de una joven orquesta, actor de teatro y administrador de la Productora Argentina de Film.
Políticamente la mitad de mi familia era conservadora, mi padre un opositor radical, los hermanos de mi madre todos andaluces, socialistas y uno de ellos Francisco Guerrero, dirigente anarquista del gremio de la construcción hasta que llegó Perón y con Evita se hizo peronista.
¿Cómo empezó a militar en la FAN-JUP (Fuerzas Armadas Nacionales de la Juventud Peronista) en los ’60, teniendo en cuenta que en su casa no había una tradición peronista?
La Juventud Peronista fue una expresión de lo que se llamó el Socialismo Nacional, fue la conjunción de ideas de izquierda con lo nacional que en su versión popular era el peronismo. No fui nada original al adherir a esta corriente ya que gran parte de mi generación se vio seducida por la idea de “hacerse peronista”. Era como quien tiene ideas sobre las bondades del campo y después quiere pasar a ser chacarero, inexorablemente tiene que meter los pies en el barro. En realidad antes de esto yo me identificaba con el nacionalismo católico, sin embargo después de estudiar las doctrinas de filosofía Tomista, Maritein, Emmanuel Mounier y lo que había sobre la democracia cristiana, las obras más filosóficas de Ortega y Gasset, Unamuno, Xavier Zubiri, Pedro Laín, pasé a nutrirme de lo que comenzaban a producir algunos argentinos como Hernández Arreghi, John William Cooke en su correspondencia con Perón, Dussel y Kush,.Quien más influyó sin embargo fue Dussel con su “Ética de la Liberación Latinoamericana”. Un libro riguroso, denso, con una fuerte influencia de Hegel a quien, como no se alemán nunca pude comprender excepto por medio de algunos de sus seguidores. Mucho más que Herbert Marcuse y Franz Fanon que también estaban de moda en aquellos años. Como podrás advertir hay una confluencia de pensadores antimarxistas y otros marxistas. También me impresionó ya estando en la universidad Karel Koscik y su “Dialéctica de lo Concreto”. Bueno aprovechando el título de koscik la concretización del ideario y de los valores cristianos en la política argentina estaba en el movimiento peronista y no en otro partido o corriente.
¿Quién era el máximo exponente en la rama en la que militaba?¿Eran de la línea de John William Cooke?
Cooke era de una lectura amena y amigo de definiciones tajantes. Leí la correspondencia con el General Perón, sólo eso. En realidad yo estaba intentando conciliar las derivaciones del neotomismo, el concepto de “comunidad”, el hombre como un ser que no es un individuo sino un haz de relaciones y que forma parte de un todo que es la comunidad pero que no desaparece entitativamente absorbido por ésta. Y como una transacción estaba la comunidad organizada de Perón. Me asombró cuando tomé contacto con él a fines de los sesenta, las similitudes del pensamiento de Perón con el personalismo de Mounier. También asombra por ejemplo, que a fines de siglo XX grandes pensadores sobre la Democracia y sobre la Globalización coincidan en los puntos centrales del pensamiento filosófico de Perón, como es el caso de Alain Touraine. La aceptación del peronismo para nuestra generación no significaba un quiebre con el pensamiento católico, con las concepciones de Santo Tomás de Aquino, sino al contrario, era una adecuación de esas ideas a una concepción más terrenal, más propia, más argentina, más actuales, que se hacían acto en un movimiento popular que tenía por sobre todas las cosas una virtud: el pueblo en su conjunto por esas circunstancias de la historia, de pronto, lo adoptó. Desde las lecturas de Kush hasta el abrazo con los indígenas que llegaban del Chaco, de Formosa, del Sur, nos sentimos mestizos y nos sentimos expresados por la imagen del “hombre nuevo”, que nos anunciaban Monseñor Pironio y Paulo Freire. Eso pensábamos, eso éramos. Había una visión optimista, romántica, plagada de sueños que careció de una conducción política –de la juventud digo-, que estuviera a la altura de las circunstancias históricas.
A comienzos de los ’70 instaló un estudio jurídico en San Justo. Según dice Roberto Guiney, un compañero suyo de esa época, su expresión militante era el aporte que hacía desde ese lugar, ayudando a los trabajadores en conflicto.
Sí, porque mi especialidad antes de recibirme era el derecho del trabajo, fui meritorio y empleado en el fuero laboral de la capital en distintos juzgados y me había especializado en esa rama. Elegí San Justo porque estaba cerca de Ramos, donde nací y era un lugar de gran concentración de trabajadores, me parecía que allí podría prestar un servicio, alquilé una oficina en un segundo piso por escalera en la calle Arieta, puse una chapa, un escritorio, una silla, algunos estantes con los libros, yo mismo hice una mampara de madera, algunas sillas en la salita de espera y salí a ver algunos amigos a quienes entregué mi tarjeta....
¿Se obtenían resultados en la lucha con los sindicatos, teniendo en cuenta que la llegada de López Rega al gobierno a mediados del 73´ había acrecentado su poder?
Sí, todos en los que me tocó intervenir como abogado se ganaron. El más importante fue el de la fábrica de autopiezas Martín y Amato subsidiaria de Lucas Service Internacional donde trabajaban más de mil obreros y donde se desató un conflicto por despido de delegados que duró más de sesenta días al cabo de los cuales se reintegró a todos los que habían sido despedidos, a todos los delegados. Participé muy directamente de este éxito pues me vinieron a ver en el peor momento y desarrollamos una estrategia legal acertada y gracias a su fuerza se dieron vuelta las cosas. Los delegados metalúrgicos me hacían partícipe de sus triunfos porque los sindicatos les negaban asesoramiento en materia legal, entonces para ellos mi aporte era de un valor infinito. Yo hacía mi aporte profesional, no me movía una ambición económica, no tenía ningún compromiso con la burocracia ni tampoco con ningún partido político y cuando me quisieron comprar desde las patronales en conflicto lo rechace y ellos pudieron ser testigos de esto. Estos conflictos en los que me tocó participar se ganaron y usted podrá decir con razón que se ganaron por poco tiempo porque después vino el golpe militar y desaparecieron todas las conquistas lo cual es cierto. Sin embargo, la lucha sindical de estos años forjó dirigentes que después del 83´ retornaron a la lucha sindical y ahora son conducción nacional de algunos gremios.
Con el transcurso del tiempo y el advenimiento de un nuevo golpe militar, el estudio de San Justo se fue transformando en un lugar de encuentro para los cuadros Montoneros. Allí se armaban operativos, se planificaban operaciones. ¿Cómo vivió este proceso?
Sí, es cierto. Algunos decían que era la jabonería de Vieytes. Para mí era importante tener lazos con los dirigentes de la JTP (Juventud Trabajadora Peronista), porque era una forma de contribuir a algo más de conjunto, a no actuar tan aislado, a pesar de que no compartía el proceso de militarización que se estaba operando en la juventud en esos años, después de la ruptura con Perón. Siempre entendí que es legítima la violencia cuando un niño se muere por falta de alimentos o atención médica, que el uso limitado de la violencia debe acompañar a un movimiento revolucionario – como apoyo al movimiento de las masas-, pero también entendí que la disparidad de fuerzas entre la juventud y las fuerzas armadas era abismal y estaba condenada al fracaso; por otro lado era una utopía pensar que los trabajadores pudieran volcarse a la lucha armada. Yo estaba de acuerdo con una concepción más política que también existía en el seno del peronismo revolucionario, como era el caso de los máximos dirigentes de la JTP que era con quienes mantenía un diálogo permanente.
Durante la última dictadura, el ex canciller de Menem, Diego Guelar, participó en su estudio y tuvo que exiliarse. Por otra parte, en esa época usted presentó varios habeas hábeas. ¿Tenía conciencia de lo sangriento que iba a ser ese golpe? ¿No pensó en pasar a la clandestinidad, ya que su estudio jurídico era un blanco asegurado de los militares?
Diego Guelar se incorporó al Estudio a fines del año 74 y pasó a la clandestinidad en el año 1975, antes del golpe. Trabajaba en ese entonces en un Estudio del abogado y senador justicialista Alberto Mayansky, que decidió exiliarse amenazado por la triple A. Allí Guelar se asoció conmigo, era apoderado del Partido Auténtico. Un día tomando un café me dijo: “Pasé a la clandestinidad así que no estoy en el Estudio”, y me pidió que me hiciera cargo de los asuntos del Estudio Mayanski-Guelar, al mismo tiempo que me aconsejó que fuera pensando en retirarme. Entonces fui conciente que mi trabajo se duplicaba y el peligro se cuadruplicaba, claro que me podía ir, pero sentí la necesidad de quedarme por varias razones: era mi lugar, lo había ido haciendo día por día, tenía una considerable clientela, estaba prestigiado y conocido en los tribunales pero además todas las semanas llegaban familiares o vecinos de obreros de las fábricas a quienes había atendido por cuestiones laborales que habían sido “chupados” y estaban desaparecidos. Recuerdo a Bigote de UTA, Sosa, Tomasín, el Tano, Chomsky, el Negro Pérez entre otros de Martín y Amato, a Carmelo Affatatto que lo fueron a buscar y se escapó, a Uboldi y Silvano de Roura La Metal, Alfano de Man, Möl de Santa Rosa, por todos ellos y otros que no recuerdo ahora, presenté recursos o hice gestiones en Brigadas, Comisarías, en Puente 12, en los juzgados de Morón. Perdí la cuenta, pero eran muchos. Tenía temor pero lo hacía. Es cierto que los hábeas corpus eran contestados negativamente y también es cierto que a los militares les molestaban. No es cierto que todos los desaparecidos no volvían a aparecer, todos los nombrados aparecieron al mes o a los dos meses (no estaban encuadrados en organizaciones armadas) a excepción de Chomsky que apareció en una cárcel del Chaco después de nueve meses y de Emilio Tomasín que no apareció nunca más.
¿Cómo fue su secuestro y qué recuerda de esos nueve días en que fue un detenido-desaparecido en Campo de Mayo?
Bueno, en el clima de amenaza que vivía en el Estudio decidí dos cosas: no llevar armas y no trancar las puertas. Había dos abogados recién recibidos trabajando en el Estudio, uno era Mario Espada, en realidad, concurrían para hacer una especie de pasantía, práctica profesional. Era un jueves de Semana Santa, ya tarde y le estaba dictando un escrito. Primero golpearon la puerta, las dos empleadas ya se habían retirado, salí a atender y un joven alto, rubio, de cara redonda, mientras le subía la sangre al rostro me preguntó por el doctor Guelar. Le dije que no estaba más, que hacía casi un año que no pertenecía al Estudio, me dio las gracias y se fue. A los diez minutos llegó una patota de unas ocho o diez personas, entraron sin golpear la puerta precedidos del ruido de fierros por la escalera de acceso (alquilábamos dos oficinas en un 2do piso por escalera de la calle Arieta 3228), todos portando armas largas, de civil, alguno de fajina, uno con una pistola 9 mm que me apuntó a la frente. Se produjo un silencio que fue eterno, interrumpí diciéndole al que me apuntaba: “Si no va a tirar por favor baje el arma”. El tipo bajo el arma, unos revolvían los cajones, mientras otros lo ataron a Espada a una silla y me esposaron con las manos en la espalda; después me subieron en la parte trasera de un Falcon que estaba estacionado en la puerta, subieron dos adelante y dos atrás y me pusieron en el piso tapándome la cabeza con mi propio saco. Detrás había un par de vehículos más, todos arrancaron a gran velocidad. Cuando llegamos al lugar me dieron un número, me dijeron que me olvidara del nombre. Pedí hablar con el encargado del lugar, me dijeron que ya iba a hablar. Me llevaron a una habitación que tendría el doble de una cuatro por cuatro. Estaba encapuchado, pero había momentos en los que podía levantar la capucha y ver o si no podía hacerlo por los agujeritos, divise unas colchonetas y bultos que eran personas. Allí estuve unas horas, hasta que me llevaron a una sala en la que hacían los interrogatorios. “Ahora vas a hablar con el jefe”, me dijeron. Primero me interrogaron a golpe de puño, de una trompada me hicieron volar por el aire, después me ataron a un camastro de hierro, desnudo, sólo con la capucha y me metieron picana. Calculo que la tortura habrá durado unos veinte minutos o más, no perdí el control pero dejé el cuerpo librado a su suerte, mientras pensaba lo que les decía mi cuerpo saltaba en el camastro como consecuencia del efecto de la electricidad que me cruzaba las piernas, el pecho, los brazos, la cabeza. Me preguntaban qué montoneros iban a mi estudio, querían nombres. No les di ningún nombre, ni apodo, no obtuvieron ningún resultado positivo, lo cierto es que tampoco tenía información que fuera importante para ellos. Por Blanca, mi hermana, no me preguntaron., sólo por abogados y montoneros que concurrían al Estudio. Hasta que en un momento, cuando sentí que tenía un principio de asfixia le pedía a Dios que me llevara y ahí pararon. Fue un milagro.
Caí como un trapo en una colchoneta que estaba en el piso y dormí hasta el día siguiente. Soñé que caía de un avión reiteradas veces ya que en el curso del interrogatorio me habían dicho:” ¡Bueno, si seguís sin saber nada te vamos a tirar de un avión al Río de la Plata!”. Al día siguiente me hacen un segundo interrogatorio, sin picana, en tono neutro, sin violencia, igual de infructuoso para ellos que el del día anterior.
El resto del tiempo estuve en colchonetas, comunicándome un poco con la gente que estaba ahí. Un par de días antes de liberarme, me dijeron que iba a salir. A unos cuatro o cinco nos cargaron en la parte trasera de un camión del ejército y nos fueron dejando. A mí, al costado de la Panamericana.
¿Pudo saber por que lo liberaron?
Creo, primero y principal porque sabían que yo no estaba encuadrado en montoneros. En el peor de los casos mi situación podría encajar dentro de los que ellos calificaban como “apoyo logístico” o “potencialmente peligroso”, ni siquiera eso, creo que ocupaba una calificación análoga a la de los dirigentes sindicales de base o a los dirigentes políticos “usados” por los grupos armados y considerados “perejiles”. A estos raramente los mataban, excepto, si al mismo tiempo eran o habían sido integrantes de alguna de las organizaciones guerrilleras. Si hubiera estado encuadrado no me hubieran liberado por más presión que se hubiera ejercido desde afuera. Yo era tan sólo un abogado laboralista que asesoraba a dirigentes de base –peronistas o no peronistas pero de izquierda-, todos revoltosos, que provocaban conflictos, pero no estaban en las organizaciones armadas, según creo. Al mismo tiempo mi hermano en ese momento era Teniente de Navío, se movió muchísimo, y también otra gente, allegados a la familia. El padre José Barrientos habló con el Nuncio, Blanca Rita Camaño le rogó al general Crespi, su primo, mi esposa presentó un hábeas corpus en la Capital Federal de cuya existencia sólo queda su registro en los libros de Mesa de Entradas de la época, porque desapareció el expediente. Recuerdo también que Amnesty Internacional de Suecia publicó mi desaparición.
Desde ese momento pudo ejercer su profesión sin tener problemas con la dictadura...
Volví a mi estudio. Un día después que me liberaron volví y estaba todo bien, pero al día siguiente me lo destrozaron, escribieron las paredes con frases amenazantes, rompieron máquinas de escribir, tiraron las carpetas por todos lados, entonces comencé un largo peregrinaje. Estuve en Buenos Aires sin sacar prácticamente la cabeza todo el año 1977, me refugié en el Estudio Jurídico del Doctor Daniel Bo, amigo de un compañero de la facultad que se comportó con una extraordinaria solidaridad. También me incorporé a la Cátedra de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en la Universidad de Belgrano y, más tarde ingresé en la Cátedra del doctor Fernández Madrid en la Universidad de Buenos Aires y en la de Legislación Agraria en la Universidad de Morón. Colaboré con la revista Legislación del Trabajo y algunas obras jurídicas colectivas. Durante el año 1978 mi única militancia fue colaborar como asesor con la CGT (Confederación General del Trabajo) Brasil, desde un aporte que prácticamente concluyó con los cuatrocientos recursos que presenté después de la movilización del 30 de marzo del año 1982, donde hubo esa cantidad de detenidos por la marcha a la plaza de mayo reclamando: “Pan, Paz y Trabajo”.Ese día lo asistí por última vez a Saúl Ubaldini y al gallego Ricardo Pérez que estaban detenidos en la comisaría de la calle Tacuarí e Independencia. Pocos días después vino Malvinas y cambió el curso de los acontecimientos.
Para los finales de la dictadura, ya se habías instalado en el peronismo bonaerense con una fuerte presencia. Era un hombre cercano al Intendente de La Matanza Federico Russo y estabas alineado con lo que más tarde sería la renovación peronista, liderada por Antonio Cafiero. Fue elegido Diputado por La Matanza, pero renunció a los dos años, en 1985, por cuestiones internas. ¿Cómo fueron esos años, y por qué decidió dimitir a la bancada?
Los de los años ochenta fueron difíciles, es decir, tuve mucho éxito en lo político pero tenía la expectativa de un peronismo que reflejara los ideales que teníamos en la década del ’70, y en cambio me encontré con un grupo de dirigentes, como el propio Federico Russo, Manolo Quindimil, Herminio Iglesias, Manolo Torres, Eduardo Duhalde, Antonio Cafiero; que eran representantes del peronismo ortodoxo, corriente que había permanecido ajena al peronismo revolucionario. Eran el peronismo viejo, pero era lo único que había. Con un poco de cosmética se aggiornaba adoptando posturas renovadoras en cabeza de Antonio Cafiero y Eduardo Duhalde, Carlos Grosso o José Manuel de la Sota, lo que significaba un cambio positivo, pero tampoco esto era “lo nuevo” con lo que soñó la juventud de los 70. Yo no me adaptaba a estas formas caudillistas, de construcción de aparatos, pero a la vez era lo único que había, y era el único lugar donde podía desarrollar mi vocación política.
Federico Russo había sido un militante de la “resistencia peronista”, una suerte de “arditti”. Cuando Perón desde España en contra de la proscripción del peronismo mandaba boicotear al gobierno de turno, él estaba a la cabeza poniendo cohetes en las vías o bombas en algún otro objetivo. Así pasó los años de la proscripción del peronismo. Después Perón lo nombró delegado del Comando de la Resistencia Zona Oeste y finalmente llegó a ser presidente del Partido hasta que concluyó su último mandato como intendente de La Matanza en el año 1991. Siempre fue un hombre de base y un tipo incorruptible que vivió con asco estas últimas décadas del peronismo. Cuando ganamos en alianza las elecciones internas del año 1983, me preguntó si quería ser diputado provincial o Secretario de Gobierno de la Municipalidad y elegí lo primero. Así fui diputado provincial, y cuando renuncié a la banca me designó Secretario de Gobierno.
Mi renuncia a la banca fue porque estaba harto, y un enfrentamiento con Herminio Iglesias termino de definir mi situación. Estábamos en el congreso de La Pampa, discutí con él, le pidió a Russo que nos juntáramos afuera en esas típicas actitudes de matón que tenía, y cuando estábamos afuera un hombre de su entorno sacó el arma y la gatilló. Ahí Russo intercedió, Herminio vociferó no se que cosas y cuando regresé a La Plata, presenté mi renuncia indeclinable a la banca.
En ese momento Herminio Iglesia conservaba una estructura de poder importante. Era una época en que el peronismo estaba fracturado, luego de haber perdido la elección del ’83, con Raúl Alfonsin.
Herminio Iglesias había conservado la estructura partidaria durante la dictadura, y supongo que con cierta ayuda de los propios militares. Desde esa estructura había mantenido económicamente a los que eran los ex intendentes caudillos, especialmente los de la tercera sección electoral. La tercera sección es la más fuerte dentro de la provincia de Buenos Aires. Entonces con Manolo Torres, Quindimil, Russo, mantenían una cohesión muy fuerte, a pesar de la derrota del 83 frente a los radicales. Por ende Herminio reconstruyó todo su poder en base a estos intendentes y hay que reconocer que Antonio Cafiero fue el que desafió, enfrentó y derrotó el poder de Herminio.
En el capítulo anterior hizo mención a la situación carcelaria, un tema que conoció en profundidad ya que fue Secretario de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en el año 87´.
En esa época Justicia era una subsecretaria del Ministerio de Gobierno. Brunatti era ministro y yo Subsecretario de Justicia. Cafiero era el Gobernador. Tenía a mi cargo las relaciones con el poder judicial y el tema de las cárceles. Al tema de las cárceles fue al que le dediqué mayor atención. Olmos tenía tres mil quinientos internos cuando es una cárcel para mil. En otras cárceles la situación era regular, como Junín, Batán, Cierra Chica; pero había problemas estructurales, había que construir nuevas unidades y no había dinero. Contábamos con una importante estructura de talleres, herrerías, carpinterías en cada cárcel, las sumé y equivalían a la capacidad de un gran establecimiento fabril. Había entre cuatro a diez mil internos dispuestos a trabajar voluntariamente. La idea fue construir nuevas cárceles en los propios talleres. Entonces hicimos el proyecto piloto de la construcción de una cárcel pequeña, que no excedía de los doscientos cincuenta internos, como concibo deberían ser todas las cárceles de un país humanitario. Fue el llamado Plan Olmos. Se comenzó con mano de obra voluntaria de los internos de Olmos, con los talleres de las cárceles, y con una concepción arquitectónica que permitía “que en todas las celdas entre el sol”. Ese fue el lema. Fue una experiencia muy buena y esa unidad que se inició sin ningún peso en el presupuesto, se financió al principio con donaciones y contó con la colaboración de los principales clientes del Banco Provincia. Invité a la señora del gobernador y a las señoras de los ministros a integrar una Cooperadora del Plan Olmos. Finalmente se formó e hicieron una labor fantástica. Mientras yo estuve no hubo gasto público, por lo tanto no era posible el enriquecimiento. Creo que por eso mismo el modelo de autoconstrucción no prosperó. Desde el punto de vista edilicio hoy es una cárcel modelo que debería servir de ejemplo para el resto de las cárceles del país y del extranjero, pero ningún periodista se ocupa de eso porque las cosas buenas no venden.
¿Por qué se alejo de ese cargo cargo dos años antes de lo que correspondía?
Fue por problemas de relación con el ministro, con quien tenía coincidencias programáticas o desde el punto de vista ideológico, pero en lo referente a la gestión chocábamos. Había también una cuestión de celos. Yo no era un hombre de la “cafieradora” como se solía decir, y mal podía integrarme a ese grupo. Nunca pude entender que quería decir, si mal no recuerdo era un grupo oportunista que pretendía ser el entorno de Cafiero en vistas a la Presidencia, pero que después se diseminó y mientras unos fueron al FREPASO, otros se unieron al vicepresidente de Menem y otros se hicieron ultra menemistas. Digamos que tomaron por caminos tan dispares como el del socialismo, el peronismo ortodoxo y la dictadura de los mercados.
Sin embargo es el propio Cafiero quien le pide que vaya a la Secretaría de Gobierno, y que no se alejes de la construcción de la renovación peronista.
En realidad el conflicto se planteo con Luis Brunatti. Cafiero veía que no funcionaba, que el ministerio del gobierno no andaba bien, quiso postergar la renuncia de Brunatti porque él había perdido la interna con Menem en esos meses y si por otras cuestiones le pedía la renuncia a Brunatti políticamente se podía entender que lo estaba haciendo cargo de su derrota. Pero por otro lado, no podía haber un subsecretario que metodológicamente no coincidiera con el ministro. Por eso me fui. Pero yo coincidía con la idea de humanizar las cárceles, de depurar la policía, de luchar contra la corrupción que eran los ejes centrales de la política planteada por Brunatti. Sólo que él tenía una visión un tanto cinematográfica de la actuación pública, qué significa que quería enfrentar con las cámaras de televisión males tan arraigados como la corrupción endémica de la policía, sin pruebas, lo que situaba la gestión en una situación de debilidad muy grande. .
Jorge Landau, un asesor suyo cuando usted fue Director del Mercado Central en el año ’89, comentó que en esa época trabajar allí era complejo. El Mercado Central era un lugar con mucha influencia política y económica, ya que estaba en pleno corazón de La Matanza.
Es cierto, tenía mucha influencia porque el Mercado Central está en Tapiales, y ocupa mucha mano de obra de La Matanza y de otros distritos del Gran Buenos Aires. Allí había sentado sus bases parte de la empresa política de Alberto Pierri, que por ese tiempo también manejaba la Municipalidad de La Matanza y la Presidencia de la Cámara de Diputados. Así que tuve que hacer equilibrio. Pero no me fue difícil, porque evitando tener más conflictos busqué ocuparme de temas que trascendían lo cotidiano y me dedique al tema de las relaciones institucionales de la Corporación y otros mercados del Mercosur y de Europa donde hicimos grandes avances. Recuerdo convenios con los Mercados de Concentración de San Pablo, Río de Janeiro, Montevideo y Asunción, y un convenio muy importante con MERCASA que es la empresa estatal de mercados de concentración de España. Estas gestiones debían derivar en una asociación que tomara a su cargo la administración de las zonas anexas y la construcción de un parque agroindustrial fruti hortícola con aduana y servicios de exportación en esas zonas. Firmamos el convenio con la presencia del Gobernador Cafiero, del Embajador de España y otros funcionarios Fue un proyecto que finalmente se trabó en la Presidencia de la Cámara de Diputados cuando, contra la sanción de una ley necesaria para llevar adelante el mismo se pidieron favores cuya naturaleza y consistencia, -que no denuncié por falta de pruebas-, me negué a transmitir. Es cierto que uno de los temas más importantes allí era la corrupción. Dentro de la Corporación del Mercado Central, todo pasaba por la evasión de la tasa de mercado y desde luego la evasión del IVA. Al mismo tiempo había una corrupción estructural histórica que afectaba a los funcionarios del mercado. Se vendían espacios, se pagaban comisiones por la renovación de los contratos, no era un ámbito ajeno a la corrupción política que reinaba en los otros organismos públicos., era una gran caja con la cual se financiaban enriquecimientos personales y campañas políticas. Llegue a la presidencia del Mercado Central seis meses antes que finalizara el gobierno de Cafiero, ordené una serie de medidas contra la corrupción y se desataron una serie de conflictos, me balearon mi domicilio recuerdo. Cafiero me llamó y me dijo: “Hernán, me estoy yendo, no es oportuno a esta altura iniciar un conflicto, no me quiero ir con un problema así”. Como yo también finalizaba mi mandato desactivé las medidas.
Usted se retiró cuando finalizó el gobierno de Cafiero.
En el caso de los directores, el cargo tenía la misma duración que el mandato del gobernador.
Usted tenía vocación para ejercer cargos públicos, pero le resultaba difícil la adaptación. Durante la década del 80´ había renunciado a tres cargos.
Es cierto. A mí me pareció siempre que uno tiene que tener un objetivo, un fin trascendente, un puerto hacia donde va guiando el curso de su tarea. Si esto es desviado por negocios particulares, por actos de corrupción, se llega a cualquier lado menos al objetivo que se había trazado. Este es el destino de la Argentina durante las últimas décadas. Por eso renuncié tantas veces. ¿Quiénes ganaron en la política de los últimos años en la Argentina?, los que realizaron alianzas políticas basadas en sociedades que tienen por base la corrupción económica. ¿Cómo?. Le voy a poner un ejemplo que puede parecer fantasioso pero no lo es: si el presidente de la Cámara de Diputados pide dinero para la aprobación de la ley, distribuye parte de ese dinero entre los diputados de la mayoría justicialista y algunos radicales, y al mismo tiempo en los casos importantes le hace una transferencia al presidente y otra al gobernador puede durar décadas en el cargo, y amasar fortunas personales. Ni hablar si uno se hace cargo de un organismo donde los fondos son reservados como la SIDE. Raramente será investigado, y si es investigado raramente será procesado. A su vez, si es procesado raramente será condenado. ¿Porqué?. Porque la red de alianzas societarias es la mejor maya de protección y si falla tiene dinero suficiente para comprar a los jueces.
¿Terminó bien su relación con Cafiero?
Termine bien, cuando estuve en la Subsecretaría de Justicia y tuve muy poca comunicación con él. Recién cuando me fui tuvo conocimiento de lo que habíamos hecho, me felicitó por las cosas que habíamos logrado en tan poco tiempo, y se transformó en el mejor propagandista que tuve del “Plan Olmos”. Si no hubiera sido por él y por Ana Cafiero, habrían sido interrumpidas las obras y quedado todo arrumbado en un cajón.
¿Cómo recibió la llegada de Carlos Menem al gobierno?
Lo recibí con escepticismo porque tenía una impresión del personaje mala, aunque lo había tratado muy poco. Dos veces: una que fue en el Congreso Partidario llevado a cabo en el Teatro Lola Membrives en el 82 cuando estaba convenciendo congresales para que no se aprobara la fórmula Luder-Bittel. Me acuerdo que se suspendió la sesión y se lo designó a Menem para ir a ofrecerle la candidatura a Isabel Martínez viuda de Perón. ¡Vaya a saber con que intenciones!. Se imagina la impresión que me causó que me viniera a convencer de semejante idea, idea que a los pocos momentos planteó micrófono en mano provocando una rechifla abrumadora de los congresales nacionales que estábamos allí. Una segunda vez , fue en una visita que vino a hacer a Matanza creo que en el 87 cuando comenzaba la interna y fue recibido por Federico Russo. Entonces, el doctor Corso, un colaborador de él intentó convencerme de las bondades del candidato y me quedó en evidencia por lo que oí en esa cena que los menemistas combinaban una gran idolatría hacia Carlos Menem, y un pragmatismo extremo que no daba señales de planificación económica alguna. Eso demostraba, o una gran improvisación o el ocultamiento del desembarco liberal. Desde ya que así como no me sorprendió su falta de escrúpulos, sí me sorprendió la extraordinaria habilidad que demostró para manejar a la gente y mantenerse en el poder.
Durante un corto lapso de los ’90 estuvo en el ámbito privado, pero no logró contener su vocación hacia lo público, y fue tentado para ejercer el cargo de Juez Federal de Dolores, a principios del 93.
Había dos cuestiones positivas que me estimulaban para aceptar el cargo. Una era volver a aquella vocación judicial que había quedado postergada, carrera a la que había renunciado por dedicarme a la lucha política de los años ‘72 y ’73. En segundo lugar, retornar al campo de la investigación de temas de filosofía política, derecho administrativo, derecho laboral o de legislación agraria y retornar a la cátedra universitaria. Era también oportuno porque me sacaba de la lucha política territorial. En esa época estaba en pleno apogeo en La Matanza el poder político de Pierri, que al lado de la papelera montó una empresa “el peronismo de la liga federal”, y a base de poner dinero se religó primero con Cafiero, después con Menem, y por último con Duhalde. Mas, antes de Pierri, mi experiencia durante los diez años en que fui congresal provincial y congresal nacional del partido justicialista, apoderado de diversas listas, mi participación en todas las elecciones y mi ejercicio en diversos cargos públicos, me tornó cada vez más crítico respecto de la dirigencia justicialista de la provincia de Buenos Aires.
Contaba con una muy buena imagen en la gente de mi distrito pero no era tan importante como para poder cambiar el curso de las cosas. Podía arreglar con uno o con otro y mantener el espacio que tenía para perseguir algún carguito aceptando ese estado de cosas y las reglas de juego. Pero eso era un saldo lamentable después de tantos años de lucha.
No termino de comprender si su crítica era hacia Cafiero, Duhalde, Pierri, o al justicialismo de la Provincia de Buenos Aires en su conjunto.
Mire, cuando decidí quedarme en la Argentina después de haber sido secuestrado y torturado por la dictadura, a fines de 1977 me quedó con un propósito que fue luchar, aportando lo poco o mucho que podía entregar para que la Argentina lograra la Democracia. Una democracia real, plena, una democracia que en lo esencial es la vigencia de la libertad, pero no sólo eso, que es la participación civilizada de la gente en la cosa pública. Los diez años que van del 1983 a 1993, desde Herminio Iglesias hasta Eduardo Duhalde fueron una gran frustración, y me enseñaron que el sistema del movimiento nacional justicialista en esta región –el Gran Buenos Aires, incluyendo gremios y partido justicialista- es una trampa, y las estructuras son perversamente antidemocráticas. Eso permitió que el partido justicialista esté dirigido por sujetos que no están a la altura de las circunstancias históricas, que se defiendan mezquinos intereses particulares que hacen imposible la democracia interna con consecuencias que no llegan a merituar. Si esos sistemas y esas prácticas pasan en el Chaco o en Chubut, ello no modifica demasiado la vida de la Argentina. Lo digo con todo respeto por cualquier provincia. Pero si sucede en el partido justicialista de la provincia de Buenos Aires se transforma en el principal obstáculo para que haya una democracia plena en la República Argentina. Sin caer en exageraciones, me animo a decir que si la Argentina no tiene una democracia transparente, moderna y vive frustración tras frustración es debido a esta circunstancia. Si hipotéticamente usted piensa en un país donde no existe el Gran Buenos Aires, la Argentina se transformaría en el país más importante de América Latina y uno de los grandes países del mundo. El principal lastre y obstáculo que tiene nuestro país para resolver estos que son los grandes problemas políticos, somos nosotros los bonaerenses del Gran Buenos Aires. Somos lo peor del peronismo.
Entiendo lo que dice, pero quisiera saber con qué fundamentos hace esa afirmación.
Le estoy adelantando una tesis que me propongo desarrollar in extenso en un trabajo futuro. El justicialismo representa el partido mayoritario en la Argentina, la Provincia de Buenos Aires tiene la mayor parte de los congresales nacionales del partido justicialista. La prueba es que Menem necesitó hacer una alianza con Duhalde para ser candidato a Presidente de la Nación. Duhalde fue presidente de la Nación sucediendo a De la Rúa porque era el dirigente que tenía el apoyo de la Provincia de Buenos Aires, y fue él quien inclinó la balanza a la hora de decidir la candidatura del actual presidente Néstor Kirchner. ¿De donde emana ese inmenso poder?. La Provincia de Buenos Aires tiene ocho secciones electorales pero dos que son decisivas, la primera y la tercera. Ambas suman todos los distritos del Gran Buenos Aires. Con lo cual el poder de la primera y de la tercera sección electoral mientras se mantenga la hegemonía justicialista determinan el destino nacional. Por eso es que si no se comprende el sistema de la interna del partido justicialista bonaerense no se puede explicar el fracaso de la democracia a nivel nacional en la Argentina. Estas secciones –la primera y la tercera- son las más importantes por la cantidad de población, tienen la mayor cantidad y la menor calidad de electores (de un bajo nivel cultural, social y económico lo que los torna eminentemente manipulables). Eso explica porqué un sujeto como Herminio Iglesias pudo ser uno de los electores del candidato a presidente y candidato él mismo a gobernador de la provincia. Ahora bien, como esa región está poblada y gobernada por quienes somos lo peor del peronismo, rige un sistema antidemocrático por excelencia y hay una estructura rígida que es imposible modificar desde adentro del partido. Esto a su vez condiciona toda la política a nivel provincial ,nacional y obstruye el desarrollo de una democracia plena que permita el crecimiento de una Argentina moderna. ¿Está claro? Esto lo he hablado muchas veces con compañeros del Gran Buenos Aires y del Interior de la Provincia. Los del interior lo comprenden pero los del Gran Buenos Aires se prevalecen como si fuera un privilegio al cual no están dispuestos a renunciar.
¿Le entusiasmó desde un primer momento ser juez en el Juzgado Federal de Dolores?
Al principio dude mucho y dije que no. Finalmente por estas cosas, pesaron mucho y acepté. Fue una experiencia muy enriquecedora, a pesar de la forma en cómo se termino.
A partir de que recuperó la libertad, tuvo ofrecimientos o la posibilidad de ejercer algún cargo público, u alinearse en algún partido político.
Espero que a mis amigos peronistas no se les ocurra hacerme un ofrecimiento para ejercer un cargo público o partidario, porque además de los reparos que le señalé, en mi caso particular, tendría un obstáculo práctico insalvable para participar. No podría hacerlo porque en el justicialismo del Gran Buenos Aires son todos ricos, mientras que en comparación con ellos, yo estaría dentro del 58 % de la población pobre, y del 18 % de los desempleados (tomando los datos menos dramáticos de Naciones Unidas del Informe del 2003).Esa es una diferencia insalvable, no sólo desde el punto de vista material.
Con respecto a su profesión, ¿usted está habilitado para ejercer cargos públicos?
Mientras no sea revocada la sentencia del Tribunal Oral Federal numero 5, tengo una inhabilitación como juez. No así para desempeñar otros cargos públicos. Pero por sobre todas las cosas como usted podrá ver sigo siendo abogado, me llaman y me consultan constantemente amigos, gente cercana. De todas maneras como le dije no aspiro a ningún cargo público. Si puedo contribuir lo haré desde alguna organización social, prefiero darles de comer a los chicos pobres de un comedor solidario.
Deja abierta la posibilidad de que vuelva al campo de la política...
Los españoles dicen: “No traces tu frontera ni cuides de tu perfil, todo eso es cosa de afuera”.
CAPITULO V: REFLEXIONES DE UN HOMBRE
¿Cómo vivió estando detenido, el proceso de desprestigio de las instituciones que llevó a las movilizaciones del 19 y 20 de Diciembre de 2001?
Me pareció que fue un signo de salud social de la clase media seguido por manifestaciones de los desocupados. Más allá de que haya habido cierto tipo de resortes, de operaciones organizadas y montadas desde el Gran Buenos Aires destinadas a hacer caer el gobierno de De la Rúa había condiciones. De la Rúa no se sostenía y el escándalo en el Senado y el alejamiento de Chacho Álvarez prepararon el camino de la reacción. Al mismo tiempo, la renuncia de Álvarez impidió una salida institucional más coherente a la crisis que se avecinaba. Y la bronca detonó con “el corralito” que fue sentido como algo intolerable, como un despojo, como un abuso que no registraba antecedentes. A lo mejor no tanto por el daño, que era impresionante, sino por el descaro del despojo. Claro que esto fue el final de un camino de permanente deterioro de las instituciones democráticas que transitamos desde 1983, y el resultado de una explosión que se venía conteniendo desde el 96 con la paridad cambiaria. El deterioro es algo que comenzó con las crisis inflacionarias del gobierno de Alfonsín, prosiguió con los irregulares procesos de privatizaciones y el mantenimiento de la convertibilidad. Después del envilecimiento institucional, la explosión de actividades ilegales, la corrupción escandalosa, los abusos de poder, la gente quería un período de estabilidad y paz, de tranquilidad. La gente creyó ver en la imagen De la Rúa el reflejo de la paz interior y se equivocó. Por eso la reacción de la fue un signo de salud. Creo que es necesaria una reforma institucional hacia una democracia más directa que establezca un sistema periódico de consulta a la gente, para no llegar a esos extremos, para que los gobiernos no sufran un deterioro tan rápido y para que la gente aprenda a ejercitar las decisiones fundamentales.
¿Cómo observó desde lo personal el desprestigio de las instituciones al haber participado tantos años como funcionario público?
Perón decía que el pescado empieza a pudrirse por la cabeza. Nuestra dirigencia a partir de 1983, para no irnos más atrás, empieza a pactar con grupos económicos espurios, con el fin de desarrollar sus campañas políticas para llegar al poder. Para ir a la realidad, si yo hubiera pactado con grupos delincuenciales después de 1983 –que en La Matanza los había y los hay-, si hubiera aceptado ofrecimientos que me hicieron, tal vez hubiese llegado a ser intendente de La Matanza y fácilmente diputado nacional. Si aceptaba el apoyo del narcotráfico o de los desarmaderos de autos, de la prostitución, del juego u otras actividades ilícitas, hubiera tenido que tolerar su funcionamiento y no lo hice. Otros sí, y esos pactos fueron los que produjeron el deterioro de las instituciones que tenían que estar a cargo de la represión de esas actividades y son los la causa de los secuestros que hoy en día tienen en jaque a la población.
Estos mecanismos perversos se propagaron en los órdenes municipales, provinciales y nacionales. Esto trae una multiplicación del crimen, de la corrupción institucional, un aumento del gasto público, un deterioro de los servicios, un desvío de los objetivos institucionales.
Con la justicia pasa lo mismo. Porque con las reformas que produjo Menem después del Pacto de Olivos, tuvieron mucho cuidado de nombrar jueces obedientes en la Justicia Federal de la Capital. Sí el poder político estaba penetrado por las mafias, el Poder Judicial iba a ser instrumental a las mafias, ¿o le queda alguna duda?
Por último, los partidos políticos mayoritarios son los más contaminados por este proceso de degradación institucional. Por eso es muy difícil la renovación interna de los partidos, ya que no se juegan sólo cargos partidarios y cargos electivos. Se juegan los grandes intereses de la economía informal e ilegal.
Todo esto lo vivo con una sensación de fracaso, porque creo que los argentinos en el desafío de construir una nueva Argentina a partir del 83 retrocedimos, con la sola excepción de este milagro que ocurrió con la llegada del gobierno actual que creo que es lo mejor que tuvimos en las últimas décadas.
Daría la sensación de que es ficticia la división de poderes en Argentina.
Durante las primeras décadas de la vida institucional Argentina y hasta 1930 hubo una justicia con jueces que eran verdaderos juristas, gente de una extraordinaria preparación intelectual. Sin embargo, estos jueces salían de las familias conservadoras, que eran las que a su vez gobernaban. Creo que había más probidad, más sentido del honor pero hay que admitir que era una justicia parcial porque estaba fuertemente adherida al proyecto político del gobierno. Los jueces se elegían en el Jockey Club. Después se fue democratizando la justicia, una justicia donde no había corrupción económica, existían presiones políticas, los jueces muchas veces cedían, pero esto no era lo cotidiano sino algo excepcional. Durante los gobiernos militares, no había una marcada dependencia o había muy poca, a excepción de la última dictadura donde la justicia fue de una obediencia mayúscula con la sola excepción de algunos pocos fallos que fueron morigerando el proceso en forma tardía e imperfecta. Durante los últimos diez o quince años a la justicia se la somete a un mayor control desde el punto de vista político, y al mismo tiempo se generaliza la corrupción económica. Hoy hay tribunales donde las resoluciones tienen un precio tasado –lo afirma el propio doctor Moreno Ocampo, fiscal de la Corte Internacional de Justicia-, al mismo tiempo hay jueces que no cambian una resolución por dinero pero la cambian por un ascenso que sigue dependiendo de la voluntad política. Esto, aunque más leve, también es una forma de desviación. La corrupción del poder político trae como consecuencia la corrupción de la justicia. Y sin justicia, no hay democracia plena y sin democracia plena no puede haber un país moderno y progresista.
Claro que esto de la corrupción judicial no es nuevo sino bien viejo. Tiene sus raíces en Roma. Estaba leyendo en la cárcel de Polinter de Río de Janeiro, la “Storia de Indro Montanelli” una noche, y de pronto mis carcajadas sorprendieron a un guardia. Se acercó tal ves pensando que me había vuelto loco y entonces le traduje el siguiente párrafo: “Los patricios, que se encontraban de nuevo con todo el poder en sus manos (se está refiriendo el autor a la restauración de Sila, cónsul y dictador de Roma en los años 80 antes de Cristo) en vez de usarlo –prosigue- para poner de nuevo orden en el Gobierno y en la sociedad, lo aprovecharon para robar, corromper y matar. Todo, entonces, no era más que cuestión de dinero. Comprar la elección a un cargo era una operación normal, y había una industria apropiada para procurar votos, con técnicos especializados: los intérpretes, los divisores y los embargadores. Para conseguir la elección de su amigo Afranio, Pompeyo invitó a su palacio a los jefes de tribu y contrató sus sufragios como si fuesen sacos de manzanas. En los tribunales ocurrían cosas peores. Léntulo Sura, absuelto por los jueces por dos votos de mayoría, dijo, dándose una palmada en la frente: ´Mala suerte, he comprado uno de más. ¡Y al precio que me han salido...!.(Pág. 206, Indro Montanelli, Storia di Roma, Ed. Plaza&Janes).
¿Este proceso de deterioro en la justicia esta enmarcado en un proceso más global, con particularidades propias en nuestro país?
Es un proceso que se da en el mundo, en menor medida también en Europa. “Caos o justicia” es un libro de Robert Dennis, un periodista francés, que aporta testimonios de jueces y fiscales europeos, donde ellos mismos manifiestan su preocupación y fracaso en la lucha contra la corrupción de la justicia de sus países. En Brasil la corrupción en la justicia es muy grande, también en Paraguay y en Colombia. Adelante mío, en la Polinter de Río el año 2000, un abogado y primer vereador (1er concejal) condenado a 25 años por haber mandado asesinar al Prefeito (Intendente) de su distrito para sucederlo, compró una declaración de nulidad del fallo por la suma de ciento cincuenta mil dólares y se fue en libertad. Me parece que básicamente este tema depende de políticas de Estado asumidas con un fuerte compromiso. Felizmente creo que en el gobierno de Kirchner hay un cambio de rumbo en este sentido. Me parece que es el signo más positivo de los últimos tiempos Sin embargo, en el propio peronismo, a excepción de algunos gobernadores como el de Buenos Aires (Felipe Sola), Santa Fe(Jorge Obeid), Formosa (Gildo Insfran), y algún otro, lo veo bien solo.
¿Cómo vive los cambios que se producen en la Corte Suprema, y qué reflexión realiza sobre la crítica que advierte el pasaje de una Corte menemista a una kirchnerista?
El cambio es muy positivo. Teníamos una Corte dependiente del presidente, del Poder Ejecutivo, el grado de sujeción era altísimo, pero no sólo era dependiente, sino que la corrupción era muy grande a tal punto que cuentan, los propios menemistas, que cuando Menem se estaba yendo en el año 99, para sacar algunas sentencias él mismo tenía que “ponerse”.
Hoy en día los mecanismos de elección pueden ser diversos. El control social es importante. Las críticas que oí o leí fueron de carácter ideológico. A mí me parece que la Corte tiene que ser tan pluralista como la sociedad, que no debe ser el gobierno de un partido o una ideología.
Dios nos salve de una Corte que adhiera y profese una ideología!. Los miembros en primer lugar me parece que tienen que ser gente que sepa pensar, tienen que ser pensadores, luego tienen que tener valores, deben ser probadamente honestos y por último tener profundos conocimientos jurídicos. El juez de la Corte tiene que estar comprometido con principios, reglas y normas del Derecho Internacional y de la Constitución, y ser un experto en el proceso hermenéutico y lógico de concretizar la norma al caso como acto de justicia.
No me parece que haya la pretensión de una justicia kirchnerista, porque la designación del Doctor Eugenio Zaffaroni, y el resto de los miembros elegidos, parecen ser de una gran diversidad de puntos de vista, y sin embargo tener un común denominador: alto nivel ético y académico.
En carácter de ex juez ,¿cómo plantearía la relación política-justicia en lo referente a la inseguridad y delincuencia?.Actualmente existe una tensión constante entre funcionarios políticos y los miembros del área de la justicia.
El tema sobre políticas de seguridad pasa a mi juicio por dos parámetros. En relación a la capacitación de la policía, hay que hacer una fuerte inversión y hay que ser cuidadoso en la selección del personal subalterno. En segundo lugar habría que hacer una inversión en el presupuesto de esas fuerzas. Si nosotros le decimos a la policía que, más allá de los sueldos debe “autofinanciarse”, es decir conseguir fondos para la nafta y reparación de los patrulleros, municiones y gastos de mantenimiento, con la recaudación de los comerciantes, caerá en la recaudación en los boliches nocturnos, en las centros de prostitución, en los proveedores de droga, en los desarmaderos de autos, en los depósitos y compra venta de armas. Si queremos que la policía termine con eso tenemos que dotarla de un presupuesto que le permita cumplir en forma adecuada con sus funciones. Para esto creo que el país no está preparado y por eso parece que el problema no tiene solución. No se trata de hacer purga tras purga, aunque hay que separar a los malos funcionarios. Estas purgas de listas interminables de oficiales elegidos de modo arbitrario tenían un efecto mediático, y ya ni siquiera eso. Dejan un tendal de gente herida por situaciones injustas y un efecto de parálisis en la fuerza. Un horror. En un libro que se titula “¿Qué es el crimen organizado?”, he explicado, más extensamente, cómo es la trama de las relaciones entre la policía, la delincuencia y los políticos. Hay que deshacer esa trama, lo demás son fuegos artificiales.
Usted en esta entrevista, y en su libro “¿Qué es el Crimen Organizado?, menciona la existencia de un crimen organizado que cuenta con el apoyo de funcionarios públicos. ¿Este proceso tiene vigencia actualmente en nuestro país y en América Latina?
Caracterizo al “crimen organizado” como una categoría social consistente en “grupos que cometen delitos graves que afectan el orden político o social valiéndose del Estado, otras corporaciones o cualquier otro espacio normativo institucionalizado y estructurado y de los mercados de bienes y servicios, con el fin de obtener un beneficio particular que tenga un valor económico”. Como ve la corrupción de los funcionarios públicos es esencial para la existencia de este tipo de crímenes. Para ser breve, en la medida que uno introduce en el Estado presidentes, diputados, jueces, gobernadores, intendentes, concejales honestos, que no se comprometen con esos grupos criminales, a éstos se les resta poder y pasan a ocupar el lugar que les corresponde de “ilegales” o de “gente al margen de la ley”. De lo contrario, la sociedad en su conjunto –Estado y entidades intermedias- empieza a ser penetrada por la corrupción como cuando un organismo es atacado por un cáncer. El cambio de funcionarios corruptos por funcionarios honestos significa que esta delincuencia de ser tolerada pasa a ser perseguida. Si esto ocurre, con el tiempo la corrupción y la delincuencia van a quedar reducidos a una mínima expresión hasta desaparecer. Si esto no ocurre el Estado mismo será totalmente penetrado por el crimen y la tierra se transformará en un infierno.
En una entrevista publicada el 29 de agosto de 2004 en el diario Pagina/12, el juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni criticó la idea de crimen organizado Sostuvo que es una “categoría abstracta que abarca desde el lavado de dinero hasta las bandas de secuestradores, y que no sirve para nada”. Dice que si uno es el Estado ”tiene que atender el delito tomando en cuenta las particularidades; y que la noción de crimen organizado no sirve para la prevención”.
Yo conocía su opinión, porque la escuche en una conferencia que dio en Chapadmalal en el año 1995. En rigor, en aquella oportunidad, en Chapadmalal Zaffaroni recuerdo bien que dijo algo más o menos así: “Es una categoría que no existe. El único crimen organizado que conozco es el del Estado contra los ciudadanos....”. Por eso, justamente, es que creemos que la categoría de crimen organizado es útil y necesaria circunscripta a la alianza de las bandas criminales –para las cuales alcanza con el concepto de asociaciones ilícitas- con el Estado u otras corporaciones. Cuando el Estado deje de tener vinculación con sectores tales como la prostitución, robo de autos, tráfico de drogas, lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas, tráfico de armas; éstos formarán parte en exclusiva de la categoría de hechos delincuenciales comunes. Mientras tanto no lo sean, deben ser diferenciados porque en su alianza con los funcionarios públicos ponen en peligro la estructura del poder y la función pública. No estamos hablando del Código Penal, hablamos de sociología criminal. Somos concientes de que existen algunos peligros respecto al manejo de este concepto, ya que hay quienes incluyen en el mismo a organizaciones terroristas o que tienen que ver con manifestaciones políticas, sociales o insurreccionales. Desde esta óptica –que rechazamos-, se utiliza el concepto para justificar una determinada política de seguridad. Nosotros consideramos necesario en cambio apropiarnos de este concepto con el alcance expresado.
¿Por qué aceptó encontrarse con Guillermo Coppola en 2003 durante un programa de televisión, y que conclusión saco al respecto?
Acepté porque en la primera parte del programa yo podía decir mis verdades, tratar de clarificar un poco la confusión que yo mismo percibía en la gente. Que la gente pudiera saber quién era Bernasconi, y dar la cara.
En segundo lugar me pareció que era la forma de terminar con el tema Coppola vs. Bernasconi, ponerle un punto final. Me parecía una actitud miope quedar clavado en una cuestión personal a partir de este caso. Por otro lado no se podía afirmar sin ser injustos que el causante de todas mis desgracias haya sido él, o el que fue su “pupilo” que es lo que queda en la creencia de mucha gente. El proceso es mucho más complejo y usted se dará cuenta que llevamos hablando muchas horas y prácticamente no nos hemos ocupado de este señor, ni de si actuó bien o mal porque ese no es el tema. El tema lo excede, va mucho más allá, tiene una gravedad institucional y social que debe ser comprendida.
Con respecto al encuentro personal, creo que fue un gesto de humildad y exposición con el otro, aunque el otro haya sido un otro conflictivo. Claro que quede con un sabor amargo, porque al ser un encuentro despojado de toda teatralidad, lo viví como un encuentro totalmente descarnado y fue muy duro. Para mí era como si no estuviese en un set de televisión, me encontraba con quien me había estado agrediendo y calumniando durante años. No podía ser otra cosa que un momento doloroso y conflictivo. No salí feliz de ese encuentro, pero me pareció que había terminado un período. Fue como un duelo, eso como un duelo, que siempre es necesario hacer.
En ese encuentro le regale La Biblia porque cuando estuve preso tuve conmigo ese libro maravilloso y me pareció que era un acto de donación, que tal vez le haría bien. Y como creo haberle dicho con frecuencia, rezo por mis amigos, por mis enemigos y no solo por ellos, principalmente por mí. Eso no significa que los perdone o los deje de considerar enemigos. En algunos casos los perdono, en otros no. De todas maneras con esto no quiero decir que yo sea un santo, es más, le digo con toda certeza que no lo soy.
Para finalizar, quería preguntarle por qué acepó contestar estas cientos de preguntas, que nos han demandado unas 12 horas de grabación.
Creo que tenia que dejar un testimonio de lo que me tocó vivir, y si no fuera por su propuesta tal vez no lo hubiese hecho nunca. Además, creo que usted es un periodista joven muy talentoso que tendrá muchos éxitos en el futuro, y con este libro va a hacer un buen trabajo.
¿Le preocupa la recepción que pueda generar usted ante la sociedad? .
De ninguna forma. Lo que me llama la atención es que mucha gente me siga identificando con el juez, como si siguiera siéndolo. Claro que creo que la sociedad es una red de relaciones interpersonales y no un ente que habla por la encuesta de opinión o el voto popular. Pero en alguna oportunidad me comentaron que Duhalde había mandado hacer encuestas en la región del juzgado después de mi destitución y más del sesenta por ciento tenía una imagen positiva sobre mí. La sociedad no tiene voluntad, el encuentro es siempre con el otro, o con los otros. Cuando la gente me encuentra y me pregunta, hago todo lo posible por responderle, contarle en pocas palabras lo que pasó. En general tengo una buena relación con la gente, en muchos casos es una relación dialéctica. Varias veces me encontré con que cuando iba a pagar un café ya estaba pago. Me ha pasado recientemente que me pararon para pedirme un autógrafo, o viajo y donde voy los periodistas me piden una nota, me piden opinión sobre la cuestión política, sobre la justicia, sobre la seguridad. Es muy curioso lo que pasa A veces me preguntó, ¿no será que la gente sabe mejor que nosotros lo que pasó?
FIN.
APÉNDICE
AGRADECIMIENTOS
A todas aquellas personas que en forma interesada o desinteresada aportaron datos, bibliografía, información, archivos, ideas y otros elementos que ayudaron a la realización del libro.
A algunos de los entrevistados que me autorizaron a nombrarlos, por su paciencia y comprensión: Roberto Schlagel, Agustina Bernasconi, Enrique Piana, Alfredo Meckievy, Jorge Landau, Alicia Barrios, Roberto Guiney, Blanca Bernasconi y Héctor Maya.
A los ágiles y astutos editores, Pamela Morales y Ezequiel Spillman.
Al excelente equipo profesional y humano, con el cual realizamos la investigación para el libro de Miguel Bonasso “El Palacio y la Calle”, durante el año 2002. Paloma García, Mauro Federico, y especialmente a Daniel Enz.
A la editorial “Ediciones de la Orilla”, por aceptar el proyecto en forma integra y otorgarme total independencia para su realización.
A mis entrañables amigos, por sostenerme en las horas precisas.
A Fito Páez. A México, Distrito Federal.
A los enemigos verdaderos. Al dulce y extraño sabor que deja cada derrota.
Dedicado a la memoria de las 85 víctimas del atentado a la AMIA,
ocurrido el 18 de Julio de 1994 en Buenos Aires.
INDICE
CAPITULO I.......................DOLORES Y LA CAUSA COPPOLA
CAPITULO II.....................LA CAIDA DEL JUEZ
CAPITULO III.....................LA FUGA A BRASIL Y LA DETENCIÓN
FOTOS...........................
CAPITULO IV....................... RECORRIDO DE UNA VIDA
CAPITULO V....................... REFLEXIONES DE UN HOMBRE
APENDICE............................
FALTAN CONTRATAPA Y SOLAPA
BERNASCONI TIEMPO DESPUÉS
(Diálogos con el juez del caso Cóppola)
A NORMA, ERNESTO,
LUCIANA Y MARIANO DORFMAN,
MI FAMILIA.
POR EL ABRAZO DE SIEMPRE.
A MIGUEL BONASSO,
POR SEÑALARME LOS PRIMEROS PASOS
PRÓLOGO
Mientras dirigía una investigación sobre el crimen de María Marta García Belsunce, un hecho fortuitito me cruzó con Hernán Bernasconi. Desde ese momento, se creó entre nosotros una relación de respeto mutuo.
Sin ninguna obligación, Bernasconi escuchó una serie de preguntas con relación a la causa que había determinado la detención de Guillermo Cóppola. Me asombraron sus respuestas tranquilas, serenas y meticulosas en cada detalle.
Hacía 6 meses que estaba en libertad. Sentí que lo inquietaba, que le traía el tormentoso pasado de su vida al presente. Sin embargo, comprendí que el tiempo de prisión en Gendarmería - en que las horas libres y la contemplación son corrientes-, le habían permitido elaborar todo el proceso. Bernasconi quería hablar.
Desde su salida de la cárcel no había otorgado ningún reportaje. Prefería mantenerse alejado de los medios, y reconstruir su vida ajeno a cualquier tipo de exposición. La gente en la calle lo distinguía con indiferencia, incluso después de haber participado en un programa de Canal 13 conducido por el periodista Roberto Caballero, donde se cruzó con Guillermo Cóppola.
En una sucesión de encuentros informales que tuvimos –Bernasconi estaba interesado en mi investigación, y yo en sus anécdotas y recuerdos-, surgió la posibilidad de hacer un libro.
La idea original nunca se modificó. Queríamos realizar una serie de entrevistas, para reconstruir la historia que lo mantuvo más de 3 años en prisión.
Con el tiempo fui conociendo al hombre detrás del Hombre. Fui alejandome de esa imagen desteñida que entregaron los medios y me acerqué a una persona que reconocía, aún con cierta soberbia, haber cometido múltiples errores.
¿Por qué había decidido enfrentar a Guillermo Cóppola?. ¿Cómo sintió la fama, el poder, la exposición que consiguió en forma sigilosa? ¿De qué se arrepiente?.¿Cómo fueron los 3 años y medio de detención?.¿A pesar de haber recuperado su libertad, siente odio, bronca, rencor?. ¿Cómo actuó la dirigencia política con él?. ¿Qué papel jugó la interna Menem-Duhalde en su causa? ¿Fue un perseguido político, o simplemente un hombre que fallo en su estrategia?
Hicimos una decena de entrevistas, que se transformaron en más de 20 horas de conversación. A pesar de ciertas dificultades técnicas, su casa y algunos bares porteños lograron sostenernos, aún en los momentos de mayor tensión.
Tiempo después de los primeros encuentros, decidí agregar los dos capítulos finales del libro. Para acercarse al hombre detrás del Hombre, era necesario conocer sus reflexiones y reconstruir una parte de su vida.
Como suele suceder con la prensa argentina, Bernasconi dejó de ser noticia, y los cientos de pedidos para entrevistarlo desaparecieron. La construcción de su personaje fue emblemática: sé lo persiguió, se lo apoyó, y se lo atacó con argumentos banales y un profundo desconocimiento.
Este Libro no pretende exponer juicios de valor. En éstas páginas, lo que se encontrará será un diálogo serio y extenso, sobre los temas que debían ser tratados.
El resultado es un puñado de hojas que darán lugar a la reflexión, y a la libre interpretación que cada lector tenga para efectuar. Ese es el objetivo.
PABLO DORFMAN.
20 DE OCTUBRE DE 2004, BUENOS AIRES.
CAPITULO I: DOLORES Y LA CAUSA COPPOLA
Hay un aire espeso y desconocido. Por primera vez se abre ante mí, Dolores, una ciudad que amanece desierta. Como todas, ésta es una tarde de invierno fría, gélida. Me detengo a contemplar un instante el paisaje, mientras el ex juez Hernán Bernasconi observa con una mirada fina y aguda cada esquina.
Hace 9 meses que Bernasconi dejó la cárcel. En su rostro fino y alargado vislumbro la intensidad de su mirada y el parpadeo monótono de sus ojos. Nuestro entorno aparece en quietud y sosiego.
Desde 1999, antes de escaparse a Brasil y estar detenido poco más de 3 años, Bernasconi no volvió a Dolores, el lugar donde se concentra la primer parte de esta Historia.
Allí viven unos 30 mil habitantes. Su población, como tantas, sufrió las consecuencias del menemismo. De las pocas industrias que tenía, solo una logró sobrevivir.
El 80 por ciento de la gente se dedica a trabajos administrativo para el Estado, y sólo una pequeña parte tiene tierras para cosechar.
A la una de la tarde, se impone el silencio. Los pequeños comercios descansan, y en cada esquina una luz sucia mantiene tenuemente la visibilidad.
Es un día seco, de Mayo, donde nada presupone algo distinto. Bernasconi recorre la plaza principal, esa construcción circular que bordea el municipio y la iglesia.
Le Esbozo miradas inquisitivas y lentas. Tengo dudas, y cierta tensión. Me pregunto a cada instante, qué pasó en esta ciudad que observa asombrada y conmovida la presencia del ex juez. Me indago, sin respuestas: ¿quién es esta persona, a quien distingo apacible, e inquietantemente sereno?. ¿Porqué quiere hablar?. ¿Qué es lo que quiere decir?.
La ciudad testigo, reposa al este de la Provincia de Buenos Aires. Pasamos por el Juzgado Federal, el sitio que Bernasconi dirigió casi 5 años. Ubicado sobre una avenida angosta, y rodeado de comercios, su única entrada, su color desteñido, el aire opaco y tradicional, me hacen recordar a los periodistas agolpados, amontonados por conseguir la última noticia. Me asombró al ver lo diminuto del lugar.
Seguimos conversando, y mantenemos breves silencios. Quedamos en reencontrarnos para empezar las entrevistas.
Dolores queda atrás. Miro, con aire extraño, una última luz, ahora clara, fina, inalterable en la ciudad vacía.
Pienso en las preguntas, en cada una de esas preguntas que me persiguen desde que leí los expedientes, los periódicos, las revistas.
Percibo su necesidad de hablar, y escucho.
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A través de un proyecto de ley propuesto por el Poder Ejecutivo Nacional, a cargo del ex presidente Carlos Saúl Menem, se decidió crear en 1993 el Juzgado Federal de Dolores, con el objetivo de agilizar trámites y causas que se concentraban exclusivamente en Mar del Plata y Azul.
Hernán Bernasconi asumió el 22 de septiembre de ese año el cargo de Juez, con el apoyo de los dirigentes más cercanos a Eduardo Duhalde, entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Dolores tiene bajo su jurisdicción 14 localidades. Sin embargo, las causas de mayor interés público se produjeron en el Partido de la Costa, principalmente Pinamar y Villa Gesell, dos tradicionales centros de veraneo, al cual acuden cientos de miles de turistas por año.
Desde 1994, las causas por drogas empezaron a propagarse y tomar notoriedad. Empero, fue recién el 18 de diciembre de 1995 que el ex presidente Carlos Menem decidió lanzar el operativo Sol Sin Droga, que contaba con la presencia de Diego Armando Maradona como rostro y emblema de la campaña.
Antes del comienzo del verano de 1996, Bernasconi se reunió con los comisarios de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que estaban destinados al operativo Sol. Las indicaciones que transmitió el juez fueron precisas: había una fuerte decisión política para combatir a las mafias de la droga.
Al poco tiempo, una serie de aparentes hechos aislados e inconexos comenzaron a tomar forma en lo que luego seria la “Causa Cóppola”.
En Febrero de 1996, se detuvo a Héctor “Yayo” Cozza, un íntimo amigo de Guillermo Cóppola, que viajaba en su auto hacia Pinamar junto a Samantha Farjat, una estudiante universitaria de 21 años. En el vehículo se habían encontrado pastillas de éxtasis y cocaína.
En el mismo mes, fue arrestado en Pinamar el amigo de Diego Maradona y reconocido representante de modelos, Carlos Ferro Viera, también por tenencia de estupefacientes.
El verano había sido intenso. El consumo de drogas en la costa había crecido en forma considerable.
En Marzo de ese año, el comisario Sergio Camaratta realizó una declaración espontánea ante su par Gustavo Prellezo, y entregó una lista con nombres de narcotraficantes en las cuales figuraba Cóppola.
Bernasconi decidió avanzar. Eligió a los comisarios Daniel Diamante y Antonio Gerace como “agentes encubiertos”, para que ingresen en el entorno del manager de Maradona.
Junto a la información que entregaron los policías, se sumaban los datos aportados por Samantha Farjat y Julieta Lavalle, otra joven de 22 años.
Los teléfonos del circulo más cercano a Cóppola fueron intervenidos.Según Bernasconi y su Secretario Roberto Schlagel, había información suficiente para comenzar con una serie de allanamientos, sustentados en las horas de conversaciones obtenidas y los datos que se fueron acumulando.
El 5 de Octubre de 1996 detuvieron a Claudio Cóppola(que no tiene parentesco con Guillermo), a Diego Espósito (cuñado de Maradona), a Paco Simonelli y a “Yayo” Cozza por segunda vez.
Dos días más tarde, se allanó el departamento de la Recoleta del ex futbolista Alberto Tarantíni, y junto a su mujer Natalia de Negri, fueron también arrestados por tenencia de estupefacientes.
El entorno más cercano a Guillermo Cóppola estaba en prisión, y su situación era irreversible. La madrugada del 9 de Octubre Bernasconi autorizó el allanamiento de su departamento de la Capital Federal en Avenida Libertador, donde se encontró medio kilo de una mezcla de cocaína en un jarrón. Esa misma tarde, Cóppola decidió entregarse a la justicia.
Dos semanas más tarde, Bernasconi le dictó prisión preventiva y lo acusó de ser el Jefe de una Asociación Ilícita.
El caso adquirió una repercusión notable. La opinión pública recibía horas de información sobre el tema. En Dolores, cientos de cronistas y fotógrafos reclamaban cualquier tipo de novedad.
A partir de Octubre la causa dio un giro inesperado. El hombre más cercano a Diego Maradona, un hombre reconocido y poderoso, de vínculos personales con el ex secretario privado de la Presidencia, Ramón Hernández, era procesado por un cargo al que podían corresponderle 15 años de prisión.
¿Por qué se tomo la decisión de detener a Guillermo Coppola?. ¿Había elementos suficientes y confiables para tomar esta medida? ¿Cuál era el respaldo político que sé tenia para llevar adelante la instrucción?. ¿Bernasconi tenia magnitud de la repercusión que tendría la causa?.
¿En que contexto se produce su llegada a Dolores, y quién lo propone para el cargo?
Se habían creado por diversas leyes una serie de juzgados federales nuevos en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, y en el curso del año 1993 la provincia tenía que proponer los nombres para ocupar entre otros el cargo de juez federal de Dolores. Un grupo de abogados intendentes de la región que me conocían por mi actuación como legislador provincial primero y como Subsecretario de Justicia después, sabiendo que integraba una lista de postulantes para ocupar alguno de los nuevos juzgados me pidieron que aceptara ser propuesto. Les dije que si, sin saber, naturalmente, los dolores que me deparaba ese destino. Se trataba de un juzgado que no era exclusivamente competente en materia penal, sino lo que se llama de competencia universal, esto es que abarcaba todas las materias federales: civil y laboral, administrativo, tributario y penal, por eso acepté.
Como secretario penal lo designé a Roberto Schlagel que era un penalista recibido con medalla de oro y que había trabajado durante diez años en un estudio penal muy importante de la provincia, en la Secretaría Civil designamos a un abogado propuesto por la Cámara Federal de Mar del Plata y posteriormente en la Secretaría Tributaria a una abogada de carrera también del fuero federal de Mar del Plata.
¿El cargo tenía que ser aceptado por el poder ejecutivo nacional y por el gobernador de la provincia?
En cuanto a la designación del juez federal había, en ese entonces, una práctica en todas las provincias según la cual el gobierno provincial proponía los nombres de los postulantes a ejercer los cargos de jueces federales. En mi caso fueron los intendentes de la región de Dolores (integrada por catorce municipios) y el gobierno de la provincia canalizó esa propuesta, o sea que en mi elección- aunque ambos la consintieran-, no surgió de una iniciativa de Menem ni de Duhalde; no es un dato para ignorar ya que había otro firme candidato a ejercer el cargo, que era el abogado Jorge Mola propuesto por el menemismo.
¿Dolores estaba preparado para la creación de un juzgado federal en relacion al personal que existia?
Cuando fui a Dolores no había personal, ni espacio físico, ni muebles, ni causas ya que las que se habían entablado en la jurisdicción quedaban en los juzgados de Mar del Plata, con lo cual, lo primero fue seleccionar gente para integrar la plantilla del personal del juzgado. Ese personal fue de Dolores ya que no había propuestas de traslados de Buenos Aires o de Mar del Plata.
En 1995 se lanzó el operativo Sol sin drogas con la participación de Maradona como símbolo de la campaña. ¿Cuáles fueron las nuevas indicaciones que se dieron para actuar en delitos por droga?
Por mi parte di charlas a la policía de narcotráfico –que era una división con muy poca gente, tres o cuatro personas-, y a los de las distintas comisarías de la región, en reuniones donde se concentraban a todos los comisarios y les explicábamos las reglas del código procesal penal de la nación, las garantías de los sospechosos o imputados, la política tendiente a perseguir a los narcotraficantes, la tipificación de otros delitos federales. La parte instrumental la explicaba el doctor Schlagel. Nos tomamos un trabajo de formación docente en ese sentido que creo que ningún otro juzgado realizó. La policía provincial de comisarías estaba habituada a aplicar el código procesal provincial y, a no ser los de narcotráfico, el resto desconocía la ley de estupefacientes. Además, les advertíamos sobre las modalidades del fenómeno de la droga – nuevo en ese entonces-, en muchos de los pueblos del interior. De hecho, había muchos comisarios de pueblo que jamás había visto un gramo de cocaína. Había una posición pública muy clara y transparente con la cual fuimos coherentes durante los cinco años y medio que fui juez federal. Toda la policía sabía que con Bernasconi no había arreglo. A esas reuniones invitábamos al Fiscal y al Defensor Oficial para que dieran sus puntos de vista. Esto no suele ocurrir en casi ninguna parte del mundo.
En el juzgado de Dolores recibieron desde el comienzo causas importantes relacionadas con el consumo y la venta de éxtasis.
En el curso de 1995 hubo informaciones dadas por la Secretaría de Prevención de las Adicciones de la Provincia que presidía el doctor Juan Yaría, de que existía el propósito de ciertos narcotraficantes de desembarcar con el éxtasis traído de Europa –Holanda y Alemania- en Punta del Este, la costanera de Buenos Aires y la costa atlántica, más puntualmente Pinamar. Efectivamente esas predicciones se cumplieron. El primer procedimiento lo hizo la Policía Federal en Barracas en enero de 1996, donde el Comisario Jorge Palacios secuestró pastillas de éxtasis y cocaína en un vehículo que conducía Héctor “Yayo” Cozza a quien acompañaba su pareja Samantha Farjat con dirección a Pinamar.
Antes del caso Coppola existieron en su juzgado algunas causas públicas, como la citación a declarar de Charly García...
El tema fue así: la policía afectada al Operativo Sol me informa telefónicamente que este cantante estaba de gira en Pinamar y Villa Gesell, y que por alrededor de un vehículo tipo casa rodante que trasladaba a músicos e instrumentos se percibía un fuerte olor a marihuana. Les reiteré que no estaban para perseguir a adictos, que investigaran posibles operaciones de transporte, introducción, suministro o compra-venta de drogas. Un par de días después hay un festival en Villa Gesell y yo estaba ahí con mi familia. Vi los portones del estadio abiertos y decidí entrar al festival para ver a Charly a quien como músico admiro. Allí me encontré con unos amigos ya que el lugar estaba bastante despoblado, y presencié el final de la presentación. Al día siguiente, domingo, los diarios daban cuenta del festival y transcribían una frase que le atribuían a García: “Es mejor drogas sin sol que sol sin drogas”. Yo era testigo que no había dicho eso, había jugado con esas palabras “sol sin drogas...drogas sin sol...”(varias veces) para finalizar diciendo: “Porqué no me dejan de joder o se creen que yo soy pelotudo...”. Yo estaba a pocos metros del escenario y no podía tener dudas de lo que había oído. El lunes cuando llego al Juzgado me encuentro con dos denuncias: una hecha por el fiscal federal Jorge Ismael Mola y la otra iniciada de oficio por la policía de la comisaría de Villa Gesell, lo cual me llamó la atención porque fue la única denuncia por drogas hecha por el fiscal federal desde que estaba a cargo, y la única causa por drogas iniciada por la comisaría de Villa Gesell. En ambos casos se acompañaban recortes de los diarios que titulaban con la supuesta frase de Charly sendos artículos y la imputación de apología del uso de estupefacientes. No obstante mi desagrado por utilizar a la justicia federal para eso y no para perseguir el narcotráfico, cité al señor García a indagatoria. Concurrió con su abogado el doctor Abel Fleitas, Dolores recibió el primer aluvión de periodistas y medios, Charly declaró y dijo que efectivamente no había dicho eso, no dejó de mirar con horror al fiscal durante todo el tiempo que duró la audiencia y se retiró en libertad Unos días después le dicté la falta de mérito y finalmente el sobreseimiento sin dejar de comprometerlo para adoptar algunas medidas de prevención de su salud... Lo cierto es que ya en ese entonces se quiso provocar un escándalo que sacudiera el Juzgado Federal de Dolores. Aquí vemos cómo el poder político a veces por intermedio de la policía, dirige investigaciones o provoca el inicio de causas dirigidas contra determinados personajes por motivaciones propias.
El verano del 96 fue el inicio de una serie de procedimientos –Ferroviera, Eduardo Odriozola, Hector Cozza-, que desembocan en la causa Coppola. ¿Cuáles son los hechos que conducen a estas detenciones?. ¿Se secuestraron efectivamente importantes cantidades de éxtasis en esos procedimientos?
En el único caso en el que se secuestró éxtasis de absoluta pureza fue en la casa de Ferroviera donde también se secuestraron otro tipo de drogas. En los demás casos, se secuestró cocaína y también pastillas que sometidas a los análisis de laboratorio resultaron no ser éxtasis. De todas maneras esta “no constatación del éxtasis” no significaba que los portadores eran inocentes, o quedaban detenidos por tener “basura” como dijo el ex juez Roberto Markevich. En todos los casos se secuestraba una cantidad de cocaína que excedía lo que se posee para consumo personal y había indicios de suministro a menores o venta a terceros.
Había casos de consumo personal, había casos de suministro a menores y había casos de dealers que comercializaban. Nunca quedaba detenido alguien por la mera tenencia de droga para consumo personal.
Para ese entonces había conformado su conjunto de trabajo con Roberto Schlagel como secretario.
¿Los policías Daniel Diamante, Antonio Gerace y Carlos Gómez ya formaban parte de ese equipo?
Bueno, aquí en el juzgado desde el 94 esta Schlagel, los policías están en la policía y fueron designados por el Director Provincial de Narcotráfico para integrar el operativo Sol en el verano del 95 y en el verano del 96. Nunca elegí a esos policías para integrar ningún “grupo”, esto fue un invento del juez Gabriel Caballo. Ellos estaban en el Operativo Sol, dependían de Comisarios y Subcomisarios que era con quienes el juzgado tenía mayor trato, y ellos fueron los que iniciaron la mayor parte de las investigaciones del verano de ese año entre las cuales estaba la causa Cóppola.
Entre el mes de agosto y noviembre estuvieron “adscriptos” al juzgado a pedido del entonces Director Provincial de Narcotráfico por una cuestión meramente administrativa de la Policía. Pero ellos estaban a cargo del Comisario Emilio Azzaro, trabajaron en la causa Café Blanco en el Juzgado de Suarez Araujo y en muchas otras causas de narcotráfico a cargo del mismo comisario. Pero además le doy otro dato para que tenga una verdadera dimensión de la deformación que se cometió cuando se dijo que Bernasconi tenía un grupo de élite que trabajaba para el juzgado de Dolores: desde marzo del 94 hasta diciembre del 96 se llevaron a cabo por orden mía ciento cincuenta procedimientos que tienen que ver con la ley 23.737 (estupefacientes). ¿En cuántos cree que actuaron Diamante y Gerace?, en catorce. En los demás, antes, durante y después de la causa Coppola actuaron otros policías.
¡Se da cuenta lo que es deformar datos de la realidad!
Hay una lista que presenta Diamante sobre posibles narcotraficantes y usted le dio mucha importancia.
Efectivamente Diamante era un Oficial que había recibido un ascenso por mérito al grado de “principal” por su actuación como agente encubierto en la causa Café Blanco, y tenía muy buenos antecedentes en su legajo promovido con 10 todos los años. Ademas, en el grupo del Operativo Sol se destacaba por su mayor preparación en la materia. Él aportó datos a lo largo de toda la investigación de la causa Coppola y bueno, como verá se demostró que no era tan bueno como creíamos.
Hay algo que me produce muchas dudas sobre una de las listas que recibió. En una de ellas, que comento en la introducción- me refiero a la de Sergio Camaratta- , aparece mencionado Marcelo Tinelli.
No es cierto, en la primera lista no aparece Tinelli. Hay una primer declaración de Cammarata que hace referencia a Coppola cuya fuente no figura en la causa, pero se trataba de una informante, hija de un empleado de Coppola del boliche de la Capital Federal Buenos Aires News, que le da esa información a un oficial de narcotráfico que no participó de la investigación de la causa, y que a su vez se la transmite a Diamante. Cammarata presta declaración ante Prellezo, después Diamante aporta una serie de teléfonos, ya estando a cargo de la investigación el comisario Azzaro. Se decidió intervenir esos teléfonos, después se designó a Diamante como agente encubierto, y en el curso de la causa el fue aportando una serie de datos, y haciendo organigramas donde describió aproximaciones a una supuesta red de narcotraficantes con información que iba tomando de diversas fuentes. En esos organigramas hubieron pistas serias y otras que no.
Para realizar los operativos en el mes Octubre donde se detiene a Simonelli, Cóppola, Cozza y Espósito, ¿qué elementos había?.
En primer lugar en la causa que se inició durante los primeros meses de la investigación, decidimos actuar con mucha prudencia, y no ordené ningún procedimiento en forma apresurada. Lo que la investigación arroja es que había relaciones entre distintos sujetos, por una parte de conversaciones de Guillermo Coppola y gente del exterior. En la interpretación del comisario Azzaro se trataba de transacciones que tenían que ver con narcotráfico, y así lo confesó el mismo mucho tiempo después en su testimonio ante el Senado, en el trámite de juicio político en mi contra. El mismo Azzaro reconoce que las intervenciones a los teléfonos de Coppola se siguieron a pedido de él cuando yo le dije que no mantendría intervenido un teléfono por el solo pedido de los comisarios si no había una demostración de la seriedad de las sospechas.
Las escuchas también arrojaron una relación de Claudio Coppola con Esposito (cuñado de Maradona) y con Yayo Cozza y Samantha Farjat. Por otro lado surgían lazos que unían a ellos con Alejandro Federico, y a el con Guillermo Coppola.
Pero Yayo Cozza y Samantha Farjat habían sido detenidos en marzo. ¿No aparecieron en aquellas declaraciones algunos indicios que luego serian importantes?
En ese momento no sabíamos de esa causa, lo supimos después. Tampoco sabíamos que Alberto Tarantíni había sido informante de la policía federal, lo supimos mucho más tarde, tampoco sabíamos que Tarantíni la había entregado a Samantha y a Yayo Cozza Con el transcurso del tiempo todo eso fue apareciendo. Sin embargo lo declarado por Samantha Farjat en el juzgado de Diego Ballesteros fue coincidente con lo declarado en el juzgado de Dolores con algunos agregados...
¿Había información que justificaba el allanamiento contra Guillermo Coppola?. Teniendo en cuenta la magnitud del personaje, ¿se tomaron todos los recaudos?
Le repito que el comisario Azzaro nos decodificaba las conversaciones y a su juicio esas conversaciones estaban referidas a trafico de estupefacientes. Él decía que cuando hablaban de pantalones en cantidades importantes, y no tratándose de comerciantes del gremio textil, teniendo en cuenta el contexto de la conversación, etc..., era para sospechar que se estaba hablando de tráfico de estupefacientes...
¿Usted no tenía su propia decodificación?
No, nosotros jueces federales no estamos preparados como la policía especializada para descifrar ese tipo de cosas, como no somos peritos para determinar si una sustancia es o no es droga, o para comprobar una falsificación o interpretar un balance.
Azzaro creyó que eran evidencias y yo le tenía una absoluta confianza por su vasta experiencia, había participado en las investigaciones más importantes del país en materia de narcotráfico, fue jefe de narcotráfico Norte, Oeste, era una persona grande, seria y reconocido por las demás fuerzas.
¿Pero había elementos para allanar el domicilio de Coppola, o el único sustento eran las decodificaciones telefónicas?
Claro que había elementos, y por eso se ordenó el allanamiento y no pudimos continuar con la investigación de una posible red de narcotráfico en la que podía o no estar vinculado Coppola porque nos sacaron la causa.
Le repito:¿se tomaron medidas especiales dada la magnitud del personaje?
Yo pedí la intervención de la policía federal argentina para que lo investigara en la capital, y no me dirigí a un cabo de la policía federal sino al Comisario Mayor Jorge Palacios, Jefe de Drogas Peligrosas. Le adelanté a quién y cómo se lo estaba investigando y le pedí su intervención. Como él mismo lo reiteró en diversos testimonios ,se negó por las malas relaciones de la policía federal y la policía de la provincia en ese momento. Lo que no dijo en los testimonios judiciales fue que me aseguro que por ese camino había droga, y que al mismo tiempo era muy complicado meterse ahí por la cuestión política.
El diario Clarín publicó en una nota, que hubo una especie de festejo en un café de Santa fe y Coronel Díaz después del allanamiento...
Si lo hubiera habido no me parece nada mal. Ocurre muchas veces que después de la tensión de un procedimiento donde no hay violencia, etc. se tome algo En mi caso particular tome un café con Azzaro antes de irme a Ramos Mejía donde tenía mi domicilio, e irme a dormir porque eran cerca de las cuatro de la mañana, y a las 8 tenia una audiencia con el presidente de la Corte Suprema por la realización del 1er Congreso de Jueces del Mercosur que se llevaría a cabo a fines de ese mes
El 8 de octubre por la madrugada se allanó la casa de Coppola. Cuando la policía volvió por la tarde a su departamento habían desaparecido importantes documentos de su caja de seguridad. ¿Qué fue lo que sucedió?
Se dejo una consigna a la Policía Federal y no correspondía hacer otra cosa porque nosotros estábamos actuando en una jurisdicción ajena ,y se supone que lo que hizo la policía era suficiente.
¿No se tomaron más recaudos?
No me pareció que debiera pedir una mayor vigilancia, quien tiene que custodiar la propiedad dentro de la capital federal es la Policía Federal Siempre se puede hacer algo más, pero no es una responsabilidad del juez instrumentar los medios para custodiar un lugar Le pedí al Comisario Azzaro que implementara lo necesario para que quedara el domicilio bajo vigilancia y él se lo pidió a la Policía Federal como correspondía. De hecho y por normas reglamentarias, la seguridad en los procedimientos judiciales están a cargo de la policía del lugar. Hoy, seguramente se le pediría a Gendarmería, pero en ese momento no había pasado todo lo que pasó después.
Usted me confesó que tuvo dudas sobre la aparición de la famosa droga en el jarrón....
Creo que es posible que Coppola se haya olvidado esa droga, cualquiera puede olvidar una sustancia o una cosa en algún lugar de una casa grande, y especialmente cuando hay momentos de cierto desorden como el que se producía durante las fiestas nocturnas. Pero las dudas que a mí me quedaron a lo largo del tiempo es la de saber si la droga pertenecía o no a Guillermo Cóppola, porque no puedo descartar la posibilidad de que la sustancia se la hayan puesto con anterioridad al procedimiento.Casi con seguridad podría descartar que durante el procedimiento se la hallan plantado, no así antes del mismo.
En ese momento no tuvo la misma duda que hoy me plantea...
La duda se me instala después que se insistió en ese argumento durante todos estos años, pero en realidad usted tiene que manejarse con lógica, y la lógica indica dos cosas: que si hay algo en un domicilio le corresponde al dueño y en segundo lugar que la experiencia señala que cuando a una persona se la encuentra con estupefacientes o armas suele alegar “me lo pusieron”, con lo cual esta es un defensa poco creíble pero que no se puede descartar completamente. Lo que yo hago en ese momento y lo que hacen todos los jueces no es condenarlo por esa sola circunstancia. Lo que hago es imputarle un delito y provisoriamente plantear una calificación de su conducta que es rigurosamente provisoria, mientras tanto sigue rigiendo el principio de inocencia y tendrá el más amplio derecho para defenderse. Lo que los periodistas no entienden es algo muy elemental, y que lo repito en este reportaje por enésima vez respecto del grado de certeza que se le exige al juez para dictar sus resoluciones según la etapa procesal: tienen que haber sospechas para iniciar la instrucción de un sumario, se requiere que haya semiplena prueba para dictar el procesamiento de alguien y se requiere la certeza absoluta para condenar a alguien. Yo, juez, con las declaraciones testimoniales, los informes del agente encubierto, las escuchas telefónicas y el hallazgo de droga, siendo todos elementos concordantes aunque no tenga la certeza absoluta de que se trate de alguien que está incurso en uno o varios de los delitos previstos en la ley 23.737, tengo la semiplena prueba de que lo está y tengo que procesarlo, como efectivamente lo hice.
Pero lo procesa como líder de una banda de narcotráfico....
Tal vez la calificación pudo haber sido excesiva, es verdad. Pero lo cierto es que el procesamiento y la prisión preventiva estuvo bien dictada, era casi obligatoria para mí como juez de instrucción. De todas maneras fíjese que por hacer una calificación más grave que la que corresponde ningún juez sufre ninguna sanción. Para revisar las decisiones está la Cámara, y todos los días hay modificaciones de la calificación sin que se observe por eso una postura determinada ante un juez.
Hablando de cuestiones legales, supongo que no era defendible que uno de los comisarios que trabajaba con usted tenga en su poder el teléfono celular de Héctor “Yayo” Cozza...
En primer lugar de esto me entero mucho después de que Diamante estaba en posesión del teléfono de Cozza. Según se supo después - y creo que está probado-, lo que ocurrió es que Cozza cuando es detenido, sabiendo que le van a secuestrar el celular se lo entrega a diamante para que lo use. En una falta inexcusable acepta usar el celular de Cozza que al mismo tiempo estaba intervenido por el propio juzgado, y cuyas desgrabaciones el propio Diamante estaba haciendo. Cuando me entero que Diamante esta en posesión de ese celular inicie un sumario y lo separe de la causa. Sólo que aquí hay algo muy interesante para tener en cuenta respecto del desenlace que tendrá todo esto. El contenido de las conversaciones desde ese celular –que a mi no me comprometen en absoluto- es utilizado para demostrar la connivencia de los policías con Samantha Farjat en el armado del procedimiento a Tarantíni, base fundamental de toda la acusación que se hace extensiva al Secretario y a mí. Ahora bien, esas conversaciones eran tomadas por la SIDE, y a mí la SIDE me decía que por cuestiones de “falta de personal” no podía hacerme las desgrabaciones del Caso Coppola entre las que se encuentran las de ese teléfono. Sin embargo, pocos días después de iniciada la causa contra los policías me entero que las desgrabaciones de todos los cassetes hechas por la SIDE estaban en manos del juez Juan José Galeano. ¿Cabe alguna duda para quién jugaba la SIDE desde antes de la detención de Coppola?. A esto como podrá usted advertir más adelante, hay que sumarle que las casetes de las grabaciones de los teléfonos intervenidos por nosotros en la causa están cortados y manipulados. Acaso hay que preguntarse, ¿porqué no aparece Ramón Hernández en esos diálogos?. ¿Qué más se pudo haber borrado? .
¿Recibió algún tipo de soborno para no continuar las actuaciones contra Guillermo Coppola?
Si, un abogado vino de parte de los abogados de Coppola, un intermediario de la defensa, en nombre del socio de Mariano Cúneo Libarona, ofreciéndome que pusiera el número de dinero que quisiera, algo absurdo. Por supuesto que le dije que él me conocía lo suficiente como para saber cuál era mi respuesta.
¿Esto fue después de la detención de Coppola?
Sí, pocos días después...
¿Puede decir quien era?
Es un amigo mío, lo conozco desde los años 70, es abogado, sociólogo y empresario, nos hemos frecuentado, ha venido a mi casa y yo a la de él, veraneamos en los mismos lugares, nuestros hijos se conocen, en fin, lo estimo, sólo diré dos cosas, se llama Carlos y tiene el Estudio en el mismo edificio donde está el de Cúneo Libarona. No me podía quedar ninguna duda que lo que me estaba diciendo era efectivamente cierto y que cumpliría cualquier tarea que le pidiese si aceptaba el ofrecimiento. Creo que la mayor parte de los abogados de darse las circunstancias hubieran hecho lo mismo que él. El tipo raro en realidad no es él, sino yo.
Me imagino que por la resonancia de las causas usted dialogo con algún funcionario de alto rango político. ¿Conversó específicamente con Duhalde en ese año?
Hable con Duhalde, con Yaría, con Hugo Anzorreguy en distintos momentos de la investigación. En el inicio cuando Duhalde me invito a la quinta Don Tomas en San Vicente, -no cometo ninguna infidencia porque nunca se le dio a esa reunión el carácter de secreta- en esa circunstancia, me manifestó su preocupación por el libro “El Otro” del periodista Hernán López Echagüe, una biografía suya que lo relacionaba con temas vinculados con drogas y manejos espurios. Es más, mientras estábamos conversando atendió un llamado del periodista Mariano Grondona para invitarlo a un programa que se haría ese mismo día para hablar del libro. Sobre mi instrucción, me dijo que estaba informado de que había una causa donde estábamos investigando la introducción de éxtasis a Pinamar y dónde aparecía el nombre de Coppola. Se lo confirme y me dijo que podía contar con todo el respaldo y con todo lo que necesitara. A los pocos días estuve en la casa de Gobierno, en La Plata, fue en abril de 96, había algunos amigos ministros y asesores que lo esperaban con quienes me encontré, sin embargo me hizo pasar y me atendió, después se incorporó Yaría y quedó como un nexo por cualquier auxilio que pudiéramos necesitar relativo a la investigación. De ahí fui a la Secretaria de Seguridad donde Alberto Piotti se comprometió a aportar fondos para viáticos y compras controladas. En los meses posteriores mantuve periódicos encuentros con Yaría con quien discutíamos acerca de las diversas estrategias tendientes a erradicar la expansión de la droga. Eran recurrentes los mensajes del Doctor Duhalde dándome respaldo. Todo eso se lo agradecía enormemente porque me daba un gran sostén en un caso tan delicado por la cercanía de Coppola y el Presidente de la Nación, Carlos Menem.
Schlagel le advirtió que se estaba involucrando con alguien de mucho poder y que usted se mostraba demasiado tranquilo y confiado. Luego de la detención de Coppola, ¿se volvió a encontrar con Duhalde?
No. Yaría al día siguiente de los procedimientos estuvo en Dolores y viajamos juntos a la localidad cercana de General Conesa, allí estaban el comisario Azzaro y el Oficial Daniel Diamante. Yaría mantuvo una reunión con ellos, a puertas cerradas, donde estuve presente. Alli les trasmitió los saludos del Gobernador por los resultados de la investigación. No me volví a reunir con Duhalde pero siempre recibí palabras de aliento y solidaridad.
Es paradójico, porque usted tuvo respaldo del menemismo y del Duhaldismo. Alberto Pierri le brindo apoyo, Yaría también.
Pierri no me apoyo en nada. Cuando me llamo al día siguiente de la detención de Guillermo Cóppola me dijo que la situación de Ramón Hernández comprometía al gobierno. Le dije que de la causa no se desprendía ningún elemento por el que se involucrara al ex Secretario de la Presidencia. Me pidió casi como si se tratara de una cuestión de Estado que atendiera al director de TELAM. A los dos minutos me llamó el director de TELAM, para hacerme preguntar al aire si Hernández estaba involucrado en la causa y le dije que no. Está claro que era amigo íntimo de Guillermo Coppola y que no resultaba involucrado en los testimonios ni en las escuchas. Lo que Pierri no sabe, es que él sí aparecía en diálogos telefónicos con Coppola referidos a los últimos días de la investigación y que tenían que ver con una reunión entre ambos a producirse o que se había producido en esos días en la Presidencia de la Cámara de Diputados. Esto sí apareció en las escuchas, aunque era intrascendente para lo que se investigaba. Más adelante, en Diputados, cuando se trata la acusación él será uno de los que en todo momento –internamente-, sostuvo la postura de votar en mi contra y se opuso a algunos intentos de otros diputados del bloque justicialista de defenderme.
¿En el entorno de Menem había una preocupación real por la imagen negativa que podía generarse sobre el ex secretario privado del presidente?
Claro, no se olvide que “El Monra”, como le decían, era algo así como la sombra del Presidente. Pero además era público el vínculo entre Ramón Hernández y Cóppola. La revista “Noticias” había publicado fotos de ambos abrazados, en lugares nocturnos, con los dos hijos del presidente. Es más, tuve acceso a fotos sacadas donde estaban Ramón Hernández, Guillermo Coppola, Carlos Menem Junior y otras dos personas más frente al Palacio de Buckinham en Londres, todo lo cual revelaba una relación muy estrecha. Sin embargo de todo eso, por supuesto, no se podía inferir ninguna relación de tipo delictual.
En el ’94 hubo una referencia a esto en “Noticias”. ¿Ustedes no recibieron ninguna información que relacionara actos de narcotráfico con Ramón Hernández?
No apareció nada, absolutamente ninguna mención de ninguna clase ni buena ni mala, y tengo mi hipótesis al respecto. Creo que las cintas de las escuchas telefónicas cuando llegaban a manos de la policía de la provincia de Buenos Aires, que era la que hacía las desgrabaciones, estaban lavadas, se cortaban cosas, se protegía a determinados personajes y determinados diálogos que pudieron surgir de esas escuchas fueron eliminados. De la relación Coppola con Ramón Hernández no apareció nada, lo cual es muy extraño. Que las cintas estaban manipuladas lo pude comprobar algunos años después cuando un perito, durante mi juicio y a pedido mío comenzó a hacer un examen de ellas, -examen que fue curiosamente suspendido por el Tribunal Oral alegando que no habría tiempo material para llevarlo a cabo-. Sin embargo, en los informes preliminares el perito explicó que gran parte de las grabaciones estaban cortadas y manipuladas. El informe está en la causa y el perito vivo.
¿No sintió usted en ese momento que podía estar siendo usado en la interna Menem –Duhalde?
Me pregunté si no le estaba haciendo el juego a alguien. Allí me acordé de una frase del gran pensador italiano Antonio Gramsci que dice: “Si uno piensa que si hace algo le está haciendo el juego a unos, y si no lo hace le esta haciendo el juego a otros, entonces debe hacer su propio juego”. El propio juego del juez es ser derecho. También me repetía: si actúo de una manera cuando se trata de un narcotraficante pobre, o de una persona desconocida, ¿por qué voy a actuar de manera diferente con una persona vinculada al poder? .
¿A quién creía que le estaba haciendo el juego?
Pensé que podía estar beneficiando a alguien, pero quería cumplir con mi deber, hacer bien lo mío. Tal vez haya sido un error pero actué con esa convicción.
¿No pensó en reunirse con Duhalde para ver cómo recibía la noticia de la detención de Coppola?
En lo político, cuando vinieron los ataques, Duhalde opinó a favor del juez, después guardo silencio. Nunca más hable de esto con él. Creo que debe saber más que yo de lo que realmente pasó porque él tenía todos los canales para saber qué era lo que había pasado. De una cosa estoy seguro y es que a él le consta que cuando me condenaron, se atacaba a un inocente.
Pero entre octubre y diciembre de 1996, antes de que comienzen las causas en su contra, ¿cuál fue la actitud del Duhaldismo?
Hasta finales de 1.996 fue favorable. Cuando comienza la ofensiva del juez Cavallo, ahí el duhaldismo tomó distancia.
El 5 de Diciembre de 1.996 la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata, con las firmas de Luis Longui, Alejandro Tasa y con un fallo dividido que define Jorge Ferro, le quita la actuación en la causa por un problema de territorialidad. ¿Cómo lo vivió y cuál es su opinión al respecto?
Ese fallo desde el punto de vista técnico fue muy criticado por otros juristas, porque se dijo que primero debió haber resuelto los planteos de nulidad que había introducido la defensa y después el tema de competencia. La Cámara se sacó el tema resolviendo la cuestión de la competencia territorial y dejo los planteos de nulidad para que los resolvieran los tribunales de la capital.
A fines del mes de Octubre viajé a Brasil, porque formaba parte del comité de organización del primer congreso de jueces del Mercosur, con la Doctora Biocca y un abogado de Mendoza. En los días de la causa Coppola yo estaba muy volcado a la organización de este congreso. Cuando en Noviembre regreso a Buenos Aires, el vuelco que había pegado la causa, desde el punto de vista mediático y desde las voluntades de los jueces de la Cámara Federal de Mar del Plata fue notable. El gobierno nacional había decidido que me sacaran la causa, que la causa viniera a la capital. Tiempo después pude comprobar que al Presidente de la Cámara Federal Porteña, Luis Longui, le habían pedido que mandara la causa a Buenos Aires. Luis Longui era un hombre vinculado a Menem y a Diego Ibáñez. Ferro, otro de los camaristas, después de recibir a Cúneo Libarona hizo una conferencia de prensa donde fue lapidario con el juzgado federal de Dolores.
¿Intuyo desde ese momento el vuelco que iba a tener la causa?
Paralelamente a esto se estaba instruyendo la nueva causa que había nacido a las tres de la mañana en lo de Marquevich, situación que se da cuando estoy en Brasil. Marquevich comienza a instruirla, se la manda a Cavallo, que estaba de vacaciones o licencia, y la toma Galeano. No hace falta decirle que eran tres jueces ultra menemistas y vinculados al empresario Alfredo Yabrán. Al menos Marquevich y Cavallo lo eran. Cuentan que a Gabriel Cavallo, Yabrán le decía “Gabrielito”. Galeano se hace cargo. Es obvio que por las denuncias de Julieta Lavalle y Samantha Farjat no se podría haber instruido una causa contra un juez federal con tanto celo y velocidad, adoptando infinidad de medidas, medidas de oficio dictadas casi con desesperación en un mismo día. Por ejemplo, para pedir el listado de las llamadas entrantes y salientes de mis teléfonos particulares y cosas por el estilo que nada tenían que ver con las manifestaciones burdas que casi no me alcanzaban a mí de aquellas mujeres. Ignorando esas medidas, lo fui a ver a Galeano. Él me pidió que concurra a las 18 horas a su despacho de Comodoro Py, llegué puntualmente, me invitó a tomar un whisky que no acepté y me dijo no estaba involucrado yo sino el secretario. El problema era la comunicación que Schlagel mantenía con los policías y que surgía de un teléfono de Yayo Cozza.
En esa declaración ante Markevich, Samanta Farjat y Julieta Lavalle dicen que fueron extorsionadas por su entorno para ponerle droga a Tarantíni, y para declarar en contra de Guillermo Coppola...
Tengo dos hipótesis con respecto a eso. Que realmente los policías las hayan extorsionado para que declararan en contra de Coppola y para que le hagan una cama a Tarantíni. En el caso de que haya sido así, yo no tenía ni la más remota idea, (por esto precisamente me condenan). No hay pruebas ni indicios de que el juzgado supiera algo de eso. Además era imposible concebir de mi parte actos de esa naturaleza. La otra hipótesis es que se hayan prestado a declarar contra Coppola para prepararle una “cama” a Tarantíni. Esta para mí es la más creíble. Hoy creo que ellas participaron con los policías de las declaraciones, donde decían la verdad, y después participaron de la trampa a Tarantíni, por la venganza que Samantha le juro a este último cuando Tarantíni la entregó a la policía Federal en enero del 96.
Ellas terminan cambiando la declaración, pero usted sostiene que dijeron la verdad en el momento que a usted le convenía...
Eso está probado. En gran parte lo que Samantha declaró en el juzgado de Ballesteros en Febrero de 1996, en actuación donde ella está imputada y que deviene del procedimiento del Comisario de la Policía Federal Jorge Palacios (cuyo informante era Tarantini), es lo mismo que luego declara en el juzgado de Dolores. Eso está corroborado. Allí incrimina a Alejandro Federico, del que dice que era un narcotraficante de éxtasis, que como se sabe años después fue asesinado por un ajuste de cuentas. Cuando ellas declaran ante Marquevich, en lo único que me incrimina Samantha Farjat es en que dice que le sugerí que colaborara con los policías para incriminarlo a Tarantíni cuando pasó por mi casa con un policía para solicitar permiso de visita en la comisaría donde estaba alojado Yayo Cozza (su pareja). Esto último que jamás salió de mi boca, se lo dictaron el comisario Mario Naldi y los abogados que la acompañaron al juzgado de Marquevich, para preconfigurar una prueba que de alguna forma me incriminara, afirmación que nunca pudo ser probada. Al contrario, el único testigo presencial de esa conversación en mi casa fue el Cabo Antonio Gerace y él negó terminantemente que yo le haya sugerido algo así.
Es absolutamente falso. Lo que hice fue retarla porque ella me decía que “Yayo” estaba en la droga y que quería colaborar en la causa. La rete y le dije: “Señorita, primero arregle su cabeza, y después vea si puede colaborar con alguna causa”.
Esa cabeza que primero “tenia que arreglar”, fue importante en varios datos y declaraciones que realizó para que usted determine diferentes procedimientos...
Uno está obligado a recibir declaración en el juzgado de cualquier testigo circunstancial que conozca algo de los hechos que se investigan, muchas veces esos testigos son delincuentes que están cerca de los hechos. En los prostíbulos cuando se comete un delito se interroga a las prostitutas y a los clientes, en un garito se interroga a los jugadores clandestinos y si el delito se comete en una cárcel se interroga a los presos que se encuentran alojados allí. Después el juez meritúa eso y le da mayor o menor importancia. Coteja esas pruebas con otros elementos de juicio como indicios, escuchas, el hallazgo de droga, etc...
¿Usted dice que las declaraciones de Samantha Farjat y Julieta Lavalle eran tenidas en cuenta al mismo nivel que otras?
Esas declaraciones, las de los policías que actuaron, las escuchas telefónicas, los testimonios que hubo, todo fue tomado en consideración. Lo que si le puedo decir que no fueron la única prueba, ni siquiera una prueba fundamental, pero aún cuando se les diera el valor de meros indicios estos unidos a las escuchas telefónicas y al hallazgo de la droga en la casa de Claudio Coppola o de Guillermo, en poder de Yayo Cozza y Simonelli. ¿Había o no había mérito para dictar el procesamiento?. Había y de sobra. Qué después a usted éstas le hayan parecido unas locas, que siempre mentían, eso es otra cuestión. En el momento en que viene Margarita Pérez, se sienta en una silla y declara, bueno, esto tiene un valor probatorio.
Schlagel me comento que a pesar de haberle mencionado en reiteradas ocasiones que debían limitar el contacto con la prensa, no podía resistirse a entregar cierto tipo de información. Incluso, cuando sucedía algo importante, usted mismo convocaba a conferencias de prensa.
Yo no le rendía cuentas de la forma en que encaraba a la prensa a Schlagel. Él era el Secretario del juzgado y mi subordinado. Sí recuerdo haberle dicho que no hiciera declaraciones porque en algún momento se entusiasmó demasiado y le dije que no hablara excepto cuando yo se lo pidiera. No me arrepiento de haber atendido a la prensa. Es un error creer que a mí me fue mal por mi exposición. En primer lugar desde la Secretaría de Prensa de la presidencia, mandaban a ATC y los contactos que tuvieran en los otros medios para que le dieran aire al tema de Coppola y el aire se lo daban haciendo hablar a los abogados, los testigos, los imputados, los policías, los vecinos de Dolores. Acá hubo distintas variables que se juntaron en un momento y fueron negativas y que forman parte de los entretelones que la gente ignora. Una fue el interés que despierta en la gente y en la prensa una causa importante. Sin embargo, en este caso, la concurrencia abrumadora de la prensa no estaba justificada por la causa de narcotráfico en la que estuviera implicado Coppola por más amigo de Ramón Hernández que fuera. Acá lo que hay que entender es que la Secretaría de Prensa y Difusión del gobierno infló el caso Cóppola ¿Porqué?. No lo sabía hasta que me lo explicó el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, con quien compartimos un tiempo la prisión en el Escuadrón Buenos Aires de la Gendarmería Nacional. El me dijo que después de su renuncia en septiembre de 1996 había que crear una cortina de humo para que las variables económicas no tomaran un rumbo impredecible como consecuencia de su alejamiento, y que el caso Coppola le vino al gobierno como anillo al dedo. Este es el argumento más verosímil, dado por la persona mejor informada que escuché.
Usted en el año 1996 fue tapa de la revista para mujeres “Para Ti”, lo cual significa que no cuidaba mucho la forma y los medios donde iba a aparecer...
Eso no es cierto. Lea usted ese reportaje y verá cuál es el mensaje que le trasmito a las mujeres que leen esa revista, y después haga una crítica. A mi juicio fue un excelente reportaje y la revista llega a muchas casas de familia.
¿Quién le proveía el material exclusivo con el cual la revista "Noticias" aparecía en cada numero, en el transcurso de la causa contra Guillermo Coppola?
Acceso a las escuchas telefónicas tenía la SIDE. La SIDE tiene y tenía una copia paralela, original y mucho más completa de la que nos daban a nosotros. Sabemos muy bien que sus funcionarios están lejos de ser incorruptibles. Esas grabaciones las tenía la policía misma, que era la que las llevaba para hacer las desgrabaciones y después recién llegaban en papel al juzgado. Mal se puede pensar que las haya entregado un funcionario del juzgado.
Le digo otra cosa, cuando procesaron a Schlagel y los policías, la Sala II de la Cámara Federal de Buenos Aires dictó sentencia confirmando el procesamiento, esa sentencia salió publicada íntegramente en el Diario Clarín, esto es, a las cuatro o cinco de la mañana que es cuando entra a circular el diario. En el curso de esa mañana se dio a conocer en la sala de prensa de Tribunales oficialmente, y se notificó a las partes muchas horas más tarde. Estas filtraciones ocurren muchas veces y en contra de la voluntad de los magistrados.
¿Cómo era su relación con la fama y con el poder, que a esa altura indudablemente usted tenía?
Todos tenemos una cuota de vanidad, y la fama es algo que atrae en un principio. Luego se transforma en una especie de carga, porque uno pierde la característica de anónimo. Había tenido una cierta exposición en otros cargos, pero no de este calibre. Cuando fui Diputado no tuve mucha prensa, cuando fui Subsecretario de Justicia tuve prensa y algunos hechos resonantes pasaron por mis manos que tuvieron que ver con hechos de corrupción en el servicio penitenciario que denunciamos, pero tampoco alcanzó estos niveles. Por poner un ejemplo, a Maradona un juez lo detiene por un hecho de drogas en un departamento de Caballito, y se trataba de Maradona y sin embargo......
Si, pero él salió a los cuatro días, mientras que usted había procesado a su manager, con la posibilidad de una condena de quince o veinte años.
El manager de Maradona era mucho menos importante que Maradona y cuando yo lo detuve no estaba procesado todavía. Sin embargo, esto desbordó cualquier cálculo. No hay relación entre los delitos que se investigaban, mi actuación y el espacio mediático que se le dio. Mauro Viale era un hombre del menemismo y operó en consecuencia a favor de Coppola desde los inicios del tema hasta un año y medio después. Esto no es una cosa normal. Más allá que resulte ser un buen negocio, acá había una voluntad política de mantener el tema, bastardearlo, atacar al juez, que en definitiva no tenía los medios para defenderse. Porque eran muchos los medios que se dedicaban sistemáticamente a criticarme, atacarme, burlarse y humillarme. Sabido es que los grandes empresarios de medios tenían compromisos de negocios muy fuertes con el gobierno de Menem y sabido es que ninguno iba a comprometer sus intereses para defender a un juez que estaba cada día más solo. Muchos periodistas durante esos años recibían sobres en forma mensual de la SIDE o del Ministerio del Interior. Si la directiva era pegarle a Bernasconi cumplían esa directiva. Otros periodistas recibieron sobres del Estudio que estaba a cargo de la defensa de Cóppola y es sabido quienes pasaban periódicamente por allí y hacían notas teñidas de parcialidad a favor de los abogados, de los procesados y en contra del juez. Quien no advierta esas circunstancias no entiende nada de cómo se manipuló a los medios y del tiempo en que vive.
CAPITULO II: LA CAIDA DEL JUEZ
Como en el más famoso libro del escritor escocés Robert Louis Stevenson, “Mr.Jekyll and Dr.Hyde”, de un momento a otro la misma persona sé reconfigura, como símbolo del Bien y del Mal.
En los 100 días posteriores a la detención de Guillermo Cóppola, la situación judicial, y la postura de la prensa cambiaron por completo. Los acusadores se transformaron en acusados, y desde entonces la causa fue perdiendo credibilidad pública y sustento legal.
A comienzos de Diciembre de 1996 Hernán Bernasconi fue separado de la instrucción iniciada contra Cóppola y el resto de los detenidos. El argumento que utilizó la Cámara Federal Porteña, es que había un conflicto de territorialidad. A pesar de que la investigación comenzó en el Partido de la Costa, varios allanamientos fueron realizados en la Capital Federal, por lo cual debía cambiar la jurisdicción. El juez Antonio Liporaci- que luego seria acusado por enriquecimiento ilícito-, quedó al frente de la causa.
El 19 de Diciembre del mismo año, el juez federal Gabriel Cavallo pidió el inicio de un juicio político contra Bernasconi acusándolo por los delitos de “encubrimiento de hurto agravado, falso testimonio, previcarato (actuar en contra de la ley), privaciones ilegítimas de la libertad, falsedad ideológica y asociación ilícita”.
Ese mismo día, los 3 agentes encubiertos Daniel Diamante, Antonio Gerace y Carlos Gómez, fueron procesados con prisión preventiva por diferentes cargos.
La embestida contra el entonces juez de Dolores, no sólo presuponía complicaciones para su continuidad como juez, si no que el descrédito de sus actuaciones parecía inevitable. La causa Cóppola, a sólo 4 meses de su inició empezaba a desvanecerse.
El 14 de Enero de 1997 y tras pasar 97 días en prisión, Guillermo Cóppola fue liberado por falta de mérito, aunque siguió procesado.
Por entonces, la relación entre menemistas y duhaldistas era tensa. Las pujas de poder eran inocultables. Menem había sido reelegido en 1995, y le impidió al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde ser candidato para la Presidencia, su más ferviente anhelo. No obstante, el magistrado logró sostener su situación más de un año y medio, con el apoyo de los senadores justicialistas que evitaron el juicio político.
Sin embargo, en 1999 el panorama se modificó. El contexto político para el justicialismo era frágil. En plena campaña electoral con Duhalde como candidato, defender a Bernasconi se tornó imposible.
La prensa gráfica en todos sus espectros ideológicos, lo atacó. Más allá de los argumentos que se utilizaron, lo cierto fue que el ex juez sufrió un importante deterioro de su imagen pública.
A finales de Junio de ese año, el Tribunal Federal número II compuesto por Jorge Tassara, Luis Velazco y Eduardo Mugaburu, hizo lugar al pedido del fiscal Raúl Perotti, y decidieron absolver a Guillermo Cóppola, Claudio Cóppola, Paco Simonelli y Héctor “Yayo” Cozza.
Según los camaristas, el inicio de la causa fue irregular, ya que la lista que Sergio Camaratta le entrego a Sergio Prellezo era falsa, o no había existido. Por otra parte, no había ningún elemento que corrobore que Cóppola era un narcotraficante, ni que hayan existido fiestas en su casa donde se haya consumido cocaína.
Los camaristas decidieron declarar nula la causa iniciada por Bernasconi, y se efectuó el segundo pedido de juicio político en su contra, imputándolo por 8 delitos, entre los que figuraban el de abuso de autoridad y la asociación ilícita.
El juez quedó cerca de su destitución. Su respaldo político se fragmentó, y la justicia avanzó contra todo el equipo que llevó adelante la investigación.
Aún con cierto optimismo, el 25 de Junio salió publicado en todos los matutinos una frase emblemática: “La Droga está de Fiesta en Buenos Aires”. El Juez no tomó mayores recaudos. Confiaba en que el sector duhaldista lo apoyaría en el Congreso, y que un triunfo en la elección presidencial del Gobernador de Buenos Aires, modificaría su situación.
No obstante, a finales de septiembre el Senado decidió suspenderlo. Aunque podía mantener el cargo de juez y cobrar su sueldo, no podía ejercer sus funciones. Una mayoría de justicialistas, había acompañado el pedido de la Unión Cívica Radical, el Frepaso, y partidos provinciales. Bernasconi había perdido todo su sostén. Incluso Antonio Cafiero y Jorge Villaverde, dos históricos duhaldistas, votaron en su contra.
Por esos días comenzó a reflexionar sobre una fuga del país. En poco tiempo, tomó la decisión junto a un círculo íntimo de familiares y decidió viajar a Brasil.
En el transcurso de su viaje, recibió la noticia de que el Tribunal Federal Número 5, condenó a su secretario Roberto Schlagel a 8 años de prisión, por “haber orquestado” la causa contra Alberto Tarantini.
Luego de 2 años y 10 meses, con la Alianza en el poder y De la Rúa en la Presidencia, el Senado decidió destituirlo. Fue condenado por mal desempeño en sus funciones, y previcarato. El mismo 4 de Noviembre, el juez Gabriel Cavallo efectuó el pedido de captura internacional.
Bernasconi se había declarado prófugo a través de una carta que leyó su hermana Blanca a la prensa, aduciendo problemas físicos y de salud.
La historia, que había dado un vuelco, tomaba ahora una nueva dirección.
¿Por qué en tan poco tiempo se revirtió la causa, y los acusadores se convirtieron en acusados?. ¿Cómo fueron los dos años en lo que ejerció su cargo y enfrento pedidos de juicio político?. ¿Cómo vivió la detención de su equipo de trabajo?. ¿Qué sucedió con el respaldo político que pudo protegerlo más de un año?.
El 19 de Diciembre de 1996 el Juez Gabriel Cavallo pide que se inicie un juicio político contra usted. Además, decide investigar a Schlagel, a los policías Diamante y Gerace, a Samantha Farjat y Julieta Lavalle. ¿Cómo recibió la noticia, y cuál era su relación con los jueces de Comodoro Py?
No tenía relación con nadie de Comodoro Py, no les conocía ni las caras a los amigos Juan José Galeano y Gabriel Caballo. Digo “amigos” porque entre ellos formaban un dúo inseparable. A Gabriel Cavallo lo conocí unos días antes de que dictara el procesamiento, la prisión preventiva para los policías y pidiera mi juicio político. Unos días antes llevé personalmente declaraciones reservadas del agente encubierto, que no habían sido acompañadas con la causa después de la declaración de incompetencia. Desde luego que me interesaba conocerlo, sólo sabía que formaba parte de los llamados “jueces de la servilleta” y era muy menemista. Me pareció un soberbio, no podía ocultar que a pesar de que hacía pocos días que tenía la causa, había tomado partido. A pesar de que no adelantó palabra alguna, su actitud, sus gestos, su mirada esquiva no eran los de un par, eran los de un enemigo. Tiempo después pude confirmar que a esa reunión le precedían reuniones que sobre el tema había mantenido con Galeano, y con el entonces Ministro del Interior Carlos Corach, en el country que compartían los fines de semana.
La noticia del juicio político no me sorprendió. Era parte de esa operación que habían montado en los días previos (noviembre del 96), a mi regreso del 1er Congreso de jueces del Mercosur. Así se me presentó un primer dilema: renunciar o dar pelea. De cualquier forma me iban a tratar mal, el poder menemista, en su momento de mayor acumulación, no perdonaba. Decidí morir peleando, y desde allí mi vida fue una dura y larga pelea en la que quedé prácticamente solo.
Me llamó la atención la dureza con la que el juez Cavallo lo incrimino, al nombrarlo como el jefe de una organización.
Todo el discurso de Cavallo esta teñido de una gran subjetividad, si uno analiza semiologicamente sus resoluciones se da cuenta que no tiene pruebas. Ni una sola prueba seria, tiene pruebas fabricadas, burdas, pobres. Como no las tiene los fundamentos de sus resoluciones tienen que tener un contenido emocional muy fuerte dirigido a convencer. Utiliza una gran variedad de adjetivos que no puede explicar racionalmente. Y en todo momento, desde el primer al último escrito se aferra a esa regla más propia de la inquisición que reza “no podía no saber”. Es descarado que sobre los dichos de Julieta Lavalle y Samantha Farjat pida mi juicio político. Por eso tiene que completar esta inconsistencia con un discurso emocional o ideológico.
Él hace mérito, cuando dicta el auto de elevación a juicio de la causa de Schlagel y los policías, de una serie de testimonios armados hasta para un lego, lo único que tiene en la causa. El testimonio de Coppola, Tarantíni, el de un médico psiquiatra amigo de Cóppola. El testimonio más serio es el de un abogado de La Plata, Etchegoyen Lynch. Cuando vuelvo de Brasil veo el testimonio de éste último, que había sido abogado de Ferroviera, y leo que el abogado dice que las pastillas secuestradas a su cliente no era droga ni éxtasis y que yo lo había procesado por eso. Esto Cavallo lo toma como un testimonio fundamental y después lo van a utilizar para incriminarme a mí en el oral. Sin embargo, las pericias del laboratorio de la policía federal dicen que eran éxtasis, y de eso había sido notificado este abogado en la causa de Ferroviera. Pedí que se instruyera una causa por falso testimonio agravado en su contra en la audiencia indagatoria ante Cavallo y en la audiencia en el juicio oral después. Mis palabras se las llevó el viento. No hubo citación, ni se instruyó causa alguna. En mi juicio había un testigo propuesto por la querella de Tarantíni en un estado deplorable, se le caían los mocos porque hacía varias horas que no consumía cocaína. Muchos otros fueron testigos absolutamente inconsistentes, como Adriana Cocifi de la Revista Gente que decía que vio como Guillermo se cocía los bolsillos y cosas por el estilo. Armaron las pruebas y después armaron un discurso condenatorio sobre las bases de esas pruebas. Fue una construcción hábil. Lo mediático –especialmente los diarios Página 12 y Clarín y el programa de Mauro Viale- fue uno de los cimientos de esta construcción. El pedido de juicio político y el juicio judicial posterior, toman expresiones que fueron “inventos de la prensa”. Un ejemplo elocuente: “A Bernasconi le gusta perseguir a ricos y famosos”. Esto fue puesto en mi boca en un reportaje que Clarín tituló de esa forma. (Octubre de 1996, nota del periodista GerardoYoung). Hablé con el periodista y me dijo que el título no era de él sino de la redacción, mande una carta documento al diario y el diario publicó la pequeña y clásica desmentida diciendo que yo no había dicho eso. Sin embargo, la desmentida en diez líneas no la leyó nadie y la barbaridad puesta en mi boca hecha título de dos páginas centrales quedó definitivamente instalada. El juez Cavallo la usa como “verdad sabida” y fundamento de sus resoluciones.
En relación a las declaraciones de Farjat y Lavalle que denunciaron haber recibir presiones, y viendo como sucedieron posteriormente los hechos, ¿no hubo un apresuramiento en realizar los allanamientos y los procesamientos?
En las medidas tomadas en la investigación donde resultaron procesados Guillermo Cóppola, Claudio Cóppola, Tarantíni, Esposito, Yayo Cozza y Simonelli, las declaraciones de De Negri, Farjat y Lavalle fueron un elemento de prueba al que le di crédito porque unido a otros elementos de prueba eran concordantes y parecían creíbles. Fueron prestadas esas declaraciones en un marco de absoluta libertad y no había porqué desecharlas a esa altura de la investigación; las medidas y los allanamientos no fueron apresurados se hicieron después de seis meses de investigación y a pedido de los comisarios. Además de las declaraciones testimoniales que usted recuerda, estaban las de los comisarios Azzaro y Otero, y quinientas casettes de escuchas telefónicas.
Todavía hoy creo que Natalia de Negri cuando declaró en el juzgado de Dolores, declaración que le tomó el prosecretario Lascano, dijo la verdad. Después de eso fue a declarar en el juzgado del juez Galeano, y fue sometida a una presión tal para que declarara en contra de Bernasconi que se retiró llorando del juzgado. Su abogado, el Dr. Bierwer la llevo a hacer una denuncia penal contra el juez Galeano. Curiosamente la denuncia quedó radicada en el juzgado de Cavallo. Esto terminó con que Gabriel Cavallo (estrecho amigo de Galeano) ordenó el sometimiento de Natalia de Negri a un examen psiquiátrico, en el cual el perito oficial dijo que tenía una personalidad fabuladora y por supuesto archivó la denuncia contra Galeano. Después la citaron y tuvieron su declaración como válida en el juicio oral declarando en mi contra. Cuando declaraba en contra de Galeano era una loca a la que no se le podía creer y cuando lo hacía en contra de Bernasconi era una persona creíble. Para que usted mida hasta dónde esto es así: una de las medidas de prueba que me negó Cavallo y después el Tribunal Oral, fue una pericia escopométrica y grafológica en torno a las firmas de Natalia de Negri en el juzgado de Dolores y en el juzgado de Galeano. También pedí ese proceso para Tarantíni y Samantha Farjat. Se negaron. Cualquier pericia que se haga va a demostrar que en el juzgado de Dolores no fueron presionadas, en cambio en el juzgado de Galeano si lo fueron, se ve, a simple vista que la firma está hecha en estado de nerviosismo y alteración total. En el juicio por el atentado a la AMIA mucho tiempo después se viene a comprobar que Galeano manipuleaba a los testigos. Sin embargo esos testigos manipuleados, presionados, pagados, son hábiles y dan fe cuando declaran en contra de Bernasconi. ¿Porqué tanto odio?. Durante los años 1989-1999 en Argentina hubo un desarrollo impresionante del narcotráfico y del lavado de dinero proveniente del mismo. Estas mafias se enquistaron en el poder político de ese gobierno, y ese poder fue el que designó cuidadosamente a los jueces de Comodoro Py. Estos jueces, Cavallo, Galeano, los de los tribunales orales obedecían las directivas del poder ejecutivo. Un juez independiente como yo, ajeno a la “familia”, que rompía con esos códigos mafiosos termina siendo el enemigo número uno. Esto se ve reflejado en los pedidos de juicio político, en la negativa sistemática de las pruebas pedidas por mi defensa, en la arbitrariedad contenida en la mayor parte de las resoluciones.
Me gustaría preguntarle por Diamante y Gerace. Usted sostuvo que tenían buenos legajos. Sin embargo, Diamante tenía cuatro procesos en su contra y uno de ellos era por matar a una persona por defensa propia. Además estaban siendo investigados por irregularidades en otros procedimientos por droga. ¿Usted no tuvo acceso a esa información?
El legajo de Gerace no recuerdo haberlo pedido entonces, no tenía mucha importancia, era un cabo y muchos cabos participaban como él, como Gómez, como tantos otros. Ningún juez pide todos los legajos del personal policial que participa de una investigación. Después si se agregó al trámite judicial y recuerdo que era un buen legajo. El de Diamante lo pido cuando va a ser designado agente encubierto, antes no. Su legajo se correspondía con un agente que estaba calificado muy por encima de la media policial. Contrariamente a lo que se dijo en las resoluciones y en las sentencias de Cavallo, antes de ese momento no forme ningún grupo de “elite”. Este fue un invento de la prensa tomado y repotenciado por el juez. Seguí con los policías que estaban a cargo de la investigación porque tenían un conocimiento del caso importante. Si ellos comenzaron lo razonable era que siguieran ellos, no tiene sentido separar sin causa a quienes vienen investigando con contracción un tema.
Yo no designé a los policías de la provincia de Buenos aires, no elegí a los policías que iban a participar del “Operativo Sol”, no elegí a los policías para investigar a Cóppola. A ningún policía le dije investiguen a esta o a aquella persona. El personal fue formado y designado por el Gobierno de la Provincia, al grupo que integró el Operativo Sol lo eligió el jefe de la policía de la Provincia de Buenos Aires. A Diamante lo designaron Oficial Principal sus superiores y lo condecoró el Gobernador Eduardo Duhalde por su participación en el Operativo Café Blanco y le firmó un ascenso por mérito mucho antes de su participación en la investigación del caso Cóppola.
¿No se arrepiente de haber nombrado a Diamante como agente encubierto?
Diamante es hijo de un comisario general retirado, destacado por su conducta, no es corrupto como tantos policías y sólo buscaba seguir con una carrera policial exitosa. Sin embargo tuvo inexplicables fallas muy graves durante esa investigación. Creo que en su mayor parte fueron consecuencia de una falta de conducción policial de parte de los comisarios que estuvieron a cargo de la investigación, me refiero a Azzaro y Otero. La mayor falla es haber ingresado en una relación oscura como la que entabló con Samantha Farjat que era en absoluto desconocida por el juzgado y donde en definitiva no se sabe quién usó a quien. Válidamente se puede decir que la demoníaca Samantha lo usó a Diamante para vengarse de Tarantíni. (no hay dudas que la trampa a Tarantíni se la armaron ellos dos con absoluta ajenidad del resto de los policías y por supuesto del juzgado), aunque también se pueda pensar que él la usó a ella para obtener la información que ella había volcado en una causa anterior en relación con Alejandro Federico. Otra falla fue incluir nombres de personas conocidas, que no tenían nada que ver con el comercio de drogas, al lado de gente que tenía mucho que ver en el tema del suministro y comercio de estupefacientes. La utilización del celular de Yayo Cozza también es algo más que reprochable. Por otro lado, siendo un agente encubierto, no podía conceder reportajes a los medios sin arriesgar toda su tarea y la nuestra. Y usted me preguntará, ¿usted no se daba cuenta de todas esas cosas?. Claro que no me daba cuenta, cuando lo advertí en el contexto de la guerra que se había desatado, era tarde. Creo que la gran exposición mediática los afectó mucho, como también afectó a testigos, a las partes, a todo el mundo.
Al juez incluso...
Sí, porque cualquiera que se ve expuesto a ése fenómeno vive en una permanente tensión. También le quiero decir una cosa. Una causa, una investigación judicial o periodística, puede tener fallas serias o menores, todas tienen fallas más o menos perceptibles. Si uno las observa con lupa las veinticuatro horas del día, en todo su desarrollo va a encontrar esas fallas que no se veían, van a aparecer agrandadas. Si uno hace hincapié en esas fallas todo parece un desastre, y esto fue lo que paso. Fue muy bien explotado por el gobierno y por la defensa de Cóppola. El gobierno nacional presionó desde la Secretaría de Prensa y la defensa de Cóppola reunía a diario periodistas a quienes entregaba sobres con dinero, uno de los multimedios que tenía fabulosos contratos con Maradona puso todo al servicio de la defensa del empresario, esto es, contra el juez Bernasconi. Hubo campañas, infinidad de operaciones, difamaciones y mentiras de todo tipo, algunas eran pura ficción. Recuerdo a una periodista colaboradora del diario “La Nación”, publicó que mientras Cóppola estaba preso, se podía ver al juez tomando un drink en la piscina de su residencia. Los mismos periodistas sabían que eso era pura fantasía. Mi residencia era una casita que estaba frente a la plaza Moreno, un barrio periférico, no era ninguna residencia importante, tenía dos ambientes y todo el jardín adelante, no tenía ni una “Pelopincho” y jamás tomo alcohol, con la única excepción del vino tinto durante la cena. Hablé con el doctor Bartolomé Mitre, director del diario y le dije, ¿Doctor, cómo pueden publicar ficciones como si fueran informaciones?”, y él me contestó: “Le creo Doctor, le ofrezco el derecho a réplica, ocurre que estos periodistas firman las notas y nosotros no las podemos controlar, ellos se hacen responsables... Por supuesto que no usé de ese derecho porque ya para ese entonces tenía que ocuparme de otros misiles que enviaban desde otros ámbitos y no podía perder tiempo en cazar moscas. En una oportunidad contabilice más de cien afirmaciones de datos falsos en la prensa sobre el caso que eran contrarias a mi actuación y si se hiciera una investigación seria de este caso resultaría fácil comprobar esta circunstancia. Esto provocó que la realidad se fuera deformando cada día más conduciendo a la aparición de una realidad virtual distinta a la de los hechos objetivos con el agravante que más tarde, cuando por una u otra circunstancia se enfoca el caso, el tema, o a los protagonistas, se lo hace tomando como cierto lo que la prensa dijo aún cuando lo que dijo haya sido falso. Hay pues, una verdad de los hechos y una verdad virtual, de la prensa y una verdad judicial que a veces como en el caso en que se me juzga tampoco comulga con mi conducta. Hay otra verdad que es la que la gente intuye.
Habría que ver que es lo que intuye la gente. Dos años después del pedido de juicio político, el fiscal Raúl Perotti lo declara responsable de siete delitos. Se absuelve a Simoneli, Guillermo y Claudio Coppola, y se pide un nuevo juicio político contra usted. ¿Cómo recibió esa noticia, y qué opinión le merece el principal fundamento que utiliza el Tribunal Federal número dos, en relación a que el inicio de la causa fue ilegal, de lo que se desprende que todo lo posterior también lo fue? Se remiten específicamente a la lista que le entrega Camaratta a Prellezzo, con nombres de narcotraficantes.
Sobre Perotti no puedo decir lo malo que opino acerca de su integridad porque no dispongo de las pruebas (un estrecho colaborador suyo me contó en confianza ciertas cosas que –me dijo- no repetiría ante un tribunal de justicia). Lo que sí puedo decir es que fue fiscal durante la última dictadura, que luego reingresó como tantos otros funcionarios de esa época, de la mano del menemismo. Cumplía rigurosas instrucciones cuando decía eso. Todo el trámite de la causa Cóppola fue irregular en la capital, lo que siguió después de Dolores fue irregular: fue por lo menos incorrecta la declaración de incompetencia declarada por la Cámara Federal de Mar del Plata sin resolver previamente las nulidades que estaban planteadas como lo señalaron importantes juristas que comentaron el fallo, fue irregular la negligencia en la instrucción ante el juzgado del entonces juez Liporaci, la suerte de la investigación por doping en el fútbol cuya prueba incontrovertible entregué a un juez en lo penal económico y a mi criterio fue irregular la misma declaración de nulidad que Usted señala. Se cometieron omisiones imperdonables que harían incurrir a quienes las cometieron en incumplimientos de los deberes de funcionario público. No se investigaron pistas de narcotraficantes que allí se mencionan como las referidas a un colombiano de Ciudad Evita. La conexión de la paraguaya Suny Castiñeira integrante de un cartel de Paraguay cuando había datos concretos de sus pasos por Buenos Aires que había que investigar. No se investigo el delito de suministro de estupefacientes. En cuanto a la nulidad y en relación al primer acto que se dice que es ilegal todavía hoy no hay pruebas de eso. Se declaró la nulidad de la declaración que presta Camaratta ante Prellezo, y no hay ninguna prueba de que haya mentido. Después de eso un informe de Diamante, que tampoco trae toda la lista de gente, sino el nombre de Cóppola y cuatro o cinco teléfonos. No hay prueba de que Camaratta mintió, lo que no da es razón de sus dichos. Pero Camaratta tuvo un informante que se llamó Carolina, que era de carne y hueso, que conocí y que no aparece en la causa porque tenía razones muy fundadas para no exponerse. Todos los informantes permanecen en el anonimato porque de lo contrario los matan.
Si esta causa es nula por esa circunstancia, el ochenta por ciento de las causas de narcotráfico que hay tramitándose en Comodoro Py deberían ser declaradas nulas. Porque todas se inician más o menos igual.
Camaratta estuvo implicado en la causa por el asesinato del reportero grafico José Luis Cabezas, y Prellezo esta acusado por haber sido el autor material. Esto juega en la verosimilitud de su investigación.
Sus declaraciones en la causa Cóppola fueron prestadas en marzo de 1996, es decir, un año antes del asesinato de Cabezas. En ese entonces no tenían ningún proceso, nada que los involucrara, apenas los conocía, en realidad los identifiqué cuando se hicieron tristemente célebres por ese caso. Pero lo importante es que usted y el lector sepan que los jueces contra los cuales me tuve que defender dieron vuelta no solo los hechos, sino también las presunciones. Un funcionario público, da fe de sus actos, por ende se presume que lo que hace es correcto y lo que dice es veraz hasta que se demuestre lo contrario. Ellos invirtieron el orden de las presunciones, parten de pensar que los funcionarios policías, secretario y juez mienten y que tienen que demostrar que dicen la verdad. Como en la inquisición.
Cuando se anuló su actuación en el caso Coppola, el 25 de junio y todos los detenidos son sobreseídos sale una declaración que lo hizo famoso: “La droga está de fiesta en Buenos Aires”. ¿Por qué hizo esa afirmación?
No hice más que decir la verdad, lo que sentía. Sabia que la declaración de nulidad era la conclusión de un compromiso con el poder político penetrado por las mafias y por lo tanto una utilización del poder judicial al servicio de estas. Sentí que todo el poder se había propuesto salvar definitivamente a los grupos comprometidos y matar a un juez del campo que quiso hacer justicia, confundiendo a la sociedad. Quedaba sólo a un paso del patíbulo. Y pude sintetizar en esa frase lo que estaba pasando en Buenos Aires, me imaginé que estarían festejando esa sentencia el poder económico y político de las mafias del narcotráfico, los marketineros del consumo de estupefacientes, los propietarios de los boliches donde se reparte la droga, los policías que recaudan, los jueces corruptos que integraban la llamada “cadena de la felicidad” y desde luego los idiotas, mientras la gente honesta y sana entristeció por esa sentencia.
Cuando a Duhalde se lo consultó por su posible destitución a fines de 1998, respondió estar muy expectante de su caso. Cuándo fue apartado del caso Coppola, y mientras siguió ejerciendo el cargo de juez, ¿ tuvo encuentros con funcionarios políticos?
No me reuní con nadie, no golpee las puertas de ningún despacho. Me vino a ver un Diputado Nacional duhaldista cuando estaba la acusación en diputados, solidario. Él estaba discutiendo con otros la forma de hacer algo, finalmente, según me dijo, Duhalde habría dicho: “Déjenlo pasar por diputados”, lo cual significaba votar favorablemente la acusación. A esa altura me di cuenta que no tenía ningún respaldo político y no lo podría obtener de Duhalde por dos razones: una, es que en ese momento estaba en juego su posición de futuro candidato a presidente que podría verse alterada si hacía una defensa del juez que lo enfrentara nuevamente con Menem. En segundo lugar, porque en mi actuación política estuve enfrentado con Alberto Pierri (ambos éramos de La Matanza), que en ese momento era presidente de la Cámara de Diputados. Entre Pierri y Bernasconi, siguiendo una lógica política elemental, la opción otra vez se debía decidir en mi contra.
Roberto Schlagel, hizo una autocrítica bastante interesante con respecto a la causa Coppola. Me dijo textualmente:“Nosotros estábamos convencidos que seguíamos por un camino que era la verdad, teníamos fundamentos y apoyo. Pero es verdad que en la instrucción nos cegamos, que mucha gente nos hablaba en contra de Coppola sin fundamentos y la teníamos en cuenta. Pero cuando alguien nos traía complicaciones lo dejábamos de lado. Quizá fue un gesto inconsciente, pero era algo que pasaba”.
Me parece tardío el reconocimiento de Schlagel pero, si él lo dice debe haber sido así. A mí no me lo dijo en su momento, ni recuerdo prueba alguna que hayamos desechado. Las escuchas se observaron cuidadosamente, las testimoniales también, tal vez lo que faltó fue tiempo.
En ningún sentido u aspecto, notó la apreciación que hizo Schlagel.
No creo que se haya despreciado prueba alguna. Si por la secretaría penal pasó prueba que no se haya tomado en cuenta por no ser prueba incriminatoria respecto de los imputados, eso no lo sé.
Al día siguiente de la liberación de Coppola admitió que hubieron cosas que se podrías haber hecho mejor, como reclamar la asistencia de un grupo de profesionales más preparado.
Obviamente. Por ejemplo, cuando tuve que ordenar una pericia de material explosivo en la causa Valentini a quien le habían puesto una bomba en su casa de Pinamar en el año 1998, se lo mandé a Gendarmería Nacional, lo mismo que cuando tuve que ordenar el allanamiento de la Unión Ferroviaria en esa misma causa le pedí al juez de turno de la Capital que lo hiciera con esta fuerza y fue un procedimiento impecable. Aún cuando se podría haber politizado, esto no sucedió gracias a la profesionalidad del personal que actuó. Esto me enseñó que a mayor profesionalidad técnica del personal de seguridad que actúa en una investigación, mayor es el resguardo del magistrado. En una causa por narcotráfico en Dolores el juez no le puede pedir colaboración a Gendarmería que no tiene personal en esa región, ni cuando comenzamos nosotros a la Policía Federal porque no existía. Por otro lado es la fuerza la que distribuye el trabajo, sin embargo, respecto de las fuerzas de seguridad, tomé muchos más recaudos después de la causa Cóppola que antes. Tal es así que luego de la causa Cóppola entre 1996 y 1999 por más trabas que sufrimos, con tres secretarios distintos, a pesar de la pelea paralela que llevaba, no tuve ningún problema en mi actividad al frente del juzgado y nos desempeñamos con eficiencia y de modo absolutamente transparente.
¿Cómo siguió ejerciendo el cargo entre 1997 y 1999?¿No pensó en renunciar cuando en 1998 detuvieron a los policías, y especialmente a su secretario?
Claro que lo pensé. Lo hubiese hecho si se hubiera intentado llegar a la verdad. Pero lo que había era una guerra declarada por el poder ejecutivo nacional de la cual se habían hecho eco la corporación de los jueces federales de Comodoro Py, y que como dije antes contaba con ingentes recursos mediáticos y de todo tipo. Decidí entonces pelear manteniéndome en el cargo.
Tuve que atender y soportar tres frentes: una campaña mediática, que tuvo como eje el programa de Mauro Viale, un frente judicial constituido básicamente por la causa que tenía procesados a los policías y al secretario, un frente político que se desarrollaba en el marco del juicio político.
En esos tres frentes, con mis recursos limitados, porque no tenía poder económico ni de ninguna naturaleza, decidí dar batalla hasta donde pudiera.
Schlagel señaló un error muy grave que usted cometió. En un encuentro, días antes de su detención, le dijo que usted quedaba libre, pero que por él no se podía hacer nada. Además, recordó que en los dos años que estuvo detenido nunca lo visitó.
Miente. Nunca le dije que por él no se podía hacer nada. En todo momento supe que judicialmente mi suerte estaba atada a la suya. En muchas oportunidades me reuní con los abogados que lo defendían y estuve siempre a su disposición. Si yo hubiera podido destruir la causa que lo tenía a él como acusado, caía la causa que me apuntaba a mí ya que él era el eslabón de la cadena de trato y de responsabilidad. Él era el que tenía mayor trato con la policía. No sólo tuve menos trato, había una mayor distancia entre el juez y los policías impuesta por dos aspectos, el cargo y por una cuestión generacional, siempre los traté de usted y desde Comisarios a agentes ninguno se animaba a tutearme ni tuvo otro trato conmigo que no fuera el estrictamente necesario y profesional. En ese sentido yo no era Marquevich al que los policías llamaban “Tito”.
Es cierto que a Schlagel lo visité en la cárcel en muy pocas oportunidades, sin embargo fui a verlo cada vez que me lo pidió. No es que lo deje de ir a ver por falta de solidaridad sino porque la exposición que tenía como Juez Federal, teniendo otras causas que resolver, algunas mediáticas, podían crear una confusión muy negativa para mi actuación y yo debía privilegiar la función. De hecho visité a su familia en forma frecuente y desde luego que si hubiese estado fuera del cargo lo hubiera ido a ver mucho más.
Sin embargo aquí quiero hacer una salvedad importante. La defensa de Schlagel estuvo en las manos equivocadas, el abogado defensor, cercano a Anzorreguy creo que respondió más a los intereses de quien le pagaba los honorarios, creo que estuvo en ese lugar para controlar y creo que sabía como lo sabían los jueces, como lo sabía Corach y como lo sabía el propio Anzorreguy que cualquiera fueran las pruebas se trataba de una muerte anunciada y que el objetivo final era matar (condenar) a Bernasconi. Por eso todo tipo de esfuerzo que hizo el propio Schlagel en su propia defensa o los abogados de los policías o yo mismo fue estéril. La suerte de todos estaba echada.
En la resolución por su destitución, una mayoría del bloque del PJ y el radicalismo, sostuvo que a pesar de su lucha contra las drogas, habías actuado en forma inadecuada. Y aclaran que su dictamen no era por presión de la prensa, que estaba visiblemente en su contra. ¿Cómo vivió esa situación?
Hubo dos votaciones. Una que fue la de mi suspensión y la segunda la de mi destitución. En la primera el bloque de Senadores Nacionales del PJ estaba dominado por menemistas. Los menemistas manejaban también la comisión de juicio político, presidida por el Senador Galván. Senador radical pero de La Rioja. Había una suerte de transversalidad menemista, lo cual hacía que Ramón Hernández –interesado directo en el tema- tuviera una fuerte influencia en el bloque de Senadores justicialistas y al mismo tiempo contara con la disposición del presidente de la comisión de juicio político su vecino y comprovinciano Raúl Galván.
Cuando faltan quince días para finalizar el juicio que se le seguía a Schlagel y los policías, que era el antecedente que ellos tenían que sentar para juzgarme y condenarme, deciden dos cosas: suspenderme, para que no siga peleando estando al frente del juzgado y realizar una reunión en Olivos entre ramón Hernández, Guillermo Coppola, Maradona y Carlos Saúl Menem a la que se le daría amplia difusión en los medios. Una semana antes de la sentencia del tribunal oral donde condenarían a Schlagel y a los policías se hizo la reunión de Olivos, con amplia participación a la prensa, donde salieron fotografiados los asistentes en el diario Clarín. A los pocos días el tribunal oral condenó al secretario y a todos los policías mientras el Senado se disponía para destituirme antes de que Menem abandonara la Casa Rosada. Frente a este panorama doloroso, decidí, junto a mi amigo el hermano de la Orden de los Camilos Luis Armando no someterme a una detención segura y humillante que llevaría acompañada toda la escenografía que se pueda imaginar destinada a denigrar al juez que había osado rozar la imagen del círculo íntimo del todopoderoso presidente Menem. Decidí alejarme a algún lugar apartado del escenario.
¿Por qué durante el período 97-99 logro mantenerse en su cargo, y en la cercanía de las elecciones presidenciales, el duhaldismo votó en su contra y le retiró el apoyo?
Yo creo que Cafiero estuvo muy ligado al menemismo en esa época, jugaba más con Menem que con Duhalde. Duhalde quería ser presidente, necesitaba del apoyo, entre comillas, de Menem y del resto. Por lo tanto no iba a actuar en contra de ellos y a favor mío. Creo que las circunstancias fueron bien elegidas por el menemismo para suspenderme y destituirme en el momento justo. Ellos aspiraban a destituirme y detenerme inmediatamente, como lo demostraba la orden apresurada de captura internacional del menemista juez Cavallo, librada la noche de mi destitución. Porque ellos pretendían detenerme, esposarme, tener la foto en todos los diarios y mostrarme como un trofeo al carro del vencedor. Esto fue lo que frustré yéndome del país.
Los duhaldistas buscaban despegarse de su figura, porque efectivamente ellos eran su respaldo político. La Alianza quería “transparentar las instituciones” después de diez años de menemismo. Por eso se quedó sin ningún tipo de respaldo.
Es cierto con algunas honrosas excepciones como Juan Pablo Cafiero que me defendió en diputados, públicamente, sin importarle lo que dirían los medios. También es cierto que los radicales le decían a la prensa que el caso Bernasconi, era un caso de la interna justicialista, y a ellos no les correspondía meterse. Se han cansado de decírmelo distintos dirigentes radicales, con todo respeto. Sin embargo Raúl Galván, de pura cepa radical, más fiel al espíritu del Pacto de Olivos y por sobre todo a su carácter de riojano al frente de la Comisión de Juicio Político tomó partido por el menemismo.
¿Usted tiene información de alguna reunión entre menemistas y duhaldistas para arreglar la votación de su juicio político?
Lo que conozco, y me consta, es que el día que Daniel Scioli es nombrado Diputado Nacional, en la Capital Federal, ese domingo a la noche hubo una reunión en Olivos. Allí estuvieron Menem y diputados justicialistas. En esa reunión de festejo estaban, el quilmeño duhaldista Eduardo Camaño (presidente del bloque), Ramón Hernández, Cesar Arias (presidente de la comisión de juicio político en diputados). Ahí le comunicaron a Camaño que la decisión era matarme. Desde ese momento el Duhaldismo archivó el tema Bernasconi y dejó que se hiciera la voluntad del menemismo, es decir, la vendetta. Es decir que me acusaban en la cámara de diputados, y después que pasara lo que pasara en el Senado manejado por el menemismo. En el Senado la acusación fue muy floja, mi defensa fue la mejor que hice, los testimonios y pruebas son todos a favor, no hubo una sola prueba en contra, sin embargo todo fue en vano.
La decisión ya estaba tomada.
Si hubiese sido un resultado lógico, dictado por una comisión de juristas imparciales, tendría que haber habido absolución. Ahí están los testimonios del secretario, del pro secretario penal, de todos los funcionarios de la secretaría civil, de los distintos presidentes del colegio de abogados de Dolores, de los intendentes de la región, del cura párroco de Dolores, de los abogados que actuaban ante el juzgado, de los comisarios de narcotráfico, los jefes de la Regional, los que intervinieron en los ciento cuarenta procedimientos que se hicieron antes de la causa Cóppola, los de la provincia, los de la federal, los testimonios que tienen que ver con la causa concreta, mis antecedentes como docente, como jurista, como abogado, todo, mis antecedentes patrimoniales, mis propiedades, mis cuentas bancarias, todo.
Hubo una cierta cantidad de irregularidades en la causa por las que terminaron destituyéndolo. Los contradictorios testimonios de Farjat y Lavalle, o el allanamiento en la casa de Alejandro Federico, en la que se tiró abajo la puerta de un octavo piso mientras él vivía en el sexto, son los ejemplos más elocuentes en la fundamentación que termina con su destitución.
Con respecto a las chicas, lo que se me reprocha es que primero les creo y después cuando me acusa digo que son unas prostitutas. El de ellas lo recibí como cualquier otro testimonio, no importa de quién. A ese testimonio hay que recibirlo y darle un cierto valor. La credibilidad de lo dicho va a estar dada a partir de la comparación con otros testimonios y otros indicios. También podría haber sido que me haya equivocado, que le creí cuando lo que me decía era increíble.
Lo cierto es que lo que ellas decían respecto de Alejandro Federico, de Tarantíni, de Cóppola era concordante con otros elementos de la investigación y por eso les di crédito. Claro que después cuando sus testimonios se vuelven en mi contra hubo de por medio presiones de gente de la SIDE y mucho dinero.
Pero a usted finalmente lo destituyen por mal desempeño.
En realidad lo que los senadores tenían que hacer era destituirme. No importa como. No saben porqué. Así son los compromisos políticos. A ningún juez se lo podría destituir por mal desempeño si la valoración judicial que ha hecho de la prueba es errónea. Porque para eso existe la doble instancia, para que el Superior revise. A mí me destituyeron por ser el Jefe de una Asociación Ilícita que perseguía a ricos y famosos en una actitud fundamentalista en contra de la droga. Ese fue el argumento central. Lo que subyace, lo que no se dice, es que me destituyen porque me metí con quienes no debía meterme, sin la suficiente protección y porque los que supuestamente me protegerían me dejaron solo. Yo nunca hice nada de lo que formalmente me acusaron.
¿Y el allanamiento en lo de Alejandro Federico?
No participe de ese allanamiento, lo hizo el comisario Azzaro. Ellos fueron al domicilio que ocupaba Alejandro Federico, no encontraron nada, sólo una pastilla de éxtasis. Una agenda en la que encontraron. Algunas direcciones, fotos de Alejandro Federico abrazado con Al Kassar, no era mucho pero era suficiente como para llamarlo a declarar. Éste sé prófugo, se fue a Chile, cuando vuelve lo mata el narcotráfico. No solamente estaba incriminado por Samantha Farjat, sino también por otras causas muy semejantes en Uruguay y Argentina. Allí también utilizaban a señoritas muy jóvenes, a las que preparaba para llevar droga a Marbella (España), para que ellas regresaran a la Argentina con pastillas de éxtasis.
Se reconoció que Alejandro Federico era un hombre vinculado al narcotráfico, pero las irregularidades en los procedimientos, como equivocarse de piso en un allanamiento, atentaban contra la seriedad de la investigación...
Mire, que se equivocaran de piso es algo anecdótico, excepto que uno sea muy mal pensado e hipnotice que haya sido a propósito, que la policía se haya equivocado porque quiso dejar que se escapara. No tengo elementos para pensar que eso haya sido así. Lo cierto es que Alejandro Federico fue el principal sospechoso de tráfico de éxtasis en la causa Cóppola del Juzgado de Dolores. Samantha Farjat dejó testimonio firmado contra Cóppola y Alejandro Federico cuando todavía no era tristemente célebre. A pesar de todo lo que se conocía, Federico fue considerado por Gabriel Cavallo y por los que condenaron a Schlagel, como un inocente empresario de cierto renombre, de esos a los que a Bernasconi le gustaba perseguir. Y la declaración de Samanta en contra de él fue considerada un invento de Schlagel. En su carrera delictiva Alejandro Federico no encontró el límite que buscaba. En cambio gozó de absoluta impunidad. Recibió dos balas en la nuca. Como he dicho, siguiendo las mejores enseñanzas, la pérdida de identidad, la locura y la muerte son el destino inexorable del desenfreno de la droga, cuando los jueces faltan a la cita.
Cuando condenan a Diamante, Gerace, Samantha Farjat y Julieta Lavalle, el tribunal no lo procesa porque conservaba sus fueros, pero las acusaciones contra usted eran muy fuertes. ¿Con ese dictamen la idea de irse del país adquirió más fuerza?.
Ya se sabía cuál sería la sentencia. Días antes de ser suspendido, fui al juicio, me senté en el banco del público, vi la actuación del tribunal, salí y me lo encontré al fiscal, que luego sería fiscal en mi juicio y que era amigo de mi abogado de entonces, el Doctor Guevara Lynch y estuvimos conversando brevemente. Le señale algunas contradicciones, y por toda contestación el viejo Fiscal Ernesto Rizzi me dijo: “Mire Doctor, en esta causa hay muchas cosas raras”. Me terminó de convencer que esto era algo totalmente armado, dirigido y decidido de antemano. Obviamente que mi decisión ya estaba tomada, irme a Brasil hasta que pasara el gobierno menemista, ponerme en manos de los padres Camilos de Río de Janeiro, donde había decidido ir, someterme a un tratamiento holístico,físico, espiritual y psicológico para volver y seguir peleando.
CAPITULO III: LA FUGA A BRASIL Y LA DETENCIÓN
La conversación tiende a entrecortarse. Hablar del viaje a Brasil le produce una sensación de vacío. Asegura que su destitución como juez fue, junto al día en que murió una hija de sólo 40 días, “el más triste de su vida”.
Con el apoyo del padre Luis Armando del convento “Los Camilos”, Bernasconi -aún siendo juez-, decidió escaparse a Brasil. Durante casi 100 días estuvo viviendo en un convento de Rio de Janeiro con otros 3 sacerdotes. Allí, hizo ejercicios de rehabilitación y escribió.
Durante el tiempo que estuvo prófugo de la justicia, pudo contactarse con su mujer y su hermana a través de teléfonos celulares, pero no tuvo encuentros directos con ningún familiar. Llevó una vida austera y solitaria.
A pesar del contexto y la situación, Bernasconi repite en reiteradas ocasiones que esos 3 meses “le limpiaron la cabeza y el alma”.
Con el pedido de captura internacional, sus días en libertad eran efímeros. El error en otorgar una entrevista para Radio 10 estando prófugo, le permitió a los agentes de Interpol localizarlo.
La noche del viernes 30 de Enero de 2000 fue detenido en el barrio Usina de Rio de Janeiro, solo y tranquilo.
En esa misma ciudad, fue trasladado a la prisión de Ponto zero en el barrio de Benfica, y luego fue llevado por cuestiones de seguridad a la Delegación de la Policía Interestatal (Polinter).
El contexto de nuestro país hacía imposible suponer algún respaldo de la dirigencia política. La Alianza recién llegaba al gobierno, haciendo hincapié en la transparencia y la lucha contra la corrupción. El ex presidente Fernando De la Rúa, declaró en ese entonces que la detención del ex magistrado era “un éxito”, y que evidenciaba “un fortalecimiento del estado de derecho”.
Luego de 99 días de detención en la cárcel de Polinter, el ex juez fue extraditado a la argentina, y trasladado en forma directa a la cárcel de Gendarmería. El día siguiente a su arribo, el 7 de Julio de 2000, declaró ante el juez Gabriel Cavallo.
Su tono y su postura fueron enfáticos. Negó todos los cargos que se le imputaban, especialmente el de liderar una banda destinada a encarcelar a ricos y famosos.
Durante dos años la situación judicial siguió su curso. En ese lapso de tiempo, Bernasconi armó su estrategia para el juicio oral. En gendarmería la vida tenía sus propios ritmos. La lectura, la escritura y los trabajos físicos ocupaban su tiempo.
El 13 de Junio de 2002, y defendido por la Doctora Fabián León, el Tribunal Federal Numero 5 integrado por Luis Di Renzi, Guillermo Madueño y Juan Maria Torino, comenzó el juicio oral. En su primera intervención, Bernasconi lejos de la conciliación declaró: “Ustedes ya me condenaron. Lo único que les falta definir es la pena que me van a dar”.
Lo cierto es que el Martes 20 de Agosto, y luego de un mes de audiencias ininterrumpidas, la sanción contra el ex magistrado fue más dura de la esperada. Se lo condenó a 9 años y 6 meses de prisión por armar causas contra personajes famosos, acusado de 7 falsedades ideológicas y de cometer el delito de la asociación ilícita.
Bernasconi insistió en que la condena ya estaba premeditada, que nunca armó una causa falsa y repitió que su viaje a Brasil fue para un “retiro espiritual”.
Su descrédito en la opinión pública se acrecentó. Los principales medios apoyaron la medida de los camaristas. El gobierno, presidido por el interino presidente Eduardo Duhalde -luego de la crisis de 2001 y la renuncia precipitada del radical Fernando de la Rúa-, mantuvo distancia y prefirió no referirse al tema.
La sala IV de la Cámara de Casación Penal decidió a principios de Septiembre de 2003 reducirle la condena a 8 años de prisión, por considerar que las 7 falsedades ideológicas en su contra no habían sido probadas.
26 días más tarde, el mismo tribunal que lo procesó, decidió otorgarle la excarcelación por haber cumplido dos tercios de su condena.
La abogada defensora Fabiána León, presentó un recurso extraordinario para que Bernasconi sea sobreseído. La respuesta aún no fue confirmada. La renovada Corte Suprema de la Nación- donde se destituyeron a 4 de sus 9 miembros durante el 2004-, tendrá que expedirse el próximo año sobre este tema.
Lejos de la exposición pública de aquel tormentoso 96´, y tras 3 años y 5 meses en prisión Bernasconi está en libertad. Con una memoria erudita, recuerda cada frase y cada hecho que aparece en las conversaciones.
A los 60 años, no tiene planes de volver a ejercer cargos en la justicia, ni volcarse al ámbito de la política.
Esta, parece ser la última parte de la Historia. Aunque, en toda trama de suspenso, siempre quede un final abierto.
En la ultima parte del capitulo anterior, contextualizó el escenario político que se vivía en el país y su situación judicial, para que decida escaparse del país. ¿Con quienes tomó la decisión que resolvió en tan poco tiempo?¿Hubo algún desencadenante decisivo?.
Cuando el Senado decidió suspenderme en el cargo me sentí derrotado. Tuve la sensación, tuve el peso y la amargura de la derrota. Sabía que mi batalla estaba absolutamente perdida.
Entre esa fecha y la destitución transcurrió muy poco tiempo. En el medio estaba la elección del 31 de Octubre, entre Duhalde y De la Rúa. Esto lo decidí con muy poca gente: el Padre Luis Armando (un sacerdote Camiliano) Alicia y prácticamente nadie más. Con ellos converse bastante, especialmente con ella que no aceptaba la idea de verme esposado y humillado. Hagamos aquí un paréntesis y quiero decir lo que no puedo dejar de decir en este testimonio, el amor de Alicia Barrios, mi mujer desde 1996 hasta hoy fue en todo momento incondicional y gracias a ese amor pude resistir, me pude poner de pié y pude soportar todo lo que sufrí y me pude quedar clavado en el centro de esta historia defendiendo la salud y la vida a pesar de todo. Volviendo a lo que decíamos, en aquel momento teníamos información de que existía de parte del poder político y de los jueces, la intención de maltratarme. Con mi detención comenzaría una suerte de ceremonia sacrificial, me entregaban a mí a los leones de tal modo de “calmar a las fieras” que estaban con sed de justicia frente a la justicia corrompida de Comodoro Py. Es ahí cuando el Padre Luis Armando me dice que ellos podían ofrecerme albergue en cualquiera de los lugares del mundo donde tienen sus conventos. Porque la Iglesia tenía muy claro que era una persecución política y que ayudarme era una cuestión humanitaria, además, en ese momento no había todavía ninguna orden de captura, estaba con libertad para trasladarme a cualquier lugar del mundo. Él me dice: “no solamente evitas que se produzca esta situación en este momento político, sino que además tenés que hacer un tratamiento para recuperarte”. Porque estaba bajo el efecto de una gran depresión, tenía síntomas de perder la visión y un gran cansancio físico y moral.
Políticamente, estaba convencido que la justicia iba a actuar en su contra y lo iban a destituir como juez. También era consciente de su estado, de la sensación de derrota que sentía. Sin embargo, cuando se produce la posibilidad de irse del país, ¿no lo dudó teniendo en cuenta otro tipo de elementos?
Dude, pero finalmente me pareció que primero tenia que recuperar mis fuerzas físicas, psicológicas y espirituales. Después debería afrontar esta situación.
En relación a su persona hay algo que resulta paradigmático con respecto al sentimiento de derrota que expresó. Con Alicia Barrios, su mujer, usted llevaba cuatro años de convivencia. Ella comentó que lo había visto llorar hasta ese entonces tres veces. Una fue cuando le comentó la muerte de su hija Natalia, y dos veces en la noche que estaba armando las valijas para irse a Brasil, mientras Fernando De la Rúa ganaba las elecciones para presidente.
Así fue, es cierto. No pude contener las lágrimas. Hay otro momento que no voy a olvidar, se me llenaron los ojos de lagrimas pero no estaba Alicia. Fue cuando en el alíscafo salíamos del puerto de Buenos Aires, iba acompañado por Blanca, mi hermana, habíamos hecho poco más de un kilómetro de trayecto, me di vuelta y vi el perfil de la ciudad que se iba achicando, y con ella imágenes de una vida entregada a ideales, una vida de lucha, las luchas estudiantiles, como abogado de obreros y de desaparecidos, mi secuestro, como abogado de la CGT clandestina de la calle Brasil, jugándome la vida a cada paso en las calles tras ideales de libertad, las luchas políticas del 83, mi entrega a las distintas funciones públicas y esta última etapa donde me tocó trabajar de juez. Sin embargo parecía que todo había sido en vano. Que la suerte, los amigos y la gente digna de la cual uno espera actitudes y comportamientos justos, bueno, nada, todo parecía darme la espalda. Todo lo hecho se cubría con el manto del fracaso. Desfilaron todas esas imágenes de los últimos veinticinco años en pocos segundos. Especialmente recordé el día en que me sacaron con las manos en la espalda, a los empujones de mi Estudio en plena calle Arieta de San Justo, un día de semana de abril del 77 a las 20 horas y una multitud de gente y vecinos de los locales de comercio veían con indiferencia o con impotencia cómo me tiraban adentro de un Falcon verde. Eso me produjo una fuerte emoción, un sabor amargo y se me cayeron unas lágrimas.
A su mujer y a Blanca, su hermana, les dijo antes de irte una frase interesante e irónica: “Dejar el odio entre paréntesis y prohibido suicidarse”.
“Prohibido suicidarse” es un mandato del GO, y por otro lado el instinto y las experiencias más duras me enseñaron que en determinados momentos de peligro, hay que poner entre paréntesis ciertas emociones. Por ejemplo, cuando fui secuestrado por los militares, mientras era trasladado en el piso del Ford Falcon al que hacía referencia recién, me empezaban a dar vueltas sentimientos y emociones. Me preguntaba: ¿Qué va a sentir mi esposa, mis viejos y mis hermanos cuando se enteren que desaparecí, que me chuparon?. Esto me trajo una angustia extrema, casi irreparable, total y estuve a punto de la desesperanza y el llanto. Entonces vino a mi cabeza la idea de poner esas cosas entre paréntesis, como si desde algún lugar alguien ordenara: ¡Hielo!, si quiero sobrevivir no tengo que pensar en lo que a mí más me lastima que es el sufrimiento de ellos, eso me dije. Lo hice, lo practique todos los días que estuve secuestrado, era yo y mi nueva circunstancia, la más inmediata, más próxima, los otros bultos que estaban a mí alrededor y yo, y mi fe, y mis oraciones, y los sueños de libertad y eso me fortaleció, y sobreviví.
Creo que hay una serie de preguntas de este libro que representan inquietudes personales de este periodista. Sin embargo, esta es una de esas preguntas que alcanzan una dimensión colectiva. Hay una sensación generalizada y compartida de que en ese momento usted se fugo. Que cuando le tocaba estar del otro lado, enfrentando a la justicia, se fue y actuó en contra de la ley.
¿Tuvo esa percepción, o en algún momento pensó cómo iba a quedar su imagen frente a la sociedad?
Sí, lo pensé y no me importó. Cualquiera que analiza una actitud como esta, desde el punto de vista político, piensa: “Si pasado esto voy a hacer política, no me puedo ir, tengo que presentarme y afrontar las consecuencias”. En mi caso, no tuve fuerzas ni ganas para hacer eso. Durante el juicio, durante todos esos años, la gente en la calle me paraba a cada paso y me decía: “Siga luchando Doctor, estamos con usted, adelante”, y cosas por el estilo. Pero al cabo de tres años de lucha el único que seguía en la pelea era yo, estaba solo y extenuado. En ese momento tampoco pensé que podría llegar a abrazar en el futuro una causa política, era el fin de una carrera. Mi frustración era demasiado grande, mi desencanto y mi repugnancia por la dirigencia política y el proceso del juicio político también muy grande y lo sigue siendo todavía. Así fue cómo lo que pensara la gente pasó a un segundo plano. Muchas veces la gente se equivoca, es ciega frente a determinadas realidades, no siempre tenemos que actuar para conformar a la gente. Sabía lo que estaba haciendo, sabía que no bien el Senado me destituyera el juez iba a dictar la orden de captura, a pesar que había instrumentado la interposición de un recurso y a pesar de cualquier esfuerzo que se hiciera en contrario. Porque mis derechos –manipulados por el poder político penetrado por las mafias- se habían transformado en una ficción. Por eso sabía que estaba condenado y que tenía el derecho de respirar, de tomar aire, de reponerme antes de protagonizar ese simulacro de juicio que se iría a llevar a cabo con mi participación como “reo” en cuanto me detuvieran. Y la gente sana, la gente honesta, mis queridos hijos, mis hermanos, los amigos que no podían hacer nada, comprenderían algún día. Creo que me iba para deshacerme de ese que había sido, para que otro nuevo pudiera volver, un otro dedicado más a la contemplación que a la acción, a la vida íntima, al goce, a la estética, al amor. Por eso no me iba a cualquier parte, me iba a un Santuario a hacer una vida conventual, de reconversión, de meditación. Me iba a rezar.
¿Usted era consciente de que se estaba fugando, y que en cuestión de días llegaría el pedido de su captura internacional?
Claro que sí, huía del infierno. Creo que podía haber muerto físicamente en ese intento de afrontar una circunstancia de tanta adversidad, y en medio de tanta confusión mi muerte física no hubiera servido para nada. Piense que era yo con toda mi debilidad, sobreviviendo gracias a mis prójimos más próximos, mi mujer, mis hijos, mis hermanos y unos pocos amigos, y del otro lado estaban Menem, Ramón Hernández, César Arias, Carlos Corach, Hugo Anzorreguey, Gabriel Cavallo, los Irurzum, la Corte adicta y gran parte de la prensa manipulada por el poder político dispuestos a aplastarme, reducirme a la nada.
El jueves 4 de Noviembre lo destituyen y se pide su captura. De los seis cargos que pidió Gabriel Cavallo para condenarlo, lo acusaron de prevaricato, errores gravísimos que permitían afirmar una gran incompetencia y un notorio desconocimiento en los recursos de apelación. A la salida del congreso, ese mismo día, Blanca Bernasconi leyó una carta que usted le había dejado, donde decía: “En la pobreza y con mi salud física y psíquica quebrantada decidí no entregarme. Por voluntad de los que me aman, de los muchos argentinos de bien que me acompañan, y porque una vida de servicio no es merecedora de mortificación y circo”. Además de las cuestiones judiciales y políticas, quisiera saber si efectivamente tenía un cuadro de estrés y si temía por su vida. También cuál era su situación económica.
Las dos cosas son ciertas. Esta carta la hago en Brasil, no antes de irme. La hago en el convento y la envié a Buenos Aires por fax. La leyó Blanca ante la prensa, en el Senado, apenas conocida la resolución. Causó una fuerte conmoción, algunos senadores se quedaron muy sorprendidos de esa reacción tan rápida. Era una prueba de que teníamos perfectamente en claro lo que sucedería. Como técnicamente tenían que absolverme pero políticamente decidieron condenarme, los fundamentos con los cuales me destituyen son inventados, tienen que ver con una cuestión discursiva y para degradar a las palabras y el contenido de las afirmaciones, el sentido de la lógica, los políticos y algunos jueces federales son expertos. Para dar un ejemplo, nosotros éramos el juzgado de la Jurisdicción Federal de Mar del Plata que menos resoluciones rechazadas por la cámara tenía. Teníamos un setenta por ciento de resoluciones confirmadas por la cámara, y un veintipico por ciento modificadas o revocadas. Estos informes estaban agregados a las actuaciones en el Senado. Y así todo. Esto da la pauta de la ignorancia con que votaban los Senadores. Es más, después dije y lo ratifico ahora: estaba dispuesto y lo estoy a hacer un debate público ante las cámaras de TV, y discutir punto por punto aquellas acusaciones por las cuales el Senado me juzgó y demostrar la ignorancia de los Senadores que no sabían de que hablaban. Muchos eran ignorantes porque no les interesaba informarse y la gran mayoría porque son bastante brutos e incapaces de comprender un razonamiento lógico y jurídico.
Por otro lado, no tenía otros recursos que el sueldo que cobraba como juez, y si bien recupere los sueldos de esos momentos, sobreviví gracias a la ayuda de algunos amigos. Siempre tuve que trabajar para vivir, no tenía fortuna, mucho menos la tengo ahora. Tenía una casita en la ciudad de Dolores y una propiedad compartida con mis hermanos. Pero no tenía rentas, ni cuentas en ningún banco nacional o extranjero. Acá tuve una cuenta corriente en el Banco de la Provincia de Buenos Aires durante veinticinco años pero me habían debitado los últimos pagos de servicios y no tenía fondos. Estaba realmente en la pobreza material. Alicia Barrios me dio dos mil dólares que le habían prestado. No necesite mucho para instalarme en Brasil y después mis amigos me ayudaron.
¿Cómo fue finalmente el viaje a Brasil?. ¿Cómo se instaló allá, y cómo fue el transcurso del tiempo en el convento hasta su detención?. Me gustaría conocer también, con quién dialogaba en Buenos Aires, y como se informaba de los hechos que sucedían en relación a su fuga del país.
Al convento llegué acompañado por Luis Armando con quien me encontré en Montevideo.Viajamos a San Pablo y de ahí a Río de Janeiro. El convento está en el barrio de Usina en el Oeste de la ciudad, al pie del Macizo da Tijuca donde termina la zona urbana y comienza una zona de residencias enclavadas en la montaña que se llama Altos da Boa Vista. Allí hice una vida conventual, tranquila, llena de paz. Tenía una habitación con baño privado, una camita y un escritorio, una ventana que daba a un patio de mangueiras. El lugar es muy especial. En el frente del convento está la Avenida Conde de Bon Fim y en la parte de atrás hay una terraza, y después otra un poco más elevada terminada por la cual uno ingresa en la mata, es decir, en la intrincada y bella vegetación de la montaña por donde siempre caen algunos hilos de agua. La mata es un capítulo aparte que describo en un libro que aun no publique. ¡Adoro ese lugar!. Fue algo así como una bendición. Había en ese momento en forma estable tres sacerdotes Camilos. El numero variaba porque el Santuario da Tijuca era también un lugar de paso donde venían por unos pocos días curas del interior de Brasil antes de viajar a Roma u otros lugares del mundo. Tenían un hospital de día pegado al santuario, sobre la rua, donde atendían a gente humilde. Allí me hice análisis clínicos, tuve asistencia psicológica y desde luego espiritual. Desde luego que respetando ciertos horarios tenía una absoluta libertad para ir a donde quisiera y de hecho visitaba los museos y galerías de arte de Santa Elena, los del centro de Río como el Museo Nacional, el de Castro Maya en Altos da Boa Vista, muchas veces en el de Arte Contemporáneo de Niteroi que es como un gran plato sobre el mar de la Bahía de Guanabara hecho por el gran arquitecto Niemeyer. Viajé invitado a un pueblito de Mina Gerais que se llama Rosende Castro, estuve en Tiradentes y pase un día en Belho Horizonte.
En Buenos Aires tenía comunicación telefónica con Alicia exclusivamente, porque no quería comprometer a mis hijos ni a mis hermanos, hablaba con ella de una manera muy segura. Llamaba a casa de amigos que habitualmente no frecuentábamos pero que eran de absoluta confianza y en el horario en que sabía que ella estaría allí. También llamaba bastante a la peluquería, ya que su coiffeur había puesto a disposición teléfono, fax e internet. Alicia iba día por medio a hacerse algo. Precauciones que había que tomar porque tras la orden ilegal de captura dictada por el juez Cavallo, también había una ilegal intervención de los teléfonos.
¿En Brasil conocían su situación? ¿Cómo fue su recibimiento allí?
Ellos sabían de mi situación. Me recibieron muy bien, con mucha cordialidad y afecto. Sabían que se trataba de una persecución política. Ellos viven dramáticamente la realidad del narcotráfico, la penetración de este poder en el poder político y judicial de Brasil. Nunca me preguntaron demasiado sobre cuál era la situación judicial, el estado de la causa o ese tipo de cosas. Los hermanos simplemente me cobijaron sin interesarse en el grado de compromiso de mi situación, no se interesaban en averiguar si yo era un fugitivo.
En relación a las noticias del desarrollo de la causa, de cómo recibieron los medios su viaje a Brasil, se informaba exclusivamente por su mujer.
Sí, cada vez que hablábamos. También por Internet y por los diarios de Buenos Aires que a veces compraba en un kiosco de la Avenida Rió Branco, en Cinelandia. En el santuario recibíamos dos diarios de Brasil, O Globo y Folha, pero no se ocuparon de mi caso hasta que se produjo mi detención. Entonces sí se publicaron un par de notas.
Cuando lo detienen el 29 de Enero en un barrio de Río de Janeiro,¿usted sabia que lo estaban siguiendo hacía una semana y que tenían datos precisos sobre donde se encontraba?.
Mire, me detienen en el santuario que está como le expliqué en el barrio de Usina, en el Oeste de la ciudad de Río, en el interior de la ciudad. Interior al que una cadena montañosa (en este sector el Macizo da Tijuca) separa del mar. Usina es un barrio de clase media, más bien de pequeños empresarios, profesionales, empleados y trabajadores que limita con Altos da Boa Vista que si es muy residencial. Está entre este barrio y el estadio Maracaná, a una media hora del microcentro.
A mí me detienen en el Santuario, sabía que la policía estaba atrás de la pista, especialmente porque después del 14 de enero doy –a pedido de Alicia- un reportaje a Daniel Hadad cuando Cóppola fue detenido en Punta del Este tras una fiesta donde Maradona se descompuso. La nota tuvo mucha repercusión y exasperó al Juez Galeano que estaba de turno. Él, encolerizado llamó a su amigo el Comisario Jorge Palacios y a INTERPOL y les dijo que cómo era posible que no me hallaran. Y ellos, que ya tenían la pista de Luis Armando, porque su familia de San Pablo había sido interrogada y también unos sacerdotes camilos de San Pablo, siguen la pista del argentino que estaba en el Santuario de Río de Janeiro y me encuentran. En realidad estoy seguro que si me hubieran querido encontrar antes lo hubieran hecho ya que viajé con pasajes con mi nombre y apellido, completé la documentación de migraciones con mis datos, me mantuve dentro de los plazos legales como turista, siempre actué a cara descubierta y presenté mis documentos de identidad cada vez que me los pidieron en mis viajes por el interior de Brasil. Era cierto que llevaba una vida recoleta, no hacía vida nocturna, pero creo que si la policía hubiera querido me encontraba antes.
¿Usted temía por la captura o estaba esperándola?
Para mí era una situación complicada porque quería presentarme en febrero después de la feria, ya que Menem y Ramón Hernández no estaban en el poder. Los jueces federales seguían siendo los mismos que había nombrado Menem, pero, de todas maneras, en algo había mejorado el contexto y básicamente estaba recuperado. Fue extraordinaria la reparación que hice en esos tres meses. Así que en alguna medida estaba esperando que me detuvieran y me facilitaran el regreso.
¿Usted tenía pensado volver a la Argentina para declarar?
Sí en el plano de las sensaciones y las emociones, cuando uno está en un espacio de poder y sabe que está perdido, pasar a una situación así te plantea un cambio de vida profundo que yo asumí plenamente. Uno se desvincula completamente de lo anterior, se desengancha. A partir de ahí construye lo nuevo. Pero cuando uno sigue atado a fuertes lazos afectivos esa nueva visión de la vida la quiere integrar con sus afectos. Y para eso se hace una necesidad volver y afrontar la realidad por más adversa que sea. La detención en alguna forma me servía para ingresar al país. Si venía por mi propia voluntad iba a ser imposible pasar por la aduana sin ser reconocido. Hasta que me trasladan a la Argentina estoy detenido cinco meses en Río. Hubo momentos de mucha incertidumbre por la lentitud de los trámites, pero al mismo tiempo la justicia brasilera tiene una concepción muy defensista. Los penalistas siguen mucho a Eugenio Zaffaroni. En primer lugar estaban sorprendidos los mismos jueces del Supremo Tribunal Federal de Brasil, lo supe por mi abogada Cecy Santoro. Conocí a algunos de ellos en el Congreso de Jueces del Mercosur en octubre y noviembre del 96. En Brasil no se entiende que por una situación que no sea de corrupción económica o abusos de autoridad como homicidios o torturas, se detenga a un funcionario público. Es notable que los mejores juristas brasileños sienten la necesidad de hacer hincapié en una fuerte defensa de los derechos humanos y las libertades públicas en el proceso penal, pero al mismo tiempo sean firmes defensores del principio de autoridad. No ocurre como en Buenos Aires donde, o se profesa un sentimiento anarquista –donde a la autoridad especialmente policial es siempre negativa-, o se profesa un sentimiento totalitario –donde la represión es siempre positiva.
Estuvo un día en la cárcel de Ponto Zero, que por lo que recuerdan los periodistas era confortable. Luego fue trasladado a la delegación de la policía Interestatal que es la POLINTER, en el barrio Plaza Armonía…
Estuve veinticuatro horas en Ponto Zero. El régimen era muy bueno, aunque la única noche que pasé tuve que dormir en el piso de un patio cubierto porque no había lugar, es chica, está hecha para profesionales, tiene un régimen amplio de visitas, terraza, gimnasio, lugar de juegos, capilla y los internos tienen un cierto nivel cultural y social. Porque el Código Procesal Penal preveé que los funcionarios públicos vayan a un lugar específico. Mi salida de ese lugar fue gracias a los periodistas que montaron unas guardias impresionantes en Ponto Zero, y cuando uno de Clarín y un camarógrafo de Canal 13 se introdujeron subrepticiamente al penal para entrevistarme, las autoridades de inmediato tomaron la decisión de trasladarme a la POLINTER.
Su mujer hizo una descripción bastante elocuente de Polinter: “Era un Luna Park lleno de presos”. ¿Cómo lo recibieron allí los detenidos y como eran las comodidades? Alicia Barrios comentó además, que se necesitaban mil dólares por mes para que tuvieras un cuarto y una cama.
El lugar es absolutamente inadecuado, era una playa de estacionamiento que fue transformada en cárcel de paso. Es un sótano, no hay una ventana, las separaciones interiores son paredes de rejas de un amarillo cadmio con lo cual a excepción de los baños está casi todo a la vista. Hay celdas colectivas para quince personas, donde hay más de cuarenta. El régimen para la gente que está en esas celdas colectivas es de terror, porque están las veinticuatro horas encerradas a excepción de un recreo de media hora al día en un patio cubierto que es aprovechado para hacer el recuento.
Mi caso fue distinto. El primer día me pusieron en una celda de ocho por tres donde estaba solo. Era bien limpia, tenía un baño con agua caliente, no tenía silla ni colchoneta y estaba cerrada con candado. Claro que siendo la pared de rejas tenía comunicación con otros internos. Gracias a un colombiano que espontáneamente se acerco a traerme un plato de comida, pude calmar el hambre y dormir porque también me trajo una colchoneta. El colombiano era un importante narcotraficante del que me hice amigo. Ese fue el primer día. Al segundo, como había presentado un habeas corpus, vino el subjefe del penal preocupado, convino que la celda iba a quedar abierta, con lo cual podía salir durante las veinticuatro horas del día al patio cubierto y tener acceso a una cantina y estar en contacto con los demás presos. Así fue durante casi veinte días hasta que me ofrecieron pasar a una habitación que había fuera del círculo de la parte interna de la cárcel, donde funcionaba la administración.
¿Cómo era su rutina?
Me permitieron ingresar una Compaq portátil chiquita con la que podía trabajar. Allí termine de escribir esta primera novela en Brasil que se desarrolla en la favela de Borel. Escribía hasta las cuatro de la mañana, me levantaba a las diez u once. Leía, caminaba, compartía un café con los presos y volvía a escribir. Tenía un baño, compartía una cocina, todo era muy limitado en cuanto al espacio. Caminaba en un pasillo de unos ocho metros, mantenía largas conversaciones con un comerciante Libanés, musulmán, radicado en Corumbá, propietario de una agencia de cambios procesado por lavado de dinero proveniente del narcotraficante Beira Mar. Después de un tiempo me permitieron salir al patio común, entonces salía, caminaba con ellos, jugaba al ajedrez, escuchaba historias, evacuaba consultas jurídicas y hasta oraba con los evangelistas.
El 5 de febrero estando detenido en Brasil concede dos entrevistas. Una para la revista “Noticias” y otra en “La Primera”. Admite que se habías fugado por cuestiones de salud y hace una fuerte autocrítica por haber creído en las informaciones de los comisarios y los policías que trabajaron en la causa Coppola. Además, es la primera vez que ataca a Duhalde, diciendo que lo había usado y que cuando no lo necesito más, lo desecho. Fue la primera crítica pública que hace directamente contra él.
Con Duhalde nunca fuimos amigos, nos conocíamos desde el año 1981, me lo presentaron en un reducido asado realizado en un garaje cerrado de una casa en Lanús, en una reunión casi clandestina porque todavía estaban los militares aunque ya había cesado la represión y los políticos empezaban a salirse de abajo de la cama. Los políticos que estaban en esa reunión habían sido todos en todo momento “legales”. Manolo Quindimil, Manolo Torres, Federico Russo, Herminio Iglesias y Eduardo Duhalde, -lo máximo del justicialismo de la Provincia de Buenos Aires-. También estaba Eduardo Camaño que pertenecía a un centro tradicionalista criollo y era hombre de a caballo. Todos parecían subordinarse a Herminio. Todos eran de la 3ra. Sección. Yo era un infiltrado recién salido de la Universidad de Buenos Aires que entré de la mano de Federico Russo que disfrutaba de las mixturas. En su casita de Gregorio de Laferrere se daban cita montoneros y militares, obispos católicos y pai umbandas, pobres de la más extrema pobreza y empresarios muy ricos, ladrones y policías, el embajador Tomás de Anchorena y la inglesa con Pucho (un inspector municipal que parece un personaje de Molina Campos) Petete y Mustafá (dirigentes de la villa de San Petesburgo). Cualquier persona inteligente se hubiera dado cuenta que si seguía por ese camino iba a terminar muy mal, pero yo no lo advertí, digamos que para mí descubrir ese mundo fue tan fascinante como algunos años después lo fue la POLINTER de Río. Duhalde me volvió a tratar cuando yo era diputado provincial (1983-1985) y ambos estábamos enfrentados a Herminio y también participamos en algunos congresos, él desde “la cocina” y yo levantando la mano. Juntos hicimos un intento de que Federico Russo –por entonces caudillo de La Matanza que me había designado apoderado después que le arreglé una causa en la que estaba con captura por el asalto al Policlínico Bancario- se aliara con él y con Cafiero en contra de Herminio Iglesias cuando éste último era todavía presidente del partido. Pero si había un dirigente de la provincia al cual Federico Russo no quería, digamos que lo menospreciaba era Duhalde. Cuando fue mi designación como juez federal de Dolores no lo vi a Duhalde, ni hable de mi designación con él. Tampoco Federico Russo tuvo nada que ver, pero supe que Duhalde consintió que me designaran. Después de eso, en ese mismo año, en abril de 1996, me invitó a su quinta Don Tomás en San Vicente. Hablamos del tema de la droga, de la seguridad y de los ataques que estaba recibiendo, con el libro “El Otro” en sus manos. Me manifestó su total apoyo para actuar. En ningún momento sentí esa reunión como una intromisión política en una cuestión judicial. Nunca me pidió que investigara a nadie. Me estimulo desde el trabajo y se interesó en esta causa que empezábamos a investigar. Él, como gobernador, tenía dos vías de información del curso de las causas en las que pudiera haber cuestiones de Estado involucradas. Una a través mío, hasta donde yo podía transmitir, otra a través de la policía ya que era la policía de la Provincia de Buenos Aires la que inició y siguió por ejemplo la investigación del caso Cóppola. Había un buen nivel de frecuencia y sintonía, esto hacía que, en una tierra como la Provincia de Buenos Aires y en causas sensibles como la que involucraba a Cóppola actuara tranquilo y me sintiera respaldado por el gobierno de Duhalde. Por eso no buscaba el apoyo de otras fuerzas políticas, máxime cuando siempre manifesté mi disonancia con quienes ocupaban el gobierno nacional. Cuando empiezo a recibir los ataques de la defensa de Cóppola, Duhalde tomó distancia y no conté con su apoyo.
¿Volvió a hablar con Duhalde desde ese entonces, o su último encuentro fue en el año 1996?
Efectivamente en el año 1996. Después de eso mi mujer habló un par de veces con él.
Luego de estar detenido 99 días, el 5 de julio de 2000 se produce la extradición a la Argentina. ¿Cómo había recibido esa situación?
Se dio una situación paradojal, porque cuando estoy detenido, inmediatamente envío un fax al Supremo Tribunal Federal de Brasil, pidiendo que hagan lugar a la extradición. Pero en Brasil hay una legislación distinta a la de la Argentina respecto del trámite de extradición. En la Argentina el extraditado puede aceptar la extradición y en tal caso se hace un trámite muy rápido. En Brasil, no. La persona requerida tiene que defenderse, tiene que ejercer su derecho de defensa, si no lo hace le designan un defensor oficial de oficio y éste se opone. Yo designe una abogada que actuaba mucho en Brasilia, la Doctora Cecy Santoro, ella presentó una defensa que hice rechazando formalmente la extradición, pero finalmente aceptándola. Ellos, de todas maneras no hicieron lugar a algunos delitos, de oficio, porque no correspondía según la legislación brasilera. Hicieron lugar parcialmente a la extradición y me trasladaron.
¿Entonces tomó bien la noticia de la extradición?
Muy bien, porque tenía mucha ansiedad, hacia mucho tiempo que no veía a mi familia, quería regresar. Alicia no podía trasladarse a Brasil a cada rato. Ya me sentía con fuerzas, estaba muy bien, tienen razón los periodistas que hicieron ese comentario.
¿Cómo se instalo en gendarmería? Pude recorrer el lugar de detención personalmente, y tiene ciertas comodidades que la distinguen en relacion a cualquier otro centro carcelario de nuestro país. Además, podía recibir visitar regulares de su familia.
El subcomisario de Interpol que me traslado fue una persona excelente, consideró que no era necesario esposarme en ningún momento y viajé a su lado como un pasajero más. De regreso me instale en el Escuadrón Buenos Aires de Gendarmería y el trato fue muy bueno. No obstante te aclaro, que la gente está confundida por los dichos de algunos periodistas irresponsables que hablan de cárceles VIP y que estoy seguro que a la semana de estar en un lugar así son capaces de vender el alma al diablo para salir de allí. En general las cárceles siempre son cárceles. Acuérdese de esto: en la cárcel siempre es poco espacio y como decía Ho Chi Min siempre es mucho tiempo. Siempre uno tiene una limitación a su libertad de trasladarse, en algunas hay muros y en otras hay paredes. Pero de todas maneras siempre uno siente la limitación de la posibilidad de trasladarse. Lo que pasa es que cuando las cárceles son chicas, donde hay pocas personas detenidas, entonces el trato es diferente. Todo es más personalizado, eso es todo. Algunos perversos, los hay de derecha y de izquierda, todavía creen que los centros de detención tienen que ser para mortificar a la gente y entonces quieren que todos estén sometidos a regímenes carcelarios medievales.
Pero Bernasconi, es cierto que existen algunas comodidades que la diferencian del resto de las cárceles. Usted allí tenía tele, video, un cuarto confortable, computadora, un patio para correr, y le repito lo principal: podía recibir a diario la visita de sus familiares.
En cualquier cárcel de la Provincia de Buenos Aires, por decirle u sitio que conozco puntualmente, el problema no es la falta de televisor, teléfono, gimnasio y esas cosas a las que el periodismo llama “privilegios”. La falta de preparación del personal, el hacinamiento y la mezcla entre psicópatas y personas normales son los problemas de las cárceles en general. Se podría estar bien en todas las cárceles si se tratara de tener televisor, teléfono público, patio, gimnasio, lugares dónde trabajar, escuela, jardines y una gran libertad para hacer cosas tales como leer, escribir, pensar y hasta realizar tareas creativas, porque eso existe en casi todas las cárceles. Pero el problema principal es la calidad de los guardias que son muy limitados y de la población –para aprovechar el tiempo leyendo hay que saber leer-. La gran cantidad opera en contra de las clasificaciones y separaciones, y la cantidad y mezcla hace que los guardianes igualen las limitaciones hacia abajo, es decir todos tienen que padecer las mismas limitaciones a las que hay que someter a los locos peligrosos.
¿Cuantos eran en Gendarmería?
Yo tuve a cargo todas las cárceles de la provincia de Buenos Aires (1987-1988) durante casi un año y después como le he contado estuve preso en distintos lugares con lo cual puedo hablar con cierta autoridad del tema. Hay lugares para presos comunes mucho mejores que Gendarmería. Sólo que en Gendarmería hay un cuerpo de guardias con una formación profesional de excelencia y éramos pocos. Éramos al principio ocho y siempre el número osciló entre ocho y doce. Siempre en Gendarmería recibí muy buen trato, aunque al principio estuve prácticamente seis meses en una celda abierta pero muy chica de 1,20 de ancho por 2,50 de largo y sin posibilidades de salidas al patio, ni a lugares exteriores. Fue bastante duro, sobre todo teniendo en cuenta que pasamos todo el verano del 2001 en esas condiciones pegando el sol sobre el techo de chapa y sin equipos de aire. Después la situación se fue modificando por cambios arquitectónicos que permitieron que tuviéramos una habitación grande compartida entre dos o tres.
Un compañero suyo de Gendarmería dijo que usted era muy reconocido, que se bromeaba en torno a lo metódico de tu vida y que nadie podía sacarlo de ciertas estructuras. Se levantaba, caminaba, se iba solo a un lugar apartado donde leía y pintaba. Además lo que recordaban algunas personas, era la tranquilidad con la que se manejaba. Se armaban disputas políticas en general, y usted se caracterizaba por la mesura.
Siempre tuve mi tiempo bien organizado y siempre sentí la necesidad de hacer algo, saber que no estaba perdiendo el tiempo, y no lo perdí para nada. Leí metódicamente, escribí y dibujé, aprendí a volar con el Fligh Simulator y a jugar al Bridge. Después tuve la posibilidad de empezar a pintar con Enrique Dadone y recibíamos en horarios de visita una profesora que voluntariamente venía a darnos lecciones, una extraordinaria pintora. Uno tiene mas tiempo libre para hacer las cosas que a uno le gustan. La poca cantidad de detenidos hace posible un régimen de visita más elástico, más amplio. Mi mujer me podía visitar entre las tres de la tarde y las siete de la noche y también venían amigos. En realidad limité el número de gente que me venía a visitar porque de lo contrario interrumpían mi trabajo. El nivel cultural y de información de los otros internos, Domingo Felipe Cavallo, Carlos Carballo, Erman González, Aldo Dadone, Enrique Piana, Enrique Matov hacía que los diálogos e intercambio de experiencias y de conocimientos fueran muy interesantes.
Hubo una época en la que recuerdan haberlo notado tensionado. Fue durante el transcurso del juicio oral.
Quisiera comenzar por el final. El 13 de junio de 2002, uno de los últimos días del juicio, dijo que
“ la corporación de Comodoro Py lo había condenado mucho antes de empezar el juicio”.
Mí condena estaba estipulada. En mi caso puntual, en el año 97, el mismo día que Scioli es elegido diputado nacional (sin que afirme que él tuvo algo que ver con ello), en ese momento se decidió mi destitución y mi condena. El antecedente necesario era la condena de Schlagel y los policías y después vendría la mía. A mí ya me habían condenado, y además esto me lo dijeron magistrados de Comodoro Py. Uno de ellos, en una oportunidad que visitó a un interno en gendarmería, me vino a saludar y me dijo: “Mire doctor, se lo digo con vergüenza ajena, es un poco duro pero usted ya está condenado. Lo único que le falta al tribunal es poner el número de la pena, y no precisamente porque haya pruebas”. Era vox populi.
Según usted, ¿fueron seis años de una persecución sistemática contra su figura para verlo condenado, como había manifestado en el juicio oral?. Le recuerdo que en ese lapso de tiempo de había cambiado un gobierno: se había ido el menemismo y había llegado la Alianza. ¿Su situación se mantuvo igual durante todo ese tiempo?.
Sí, como consecuencia de los pactos preexistentes. En septiembre del 99 es condenado el secretario y a partir de allí aluden permanentemente a mi conducta, como si yo hubiera sido parte del juicio. Pero mucho antes de eso, en el procesamiento de los policías, en la elevación a juicio que hace el juez Cavallo, antes de eso, en el auto de instrucción del juez Galeano, en el pedido de captura, en todos esos documentos, se observa que ya se estaban pronunciando por mi acusación, persecución y condena, sin una sola prueba consistente. En cada resolución anticipaban el juicio final. Cuando recién empezaban con esta investigación Galeano ordenaba escuchas telefónicas a mi domicilio, medidas arbitrarias con un solo fin: llegar a mi condena. No obtenía nada con eso pero hacía bulto, cuerpos, juntaba papeles. Esto fue preparado mucho antes, no podían dar marcha atrás después. La misma cámara de casación se pronuncia en el caso del secretario en una forma absolutamente arbitraria, con argumentos que no resisten el menor análisis, contrariando la doctrina penal vigente en materia de asociación ilícita. En todo momento la casación soslaya pronunciarse sobre la valoración judicial por una cuestión de principios, pero la valoración judicial era atroz. Otro ejemplo que da la pauta de que había una estrategia deliberada, que se tuvo que cumplir hasta el final sino quedaban en evidencia todos los errores anteriores es cuando me imputan la jefatura de la asociación ilícita, cargo por el cual yo no había sido extraditado de Brasil. No obstante, en contra del derecho internacional se mantiene esa imputación hasta el momento de la sentencia de condena, -y por eso estuve preso porque sino hubiese correspondido la excarcelación-. Más luego, en la sentencia me quitan ese cargo y me condenan como “miembro” de una asociación ilícita para tornar abstracta la cuestión de la posible violación del derecho internacional. Como éste hay muchos ejemplos que demuestran que esto estaba concatenado desde el principio por un pacto consistente en poner en la cárcel y condenar a Bernasconi. Del pacto eran parte la corporación de Comodoro Py y el poder político del menemismo penetrado por las mafias del narcotráfico.
En el juicio oral se refiere a Samantha Farjat y Julieta Lavalle como prostitutas y dijo con cierta bronca que el juez Cavallo “creía en dos prostitutas y desconfiaba de un funcionario público”.
¿La declaración de una prostituta o de una drogadicta, es más dudosa que la de un funcionario público?
En principio cualquiera de las declaraciones debe ser valorada, y lo debe ser en su contexto. La declaración de una prostituta puede ser veraz o mentirosa. Hay una tendencia a una conducta lábil en la prostituta o en la drogadicta, hay una tendencia a mentir. Entonces esa declaración debe ser tomada con bastante prudencia, compararla con otros indicios y con otras declaraciones y circunstancias en que se desarrollo el hecho. Esto ha sido declarado así por la Corte, hay innumerables fallos de los tribunales penales en ese sentido. En el caso de un funcionario público, pongamos por caso un Profesor de la Universidad de Buenos Aires –aunque hoy en día estén todos sospechados y habría que ubicar las cosas en el caso de quién es el profesor, en que cargo se desempeña y cómo y sobre qué esta declarando, si puede haber algún interés de su parte-, pero se supone que el funcionario tiene un reconocimiento de lo contrario no sería una autoridad Entonces, usted tiene que partir de pensar que si generalmente las prostitutas mienten y generalmente los Profesores dicen la verdad hay una presunción de falsedad que afecta la declaración primera, y una presunción de veracidad que recae sobre la segunda.
En el juicio oral utilizó una frase un tanto regular en estos tiempos: “Estoy aquí sentado expuesto a esta situación, porque el poder me ha soltado el brazo”.¿No era ese mismo poder que le soltó el brazo, el que le posibilito mantenerse entre el 97 y el 99 en su cargo?
Poder es una palabra en primer lugar anfibológica. Para precisar el significado de esa palabra, cuando en ese momento me refiero al poder que me suelta el brazo, hablo del poder político que me había prometido respaldo, esto es el gobierno del doctor Eduardo Duhalde. El tiempo que transcurrió entre 1997 y 1999 fue mérito de la defensa, y en parte también se explica por las contradicciones que había dentro del mismo Senado. Es proverbial la lentitud que entonces caracterizaba el trámite del juicio político, siempre pesado hasta los juicios instaurados a los jueces de la Corte. También es cierto que había senadores como Jorge Villaverde, Héctor Maya, Antonio Cafiero que me conocían y que sabían que las acusaciones eran políticas y jurídicamente insostenibles –a tal punto que cuando estuve en Brasil se ofrecían para declarar a favor mío en un eventual pedido de asilo político-, y que obstaculizaron todo lo que pudieron el tratamiento de mi suspensión. Es por eso y no porque haya habido una intención deliberada de mantenerme hasta un determinado momento. De hecho se resolvió liquidarme a mí y terminar con el tema antes de irse Menem, y así fue.
Uno de los elementos más frecuentes que usted utilizó para defenderse, es citar la declaración de Laura Aranda, la mucama de Héctor Yayo Cossa, quien dijo haber escuchado que Samantha Farjat y Julieta Lavalle recibieron coimas para hacer el cambio de declaración ante el juez Marquevich en San Isidro. ¿Esto se pudo corroborar?
Después le voy a mostrar las pruebas que me fueron denegadas en el juicio. Deben ser cuarenta o más medidas de prueba importantes que fueron denegadas sin fundamento. Frente a todas las denegatorias presenté el recurso de reposición, en cuatro o cinco me hicieron lugar y en el resto me dijeron que eran innecesarias. No pude escuchar el testimonio de Aranda, ni el de Samantha. Tampoco me pude carear ni con Samantha Farjat, ni con Julieta Lavalle. Tampoco pude recibir la declaración de ella, ni interrogarla. Todas estas medidas me fueron denegadas, no pude conseguir que se periciaran las escuchas telefónicas. Es más, plantee en el juicio carearme con Samantha Farjat y someterme al polímero, que es el detector de mentiras, aunque ella no quisiera y no fue permitido. No tuve el derecho a la verdad.
¿Qué recurso legal utilizaron para negárselo?
Decían que era improcedente o innecesario, simplemente eso. Lo que hicieron fue utilizar las declaraciones que Samantha, Julieta y Natalia de Negri habían prestado en el Juicio de Schlagel y los policías, como prueba documental en mi causa. Entonces ordenaban una agregación de esas pruebas, con lo cual no pude revisar la prueba ni controlar su producción.
¿Usted cree que fueron extorsionadas o coimeadas para cambiar su declaración?
A mi no me consta pero es muy probable. La inescrupulosidad con que se manejo la defensa de Cóppola fue tan grande que al juzgado de Marquevich, donde comienzan a armar las pruebas en mi contra, van el abogado Alberdi un alto funcionario de la SIDE, un ex comisario de la bonaerense tristemente célebre como Naldi, estrecho amigo del secretario de Marquevich, Cúneo Libarona y su socio Ballesteros. Estas dos pobres infelices, ¿qué iban a declarar ahí?. Lo que ellos dictaran.
¿No es probable que hayan sido coimeadas también cuando fueron a su juzgado a declarar, e involucraron a Guillermo Coppola en temas relacionados con el narcotráfico?
¿Quién podía coimearlas en el Juzgado de Dolores?. Los policías no manejaban fondos, nosotros tampoco teníamos fondos reservados, ¿el Secretario iría a poner dinero de su sueldo para que los testigos declararan en algún sentido?. ¿No le parece delirante? ¿Acaso ellas no lo hubieran dicho después, cuando se ponen al servicio de Cúneo Libarona? Suena tan absurdo eso que ni siquiera a ellos que fueron tan lejos se les ocurrió cosa semejante. Tengo el testimonio de la gente que recibió a estas señoritas en el juzgado de Dolores. Tengo también el testimonio del prosecretario penal Miguel Ángel Lascano, que le tomo declaración a alguna de ellas. ¿Cómo se trabajaba en el juzgado?, con seriedad, con respeto, con mucha amabilidad, es gente de pueblo acostumbrada al buen trato. No hubo ni dinero ni presión de ninguna clase.
En esta especie de persecución que usted dice sufrir nombró a funcionarios, jueces, abogados, policías, e hizo mención a algunos periodistas que me llamaron enormemente la atención. Me refiero al reconocido columnista de Pagina/12 Pasquíni Duran, y al periodista más creíble del país, que es Jorge Lanata.
Puntualmente no recuerdo, porque han pasado años de las afirmaciones de Lanata y Pasquíni Duran, respecto del caso y de mí. Lo que sí le puedo decir es que podría revisar los artículos y ver dónde hay afirmaciones calumniosas e injuriosas, y muchas veces ajenas completamente a la verdad. Creo que ellos no tienen rigor en cuanto al chequeo de las fuentes utilizadas en este caso, para mí actuaron con gran falta de responsabilidad, con mucha ligereza, con una cosa muy tendenciosa. En una oportunidad me cruce con Lanata en el barrio de Belgrano, yo estaba con Alicia, de pronto quedamos frente a frente. Era la época en que comentaba la causa, le dije: “Lanata usted está faltando a la verdad”. Él me dijo: “Yo le puedo dar derecho a réplica”. Se retiró del lugar casi corriendo. Nunca me lo dio. Eso le da la pauta de que él no tenía interés en mi testimonio, ni en conocer la verdad. Estaba obedeciendo a algún compromiso extra periodístico. Además de la falta de responsabilidad y de los compromisos. No se olvide que Anzorreguey manejaba a muchos periodistas “progres” que se rasgan las vestiduras frente a la corrupción ajena pero no ven la viga en el propio ojo. Mas, ciertos sectores de la prensa entendieron, creyeron ver en esto que estaba pasando, a un juez fundamentalista que estaba en contra de los consumidores de drogas, que llevaba adelante una cruzada santa en contra de todos los que tenían un cigarrillo de marihuana en el bolsillo, y muchos de ellos lo tenían, como podría ser sin ningún riesgo a equivocarme el caso de Lanata. Lo tomaron como una guerra personal, como si yo fuera un juez nazi y ellos fueran judíos en el Tribunal de Nüremberg. Me parece que paso esto, fue una distorsión, porque nunca nada tan ajeno a la realidad. Tampoco se ocuparon demasiado por averiguarlo.
Pasquíni Duran estuvo como periodista de Página 12, en el Juzgado Federal de Dolores durante la causa Cóppola. Fue allí con su esposa Graciela, no recuerdo su apellido. La nota que me hicieron está plagada de mentiras, pusieron cosas en mi boca que yo no dije. Les mande cartas documentos al diario, que nunca recibieron. Finalmente mandé un escribano que levantó un acta y entregó una carta a una persona del diario. Nunca se disculparon. Son unos irresponsables. Todos sus comentarios posteriores estarán signados por una motivación oculta y fundamental que era justificar esa posición.
¿No es cierto que usted estaba en contra de cualquier consumo de drogas?
Si, pero es una opinión con fundamentos más que racionales. No lo baso en el rechazo visceral, el odio o en una discriminación y mucho menos soy fundamentalista ni en eso ni en ninguna otra postura. He tenido parientes adictos, por ende conozco el tema, trabaje mucho en prevención antes de ser juez. En materia del conocimiento trabajé el tema con psicoanalistas y examiné en profundidad investigaciones de expertos. Pude comprobar en la práctica cotidiana la verdad de las enseñanzas de Milmianiene sobre la necesidad del límite y de la responsabilidad y cómo el no límite, la ausencia de la ley del padre y de su sustituto imperfecto y tardío que puede ser el juez conduce a la repetición del acting, a la disolución subjetiva, a la crisis de identidad y al desenfreno. En mi cargo me ocupe más en la prevención que de la represión. Nunca tuve preso sino demorado unos momentos a alguien por el delito de tenencia para el consumo
El 20 de agosto de 2000 el Tribunal Federal Numero 5 lo condena a 9 años y medio de prisión por haber cometido 7 falsedades ideológicas y por ser miembro de una asociación ilícita.¿Esperaba recibir una condena tan dura? ¿Cuáles fueron sus planes desde allí en plano personal y en el judicial?
Yo esperaba que fuera dura, pero nunca que fuera tan exagerada, me pareció que era algo que no tenía parámetro racional, que era exorbitante, como había sido todo lo que la precedía. Calcule usted que ocho años es la pena mínima de un homicidio simple. Pensé que iba a ser un poco mayor que la que le dieron al secretario, siete años y medio. Pero fue aún mayor porque durante el juicio fui muy duro en condenar –de palabra- al tribunal y de hacerlos cargo de una condena ética y moral que creo que llevarán gravada en sus conciencias de por vida. Recibí esto como un sacrificio, de ninguna manera lo recibí como un juicio ético, como algo que proviniera de alguien que tuviese autoridad moral.
Volvamos sobre Duhalde. Cuando él estaba en la presidencia, usted hizo algunos acercamientos a través de su mujer, y él prometió firmarle un indulto antes de terminar su presidencia.
Si, es verdad. Con todos los antecedentes en la mano, muchas o pequeñas contribuciones que yo había hecho a la comunidad de distintos ángulos, Alicia fue y le dijo que sería un acto reparador dictar un indulto. Él le dijo que sí, que el mismo lo iba a escribir.
¿Usted estaba de acuerdo en aceptar la libertad a través de la ayuda de Duhalde, a quien había calificado como un traidor y un oportunista?
No lo llamé traidor. En definitiva el hombre político y en el poder a veces quiere realizar ciertas cosas y las circunstancias se oponen a esa decisión. ¿No cree que salvando las distancias Rosas hubiera querido salvar a Dorrego y no pudo hacerlo? Siempre cabe esa duda. Más tarde, por intermedio de un amigo en común me enteré que Duhalde dijo sobre el indulto: “No pude hacerlo”. Creo que fue asesorado por el ministro de justicia que no era posible dictar el indulto cuando aún no había una condena firme, y Duhalde como usted sabe no es un jurista. Sin embargo, creo que era una oportunidad que tenía él o quien fuese presidente para reparar una injusticia.
Más allá de recuperar la lealtad de Duhalde, era también la forma en la que recobraría su libertad.
No era solamente recuperar la libertad. Era eso y dejar cerrado un capítulo aunque no fuera a través de la propia justicia que corrigiera sus errores. Era saldar una persecución que fue antes política que judicial por medio de un recurso político.
El mismo tribunal que usted había considerado “verdugo” cuando leyeron su dictamen, decidió excarcelarlo tras cinco años y cuatro meses de detención por haber cumplido dos tercios de su condena. ¿Qué impresión le genero la resolución?
La cámara de casación penal redujo la condena. No creo que sea un acto de justicia, fue una acción parcial. Es muy curioso, porque nosotros no habíamos planteado el recurso de apelación ante la casación cuestionando la magnitud de la pena. Cuando hicimos el recurso con la Doctora Fabiana León decidimos apelar por el fondo de la cuestión, sabíamos que la pena era irrazonable, pero no lo planteamos. Entonces la casación, a la que le pareció que la pena era exagerada, para reducirla tuvo que sacar un delito: me sacó dos falsedades ideológicas. Son las de las actas hechas en la casa de Tarantíni y la falsedad del acta en la que Gerase declara que antes del procedimiento van a llevar droga a lo de Tarantíni.
¿Por qué motivo hicieron esa modificación?. ¿Por qué después de tantos años de “persecución” ahora decidían excarcelarlo?
Al cambiar el contexto político, los jueces van tratando de morigerar esos exabruptos, situarse de otra manera. Sobre todo después de los líos políticos que ocurrieron en el país y con el advenimiento del gobierno renovador del doctor Kirchner.
¿A qué se refiere?
Al cambio de gobierno. Hay un contexto ahora donde las cosas que pasaron, nunca hubieran ocurrido. No es un gobierno penetrado por las mafias del narcotráfico y del lavado de dinero, no es un gobierno donde haya espacio para un Ramón Hernández. El avión presidencial Tango 01 no transporta cocaína, el ministro del Interior Carlos Corach no le da órdenes a los jueces, no hay una servilleta. No digo que no tenga condicionamientos, pero es un gobierno serio. Si yo hubiese cometido alguna falta, siendo juez, en este contexto hubiera sufrido una sanción por las vías institucionales, pero nunca se me hubiera montado una persecución feroz como la que sufrí. Acá, en Comodoro Py también se dan cuenta de esa circunstancia nacional, y a pesar de que arrastran sus compromisos del pasado estos no los obligan y no les pesan tanto, con lo cual aún los jueces más contaminados están cambiando.
¿En lo judicial usted tiene que esperar una resolución final de la renovada Corte Suprema de Justicia?
Sí, deberá pronunciarse acerca de la procedencia o no de un recurso de queja. La cámara de casación con la misma arbitrariedad que sacó las dos falsedades ideológicas dejó las otras. Esta causa tiene poco contenido pero es muy voluminosa, pero la estructura del pensamiento (ficción) judicial se resume en cuatro renglones: Bernasconi recibió declaraciones testimoniales mentirosas (de los policías y otros testigos). Incluir estas declaraciones en un acta significa cometer falsedades ideológicas. Esta inclusión de varias declaraciones falsas sabiendo que lo son en connivencia con el secretario y los policías hace inferir que había una asociación ilícita. Éste es el argumento que inventó Cavallo y después más o menos siguieron los demás. No había pruebas que demostraran que yo sabía que mentían ni de que había un pacto asociativo ni se probó que hubiera planes delictivos. No hay ningún fundamento serio para condenarme, ni para absolverme parcialmente. Si sacaban un delito tenían que sacar todos. Creo que el último fallo de casación es un “tropiezo” de la persecución política provocado por el espíritu de la lógica. Algo así como una confesión, el pensador francés Jacques Lacan decía: “Palabra que tropieza, palabra que confiesa”.
Quisiera terminar esta parte de la conversación con dos preguntas más personales. Usted comentaba que en la cárcel adquirió hábitos como la pintura, que luego traslado a su vida fuera de la prisión. Su hija, Agustina Bernasconi me dijo una frase que me llamó la atención: “Será que es difícil adaptarse a la libertad. Es como si parte de la vida que hacia en Gendarmería, en ves de ocultarla, olvidarla, la trajese aquí, a su rutina de cada día.”
La verdad es que a mi no me resultó nada difícil. El día que salí acompañado por Alicia y Fabiana León sentí una alegría infinita, y todos los días le doy gracias a Dios por estar libre. Hay algunos hábitos que sí cambian, pero me parecen positivos, no me he transformado en un ermitaño. Salgo a correr por el parque casi todos los días sin el límite de un pasillo de cincuenta metros, camino a ritmo de marcha rápida diez kilómetros o hago treinta en bicicleta. La pintura también es algo que desarrolle en prisión y que ahora continúo en un taller con un gran maestro. Después comparto mucho tiempo con los míos y trabajo.
Después de un año en libertad quisiera saber cual es el balance que realizó de todo lo que sucedió.
En primer lugar quiero acordarme de los buenos y no de los malos. Como te decía antes, Alicia, mi hermana Blanca, mis hijos Lucas, Nicolás y Agustina, mi amigo Alfredo "Tati" Meckievi y mi abogada Fabiana León están en la primera repisa de mi corazón para siempre. Después viene un ejército interminable de amigos y de gente buena. Tengo por ellos un reconocimiento infinito.
Hay personas que han obrado muy mal conmigo, con falta de humanidad, movidos por envidias, odios, enconos. El que obra deliberadamente para hacer mal es una mala persona, es una persona que merece nuestro rechazo. La solución personal que encontré para no engancharme en el mal es pedirle a Dios que le ayude a ser mejor y esto me da resultado. Soy católico, rezo, y los incluyo en mis oraciones. Mi energía es positiva, en vez de querer que se mueran, quiero que el día de mañana se superen, que vivan y sean buenas personas. Respecto de los idiotas que también causan mucho daño le pido a Dios que los ilumine.
En cuanto a mí, me reconozco con muchas fallas y creo que cometí muchos errores. Pero en el rumbo de mis conductas no encuentro errores. Sólo que a veces vamos en la dirección correcta en el terreno equivocado. Cuenta Marco Polo en su diario que en una de sus expediciones hacia el Polo Norte –los grandes exploradores en algunas expediciones también tenían fracasos-, iba navegando con los trineos y advirtió, midiendo su situación con las estrellas, que al final de la jornada estaba al sur de la ubicación de la que habían partido al comienzo de la misma, y a pesar de eso el rumbo era el correcto. Fue entonces que se dio cuenta que estaban transitando por un inmenso témpano de hielo y que las corrientes oceánicas transportaban hacia el sur. ¿Se da cuenta?
Entonces, no se arrepiente de haber seguido con la causa Coppola. El viento, el destino, lo llevaron en ese sentido...
De eso no me arrepiento. De lo que me arrepiento es de haber navegado hacia el norte sobre un piso político que se dejaba llevar por las corrientes hacia el sur y no haberlo advertido a tiempo.
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CAPITULO 4 : RECORRIDO DE UNA VIDA
¡- Sigan! ordena. Y dice: ¡Si no hablas te vamos a tirar de un avión al mar!
La electricidad ingresa y se va por los rincones del cuerpo. Ya no es un golpe que me sorprende. Es un proceso que me fracciona, me desintegra. Es la fragmentación, pienso. Pero a diferencia de lo que pude haber imaginado, sucede que sé lo que pasa. Sé lo que digo. Sé lo que no digo. Tengo plena conciencia. La energía eléctrica no me nubla. Y mi mente se va haciendo por un reflejo físico o químico, involuntario, más hermética, más dura, más impenetrable. Sigo siendo libre de pensar, de decir y de no decir. Mi cuerpo se va, mi espíritu no se pierde, se queda...
Ellos siguen. El cuerpo también sigue el movimiento que las descargas provocan. Se arquea, se tensa y cae. Ya no lo siento. Siento la fatiga. Ya no puedo respirar, soy un ahogo. Un ahogo interminable. Sé que voy a morir y en el instante en que lo sé, brota de mi boca un ruego:
Señor, llevame!, le pido a Dios y se lo digo a los torturadores también, para que sepan que Dios me va a llevar y que van a tener que cargar con mi cadáver, sin saber, en ese instante, que esas palabras me devolverían a la vida, me permitirían recorrer todos estos largos años y reconstruir hoy aquellos hechos en este testimonio. Cómo dudar que Dios puso en mi boca esas palabras y que de no haberlo hecho, la ferocidad de mis verdugos hubiera continuado tal vez hasta el final. Sólo esas palabras, dos palabras del poder celestial puestas en mi boca contra la furia de la dictadura civil y militar más sangrienta que soportamos durante el presente siglo sirvieron para detenerlos.
DE “CAPUCHA A CAPUCHA”, LIBRO ESCRITO POR HÉRNAN BERNASCONI AÚN NO PUBLICADO.
RELATO DE LA EXPERIENCIA VIVIDA EN CAMPO DE MAYO EN 1977, CUANDO FUE SECUESTRADO POR LA ÚLTIMA DICTADURA MILITAR QUE SUFRIÓ NUESTRO PAÍS.
Usted viene de una familia de clase media. ¿Cómo se vivía la antinomia peronismo – antiperonismo?
Mi familia paterna la fundó mi abuelo Francisco, un inmigrante nacido en Italia, Chiasso, frontera con Suiza. Se formó en Viena en el oficio de la construcción de hornos industriales y chimeneas, en plena revolución industrial, vino de Austria al Río de la Plata con diecinueve años y al poco tiempo instaló el primer establecimiento de construcción de chimeneas, alrededor de 1880. Fue el constructor de las primeras chimeneas de la Argentina (Puerto Nuevo, Bagley entre otras) amasó una fortuna relativamente importante, fue un trabajador exitoso que formó parte del crecimiento de la Argentina próspera. La familia vivía en una gran casona en el barrio porteño de Almagro. Sus hijos estudiaron, la mayor, Ángela fue la primer Doctora en Ciencias Económicas del país quien en el año 1926 fundó por encargo del Presidente de la Nación el 1er Colegio Comercial en Ramos Mejía y por eso la familia –con la excepción de mi abuelo- se trasladó a Ramos donde naceríamos nosotros. Mi padre Horacio, el menor de los hermanos abandonó sus estudios de abogacía por el teatro. Fue un bohemio y nosotros vivimos un poco a los barquinazos, épocas pobres y otras como si fuéramos ricos, ese fue el contexto socioeconómico y cultural. Mi madre era huérfana de madre desde que nació y de padre desde los tres años. Sus padres eran españoles, naturales de Málaga y fue criada por su madrina. Cuando mi padre la conoció en 1931 ambos tenían veintitrés años, ella trabajaba de sastre, tenía piel aceitunada y era extremadamente bella y él era director de una joven orquesta, actor de teatro y administrador de la Productora Argentina de Film.
Políticamente la mitad de mi familia era conservadora, mi padre un opositor radical, los hermanos de mi madre todos andaluces, socialistas y uno de ellos Francisco Guerrero, dirigente anarquista del gremio de la construcción hasta que llegó Perón y con Evita se hizo peronista.
¿Cómo empezó a militar en la FAN-JUP (Fuerzas Armadas Nacionales de la Juventud Peronista) en los ’60, teniendo en cuenta que en su casa no había una tradición peronista?
La Juventud Peronista fue una expresión de lo que se llamó el Socialismo Nacional, fue la conjunción de ideas de izquierda con lo nacional que en su versión popular era el peronismo. No fui nada original al adherir a esta corriente ya que gran parte de mi generación se vio seducida por la idea de “hacerse peronista”. Era como quien tiene ideas sobre las bondades del campo y después quiere pasar a ser chacarero, inexorablemente tiene que meter los pies en el barro. En realidad antes de esto yo me identificaba con el nacionalismo católico, sin embargo después de estudiar las doctrinas de filosofía Tomista, Maritein, Emmanuel Mounier y lo que había sobre la democracia cristiana, las obras más filosóficas de Ortega y Gasset, Unamuno, Xavier Zubiri, Pedro Laín, pasé a nutrirme de lo que comenzaban a producir algunos argentinos como Hernández Arreghi, John William Cooke en su correspondencia con Perón, Dussel y Kush,.Quien más influyó sin embargo fue Dussel con su “Ética de la Liberación Latinoamericana”. Un libro riguroso, denso, con una fuerte influencia de Hegel a quien, como no se alemán nunca pude comprender excepto por medio de algunos de sus seguidores. Mucho más que Herbert Marcuse y Franz Fanon que también estaban de moda en aquellos años. Como podrás advertir hay una confluencia de pensadores antimarxistas y otros marxistas. También me impresionó ya estando en la universidad Karel Koscik y su “Dialéctica de lo Concreto”. Bueno aprovechando el título de koscik la concretización del ideario y de los valores cristianos en la política argentina estaba en el movimiento peronista y no en otro partido o corriente.
¿Quién era el máximo exponente en la rama en la que militaba?¿Eran de la línea de John William Cooke?
Cooke era de una lectura amena y amigo de definiciones tajantes. Leí la correspondencia con el General Perón, sólo eso. En realidad yo estaba intentando conciliar las derivaciones del neotomismo, el concepto de “comunidad”, el hombre como un ser que no es un individuo sino un haz de relaciones y que forma parte de un todo que es la comunidad pero que no desaparece entitativamente absorbido por ésta. Y como una transacción estaba la comunidad organizada de Perón. Me asombró cuando tomé contacto con él a fines de los sesenta, las similitudes del pensamiento de Perón con el personalismo de Mounier. También asombra por ejemplo, que a fines de siglo XX grandes pensadores sobre la Democracia y sobre la Globalización coincidan en los puntos centrales del pensamiento filosófico de Perón, como es el caso de Alain Touraine. La aceptación del peronismo para nuestra generación no significaba un quiebre con el pensamiento católico, con las concepciones de Santo Tomás de Aquino, sino al contrario, era una adecuación de esas ideas a una concepción más terrenal, más propia, más argentina, más actuales, que se hacían acto en un movimiento popular que tenía por sobre todas las cosas una virtud: el pueblo en su conjunto por esas circunstancias de la historia, de pronto, lo adoptó. Desde las lecturas de Kush hasta el abrazo con los indígenas que llegaban del Chaco, de Formosa, del Sur, nos sentimos mestizos y nos sentimos expresados por la imagen del “hombre nuevo”, que nos anunciaban Monseñor Pironio y Paulo Freire. Eso pensábamos, eso éramos. Había una visión optimista, romántica, plagada de sueños que careció de una conducción política –de la juventud digo-, que estuviera a la altura de las circunstancias históricas.
A comienzos de los ’70 instaló un estudio jurídico en San Justo. Según dice Roberto Guiney, un compañero suyo de esa época, su expresión militante era el aporte que hacía desde ese lugar, ayudando a los trabajadores en conflicto.
Sí, porque mi especialidad antes de recibirme era el derecho del trabajo, fui meritorio y empleado en el fuero laboral de la capital en distintos juzgados y me había especializado en esa rama. Elegí San Justo porque estaba cerca de Ramos, donde nací y era un lugar de gran concentración de trabajadores, me parecía que allí podría prestar un servicio, alquilé una oficina en un segundo piso por escalera en la calle Arieta, puse una chapa, un escritorio, una silla, algunos estantes con los libros, yo mismo hice una mampara de madera, algunas sillas en la salita de espera y salí a ver algunos amigos a quienes entregué mi tarjeta....
¿Se obtenían resultados en la lucha con los sindicatos, teniendo en cuenta que la llegada de López Rega al gobierno a mediados del 73´ había acrecentado su poder?
Sí, todos en los que me tocó intervenir como abogado se ganaron. El más importante fue el de la fábrica de autopiezas Martín y Amato subsidiaria de Lucas Service Internacional donde trabajaban más de mil obreros y donde se desató un conflicto por despido de delegados que duró más de sesenta días al cabo de los cuales se reintegró a todos los que habían sido despedidos, a todos los delegados. Participé muy directamente de este éxito pues me vinieron a ver en el peor momento y desarrollamos una estrategia legal acertada y gracias a su fuerza se dieron vuelta las cosas. Los delegados metalúrgicos me hacían partícipe de sus triunfos porque los sindicatos les negaban asesoramiento en materia legal, entonces para ellos mi aporte era de un valor infinito. Yo hacía mi aporte profesional, no me movía una ambición económica, no tenía ningún compromiso con la burocracia ni tampoco con ningún partido político y cuando me quisieron comprar desde las patronales en conflicto lo rechace y ellos pudieron ser testigos de esto. Estos conflictos en los que me tocó participar se ganaron y usted podrá decir con razón que se ganaron por poco tiempo porque después vino el golpe militar y desaparecieron todas las conquistas lo cual es cierto. Sin embargo, la lucha sindical de estos años forjó dirigentes que después del 83´ retornaron a la lucha sindical y ahora son conducción nacional de algunos gremios.
Con el transcurso del tiempo y el advenimiento de un nuevo golpe militar, el estudio de San Justo se fue transformando en un lugar de encuentro para los cuadros Montoneros. Allí se armaban operativos, se planificaban operaciones. ¿Cómo vivió este proceso?
Sí, es cierto. Algunos decían que era la jabonería de Vieytes. Para mí era importante tener lazos con los dirigentes de la JTP (Juventud Trabajadora Peronista), porque era una forma de contribuir a algo más de conjunto, a no actuar tan aislado, a pesar de que no compartía el proceso de militarización que se estaba operando en la juventud en esos años, después de la ruptura con Perón. Siempre entendí que es legítima la violencia cuando un niño se muere por falta de alimentos o atención médica, que el uso limitado de la violencia debe acompañar a un movimiento revolucionario – como apoyo al movimiento de las masas-, pero también entendí que la disparidad de fuerzas entre la juventud y las fuerzas armadas era abismal y estaba condenada al fracaso; por otro lado era una utopía pensar que los trabajadores pudieran volcarse a la lucha armada. Yo estaba de acuerdo con una concepción más política que también existía en el seno del peronismo revolucionario, como era el caso de los máximos dirigentes de la JTP que era con quienes mantenía un diálogo permanente.
Durante la última dictadura, el ex canciller de Menem, Diego Guelar, participó en su estudio y tuvo que exiliarse. Por otra parte, en esa época usted presentó varios habeas hábeas. ¿Tenía conciencia de lo sangriento que iba a ser ese golpe? ¿No pensó en pasar a la clandestinidad, ya que su estudio jurídico era un blanco asegurado de los militares?
Diego Guelar se incorporó al Estudio a fines del año 74 y pasó a la clandestinidad en el año 1975, antes del golpe. Trabajaba en ese entonces en un Estudio del abogado y senador justicialista Alberto Mayansky, que decidió exiliarse amenazado por la triple A. Allí Guelar se asoció conmigo, era apoderado del Partido Auténtico. Un día tomando un café me dijo: “Pasé a la clandestinidad así que no estoy en el Estudio”, y me pidió que me hiciera cargo de los asuntos del Estudio Mayanski-Guelar, al mismo tiempo que me aconsejó que fuera pensando en retirarme. Entonces fui conciente que mi trabajo se duplicaba y el peligro se cuadruplicaba, claro que me podía ir, pero sentí la necesidad de quedarme por varias razones: era mi lugar, lo había ido haciendo día por día, tenía una considerable clientela, estaba prestigiado y conocido en los tribunales pero además todas las semanas llegaban familiares o vecinos de obreros de las fábricas a quienes había atendido por cuestiones laborales que habían sido “chupados” y estaban desaparecidos. Recuerdo a Bigote de UTA, Sosa, Tomasín, el Tano, Chomsky, el Negro Pérez entre otros de Martín y Amato, a Carmelo Affatatto que lo fueron a buscar y se escapó, a Uboldi y Silvano de Roura La Metal, Alfano de Man, Möl de Santa Rosa, por todos ellos y otros que no recuerdo ahora, presenté recursos o hice gestiones en Brigadas, Comisarías, en Puente 12, en los juzgados de Morón. Perdí la cuenta, pero eran muchos. Tenía temor pero lo hacía. Es cierto que los hábeas corpus eran contestados negativamente y también es cierto que a los militares les molestaban. No es cierto que todos los desaparecidos no volvían a aparecer, todos los nombrados aparecieron al mes o a los dos meses (no estaban encuadrados en organizaciones armadas) a excepción de Chomsky que apareció en una cárcel del Chaco después de nueve meses y de Emilio Tomasín que no apareció nunca más.
¿Cómo fue su secuestro y qué recuerda de esos nueve días en que fue un detenido-desaparecido en Campo de Mayo?
Bueno, en el clima de amenaza que vivía en el Estudio decidí dos cosas: no llevar armas y no trancar las puertas. Había dos abogados recién recibidos trabajando en el Estudio, uno era Mario Espada, en realidad, concurrían para hacer una especie de pasantía, práctica profesional. Era un jueves de Semana Santa, ya tarde y le estaba dictando un escrito. Primero golpearon la puerta, las dos empleadas ya se habían retirado, salí a atender y un joven alto, rubio, de cara redonda, mientras le subía la sangre al rostro me preguntó por el doctor Guelar. Le dije que no estaba más, que hacía casi un año que no pertenecía al Estudio, me dio las gracias y se fue. A los diez minutos llegó una patota de unas ocho o diez personas, entraron sin golpear la puerta precedidos del ruido de fierros por la escalera de acceso (alquilábamos dos oficinas en un 2do piso por escalera de la calle Arieta 3228), todos portando armas largas, de civil, alguno de fajina, uno con una pistola 9 mm que me apuntó a la frente. Se produjo un silencio que fue eterno, interrumpí diciéndole al que me apuntaba: “Si no va a tirar por favor baje el arma”. El tipo bajo el arma, unos revolvían los cajones, mientras otros lo ataron a Espada a una silla y me esposaron con las manos en la espalda; después me subieron en la parte trasera de un Falcon que estaba estacionado en la puerta, subieron dos adelante y dos atrás y me pusieron en el piso tapándome la cabeza con mi propio saco. Detrás había un par de vehículos más, todos arrancaron a gran velocidad. Cuando llegamos al lugar me dieron un número, me dijeron que me olvidara del nombre. Pedí hablar con el encargado del lugar, me dijeron que ya iba a hablar. Me llevaron a una habitación que tendría el doble de una cuatro por cuatro. Estaba encapuchado, pero había momentos en los que podía levantar la capucha y ver o si no podía hacerlo por los agujeritos, divise unas colchonetas y bultos que eran personas. Allí estuve unas horas, hasta que me llevaron a una sala en la que hacían los interrogatorios. “Ahora vas a hablar con el jefe”, me dijeron. Primero me interrogaron a golpe de puño, de una trompada me hicieron volar por el aire, después me ataron a un camastro de hierro, desnudo, sólo con la capucha y me metieron picana. Calculo que la tortura habrá durado unos veinte minutos o más, no perdí el control pero dejé el cuerpo librado a su suerte, mientras pensaba lo que les decía mi cuerpo saltaba en el camastro como consecuencia del efecto de la electricidad que me cruzaba las piernas, el pecho, los brazos, la cabeza. Me preguntaban qué montoneros iban a mi estudio, querían nombres. No les di ningún nombre, ni apodo, no obtuvieron ningún resultado positivo, lo cierto es que tampoco tenía información que fuera importante para ellos. Por Blanca, mi hermana, no me preguntaron., sólo por abogados y montoneros que concurrían al Estudio. Hasta que en un momento, cuando sentí que tenía un principio de asfixia le pedía a Dios que me llevara y ahí pararon. Fue un milagro.
Caí como un trapo en una colchoneta que estaba en el piso y dormí hasta el día siguiente. Soñé que caía de un avión reiteradas veces ya que en el curso del interrogatorio me habían dicho:” ¡Bueno, si seguís sin saber nada te vamos a tirar de un avión al Río de la Plata!”. Al día siguiente me hacen un segundo interrogatorio, sin picana, en tono neutro, sin violencia, igual de infructuoso para ellos que el del día anterior.
El resto del tiempo estuve en colchonetas, comunicándome un poco con la gente que estaba ahí. Un par de días antes de liberarme, me dijeron que iba a salir. A unos cuatro o cinco nos cargaron en la parte trasera de un camión del ejército y nos fueron dejando. A mí, al costado de la Panamericana.
¿Pudo saber por que lo liberaron?
Creo, primero y principal porque sabían que yo no estaba encuadrado en montoneros. En el peor de los casos mi situación podría encajar dentro de los que ellos calificaban como “apoyo logístico” o “potencialmente peligroso”, ni siquiera eso, creo que ocupaba una calificación análoga a la de los dirigentes sindicales de base o a los dirigentes políticos “usados” por los grupos armados y considerados “perejiles”. A estos raramente los mataban, excepto, si al mismo tiempo eran o habían sido integrantes de alguna de las organizaciones guerrilleras. Si hubiera estado encuadrado no me hubieran liberado por más presión que se hubiera ejercido desde afuera. Yo era tan sólo un abogado laboralista que asesoraba a dirigentes de base –peronistas o no peronistas pero de izquierda-, todos revoltosos, que provocaban conflictos, pero no estaban en las organizaciones armadas, según creo. Al mismo tiempo mi hermano en ese momento era Teniente de Navío, se movió muchísimo, y también otra gente, allegados a la familia. El padre José Barrientos habló con el Nuncio, Blanca Rita Camaño le rogó al general Crespi, su primo, mi esposa presentó un hábeas corpus en la Capital Federal de cuya existencia sólo queda su registro en los libros de Mesa de Entradas de la época, porque desapareció el expediente. Recuerdo también que Amnesty Internacional de Suecia publicó mi desaparición.
Desde ese momento pudo ejercer su profesión sin tener problemas con la dictadura...
Volví a mi estudio. Un día después que me liberaron volví y estaba todo bien, pero al día siguiente me lo destrozaron, escribieron las paredes con frases amenazantes, rompieron máquinas de escribir, tiraron las carpetas por todos lados, entonces comencé un largo peregrinaje. Estuve en Buenos Aires sin sacar prácticamente la cabeza todo el año 1977, me refugié en el Estudio Jurídico del Doctor Daniel Bo, amigo de un compañero de la facultad que se comportó con una extraordinaria solidaridad. También me incorporé a la Cátedra de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en la Universidad de Belgrano y, más tarde ingresé en la Cátedra del doctor Fernández Madrid en la Universidad de Buenos Aires y en la de Legislación Agraria en la Universidad de Morón. Colaboré con la revista Legislación del Trabajo y algunas obras jurídicas colectivas. Durante el año 1978 mi única militancia fue colaborar como asesor con la CGT (Confederación General del Trabajo) Brasil, desde un aporte que prácticamente concluyó con los cuatrocientos recursos que presenté después de la movilización del 30 de marzo del año 1982, donde hubo esa cantidad de detenidos por la marcha a la plaza de mayo reclamando: “Pan, Paz y Trabajo”.Ese día lo asistí por última vez a Saúl Ubaldini y al gallego Ricardo Pérez que estaban detenidos en la comisaría de la calle Tacuarí e Independencia. Pocos días después vino Malvinas y cambió el curso de los acontecimientos.
Para los finales de la dictadura, ya se habías instalado en el peronismo bonaerense con una fuerte presencia. Era un hombre cercano al Intendente de La Matanza Federico Russo y estabas alineado con lo que más tarde sería la renovación peronista, liderada por Antonio Cafiero. Fue elegido Diputado por La Matanza, pero renunció a los dos años, en 1985, por cuestiones internas. ¿Cómo fueron esos años, y por qué decidió dimitir a la bancada?
Los de los años ochenta fueron difíciles, es decir, tuve mucho éxito en lo político pero tenía la expectativa de un peronismo que reflejara los ideales que teníamos en la década del ’70, y en cambio me encontré con un grupo de dirigentes, como el propio Federico Russo, Manolo Quindimil, Herminio Iglesias, Manolo Torres, Eduardo Duhalde, Antonio Cafiero; que eran representantes del peronismo ortodoxo, corriente que había permanecido ajena al peronismo revolucionario. Eran el peronismo viejo, pero era lo único que había. Con un poco de cosmética se aggiornaba adoptando posturas renovadoras en cabeza de Antonio Cafiero y Eduardo Duhalde, Carlos Grosso o José Manuel de la Sota, lo que significaba un cambio positivo, pero tampoco esto era “lo nuevo” con lo que soñó la juventud de los 70. Yo no me adaptaba a estas formas caudillistas, de construcción de aparatos, pero a la vez era lo único que había, y era el único lugar donde podía desarrollar mi vocación política.
Federico Russo había sido un militante de la “resistencia peronista”, una suerte de “arditti”. Cuando Perón desde España en contra de la proscripción del peronismo mandaba boicotear al gobierno de turno, él estaba a la cabeza poniendo cohetes en las vías o bombas en algún otro objetivo. Así pasó los años de la proscripción del peronismo. Después Perón lo nombró delegado del Comando de la Resistencia Zona Oeste y finalmente llegó a ser presidente del Partido hasta que concluyó su último mandato como intendente de La Matanza en el año 1991. Siempre fue un hombre de base y un tipo incorruptible que vivió con asco estas últimas décadas del peronismo. Cuando ganamos en alianza las elecciones internas del año 1983, me preguntó si quería ser diputado provincial o Secretario de Gobierno de la Municipalidad y elegí lo primero. Así fui diputado provincial, y cuando renuncié a la banca me designó Secretario de Gobierno.
Mi renuncia a la banca fue porque estaba harto, y un enfrentamiento con Herminio Iglesias termino de definir mi situación. Estábamos en el congreso de La Pampa, discutí con él, le pidió a Russo que nos juntáramos afuera en esas típicas actitudes de matón que tenía, y cuando estábamos afuera un hombre de su entorno sacó el arma y la gatilló. Ahí Russo intercedió, Herminio vociferó no se que cosas y cuando regresé a La Plata, presenté mi renuncia indeclinable a la banca.
En ese momento Herminio Iglesia conservaba una estructura de poder importante. Era una época en que el peronismo estaba fracturado, luego de haber perdido la elección del ’83, con Raúl Alfonsin.
Herminio Iglesias había conservado la estructura partidaria durante la dictadura, y supongo que con cierta ayuda de los propios militares. Desde esa estructura había mantenido económicamente a los que eran los ex intendentes caudillos, especialmente los de la tercera sección electoral. La tercera sección es la más fuerte dentro de la provincia de Buenos Aires. Entonces con Manolo Torres, Quindimil, Russo, mantenían una cohesión muy fuerte, a pesar de la derrota del 83 frente a los radicales. Por ende Herminio reconstruyó todo su poder en base a estos intendentes y hay que reconocer que Antonio Cafiero fue el que desafió, enfrentó y derrotó el poder de Herminio.
En el capítulo anterior hizo mención a la situación carcelaria, un tema que conoció en profundidad ya que fue Secretario de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en el año 87´.
En esa época Justicia era una subsecretaria del Ministerio de Gobierno. Brunatti era ministro y yo Subsecretario de Justicia. Cafiero era el Gobernador. Tenía a mi cargo las relaciones con el poder judicial y el tema de las cárceles. Al tema de las cárceles fue al que le dediqué mayor atención. Olmos tenía tres mil quinientos internos cuando es una cárcel para mil. En otras cárceles la situación era regular, como Junín, Batán, Cierra Chica; pero había problemas estructurales, había que construir nuevas unidades y no había dinero. Contábamos con una importante estructura de talleres, herrerías, carpinterías en cada cárcel, las sumé y equivalían a la capacidad de un gran establecimiento fabril. Había entre cuatro a diez mil internos dispuestos a trabajar voluntariamente. La idea fue construir nuevas cárceles en los propios talleres. Entonces hicimos el proyecto piloto de la construcción de una cárcel pequeña, que no excedía de los doscientos cincuenta internos, como concibo deberían ser todas las cárceles de un país humanitario. Fue el llamado Plan Olmos. Se comenzó con mano de obra voluntaria de los internos de Olmos, con los talleres de las cárceles, y con una concepción arquitectónica que permitía “que en todas las celdas entre el sol”. Ese fue el lema. Fue una experiencia muy buena y esa unidad que se inició sin ningún peso en el presupuesto, se financió al principio con donaciones y contó con la colaboración de los principales clientes del Banco Provincia. Invité a la señora del gobernador y a las señoras de los ministros a integrar una Cooperadora del Plan Olmos. Finalmente se formó e hicieron una labor fantástica. Mientras yo estuve no hubo gasto público, por lo tanto no era posible el enriquecimiento. Creo que por eso mismo el modelo de autoconstrucción no prosperó. Desde el punto de vista edilicio hoy es una cárcel modelo que debería servir de ejemplo para el resto de las cárceles del país y del extranjero, pero ningún periodista se ocupa de eso porque las cosas buenas no venden.
¿Por qué se alejo de ese cargo cargo dos años antes de lo que correspondía?
Fue por problemas de relación con el ministro, con quien tenía coincidencias programáticas o desde el punto de vista ideológico, pero en lo referente a la gestión chocábamos. Había también una cuestión de celos. Yo no era un hombre de la “cafieradora” como se solía decir, y mal podía integrarme a ese grupo. Nunca pude entender que quería decir, si mal no recuerdo era un grupo oportunista que pretendía ser el entorno de Cafiero en vistas a la Presidencia, pero que después se diseminó y mientras unos fueron al FREPASO, otros se unieron al vicepresidente de Menem y otros se hicieron ultra menemistas. Digamos que tomaron por caminos tan dispares como el del socialismo, el peronismo ortodoxo y la dictadura de los mercados.
Sin embargo es el propio Cafiero quien le pide que vaya a la Secretaría de Gobierno, y que no se alejes de la construcción de la renovación peronista.
En realidad el conflicto se planteo con Luis Brunatti. Cafiero veía que no funcionaba, que el ministerio del gobierno no andaba bien, quiso postergar la renuncia de Brunatti porque él había perdido la interna con Menem en esos meses y si por otras cuestiones le pedía la renuncia a Brunatti políticamente se podía entender que lo estaba haciendo cargo de su derrota. Pero por otro lado, no podía haber un subsecretario que metodológicamente no coincidiera con el ministro. Por eso me fui. Pero yo coincidía con la idea de humanizar las cárceles, de depurar la policía, de luchar contra la corrupción que eran los ejes centrales de la política planteada por Brunatti. Sólo que él tenía una visión un tanto cinematográfica de la actuación pública, qué significa que quería enfrentar con las cámaras de televisión males tan arraigados como la corrupción endémica de la policía, sin pruebas, lo que situaba la gestión en una situación de debilidad muy grande. .
Jorge Landau, un asesor suyo cuando usted fue Director del Mercado Central en el año ’89, comentó que en esa época trabajar allí era complejo. El Mercado Central era un lugar con mucha influencia política y económica, ya que estaba en pleno corazón de La Matanza.
Es cierto, tenía mucha influencia porque el Mercado Central está en Tapiales, y ocupa mucha mano de obra de La Matanza y de otros distritos del Gran Buenos Aires. Allí había sentado sus bases parte de la empresa política de Alberto Pierri, que por ese tiempo también manejaba la Municipalidad de La Matanza y la Presidencia de la Cámara de Diputados. Así que tuve que hacer equilibrio. Pero no me fue difícil, porque evitando tener más conflictos busqué ocuparme de temas que trascendían lo cotidiano y me dedique al tema de las relaciones institucionales de la Corporación y otros mercados del Mercosur y de Europa donde hicimos grandes avances. Recuerdo convenios con los Mercados de Concentración de San Pablo, Río de Janeiro, Montevideo y Asunción, y un convenio muy importante con MERCASA que es la empresa estatal de mercados de concentración de España. Estas gestiones debían derivar en una asociación que tomara a su cargo la administración de las zonas anexas y la construcción de un parque agroindustrial fruti hortícola con aduana y servicios de exportación en esas zonas. Firmamos el convenio con la presencia del Gobernador Cafiero, del Embajador de España y otros funcionarios Fue un proyecto que finalmente se trabó en la Presidencia de la Cámara de Diputados cuando, contra la sanción de una ley necesaria para llevar adelante el mismo se pidieron favores cuya naturaleza y consistencia, -que no denuncié por falta de pruebas-, me negué a transmitir. Es cierto que uno de los temas más importantes allí era la corrupción. Dentro de la Corporación del Mercado Central, todo pasaba por la evasión de la tasa de mercado y desde luego la evasión del IVA. Al mismo tiempo había una corrupción estructural histórica que afectaba a los funcionarios del mercado. Se vendían espacios, se pagaban comisiones por la renovación de los contratos, no era un ámbito ajeno a la corrupción política que reinaba en los otros organismos públicos., era una gran caja con la cual se financiaban enriquecimientos personales y campañas políticas. Llegue a la presidencia del Mercado Central seis meses antes que finalizara el gobierno de Cafiero, ordené una serie de medidas contra la corrupción y se desataron una serie de conflictos, me balearon mi domicilio recuerdo. Cafiero me llamó y me dijo: “Hernán, me estoy yendo, no es oportuno a esta altura iniciar un conflicto, no me quiero ir con un problema así”. Como yo también finalizaba mi mandato desactivé las medidas.
Usted se retiró cuando finalizó el gobierno de Cafiero.
En el caso de los directores, el cargo tenía la misma duración que el mandato del gobernador.
Usted tenía vocación para ejercer cargos públicos, pero le resultaba difícil la adaptación. Durante la década del 80´ había renunciado a tres cargos.
Es cierto. A mí me pareció siempre que uno tiene que tener un objetivo, un fin trascendente, un puerto hacia donde va guiando el curso de su tarea. Si esto es desviado por negocios particulares, por actos de corrupción, se llega a cualquier lado menos al objetivo que se había trazado. Este es el destino de la Argentina durante las últimas décadas. Por eso renuncié tantas veces. ¿Quiénes ganaron en la política de los últimos años en la Argentina?, los que realizaron alianzas políticas basadas en sociedades que tienen por base la corrupción económica. ¿Cómo?. Le voy a poner un ejemplo que puede parecer fantasioso pero no lo es: si el presidente de la Cámara de Diputados pide dinero para la aprobación de la ley, distribuye parte de ese dinero entre los diputados de la mayoría justicialista y algunos radicales, y al mismo tiempo en los casos importantes le hace una transferencia al presidente y otra al gobernador puede durar décadas en el cargo, y amasar fortunas personales. Ni hablar si uno se hace cargo de un organismo donde los fondos son reservados como la SIDE. Raramente será investigado, y si es investigado raramente será procesado. A su vez, si es procesado raramente será condenado. ¿Porqué?. Porque la red de alianzas societarias es la mejor maya de protección y si falla tiene dinero suficiente para comprar a los jueces.
¿Terminó bien su relación con Cafiero?
Termine bien, cuando estuve en la Subsecretaría de Justicia y tuve muy poca comunicación con él. Recién cuando me fui tuvo conocimiento de lo que habíamos hecho, me felicitó por las cosas que habíamos logrado en tan poco tiempo, y se transformó en el mejor propagandista que tuve del “Plan Olmos”. Si no hubiera sido por él y por Ana Cafiero, habrían sido interrumpidas las obras y quedado todo arrumbado en un cajón.
¿Cómo recibió la llegada de Carlos Menem al gobierno?
Lo recibí con escepticismo porque tenía una impresión del personaje mala, aunque lo había tratado muy poco. Dos veces: una que fue en el Congreso Partidario llevado a cabo en el Teatro Lola Membrives en el 82 cuando estaba convenciendo congresales para que no se aprobara la fórmula Luder-Bittel. Me acuerdo que se suspendió la sesión y se lo designó a Menem para ir a ofrecerle la candidatura a Isabel Martínez viuda de Perón. ¡Vaya a saber con que intenciones!. Se imagina la impresión que me causó que me viniera a convencer de semejante idea, idea que a los pocos momentos planteó micrófono en mano provocando una rechifla abrumadora de los congresales nacionales que estábamos allí. Una segunda vez , fue en una visita que vino a hacer a Matanza creo que en el 87 cuando comenzaba la interna y fue recibido por Federico Russo. Entonces, el doctor Corso, un colaborador de él intentó convencerme de las bondades del candidato y me quedó en evidencia por lo que oí en esa cena que los menemistas combinaban una gran idolatría hacia Carlos Menem, y un pragmatismo extremo que no daba señales de planificación económica alguna. Eso demostraba, o una gran improvisación o el ocultamiento del desembarco liberal. Desde ya que así como no me sorprendió su falta de escrúpulos, sí me sorprendió la extraordinaria habilidad que demostró para manejar a la gente y mantenerse en el poder.
Durante un corto lapso de los ’90 estuvo en el ámbito privado, pero no logró contener su vocación hacia lo público, y fue tentado para ejercer el cargo de Juez Federal de Dolores, a principios del 93.
Había dos cuestiones positivas que me estimulaban para aceptar el cargo. Una era volver a aquella vocación judicial que había quedado postergada, carrera a la que había renunciado por dedicarme a la lucha política de los años ‘72 y ’73. En segundo lugar, retornar al campo de la investigación de temas de filosofía política, derecho administrativo, derecho laboral o de legislación agraria y retornar a la cátedra universitaria. Era también oportuno porque me sacaba de la lucha política territorial. En esa época estaba en pleno apogeo en La Matanza el poder político de Pierri, que al lado de la papelera montó una empresa “el peronismo de la liga federal”, y a base de poner dinero se religó primero con Cafiero, después con Menem, y por último con Duhalde. Mas, antes de Pierri, mi experiencia durante los diez años en que fui congresal provincial y congresal nacional del partido justicialista, apoderado de diversas listas, mi participación en todas las elecciones y mi ejercicio en diversos cargos públicos, me tornó cada vez más crítico respecto de la dirigencia justicialista de la provincia de Buenos Aires.
Contaba con una muy buena imagen en la gente de mi distrito pero no era tan importante como para poder cambiar el curso de las cosas. Podía arreglar con uno o con otro y mantener el espacio que tenía para perseguir algún carguito aceptando ese estado de cosas y las reglas de juego. Pero eso era un saldo lamentable después de tantos años de lucha.
No termino de comprender si su crítica era hacia Cafiero, Duhalde, Pierri, o al justicialismo de la Provincia de Buenos Aires en su conjunto.
Mire, cuando decidí quedarme en la Argentina después de haber sido secuestrado y torturado por la dictadura, a fines de 1977 me quedó con un propósito que fue luchar, aportando lo poco o mucho que podía entregar para que la Argentina lograra la Democracia. Una democracia real, plena, una democracia que en lo esencial es la vigencia de la libertad, pero no sólo eso, que es la participación civilizada de la gente en la cosa pública. Los diez años que van del 1983 a 1993, desde Herminio Iglesias hasta Eduardo Duhalde fueron una gran frustración, y me enseñaron que el sistema del movimiento nacional justicialista en esta región –el Gran Buenos Aires, incluyendo gremios y partido justicialista- es una trampa, y las estructuras son perversamente antidemocráticas. Eso permitió que el partido justicialista esté dirigido por sujetos que no están a la altura de las circunstancias históricas, que se defiendan mezquinos intereses particulares que hacen imposible la democracia interna con consecuencias que no llegan a merituar. Si esos sistemas y esas prácticas pasan en el Chaco o en Chubut, ello no modifica demasiado la vida de la Argentina. Lo digo con todo respeto por cualquier provincia. Pero si sucede en el partido justicialista de la provincia de Buenos Aires se transforma en el principal obstáculo para que haya una democracia plena en la República Argentina. Sin caer en exageraciones, me animo a decir que si la Argentina no tiene una democracia transparente, moderna y vive frustración tras frustración es debido a esta circunstancia. Si hipotéticamente usted piensa en un país donde no existe el Gran Buenos Aires, la Argentina se transformaría en el país más importante de América Latina y uno de los grandes países del mundo. El principal lastre y obstáculo que tiene nuestro país para resolver estos que son los grandes problemas políticos, somos nosotros los bonaerenses del Gran Buenos Aires. Somos lo peor del peronismo.
Entiendo lo que dice, pero quisiera saber con qué fundamentos hace esa afirmación.
Le estoy adelantando una tesis que me propongo desarrollar in extenso en un trabajo futuro. El justicialismo representa el partido mayoritario en la Argentina, la Provincia de Buenos Aires tiene la mayor parte de los congresales nacionales del partido justicialista. La prueba es que Menem necesitó hacer una alianza con Duhalde para ser candidato a Presidente de la Nación. Duhalde fue presidente de la Nación sucediendo a De la Rúa porque era el dirigente que tenía el apoyo de la Provincia de Buenos Aires, y fue él quien inclinó la balanza a la hora de decidir la candidatura del actual presidente Néstor Kirchner. ¿De donde emana ese inmenso poder?. La Provincia de Buenos Aires tiene ocho secciones electorales pero dos que son decisivas, la primera y la tercera. Ambas suman todos los distritos del Gran Buenos Aires. Con lo cual el poder de la primera y de la tercera sección electoral mientras se mantenga la hegemonía justicialista determinan el destino nacional. Por eso es que si no se comprende el sistema de la interna del partido justicialista bonaerense no se puede explicar el fracaso de la democracia a nivel nacional en la Argentina. Estas secciones –la primera y la tercera- son las más importantes por la cantidad de población, tienen la mayor cantidad y la menor calidad de electores (de un bajo nivel cultural, social y económico lo que los torna eminentemente manipulables). Eso explica porqué un sujeto como Herminio Iglesias pudo ser uno de los electores del candidato a presidente y candidato él mismo a gobernador de la provincia. Ahora bien, como esa región está poblada y gobernada por quienes somos lo peor del peronismo, rige un sistema antidemocrático por excelencia y hay una estructura rígida que es imposible modificar desde adentro del partido. Esto a su vez condiciona toda la política a nivel provincial ,nacional y obstruye el desarrollo de una democracia plena que permita el crecimiento de una Argentina moderna. ¿Está claro? Esto lo he hablado muchas veces con compañeros del Gran Buenos Aires y del Interior de la Provincia. Los del interior lo comprenden pero los del Gran Buenos Aires se prevalecen como si fuera un privilegio al cual no están dispuestos a renunciar.
¿Le entusiasmó desde un primer momento ser juez en el Juzgado Federal de Dolores?
Al principio dude mucho y dije que no. Finalmente por estas cosas, pesaron mucho y acepté. Fue una experiencia muy enriquecedora, a pesar de la forma en cómo se termino.
A partir de que recuperó la libertad, tuvo ofrecimientos o la posibilidad de ejercer algún cargo público, u alinearse en algún partido político.
Espero que a mis amigos peronistas no se les ocurra hacerme un ofrecimiento para ejercer un cargo público o partidario, porque además de los reparos que le señalé, en mi caso particular, tendría un obstáculo práctico insalvable para participar. No podría hacerlo porque en el justicialismo del Gran Buenos Aires son todos ricos, mientras que en comparación con ellos, yo estaría dentro del 58 % de la población pobre, y del 18 % de los desempleados (tomando los datos menos dramáticos de Naciones Unidas del Informe del 2003).Esa es una diferencia insalvable, no sólo desde el punto de vista material.
Con respecto a su profesión, ¿usted está habilitado para ejercer cargos públicos?
Mientras no sea revocada la sentencia del Tribunal Oral Federal numero 5, tengo una inhabilitación como juez. No así para desempeñar otros cargos públicos. Pero por sobre todas las cosas como usted podrá ver sigo siendo abogado, me llaman y me consultan constantemente amigos, gente cercana. De todas maneras como le dije no aspiro a ningún cargo público. Si puedo contribuir lo haré desde alguna organización social, prefiero darles de comer a los chicos pobres de un comedor solidario.
Deja abierta la posibilidad de que vuelva al campo de la política...
Los españoles dicen: “No traces tu frontera ni cuides de tu perfil, todo eso es cosa de afuera”.
CAPITULO V: REFLEXIONES DE UN HOMBRE
¿Cómo vivió estando detenido, el proceso de desprestigio de las instituciones que llevó a las movilizaciones del 19 y 20 de Diciembre de 2001?
Me pareció que fue un signo de salud social de la clase media seguido por manifestaciones de los desocupados. Más allá de que haya habido cierto tipo de resortes, de operaciones organizadas y montadas desde el Gran Buenos Aires destinadas a hacer caer el gobierno de De la Rúa había condiciones. De la Rúa no se sostenía y el escándalo en el Senado y el alejamiento de Chacho Álvarez prepararon el camino de la reacción. Al mismo tiempo, la renuncia de Álvarez impidió una salida institucional más coherente a la crisis que se avecinaba. Y la bronca detonó con “el corralito” que fue sentido como algo intolerable, como un despojo, como un abuso que no registraba antecedentes. A lo mejor no tanto por el daño, que era impresionante, sino por el descaro del despojo. Claro que esto fue el final de un camino de permanente deterioro de las instituciones democráticas que transitamos desde 1983, y el resultado de una explosión que se venía conteniendo desde el 96 con la paridad cambiaria. El deterioro es algo que comenzó con las crisis inflacionarias del gobierno de Alfonsín, prosiguió con los irregulares procesos de privatizaciones y el mantenimiento de la convertibilidad. Después del envilecimiento institucional, la explosión de actividades ilegales, la corrupción escandalosa, los abusos de poder, la gente quería un período de estabilidad y paz, de tranquilidad. La gente creyó ver en la imagen De la Rúa el reflejo de la paz interior y se equivocó. Por eso la reacción de la fue un signo de salud. Creo que es necesaria una reforma institucional hacia una democracia más directa que establezca un sistema periódico de consulta a la gente, para no llegar a esos extremos, para que los gobiernos no sufran un deterioro tan rápido y para que la gente aprenda a ejercitar las decisiones fundamentales.
¿Cómo observó desde lo personal el desprestigio de las instituciones al haber participado tantos años como funcionario público?
Perón decía que el pescado empieza a pudrirse por la cabeza. Nuestra dirigencia a partir de 1983, para no irnos más atrás, empieza a pactar con grupos económicos espurios, con el fin de desarrollar sus campañas políticas para llegar al poder. Para ir a la realidad, si yo hubiera pactado con grupos delincuenciales después de 1983 –que en La Matanza los había y los hay-, si hubiera aceptado ofrecimientos que me hicieron, tal vez hubiese llegado a ser intendente de La Matanza y fácilmente diputado nacional. Si aceptaba el apoyo del narcotráfico o de los desarmaderos de autos, de la prostitución, del juego u otras actividades ilícitas, hubiera tenido que tolerar su funcionamiento y no lo hice. Otros sí, y esos pactos fueron los que produjeron el deterioro de las instituciones que tenían que estar a cargo de la represión de esas actividades y son los la causa de los secuestros que hoy en día tienen en jaque a la población.
Estos mecanismos perversos se propagaron en los órdenes municipales, provinciales y nacionales. Esto trae una multiplicación del crimen, de la corrupción institucional, un aumento del gasto público, un deterioro de los servicios, un desvío de los objetivos institucionales.
Con la justicia pasa lo mismo. Porque con las reformas que produjo Menem después del Pacto de Olivos, tuvieron mucho cuidado de nombrar jueces obedientes en la Justicia Federal de la Capital. Sí el poder político estaba penetrado por las mafias, el Poder Judicial iba a ser instrumental a las mafias, ¿o le queda alguna duda?
Por último, los partidos políticos mayoritarios son los más contaminados por este proceso de degradación institucional. Por eso es muy difícil la renovación interna de los partidos, ya que no se juegan sólo cargos partidarios y cargos electivos. Se juegan los grandes intereses de la economía informal e ilegal.
Todo esto lo vivo con una sensación de fracaso, porque creo que los argentinos en el desafío de construir una nueva Argentina a partir del 83 retrocedimos, con la sola excepción de este milagro que ocurrió con la llegada del gobierno actual que creo que es lo mejor que tuvimos en las últimas décadas.
Daría la sensación de que es ficticia la división de poderes en Argentina.
Durante las primeras décadas de la vida institucional Argentina y hasta 1930 hubo una justicia con jueces que eran verdaderos juristas, gente de una extraordinaria preparación intelectual. Sin embargo, estos jueces salían de las familias conservadoras, que eran las que a su vez gobernaban. Creo que había más probidad, más sentido del honor pero hay que admitir que era una justicia parcial porque estaba fuertemente adherida al proyecto político del gobierno. Los jueces se elegían en el Jockey Club. Después se fue democratizando la justicia, una justicia donde no había corrupción económica, existían presiones políticas, los jueces muchas veces cedían, pero esto no era lo cotidiano sino algo excepcional. Durante los gobiernos militares, no había una marcada dependencia o había muy poca, a excepción de la última dictadura donde la justicia fue de una obediencia mayúscula con la sola excepción de algunos pocos fallos que fueron morigerando el proceso en forma tardía e imperfecta. Durante los últimos diez o quince años a la justicia se la somete a un mayor control desde el punto de vista político, y al mismo tiempo se generaliza la corrupción económica. Hoy hay tribunales donde las resoluciones tienen un precio tasado –lo afirma el propio doctor Moreno Ocampo, fiscal de la Corte Internacional de Justicia-, al mismo tiempo hay jueces que no cambian una resolución por dinero pero la cambian por un ascenso que sigue dependiendo de la voluntad política. Esto, aunque más leve, también es una forma de desviación. La corrupción del poder político trae como consecuencia la corrupción de la justicia. Y sin justicia, no hay democracia plena y sin democracia plena no puede haber un país moderno y progresista.
Claro que esto de la corrupción judicial no es nuevo sino bien viejo. Tiene sus raíces en Roma. Estaba leyendo en la cárcel de Polinter de Río de Janeiro, la “Storia de Indro Montanelli” una noche, y de pronto mis carcajadas sorprendieron a un guardia. Se acercó tal ves pensando que me había vuelto loco y entonces le traduje el siguiente párrafo: “Los patricios, que se encontraban de nuevo con todo el poder en sus manos (se está refiriendo el autor a la restauración de Sila, cónsul y dictador de Roma en los años 80 antes de Cristo) en vez de usarlo –prosigue- para poner de nuevo orden en el Gobierno y en la sociedad, lo aprovecharon para robar, corromper y matar. Todo, entonces, no era más que cuestión de dinero. Comprar la elección a un cargo era una operación normal, y había una industria apropiada para procurar votos, con técnicos especializados: los intérpretes, los divisores y los embargadores. Para conseguir la elección de su amigo Afranio, Pompeyo invitó a su palacio a los jefes de tribu y contrató sus sufragios como si fuesen sacos de manzanas. En los tribunales ocurrían cosas peores. Léntulo Sura, absuelto por los jueces por dos votos de mayoría, dijo, dándose una palmada en la frente: ´Mala suerte, he comprado uno de más. ¡Y al precio que me han salido...!.(Pág. 206, Indro Montanelli, Storia di Roma, Ed. Plaza&Janes).
¿Este proceso de deterioro en la justicia esta enmarcado en un proceso más global, con particularidades propias en nuestro país?
Es un proceso que se da en el mundo, en menor medida también en Europa. “Caos o justicia” es un libro de Robert Dennis, un periodista francés, que aporta testimonios de jueces y fiscales europeos, donde ellos mismos manifiestan su preocupación y fracaso en la lucha contra la corrupción de la justicia de sus países. En Brasil la corrupción en la justicia es muy grande, también en Paraguay y en Colombia. Adelante mío, en la Polinter de Río el año 2000, un abogado y primer vereador (1er concejal) condenado a 25 años por haber mandado asesinar al Prefeito (Intendente) de su distrito para sucederlo, compró una declaración de nulidad del fallo por la suma de ciento cincuenta mil dólares y se fue en libertad. Me parece que básicamente este tema depende de políticas de Estado asumidas con un fuerte compromiso. Felizmente creo que en el gobierno de Kirchner hay un cambio de rumbo en este sentido. Me parece que es el signo más positivo de los últimos tiempos Sin embargo, en el propio peronismo, a excepción de algunos gobernadores como el de Buenos Aires (Felipe Sola), Santa Fe(Jorge Obeid), Formosa (Gildo Insfran), y algún otro, lo veo bien solo.
¿Cómo vive los cambios que se producen en la Corte Suprema, y qué reflexión realiza sobre la crítica que advierte el pasaje de una Corte menemista a una kirchnerista?
El cambio es muy positivo. Teníamos una Corte dependiente del presidente, del Poder Ejecutivo, el grado de sujeción era altísimo, pero no sólo era dependiente, sino que la corrupción era muy grande a tal punto que cuentan, los propios menemistas, que cuando Menem se estaba yendo en el año 99, para sacar algunas sentencias él mismo tenía que “ponerse”.
Hoy en día los mecanismos de elección pueden ser diversos. El control social es importante. Las críticas que oí o leí fueron de carácter ideológico. A mí me parece que la Corte tiene que ser tan pluralista como la sociedad, que no debe ser el gobierno de un partido o una ideología.
Dios nos salve de una Corte que adhiera y profese una ideología!. Los miembros en primer lugar me parece que tienen que ser gente que sepa pensar, tienen que ser pensadores, luego tienen que tener valores, deben ser probadamente honestos y por último tener profundos conocimientos jurídicos. El juez de la Corte tiene que estar comprometido con principios, reglas y normas del Derecho Internacional y de la Constitución, y ser un experto en el proceso hermenéutico y lógico de concretizar la norma al caso como acto de justicia.
No me parece que haya la pretensión de una justicia kirchnerista, porque la designación del Doctor Eugenio Zaffaroni, y el resto de los miembros elegidos, parecen ser de una gran diversidad de puntos de vista, y sin embargo tener un común denominador: alto nivel ético y académico.
En carácter de ex juez ,¿cómo plantearía la relación política-justicia en lo referente a la inseguridad y delincuencia?.Actualmente existe una tensión constante entre funcionarios políticos y los miembros del área de la justicia.
El tema sobre políticas de seguridad pasa a mi juicio por dos parámetros. En relación a la capacitación de la policía, hay que hacer una fuerte inversión y hay que ser cuidadoso en la selección del personal subalterno. En segundo lugar habría que hacer una inversión en el presupuesto de esas fuerzas. Si nosotros le decimos a la policía que, más allá de los sueldos debe “autofinanciarse”, es decir conseguir fondos para la nafta y reparación de los patrulleros, municiones y gastos de mantenimiento, con la recaudación de los comerciantes, caerá en la recaudación en los boliches nocturnos, en las centros de prostitución, en los proveedores de droga, en los desarmaderos de autos, en los depósitos y compra venta de armas. Si queremos que la policía termine con eso tenemos que dotarla de un presupuesto que le permita cumplir en forma adecuada con sus funciones. Para esto creo que el país no está preparado y por eso parece que el problema no tiene solución. No se trata de hacer purga tras purga, aunque hay que separar a los malos funcionarios. Estas purgas de listas interminables de oficiales elegidos de modo arbitrario tenían un efecto mediático, y ya ni siquiera eso. Dejan un tendal de gente herida por situaciones injustas y un efecto de parálisis en la fuerza. Un horror. En un libro que se titula “¿Qué es el crimen organizado?”, he explicado, más extensamente, cómo es la trama de las relaciones entre la policía, la delincuencia y los políticos. Hay que deshacer esa trama, lo demás son fuegos artificiales.
Usted en esta entrevista, y en su libro “¿Qué es el Crimen Organizado?, menciona la existencia de un crimen organizado que cuenta con el apoyo de funcionarios públicos. ¿Este proceso tiene vigencia actualmente en nuestro país y en América Latina?
Caracterizo al “crimen organizado” como una categoría social consistente en “grupos que cometen delitos graves que afectan el orden político o social valiéndose del Estado, otras corporaciones o cualquier otro espacio normativo institucionalizado y estructurado y de los mercados de bienes y servicios, con el fin de obtener un beneficio particular que tenga un valor económico”. Como ve la corrupción de los funcionarios públicos es esencial para la existencia de este tipo de crímenes. Para ser breve, en la medida que uno introduce en el Estado presidentes, diputados, jueces, gobernadores, intendentes, concejales honestos, que no se comprometen con esos grupos criminales, a éstos se les resta poder y pasan a ocupar el lugar que les corresponde de “ilegales” o de “gente al margen de la ley”. De lo contrario, la sociedad en su conjunto –Estado y entidades intermedias- empieza a ser penetrada por la corrupción como cuando un organismo es atacado por un cáncer. El cambio de funcionarios corruptos por funcionarios honestos significa que esta delincuencia de ser tolerada pasa a ser perseguida. Si esto ocurre, con el tiempo la corrupción y la delincuencia van a quedar reducidos a una mínima expresión hasta desaparecer. Si esto no ocurre el Estado mismo será totalmente penetrado por el crimen y la tierra se transformará en un infierno.
En una entrevista publicada el 29 de agosto de 2004 en el diario Pagina/12, el juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni criticó la idea de crimen organizado Sostuvo que es una “categoría abstracta que abarca desde el lavado de dinero hasta las bandas de secuestradores, y que no sirve para nada”. Dice que si uno es el Estado ”tiene que atender el delito tomando en cuenta las particularidades; y que la noción de crimen organizado no sirve para la prevención”.
Yo conocía su opinión, porque la escuche en una conferencia que dio en Chapadmalal en el año 1995. En rigor, en aquella oportunidad, en Chapadmalal Zaffaroni recuerdo bien que dijo algo más o menos así: “Es una categoría que no existe. El único crimen organizado que conozco es el del Estado contra los ciudadanos....”. Por eso, justamente, es que creemos que la categoría de crimen organizado es útil y necesaria circunscripta a la alianza de las bandas criminales –para las cuales alcanza con el concepto de asociaciones ilícitas- con el Estado u otras corporaciones. Cuando el Estado deje de tener vinculación con sectores tales como la prostitución, robo de autos, tráfico de drogas, lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas, tráfico de armas; éstos formarán parte en exclusiva de la categoría de hechos delincuenciales comunes. Mientras tanto no lo sean, deben ser diferenciados porque en su alianza con los funcionarios públicos ponen en peligro la estructura del poder y la función pública. No estamos hablando del Código Penal, hablamos de sociología criminal. Somos concientes de que existen algunos peligros respecto al manejo de este concepto, ya que hay quienes incluyen en el mismo a organizaciones terroristas o que tienen que ver con manifestaciones políticas, sociales o insurreccionales. Desde esta óptica –que rechazamos-, se utiliza el concepto para justificar una determinada política de seguridad. Nosotros consideramos necesario en cambio apropiarnos de este concepto con el alcance expresado.
¿Por qué aceptó encontrarse con Guillermo Coppola en 2003 durante un programa de televisión, y que conclusión saco al respecto?
Acepté porque en la primera parte del programa yo podía decir mis verdades, tratar de clarificar un poco la confusión que yo mismo percibía en la gente. Que la gente pudiera saber quién era Bernasconi, y dar la cara.
En segundo lugar me pareció que era la forma de terminar con el tema Coppola vs. Bernasconi, ponerle un punto final. Me parecía una actitud miope quedar clavado en una cuestión personal a partir de este caso. Por otro lado no se podía afirmar sin ser injustos que el causante de todas mis desgracias haya sido él, o el que fue su “pupilo” que es lo que queda en la creencia de mucha gente. El proceso es mucho más complejo y usted se dará cuenta que llevamos hablando muchas horas y prácticamente no nos hemos ocupado de este señor, ni de si actuó bien o mal porque ese no es el tema. El tema lo excede, va mucho más allá, tiene una gravedad institucional y social que debe ser comprendida.
Con respecto al encuentro personal, creo que fue un gesto de humildad y exposición con el otro, aunque el otro haya sido un otro conflictivo. Claro que quede con un sabor amargo, porque al ser un encuentro despojado de toda teatralidad, lo viví como un encuentro totalmente descarnado y fue muy duro. Para mí era como si no estuviese en un set de televisión, me encontraba con quien me había estado agrediendo y calumniando durante años. No podía ser otra cosa que un momento doloroso y conflictivo. No salí feliz de ese encuentro, pero me pareció que había terminado un período. Fue como un duelo, eso como un duelo, que siempre es necesario hacer.
En ese encuentro le regale La Biblia porque cuando estuve preso tuve conmigo ese libro maravilloso y me pareció que era un acto de donación, que tal vez le haría bien. Y como creo haberle dicho con frecuencia, rezo por mis amigos, por mis enemigos y no solo por ellos, principalmente por mí. Eso no significa que los perdone o los deje de considerar enemigos. En algunos casos los perdono, en otros no. De todas maneras con esto no quiero decir que yo sea un santo, es más, le digo con toda certeza que no lo soy.
Para finalizar, quería preguntarle por qué acepó contestar estas cientos de preguntas, que nos han demandado unas 12 horas de grabación.
Creo que tenia que dejar un testimonio de lo que me tocó vivir, y si no fuera por su propuesta tal vez no lo hubiese hecho nunca. Además, creo que usted es un periodista joven muy talentoso que tendrá muchos éxitos en el futuro, y con este libro va a hacer un buen trabajo.
¿Le preocupa la recepción que pueda generar usted ante la sociedad? .
De ninguna forma. Lo que me llama la atención es que mucha gente me siga identificando con el juez, como si siguiera siéndolo. Claro que creo que la sociedad es una red de relaciones interpersonales y no un ente que habla por la encuesta de opinión o el voto popular. Pero en alguna oportunidad me comentaron que Duhalde había mandado hacer encuestas en la región del juzgado después de mi destitución y más del sesenta por ciento tenía una imagen positiva sobre mí. La sociedad no tiene voluntad, el encuentro es siempre con el otro, o con los otros. Cuando la gente me encuentra y me pregunta, hago todo lo posible por responderle, contarle en pocas palabras lo que pasó. En general tengo una buena relación con la gente, en muchos casos es una relación dialéctica. Varias veces me encontré con que cuando iba a pagar un café ya estaba pago. Me ha pasado recientemente que me pararon para pedirme un autógrafo, o viajo y donde voy los periodistas me piden una nota, me piden opinión sobre la cuestión política, sobre la justicia, sobre la seguridad. Es muy curioso lo que pasa A veces me preguntó, ¿no será que la gente sabe mejor que nosotros lo que pasó?
FIN.
APÉNDICE
AGRADECIMIENTOS
A todas aquellas personas que en forma interesada o desinteresada aportaron datos, bibliografía, información, archivos, ideas y otros elementos que ayudaron a la realización del libro.
A algunos de los entrevistados que me autorizaron a nombrarlos, por su paciencia y comprensión: Roberto Schlagel, Agustina Bernasconi, Enrique Piana, Alfredo Meckievy, Jorge Landau, Alicia Barrios, Roberto Guiney, Blanca Bernasconi y Héctor Maya.
A los ágiles y astutos editores, Pamela Morales y Ezequiel Spillman.
Al excelente equipo profesional y humano, con el cual realizamos la investigación para el libro de Miguel Bonasso “El Palacio y la Calle”, durante el año 2002. Paloma García, Mauro Federico, y especialmente a Daniel Enz.
A la editorial “Ediciones de la Orilla”, por aceptar el proyecto en forma integra y otorgarme total independencia para su realización.
A mis entrañables amigos, por sostenerme en las horas precisas.
A Fito Páez. A México, Distrito Federal.
A los enemigos verdaderos. Al dulce y extraño sabor que deja cada derrota.
Dedicado a la memoria de las 85 víctimas del atentado a la AMIA,
ocurrido el 18 de Julio de 1994 en Buenos Aires.
INDICE
CAPITULO I.......................DOLORES Y LA CAUSA COPPOLA
CAPITULO II.....................LA CAIDA DEL JUEZ
CAPITULO III.....................LA FUGA A BRASIL Y LA DETENCIÓN
FOTOS...........................
CAPITULO IV....................... RECORRIDO DE UNA VIDA
CAPITULO V....................... REFLEXIONES DE UN HOMBRE
APENDICE............................
FALTAN CONTRATAPA Y SOLAPA
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